Por Anuar Abud
El paquete económico para el 2010 aprobado por los diputados esta orientado solo a cubrir los faltantes del presupuesto y no ha aumentar la base gravable ni la eficiencia administrativa gubernamental para captar impuestos. En lugar de imaginar y poner en practica soluciones que lo lleven a aumentar el numero de contribuyentes, Hacienda simplemente le encaja aun mas las uñas a sus clientes cautivos, los empleados y las pequeñas y medianas empresas, es evidente que Hacienda carece de la voluntad para ejecutar leyes que acaben de una vez por todas con los paraísos fiscales de las grandes empresas, pero basta ver la ociosa figura de su titular para imaginar la flojera administrativa que los lleva a irse por el camino fácil: subirle a los impuestos. La economía mexicana atraviesa quizá uno de sus peores momentos en la historia del país. ¿De quien es la culpa? la culpa es de los políticos mexicanos, quienes en su afán de fastidiarse entre si, se han llevado al país entre sus pezuñas de borrico. Es imperdonable que se pretenda cobrar un impuesto por depósitos en efectivo mayores a 15 mil pesos considerando las actuales exorbitantes comisiones bancarias, lo único que se va a lograr con este nuevo impuesto es que la gente eventualmente deje de hacer uso de los bancos y retorne al empleo de las alcancias de cochinito. La única beneficiada con esta medida será la delincuencia organizada que ahora tendrá en cuenta la posibilidad de que las víctimas tengan dinero guardado en casa. En relación al nuevo impuesto a las telecomunicaciones: veo un México que tiene un considerable atraso respecto a otros países en materia tecnológica, tenemos tarifas abusivas en lo que respecta a enlaces dedicados para las empresas y tarifas de primer mundo en servicios de acceso a una Internet de tercera. Con todo esto veo que la economía informal y subterránea van a verse incrementadas durante 2010. No creo el gobierno consiga recaudar más impuestos, opino que en realidad habrá menos gente que quiera pagarlos. Sería mejor ponerle un tope salarial a los funcionarios públicos, porque muchos de estos se asignan sueldos que son un verdadero insulto para quienes se rompen la espalda a diario para ganarse unos miseros pesos. Sería mejor reducir el presupuesto a los partidos políticos, los verdaderos parásitos del pueblo. ¿Cuantos millones de pesos se van literalmente al bote de la basura cada tres años con toda la propaganda electoral? Sería mejor fomentar la creación de nuevos empleos y aumentar el número de contribuyentes fiscales facilitando la creación de nuevas empresas y haciéndoles a éstos más fácil y transparente poder pagar sus impuestos. El sistema parece fue diseñado para obstaculizar la creación de nuevas empresas y estar diseñado para exprimir a las pequeñas y medianas empresas para permitir que solo sobrevivan las grandes empresas. ¿Acaso es muy difícil copiar los modelos exitosos de países que han tenido éxito económico y en los cuales sus ciudadanos viven felices y comen tres veces al día? Parece que si es difícil, porque México es el país de la cultura de la tranza y la corrupción. México es un país donde la verdadera clase privilegiada es la clase política, y todo los demás solo somos rehenes de ésta. Desde López Obrador hasta Felipe Calderón lo único que realmente interesa a todos los políticos es el jugoso botín que representan los impuestos que nos obligan a pagar. Los mexicanos pagamos hasta el último centavo del sueldo de los políticos que nos gobiernan, sean electos o legítimos o como quieran etiquetarlo. ¿Cómo lo agradecen? Cobrando más impuestos. Por menos de lo que ocurre hoy en día en México, donde somos explotados por la clase política, fue que comenzaron la guerra de independencia y la revolución mexicana. Claro que en esos tiempos se carecía de un complejo sistema educativo y cultura que girasen en torno a lograr hacer dócil, indiferente y sumiso al pueblo, pero esa es harina de otro costal que amerita meditar y reflexionar por separado. Lo único que veo es que en un futuro muy cercano habrá una explosión en el crecimiento de la economía informal, la caída y desaparición de miles de pequeñas y medianas empresas. A mi no me echen la culpa, yo anulé mi voto las elecciones pasadas.
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