lunes, 3 de abril de 2017

LOS PUTOS DE LA FIFA


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Yo preguntaría a los que saben, si los que trabajan y dirigen los destinos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) son seres humanos de carne y hueso o simples y frías máquinas insensibles a todo, porque es de robots querer reprimir las emociones de los futbolistas y de la afición que los hace grandes; digo todo esto por la intención vana y, perdón estimado lector, también pendeja, de querer evitar que la afición mexicana deje de gritar desde la tribuna ese clamor que se multiplicado en los estadios, cuando el portero del equipo visitante hace su despeje de puerta y que los despistados monos motorizados de la FIFA creen que es discriminación homofóbica y, todos al unísono, vociferan: ¡¡Putooooo!!




Estos tipejos –me refiero a los güeyes de la FIFA, no a los putos--, en su infinita ignorancia, no saben, o se hacen babosos, que la gente, el pueblo pues, va a los estadios –cada vez más caros por cierto—a gritarle al árbitro y a los jugadores del equipo contrario, precisamente para descargar el peso enorme de los problemas que afectan su vida, cuando la mientan la madre al árbitro, si bien escondidos en el anonimato de una tribuna repleta, se lo está diciendo porque de alguna manera lo tienen ahí de frente, como los hombres, pero en realidad ese sonoro ¡chinga tu madre árbitro! Va dirigido a Peña Nieto, porque le resulta imposible al pueblo ir hasta palacio nacional o Los Pinos y refrescarle la madrecita al copetudo personaje. No saben los “fifos” que cuando le gritan puto al portero, la voz va directito a Videgaray u Osorio Chong, o cualquier secretario de estado, diputado federal y senador de la República, gobernadores de los estados, pero nunca a las personas homosexuales.



El aficionado al deporte de las patadas, asiste a los estadios como una forma de catarsis que le permite purgar sus penas, le grita fregadera y media a la oncena visitante, porque no le puede pegar de berridos a su jefe en la oficina; porque le cuesta trabajo enfrentar a su mujer o a la suegra; grita puto y otras lindezas por el alza de la gasolina, porque los políticos le dicen que México es el cuerno de la abundancia y vivimos bien, aunque su cartera se quiera suicidar porque lleva una vida muy vacía. Descarga su coraje sobre la gente que llena la cancha para hacer menos sus penas y frustraciones.



No debiera ser difícil explicarle a los zafios de la FIFA que el grito de puto no es de ninguna manera una forma de discriminación para los homosexuales, necesitan estos tipos, tan lejanos de nosotros, vivir en México y entender la riqueza de la lengua española –del castellano mexicano, muy expresivo, florido y lleno de retruécanos—para comprender que puto no es necesariamente sinónimo de joto o mariquita, estos sí, despectivos, por eso en un acto de respeto, le gritan puto al portero que como sabe eso, ni se inmuta.



Los Fifos, los gallones de la Federación Mexicana de Fútbol y hasta los gobernantes que nos saquean, deben entender que puto es Meade y sus incomprensibles cuestiones fiscales y aún más oscuros e impenetrables formas de distribuir el presupuesto; putos son Peña Nieto, su alzadita esposa la gaviota y sus hijos que se dan la gran vida, vacían las tiendas de las más pomposas avenidas del mundo y viajan a todo lujo en el avión carisísimo de “los mexicanos”. Putos son el inútil y exageradamente numeroso contingente de 500 diputados federales, 158 senadores y 30 diputados locales en el Congreso de Nayarit, sumando a ellos las legiones de diputados locales de las 31 entidades federativas restantes; y se transforman en putísimos cuando se “regalan” un bono navideño de 150 mil pesos y, al mismo tiempo, aprueban un miserable salario mínimo que no llega ni a 80 devaluados bilimbiques.  Putos son los partidos políticos, todos los que existen y se llamen como se llamen: PRI, PAN, PRD, PT, Movimiento Ciudadano, Morena, dizque verde y dizque ecologista, Encuentro Social y demás lacras que mantenemos a base de sangre y viseras, que se llevan enormes rebanadas de un pastel presupuestal que el pueblo ni siquiera huele; mal llamados “institutos políticos” que arrastran carretadas de billetes dejando con tan solo “curitas” a los hospitales, sin pupitres a las escuelas y sin fondos a la cultura. 



Putos son Andrés Manuel López Obrador y su partido AMLO; Beltrones y sus mañas para encumbrarse; Ricardo Anaya el del PAN con su carita hipócrita de “niño pachiche”, la tal Barrales del PRD y Enrique Ochoa Meza del PRI, los doctores simis y sus hijos los niños verdes, presidentes todos de partidos políticos que no tienen vergüenza para quitar y remover vidas a su antojo, ganando aun cuando pierden. Putos son los Bejaranos, Margarita Zavala, la Chepina Vázquez Mota, Mancera, Del Mazo y los copetudos del poderoso grupo Atlacomulco, Bronco de Nuevo León, que resultó un bravucón de barriada solamente. Puto es el Secretario de Educación que no sabe ni “ler”. Putos son Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim y otros magnates que viven de la ignorancia de la gente, les arrojan basura televisiva las 24 horas del día y se convierten en cómplices de gobiernos arrastrados y voraces. Putos son el Chapo, los Azules, los Beltrán Leyva y todos los capos que dejan un reguero de muertos, aun peor que en Siria o los jodidos países africanos. Puto es Edgar Veytia y todos aquellos que vivían a su alrededor y no “nada sabían” de su actividad delictiva –mira tú, que pendejos nos creen--. 



Putos son los gobernadores de los estados que son ambiciosos y depredadores virreyes intocables, que nadan en la más abyecta podredumbre y gozan de malsana impunidad. Putos son los que integran las obscuras comisiones de los derechos humanos que parecen creadas para defender a los malditos en impertinente burla para las víctimas. Putos son Luis Echeverría Álvarez, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo,

Foximiliano y Martota y Felipe Calderón que a pesar del saqueo que hicieron al país, siguen ganando una “humilde pensión vitalicia” para que no pasen penurias. Puto es el burro despeinado de donald trump (nunca escribiré su nombre con mayúsculas) que en feroz racismo arremete contra los nuestros ante la apatía de un gobierno culiempinado. Putos son los cardenales, obispos, arzobispos y sacerdotes que juegan y se enriquecen con la ignorancia de la grey católica y putos son también los ministros y pastores de otras religiones que defraudan y juegan con las creencias –a veces primitivas de los depauperados--. Putos son todos los líderes sindicales y los pingües beneficios que obtienen a costillas y con el dinero “de la clase obrera”. Putos son los multimillonarios magistrados, jueces y agentes del ministerio público que hacen de la ley un papalote, de su culo una olla de oro y de la población un rico botín. Putos son los policías federales, los policías estatales, los cuicos municipales, los soldados y marinos con sus generalotes y almirantes, los agentes de tránsito y los policías de crucero, los agentes aduanales y los policías de caminos, así como guardias nacionales y toda la runfla de servidores públicos que supuestamente son salvaguardas del orden y la ley.

Putos son los contratistas que ganan licitaciones a base de compadrazgos o la aportación de un diezmo cada día menos barato y usan materiales detestables. Putos son los de la PGR, los del CISEN, AFI, SEIDO, PGJ, los tribunales superiores de justicia, las contralorías de los estados, los órganos de fiscalización superior y las oficinas de transparencia que sirven para 73 cosas: para nada, para nada, para nada y para setenta chingadas. Putos son los noticieros de la televisión que nos hablan todas las noches --para dormir a gusto—de malversación de fondos, desvió de recursos, latrocinios de gobernadores por cifras que no caben en las neuronas, tráfico de influencias, fraudes descarados, robo de terrenos protegidos, enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, abuso en el diezmo de las obras públicas, fuga de presos peligrosos, libertad a criminales consuetudinarios, nepotismo, adjudicaciones ilegales, complicidad comprobada, sobreprecios en las obra de gobierno, compadrazgo, corrupción extrema, dolorosa impunidad, narcopolítica, y otras lindezas que nos hacen soñar con seres perversos como los Duarte, el chihuahueño –así como perro—y el jarocho; Borge de Quintana Roo, Rodrigo Medina, de Nuevo León y otros virreyes, no tan lejanos. 



Putos son Elba Esther Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, Carlos Romero Dechamps y hasta el “amigo” Juanito López Salazar que destazó a la UAN junto con los dirigentes de los tres sectores. Putos son todos los que andan en estos momentos en campaña aventando al viento cantidades ingentes de billetes al unísono de sus mentiras. Putos son las limosnas de los “programas sociales de apoyo” como Prospera, 65 y más, Procampo, Liconsa, Seguro de Vida para Jefas de Familia y otros muchos, que han acostumbrado a la gente a solo estirar la mano y que son condicionados a los afiliados a los partidos del gobierno en turno, porque además le dieron los pescados a la gente, pero no le enseñaron a pescar y estos también se hicieron huevones. Putos son los dirigentes de PEMEX y la C.F.E. Putos son aquellos que sin ninguna preparación o perfil, tienen pomposos puestos de dirigencia solo por ser hijos de papi, o ahijados de un caca grande, la querida de un potentado o el mayuyo de algún gobernante encumbrado.




Finalmente putos son los dirigentes de la FIFA que están embarrados hasta el cuello de corrupción, podredumbre y desprestigio, que es lo que en verdad debiera preocuparles y no estas mamadas de prohibir los gritos de la tribuna…por ello desde aquí a todos ellos, a los marranos Gianni Infantino, Josep Blatters, Michel Platini y demás robots de pacotilla les grito con muchas ganas: ¡¡Eeeeeeee PUTOOOOOS!!! 

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