lunes, 10 de septiembre de 2012

PSICOSIS COLECTIVA




Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Recientemente en la zona oriente de la Ciudad de México, justo donde hace frontera con el segundo municipio más poblado del país que es Ciudad Netzahualcóyotl en el Estado de México, se desató un verdadero caos donde brillaron las armas largas, cortas, supuestos asesinatos, balaceras, quema de vehículos, vandalismo demoledor, gritos, sombrerazos y hasta violaciones de mujeres de la zona, lo que ocasionó un cierre masivo de comercios, escuelas y oficinas, que, más que susto, dejaban ver un verdadero pánico que dejó a la sociedad prácticamente paralizada por espacio de dos días, lo lamentable es que al parecer, todo esto solo sucedió en la mente de algunas personas que subieron uno y otro post en facebook y twitter, provocando una ola imparable de rumores y pánico colectivo, con el daño ya mencionado, amén de vándalos que en motos y autos le gritaban a los vecinos y comerciantes la presencia de violentos “antorchistas” amenazando con dejar fuego, destrucción y muerte.
La gente lo creyó a pies juntillas.

Este caso, aquí en nuestra casa, me recuerda mucho aquel que sucedió hace ya 74 años, en la zona de New York y New Jersey en la Unión Americana, cuando el genial cineasta, actor e intelectual Orson Wells transmitió la noche del 30 de octubre de 1938, la adaptación de “La Guerra de los Mundos” de otro brillante hombre de apellido Wells, Herbert George o H.G. como es más conocido, que trata de una invasión extraterrestre a la Tierra, con un calamidad y muerte para los terrícolas. Hay que decir, para ubicar al amigo que me sigue, que el mundo entero estaba a las puertas de una desastrosa guerra, que finalmente lo fue y es conocida como la Segunda Guerra Mundial, ya que en ese año de 1938, las huestes de Adolfo Hitler, ya se habían apoderado de los llamados Sudetes que incluían la antigua Checoslovaquia e incluso la invasión, sin un solo tiro disparado de Austria, la patria del sátrapa, alguna vez territorio germano.

Ante este panorama, los norteamericanos sabían que de darse la guerra, Estados Unidos inevitablemente, tarde o temprano se verían inmersos en una guerra peor y más trágica que la primera gran guerra, que finalizó en 1918. Ahora sabemos ya que 55 millones de seres humanos perdieron la guerra por el capricho hitleriano de apoderarse del mundo. Por ello las familias estadounidenses vivían con el miedo y la paranoia típica del que sabe que tiene que enviar a sus hijos a los campos bélicos, quizá a una muerte segura. 

Orson Wells, le imprimió tal realismo a la novela radiofónica, que miles creyeron que se trata de una invasión real de alienígenas voraces que venían a devorar seres humanos o cosas peores, utilizando, así decía el programa radial de “rayos de calor” y gases venenosos. Así salieron a las calles armados y en pánico total a matar extraterrestres y salvar al mundo, bloquearon con llamadas de real espanto las centrales de policías y de agencias noticiosas. Esa locura ahora la entendemos, fue debido a la psicosis que existía y era producto de una posibilidad real que provocaba miedo, desesperanza y pánico, una guerra como la inmediata anterior que dejó casi 400 mil norteamericanos muertos.

La pregunta, si me lo permite el amable lector es: ¿qué producirá miedo, desesperanza y pánico en el mexicano, que inventó la llegada de vándalos a las puertas de sus casas, comercios y escuelas, buscando vidas humanas y provocar quizá, aquel tan anunciado estallido social? Incluso, fíjese Usted amigo qué curioso, alguien posteó que extraterrestres estaban llegando a la Tierra y entrando por Neza, muy similar a la historia del escritor H.G. Wells, lo cual ya es el colmo.

Si bien el mundo no está a las puertas de una guerra mundial, México, si mantiene desde hace ya algún tiempo, fuerte batalla contra el crimen organizado y casi todos, vemos y creemos que es esa una guerra perdida o de nulo avance por parte del gobierno, que ha dejado un saldo desesperanzador de ya muy cerca de 100 mil muertos en este sexenio. Vemos, también con temor, la llegada del final de un gobierno federal, porque en muchos de ellos, terminan en abominable y devastadora crisis económica, donde el principal pagano o víctima, es el ciudadano, que muchas veces ve cómo se va por el caño su patrimonio familiar.

Sin duda nos sentimos mal, por ver un país dividido luego de cualquiera de los innumerables e interminables procesos electorales; no hay seguridad cuando los que nos gobiernan nos mienten abiertamente y, lo peor, medran con el presupuesto nacional, no importándoles que en algunas regiones del país, se sufra incluso de hambruna y que todos esos males queden en la impunidad.
Hoy cualquiera de nosotros sabe a qué hora va a salir de su casa, todos cubrimos un horario y lo respetamos, pero nadie, absolutamente nadie tiene la certeza de a qué hora llegará de vuelta a casa. 

La muerte, los secuestros, los asaltos, las extorsiones, los levantones, el robo a comercios, los pleitos callejeros, las balas perdidas, son tan solo algunas de las situaciones a que nos enfrentamos los ciudadanos y en que incluso va la vida de por medio. Por ello el pánico, la desconfianza y el terror a la propia sombra.
Siempre ha sido el mexicano un personaje crédulo, lo que nos dan como algo cierto, sin más nos lo tragamos como hacemos con el medicamento matutino a la hora del desayuno, producto esto también de la terriblemente pésima educación en las escuelas y la falta de un sentido estricto del pensamiento científico. 

Todo se juntó, y así como en 1938 los neoyorquinos salieron a las calles creyéndolas abarrotadas de marcianos, así salieron estos compatriotas a temer por sus vidas y las de sus familias en lamentables psicosis colectivas, que incluso dejaron un par de personas muertas.
Algo tenemos que hacer para recuperar la confianza en nosotros mismos, desde luego, los primeros tendrán que ser los que nos gobiernan y los representantes del pueblo, que en ocasiones sus imágenes son peores que las de un extraterrestre armado con rayos gamma y con hambre de ser humano.

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