lunes, 23 de julio de 2012

¿SE PUEDE O NO SE PUEDE?




Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Un grupo de numerosas ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del enorme agujero. Cuando vieron cuán hondo era aquella oquedad, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas.

Las dos ranas, evidentemente angustiadas, no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas; sin embargo las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. ¡Ella se desplomó e inevitablemente murió¡
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando, que el hoyo estaba tan profundo que era imposible salir de ahí. Pero la rana saltó, saltó y saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.
Esta fabulilla, se ajusta muy bien al modo de ser de los mexicanos, nos gusta mucho degradarnos, darnos la espalda, el lobo del mexicano es su propio compatriota, poco aplaudimos los logros y sí, hasta con entusiasmo nos alegramos de las derrotas de los otros. –no sabemos trabajar en equipo porque vemos con desconfianza a los demás. Es un poco como aquella otra fábula; la de las jaibas en la cubeta, que cuando alguna llega a la orilla lista para huir, otra le jala la pata y la regresa a la prisión, no logrando salir ni una.
Hacemos chistes de nuestro supuesto estatus en el tercer mundo, recuerdo el logro que significó que un mexicano, en este caso Rodolfo Neri Vela, alcanzara a ser el primer astronauta de México, un hecho que no se había pensado antes, precisamente porque no nos creíamos capaces de alguna hazaña así, siempre nos decimos perdedores, se bromeó sobre Neri, y se dijo que se robaría la computadora de la nave, como diciendo que los nacidos en la tierra del nopal y la tuna somos todos ladrones; se dijo también que con una navaja abriría los cómodos asientos del transbordador espacial y que en sus paredes aparecerían grafitis y consignas, como si los mexicanos lleváramos como una maldición el vandalismo como bandera.
Pero no, por supuesto que no, Neri fue al espacio y regresó con el reconocimiento de la gente de la Nasa y de la comunidad científica mundial y eso no se lo aplaudimos, porque estábamos más preocupados en aventarle pullas a ese orgullosamente primer astronauta mexicano, hicimos como las ranas, le gritamos que no se podía, él no hizo caso y sí se pudo, además muy bien.
Lo dijo alguna vez Octavio Paz, con respecto al tiempo en que estamos viviendo: “Tenemos que aprender a mirar cara a cara la realidad. Inventar, si es preciso, palabras nuevas e ideas nuevas para estas nuevas y extrañas realidades que nos han salido al paso. Pensar es el primer deber de la ‘inteligencia’. Y en ciertos casos, el único.”
Si nos analizamos los mexicanos somos una paradoja, increíblemente nacionalistas y llevamos lo mexicano, bajo el símbolo de un sombrero de charro por todo el mundo, la noche del 15 de septiembre, quedamos afónicos de tanto gritar ¡Viva México! Y defendemos “hasta con la muerte” nuestra condición de mexicanos contra los masiosares del planeta, pero al interior, cuando creemos que nadie nos ve, nos subestimamos, nos degradamos ante nuestros propios ojos y queremos reducirnos de tamaño, como si triunfar fuera un castigo. Los mexicanos pueden ser amables pero impulsivos y violentos, según sea el caso. Somos un pueblo abierto, pero a la vez increíblemente reservado, desprendidos pero desconfiados, tenemos al mismo tiempo una visón de la vida pesimista y seria, pero a la vez afirmamos con alegría y en son de jolgorio que "vida no vale nada" como una excelsitud de optimismo mal entendido.
En los pueblos chicos como este de Acaponeta, y aún en las grandes ciudades, al vecino, al amigo, al compañero de banca o de trabajo, le podemos perdonar todo, que sea ladrón, antipático, infiel, desleal, sicario y narcotraficante, pero nunca le perdonaremos que triunfe en su medio y destaque, si seguimos con los ejemplos de la fábula, somos como la serpiente que persiguió de manera incansable a la luciérnaga para comerla, día tras día a lo largo de muchos meses, cansado el insecto se rindió y antes de morir preguntó al ofidio el porqué de su actitud, si él ni siquiera formaba parte de su dieta natural, a lo que la culebra respondió: “es que brillas y eso me causa envidia”, esa, es una triste y penosa realidad.
Todo esto viene a colación porque una vez más se acercan los juegos Olímpicos, esta vez en Londres, Inglaterra y ya oigo voces que presagian el inevitable y rotundo fracaso de nuestros atletas, son las ranas gritando que no se va a poder. Todavía no llegan a Europa y ya los sentenciamos a la derrota.
Tengo un buen amigo aquí en Acaponeta, que no se pierde la inauguración de los Juegos Olímpicos y de los Mundiales de Fútbol, él me decía que uno de esos estupendos viajes, tuvo la “suerte” de coincidir en el mismo hotel, que la delegación de pantalón largo del olimpismo nacional y se sorprendió de la gran cantidad de “funcionarios del deporte”, dirigentes y asesores que acompañaban a los atletas, eran quizá más la gente de pantalón largo que los propios deportistas, ya que todos esos mencionados iban con sus familiares y hasta amantes a hacer turismo a costa del erario nacional, dinero que no se emplea para mejores instalaciones deportivas, apoyos a viáticos para foguearse en el extranjero o buenas y jugosas becas deportivas, no, ese dinero era para las comilonas, parrandas y compras en lujosos malls para estos depredadores del erario nacional.
Quizá los mexicanos si seamos perdedores, pero es momento de irle poniendo nombre y apellido a esos derrotados, son ellos, y no el mexicano en general, los que detentan el poder, los que deciden el uso y abuso de las finanzas patrias, un grupúsculo de apenas unos miles que son señalados una y otra vez por sus cochinadas e irregularidades. No todos los mexicanos somos así y hay muchos, cientos de miles de connacionales que destacan y brillan como la luciérnaga, en sus áreas y medios de desarrollo. Yo conozco a muchos, y Ustedes amigos ¿conocen algunos?

 (Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red en Nayarit el 23 de julio de 2012)



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