viernes, 27 de julio de 2012

¿QUIÉN LE PONE NOMBRE A LAS CALLES?




Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Una de las cosas que no sé y me voy a dar a la tarea de investigar, es saber quién le pone nombre a las calles de los pueblos. Supongo que debe ser algo que el propio cabildo proponga o reciba propuestas que finalmente se autorizan.
Alguien me dijo hace años que era la oficina de correos la directamente responsable de esto, pero más me enturbia la mente si esto es real, pues quién me dice a mi que efectivamente alguien de esa dependencia, detrás de un escritorio y en un oscuro rincón, va a hacer un análisis concienzudo sobre el tema y elegir el nombre de una calle que puede quedar en una simple flor o el repetidísimo nombre de algún héroe nacional, como Morelos, la calle o avenida más repetida de México, con miles y miles de vialidades que llevan el nombre del prócer de la antigua Valladolid.


Y la preocupación me llega porque soy de los que creen que los nombres de las calles, avenidas, colonias, los parques, jardines, edificios públicos y hasta las escuelas deben ser consultadas con el pueblo e incluso que sean los habitantes de las comunidades quienes propongan, para que no suceda lo que muchos hoy penan, que viven en una calle digamos como la de Luis Echeverría Álvarez, que se repite cientos de veces, repudiado ex presidente de la nación, al cual se culpa de muchos males y hasta de tener las manos manchadas de sangre. Alguien dirá, pero es que Echeverría es parte de la historia. Hitler también lo fue y no me gustaría vivir en la calle de Adolfo Hitler número 55. Sin embargo, hay que reconocer que no a todos se les puede dar gusto y esto de las calles se convierte en un problema.


El poner nombres a ciertos inmuebles, principalmente culturales o deportivos, así como a calles o colonias, siempre ha sido motivo de polémica. No todos piensan igual y no hay un ser humano que sea monedita de oro y les caiga bien a todos para que en tales distinciones, quede la ciudadanía conforme. Hace algunos años, notables de Acaponeta, propusieron al ayuntamiento en turno que a la actual calle Chapultepec, al norte de la ciudad se le cambiara el nombre por el del General Juventino Espinosa, acaponetense, cuando San Felipe Aztatán, hoy en el municipio de Tecuala, pertenecía a esta municipalidad de las gardenias y lugar de nacimiento del personaje; basaban estos ciudadanos su propuesta en los logros, civiles y militares del destacado político, además de haber sido Gobernador del Estado de Nayarit por dos ocasiones. Se mandó hacer una placa alusiva y hasta se construyó la base o zócalo donde iría empotrada, pues nadie imaginaba que fuera haber oposición, ya que el nombre de Chapultepec, nada significaba para los oriundos de esta región. Sin embargo, varios vecinos del lugar, se negaron rotundamente y esa iniciativa no prosperó. Como dato curioso, diré, lo cual cae como anillo al dedo en este tema, que luego del fracaso, alguien insistió en que una calle debería forzosamente llevar el nombre del prócer y pretendieron que el actual boulevard de entrada fuera el sitio ideal, hasta que alguien les advirtió que esa vía de acceso a la ciudad, ya llevaba el nombre del constituyente Juan Espinosa Bávara, quien a su vez tiene una calle con su apelativo en el centro de la ciudad, una estatua en la plaza principal y hasta una escuela primaria; y, cosas que solo suceden aquí y que nos hacen parecer personajes de una novela de Kafka, al boulevard, de manera incorrecta, la mayoría de los ciudadanos le siguen llamando hasta hoy “Prolongación Morelos” su nombre original. No hay coherencia, pero queda claro que el pueblo finalmente decide, si el nombre le es significativo.
Existe un bello callejón a un lado del Templo de la Asunción que lleva el nombre del general Leopoldo Romano, aquel que fue vencedor del famoso agrarista Manuel Lozada, el Tigre de Álica, pues bien, con el gusto y amor que muchos millones de mexicanos le tienen al extinto Papa Juan Pablo II, se le cambió el nombre a esta estrecha y singular calle, cosa que no prosperó, ya que la gente le sigue llamando Calle General Romano o, lo peor, el callejón del beso, porque es muy utilizado por las parejitas de jóvenes que dan rienda suelta a los llamados de la naturaleza.
Otro ejemplo: allá por el rumbo del Cerro de la Cruz, hay una calle con el nombre de Marcial Fletes, pocos saben que hizo este señor, pero indagando nos enteramos que en el año de 1876, justo en el mes de noviembre, es decir, hace la friolera de 136 años, un indio llamado Juan Miguel, al mando de 600 bandoleros, arremetió contra la ciudadanía, con el único objetivo de saquear a los comerciantes de aquel entonces. Dos hombres, uno Francisco Lora y el otro Marcial Fletes, conformaron, con decenas de voluntarios una fuerte defensa, salvando al pueblo del temible rufián y de la destrucción. Ambos merecían una calle, el segundo la tiene y el otro no, a pesar de que fue bisabuelo del anterior primer edil del municipio.
Tengo entendido que existen nuevas colonias o asentamientos donde ya se urbanizó con calles que hasta el momento no tienen nombre. Pienso y propondré al Ayuntamiento en el momento oportuno, que esas vialidades lleven los nombres de acaponetenses distinguidos y que hayan figurado en algún momento de su larga historia.
Creo que finalmente no debemos permitir lo que sucede en algunos barrios como en la colonia Invinay que en realidad se llama Porfirio Vázquez, donde en una sola manzana existen los nombres de las calles no tienen que ver unas con otras, como ejemplo tomo una: al sur la calle Lázaro Cárdenas; al norte la calle Panamá, refiriéndose a la centroamericana nación, al poniente Quintana Roo, con el nombre de un estado de la República y al oriente la calle California, haciendo cuchilla con Victoria, todo conformando un champurrado de nombres, sin orden, ni concierto.
Hace algunos años en el Cerro de la Cruz, una persona se enteró que había una oportunidad de adquirir terrenos o lotes para edificar viviendas. Este ciudadano se apresuró y sin egoísmos, decidió hacer los trámites y gestiones para favorecer no solo a su familia, sino a las decenas de vecinos que hoy tienen un techo propio que los cobije. Después de miles de trámites burocráticos, idas y venidas a Tepic, gestiones ante el Ayuntamiento y un buti de problemas, se logró que cada quien se hiciera de un lote y posteriormente una casa. Agradecidos los vecinos con este ciudadano ejemplar, tomaron la medida de ponerle a una calle del lugar el nombre de ese benefactor y desde hace ya algunas décadas, existe en el Cerro de la Cruz, la calle Juan Partida, que es de quién estamos hablando y envío un cordial saludo. Tuvo significado para el pueblo y así seguirá llamándose esta vía tal vez para siempre.
De manera similar han ido creciendo las colonias que al tomar un nombre que los identifique se han ido registrando prosperando a veces y en otras no. ¿Sabe Usted, amable lector, que la conocida y multinombrada colonia Infonavit, lleva el nombre de “Emilio M. González”, ex gobernador del Estado y padre del anterior mandatario estatal? ¿Y que dentro de esa colonia existe un sección que lleva el nombre de Santos Díaz Mendoza, exalcalde acaponetense ya fallecido? ¿O que la colonia Invinay, lleva el nombre de Porfirio Vásquez Cosío, también ex presidente municipal?
Existen suficientes nombre de acaponetenses valiosos que bien vale la pena el homenaje de distinguirlos colocando, con toda la pompa que la circunstancia requiere su nombre.

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