martes, 10 de abril de 2012

HAY NIVELES...



Por: Héctor Algarín Espinosa.

"La unión de la familia no se mide por el número de miembros, sino por el amor que hay entre ellos"
                                                                                      - Anonimo.

LA TIERRA LLAMA…

Antonio Espinosa Méndez y Ma. De Jesús Díaz se unieron en sagrado matrimonio en Acaponeta en el siglo pasado, procrearon a una numerosa familia a la usanza de aquellos ayeres.
Sus hijos: Alicia, Yoya, Chelo (q.e.p.d.), Chuyita (q.e.p.d.), Mario, Vero, Yany, Ana y Toño son testimonio de ello.
Estos a su vez, al paso del inexorable tiempo han formado sus respectivas familias que han “perdido” el apellido más no sus profundas raíces que nos unen a estas tierras cual huanacaxtle centenario de los muchos que se encuentran en las riberas del arroyo de “La Viejita”.

En estos tiempos de reflexión, de ayuno, del rencuentro con la naturaleza, del grito silencioso de nuestros ancestros mayas por involucrarnos en una nueva actitud dentro de un ciclo de aceptación y respeto mutuo hacia todo ser viviente que nos rodea… nos hemos reunido en nuestra querida Acaponeta tratando de honrar a quienes nos dieron vida y trasmitiéndoles a nuestra descendencia los sentimientos, el respeto y admiración que sentimos todos aquellos que hemos tenido “El orgullo de ser Nayarita y haber nacido en estas tierras”

De La Paz B.C., del D.F., de la capital del estado de Michoacán, de Tepic y la hermosa Guadalajara hemos venido con la intención de vernos y saludarnos –en un primer termino-- y que nuestros hijos conozcan un poco de los muchos recuerdos que nos atan a tan entrañable lugar.

Nosotros –la tercera generación- hemos cumplido un ciclo, traer a nuestros hijos –la cuarta generación-  platicarles y mostrarles el origen y la tierra de nuestra familia, ellos, al paso del tiempo tendrán su propia descendencia y estoy seguro que aunque no estemos presentes nosotros, ellos vendrán, tarde que temprano con sus propios hijos, las muestras de aceptación por ello son palpables cada dia, NO perdonan los churros, las gorditas de piloncillo, la botana y las gorditas de pollo (entre otras cosas)… el antojo les corre por las venas y la tierra llama.

Digo…nomás como comentario.

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