viernes, 20 de julio de 2012

EL REPATRIADO...AVENTURAS DE UN MOJADO


 Por: Juan J. Gaspar G.


¡EEUU… Viaje ahora y pague después! 

Me tocó vivir esa experiencia, hace poco más de doce años…  Viajé hacia el primer mundo, desde Nopatitlán  hasta el fabuloso Disneyworld, en vuelo directo hasta Tijuana y luego  atravesando el cerro con mi  mochila en  la espalda y mi equipaje de sueños…


Hice el intento de internarme en los yunaites, primero de manera legal, “con todas las de la ley y como Dios manda”; hice fila en la embajada americana con la ilusión de obtener mi visa, pero  la escrutadora, la canina mirada de los agentes migratorios  detectaron mi status socioeconómico, mi perfil etnogenético y mis sueños internacionalistas… el caso es que con un “I´m sorry “, me mandaron mucho a la fregada.  
Así que, casi arrastrando de penar la cobija, le enfilé semanas después con rumbo norte, en un larguísimo viaje por carretera. En ese entonces no había tantos peligros, ya que lo más peligroso era que te clavarán el sable los agentes mordelones de la PJF o que te toparas con algún carterista de esos que solían “trabajar” en terminales y carreteras de la zona fronteriza.

Como en todas las cosas de la vida, las primeras experiencias son las que jamás se olvidan.   El costo de los boletos, la endrogada que uno se da para acabar el costoso viaje, los apapachos de la mujer,  la alegría de la suegra, el llanto de los hijos y hasta los gemidos del perro, todo eso se queda grabado en la memoria del mojado, al ir recorriendo uno tras otro, pueblos, montañas, precipicios, ranchos y ciudades. Luego de pisar territorio norteamericano, a poner los pies sobre la tierra y comenzar a chambear bien duro para cubrir todas las deudas…

 No éramos turismo  express, ¡pero qué bien nos atendían!

 Hasta antes del 11 de Septiembre del 2001 (ataque a las “Torres Gemelas”) el flujo migratorio era de verdad intenso, incontenible. Las salidas de autobuses y  los vuelos directos con destino a Tijuana, Mexicali,  o Nogales, eran muy costosos por la gran demanda de hombres y mujeres jóvenes que, dejando atrás su terruño y separándose de su familia, habían tomado la decisión de construir, allende las fronteras, su nueva fábrica de sueños.

Ya desde que salías, o ya cuando pasabas por determinada ciudad, cuando abordabas o descendías de la moderna aeronave,  eras bien atendido por una interminable legión de trabajadores, boleteras, guarda-equipajes, policías, meseros y taxistas;  casi te convertías en un turista de clase mundial, o cuando menos te veías transformado en un afortunado explorador, “un ciudadano del mundo”…  

La peligrosa franja fronteriza…

            Llegando a Tijuana con la luz del día, como el “caballo blanco”, luego de un día y medio de camino, con el trasero entumido y el rostro somnoliento, producto del aburrimiento…Tijuana la bella, puerta de entrada al “primer mundo”, comenzaba a ser una ciudad terrorífica, peligrosa y sin ley.  Llegando, luego lueguito al Hotel, asegurar muy bien tus cosas, reportarte con tu gente, dando los detalles de tu ubicación, por el hecho de que las calles de esa populosa ciudad de principios de siglo comenzaban a ser invadidas por sujetos de torvo aspecto, de apariencia licenciosa y actitudes malintencionadas… Las chicas del talón se paseaban de una acera a otra, transportando con coquetería su fresca mercancía, mientras que los catarrines empujaban con fervor el codo y los “vaquetones” se acercaban para “engancharte” con las bandas de “pollleros”, encargados de llevarte finalmente a cualquier lugar de la Unión Americana. El tiempo pasa lentamente, mientras que los “coyotes” establecen contacto, vía telefónica, con los familiares del “mojado”, para asegurarse de que el “servicio va a ser financiado sin complicaciones. Me tocó cruzar esa frontera norte mucho antes de que los mentados “zetas” hicieran su macabra aparición…

La migra a mi me agarró , un buen de veces, digamos…

Pasar la frontera, caminando por el cerro “no es enchílame otra”,  eso lo puedes comprobar desde el momento en que te ves sometido al confinamiento en reducidos, deteriorados, malolientes cuartos de hotel, compartiendo con individuos de aspecto no siempre  agradable, como quien dice secuestrado… Cuando el cargamento de “pollos” (ilegales) ya ha rebasado cierto número, viene la aventura mayor: poder cruzar la línea fronteriza, bajo riesgos permanentes, un clima de inseguridad  y violencia, así como los férreos dispositivos de La Border patrol, la temida y legendaria Migra americana


Los peligros en los caminos de paso a los EEUU se multiplican, los rigores de la naturaleza con sus accidentes geográficos y su fauna nociva, así como la presencia de “Mulas” (Quienes transportan droga), “violadores”,  malandrines” (guías que caminan completamente drogados) y “bajadores” (asaltantes que actúan, por confabulación)…  Si sales bien librado de este peligro, todo está casi  resuelto, sólo faltaría burlar la vigilancia extrema de la patrulla fronteriza…Desde la “Operación Guardián”, hasta el Programa “Frontera Segura”, la fuerte presencia de esta corporación y la intromisión de grupos armados como los “Minuteman”, han convertido a estos territorios limítrofes en una zona de muerte…


La primera vez que crucé no hubo problemas con la Migra, pero en mi segunda incursión, hacia el 2007, me tocó ser atrapado varias veces y despachado de regreso a territorio mexicano, en donde a cada intento fallido podía ver una gigantesca manta colocada en lo alto por nuestras autoridades, en la que podía leerse “Bienvenido, paisano”… Yo llegué a decir, entre dientes, “¡Cabrones, ya ni la burla perdonan!”


(CONTINUARÁ...)

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