lunes, 1 de febrero de 2010

HABRÁ NUEVO NOTARIO EN ACAPONETA


Por Juan Fregoso.
Aunque se ignora si el Colegio del Consejo de Notarios ya publicó la convocatoria para la elección del nuevo notario por la cuarta demarcación territorial para sustituir al licenciado Juan Echeagaray Aguirre, aquí ya se manejan los nombres del ex diputado Antonio Sáizar Guerrero, José Medina Gallardo, quien ocupa una cartera en la PGJ en los Servicios Periciales y del ex procurador de justicia, Jorge Arturo Chávez,
abogados que el pueblo de Acaponeta los tiene bien identificados, no solamente por ser originarios de esta ciudad, sino por los cargos que han desempeñado. Todo mundo sabe que la función del notario público es una tarea muy delicada que exige probidad y rectitud. Una ética profesional que se apoye evidentemente en las reglas de la moral y de la ética en general; pero su característica es que tiende a regular de manera especial las actividades particulares de una profesión. Los códigos de ética profesional contienen reglas que se refieren propiamente a una conducta moral y otras que, a su vez, tratan de velar por las conductas que se relacionan con el honor, el decoro y la dignidad profesionales. Es obvio que las fuentes formales se encuentran en los códigos de ética de los colegios de estos profesionistas, en usos y costumbres, en documentos de algunos particulares eminentes que ejercen la profesión, como sucede con el juramento de Hipócrates o con “Los Mandamientos del Abogado”, de Eduardo Couture, y en el compromiso que se contrae al formular un juramento cuando recibimos el título que nos acredita para ejercer determinada profesión. En este contexto, un juramento constituye un acto solemne, un compromiso que obliga a una conducta futura. Una profesión de fe de lo que amamos y queremos realizar. Desempeñar una profesión es ligarnos a ella por un eslabón de amor y como respuesta a una vocación que, desde el interior de nosotros mismos, nos dicta un proyecto existencial. Elegir una profesión es, en el fondo, escoger un destino. En este sentido, nos preguntamos si la terna (hasta ahora) de aspirantes a la notaría por la cuarta demarcación reúne estas cualidades o virtudes para ocupar un cargo de gran envergadura, en donde están en juego los intereses y derechos de la sociedad, hambrienta de justicia y harta de la corrupción que suele darse, casi siempre, en este tipo de cargos en donde se celebran infinidad de actos y hechos jurídicos que en un porcentaje considerable son tergiversados mediante el soborno por los más poderosos. Por eso, la gente tiene la apreciación de que un profesionista del derecho, que obtiene la patente del Poder Ejecutivo, es como sacarse la lotería sin comprar “cachitos”. Por otra parte, quienes aspiren a ocupar una notaría deberán satisfacer ciertos requisitos, entre los que podemos destacar los más sobresalientes: tener título de licenciado en derecho, registrado en los términos establecidos en la Ley General de Profesiones; contar con cinco años cuando menos de ejercicio profesional; no haber sido condenado por delito intencional, ni estar sujeto a proceso penal; aprobar el examen correspondiente, que consiste en una prueba práctica de redacción de un instrumento cuyo tema se sorteará de diez propuestas, las cuales se presentarán en un sobre cerrado y debidamente sellado por el Consejo del Colegio de Notarios. Satisfechos estos y otros requisitos, que omitimos por cuestiones de espacio, el Ejecutivo expedirá la patente, si a su juicio la persona propuesta es idónea para ocupar el cargo de notario. Así pues, la moneda está en el aire, entre los abogados Antonio Sáizar, José Medina y Jorge Arturo Chávez, que son los principales aspirantes a la notaría que dejará el licenciado Juan Echeagaray, que por cierto, se especula que la semana que entra ya estará su sustituto ocupando la notaría por la cuarta demarcación territorial. La pregunta obligada es; ¿quién de estos tres connotados abogados se sacará la lotería? Esto lo sabremos muy pronto.

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