Aunque no resultó sorpresiva la salida de Héctor Béjar Fonseca de la Procuraduría de Justicia del Estado, para los pobladores de la zona norte y en general para toda la entidad, pues eran muchos los desaciertos, cuestiones surrealistas que se presentaron, como el caso de los muchachos torturados y los chivos expiatorios que luego se sacaron de la chistera; la inseguridad galopante en la entidad y el temor de vivir siempre con la espada de Damocles sobre la cabeza; sí a la ciudadanía le llama mucho la atención de que el ahora ex procurador es ni más menos que el Rector de las Universidades Tecnológicas de Nayarit, puesto más que nada académico y administrativo, que nada o muy poco tiene de similitud con su anterior trabajo.
Esa es una de las cosas que llama la atención del pueblo, la manera tan fácil en que los funcionarios públicos saltan de un puesto a otro, en una fiesta laboral al servicio del jefe mayor, llámese Gobernador, y que lo mismo se puede ser docente, que ingeniero, astronauta o las tres cosas juntas si se requiere. El caso es que, siempre sucede así, quien falla en el servicio público en tal o cual encomienda, tiene de una u otra forma garantizada la chamba, no importa de qué, pero segura, a pesar de todo. Mire Usted amable lector, es de sorprender, de Procurador a Rector. Es como si a Memo Ríos, lo pasan de la portería de la Selección Nacional de Fútbol a levantar pesas.
No es que dudemos de las capacidades y competencias del Lic. Béjar Fonseca en este ramo, por el contrario sabemos de sus logros y éxitos profesionales, ya incluso declaró sentirse preparado por sus 36 años en la docencia en la Universidad Autónoma de Nayarit y 30 en el Instituto Tecnológico de Tepic, que sin duda, le dejan una experiencia laboral, académica y administrativa ejemplar; pero este tipo de cambios, a los ojos del pueblo, más parecen premios de consolación que decisiones bien pensadas en pro del desarrollo y progreso de Nayarit. Es decir, cuando esto pasa, parece y es la impresión de la ciudadanía que más pesa la amistad con "el meramente" que sus competencias curriculares.
Y es que fíjese Usted amable amigo que me lee, cuando alguien deja un puesto de gobierno, su jefe inmediato o quien lo removió, sobre todo en puestos de cierto nivel jerárquico como el del Lic. Béjar, solo se escuchan palabra que hablan de las bondades y logros del defenestrado, nunca se oye decir, que salió porque no supo, no pudo o no quiso cumplir con la encomienda que se le asignó. En algunos casos hablan tan bien del que sale, que la ciudadanía se pregunta: Si era tan bueno en lo que hacía, ¿por qué lo quitaron? Ya durante la salida de Béjar y la toma de posesión del nuevo Procurador de Justicia, Oscar Humberto Herrera, se reconoció la labor del anterior, quien estuvo casi cuatro años al frente de la dependencia. El nuevo integrante del Gabinete de Ney González, lo dijo más bonito o digamos diplomáticamente: "no es cuestión de nombres u hombres, dijo, es cuestión de instituciones". Así nadie sale raspado.
En el sector público nunca hay ineptos o negligentes, las gentes salen o son cambiados, "porque así conviene a las estrategias del momento". No hay indolentes, apáticos o perezosos, son, como ya lo dijo el Gobernador, "cambios para reforzar las actividades de gobierno, pasos importantes para cumplir las metas del 2010". Eufemismos y más eufemismos que ocultan los fracasos.
No me queda duda que para ser funcionario público o de gobierno, se necesita ser "todólogo", un Supermán, presto a salvar al mundo, estar preparado para lo mismo hacerse cargo de un área agrícola, que saber de seguridad pública. Hay que estar ducho en la protección civil o bien en el tema del deporte. Bien decía mi abuela, hay que saber hasta macramé o zurcir calcetines, porque uno nunca sabe que le depara el destino. Por si a alguien le interesa, su servidor, bajo ese tenor, podría manejar con entusiasmo, entereza y sagacidad, la Dirección de Asuntos sin Importancia, no le hace que al mes siguiente me cambien a la Oficina Regional del Archivo Muerto o en Terapia Intensiva. Finalmente no esperaría elogios ni reconocimientos, pienso como San Juan Bosco que dijo: "¡Ay de quien trabaje esperando la alabanza del mundo!: este es un mal pagador y paga siempre con la ingratitud". Yo como pago solo exigiría un cheque religiosamente quincenal, con su respectiva compensación, aguinaldo y prima vacacional. Nada más. (PEPE MORALES)
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