Por: José Ricardo
Morales y Sánchez Hidalgo
Yo preguntaría a los que saben, si los que trabajan y dirigen
los destinos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) son seres
humanos de carne y hueso o simples y frías máquinas insensibles a todo, porque
es de robots querer reprimir las emociones de los futbolistas y de la afición
que los hace grandes; digo todo esto por la intención vana y, perdón estimado
lector, también pendeja, de querer evitar que la afición mexicana deje de
gritar desde la tribuna ese clamor que se multiplicado en los estadios, cuando
el portero del equipo visitante hace su despeje de puerta y que los despistados
monos motorizados de la FIFA creen que es discriminación homofóbica y, todos al
unísono, vociferan: ¡¡Putooooo!!