Por: José Ricardo
Morales y Sánchez Hidalgo
Yo preguntaría a los que saben, si los que trabajan y dirigen
los destinos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) son seres
humanos de carne y hueso o simples y frías máquinas insensibles a todo, porque
es de robots querer reprimir las emociones de los futbolistas y de la afición
que los hace grandes; digo todo esto por la intención vana y, perdón estimado
lector, también pendeja, de querer evitar que la afición mexicana deje de
gritar desde la tribuna ese clamor que se multiplicado en los estadios, cuando
el portero del equipo visitante hace su despeje de puerta y que los despistados
monos motorizados de la FIFA creen que es discriminación homofóbica y, todos al
unísono, vociferan: ¡¡Putooooo!!
Estos tipejos –me refiero a los güeyes de la FIFA, no a los
putos--, en su infinita ignorancia, no saben, o se hacen babosos, que la gente,
el pueblo pues, va a los estadios –cada vez más caros por cierto—a gritarle al
árbitro y a los jugadores del equipo contrario, precisamente para descargar el
peso enorme de los problemas que afectan su vida, cuando la mientan la madre al
árbitro, si bien escondidos en el anonimato de una tribuna repleta, se lo está
diciendo porque de alguna manera lo tienen ahí de frente, como los hombres,
pero en realidad ese sonoro ¡chinga tu madre árbitro! Va dirigido a Peña Nieto,
porque le resulta imposible al pueblo ir hasta palacio nacional o Los Pinos y
refrescarle la madrecita al copetudo personaje. No saben los “fifos” que cuando
le gritan puto al portero, la voz va directito a Videgaray u Osorio Chong, o
cualquier secretario de estado, diputado federal y senador de la República,
gobernadores de los estados, pero nunca a las personas homosexuales.
El aficionado al deporte de las patadas, asiste a los
estadios como una forma de catarsis que le permite purgar sus penas, le grita
fregadera y media a la oncena visitante, porque no le puede pegar de berridos a
su jefe en la oficina; porque le cuesta trabajo enfrentar a su mujer o a la
suegra; grita puto y otras lindezas por el alza de la gasolina, porque los
políticos le dicen que México es el cuerno de la abundancia y vivimos bien,
aunque su cartera se quiera suicidar porque lleva una vida muy vacía. Descarga
su coraje sobre la gente que llena la cancha para hacer menos sus penas y
frustraciones.
No debiera ser difícil explicarle a los zafios de la FIFA que
el grito de puto no es de ninguna manera una forma de discriminación para los
homosexuales, necesitan estos tipos, tan lejanos de nosotros, vivir en México y
entender la riqueza de la lengua española –del castellano mexicano, muy
expresivo, florido y lleno de retruécanos—para comprender que puto no es
necesariamente sinónimo de joto o mariquita, estos sí, despectivos, por eso en
un acto de respeto, le gritan puto al portero que como sabe eso, ni se inmuta.
Los Fifos, los gallones de la Federación Mexicana de Fútbol y
hasta los gobernantes que nos saquean, deben entender que puto es Meade y sus incomprensibles
cuestiones fiscales y aún más oscuros e impenetrables formas de distribuir el
presupuesto; putos son Peña Nieto, su alzadita esposa la gaviota y sus hijos
que se dan la gran vida, vacían las tiendas de las más pomposas avenidas del
mundo y viajan a todo lujo en el avión carisísimo de “los mexicanos”. Putos son
el inútil y exageradamente numeroso contingente de 500 diputados federales, 158
senadores y 30 diputados locales en el Congreso de Nayarit, sumando a ellos las
legiones de diputados locales de las 31 entidades federativas restantes; y se
transforman en putísimos cuando se “regalan” un bono navideño de 150 mil pesos
y, al mismo tiempo, aprueban un miserable salario mínimo que no llega ni a 80
devaluados bilimbiques. Putos son los
partidos políticos, todos los que existen y se llamen como se llamen: PRI, PAN,
PRD, PT, Movimiento Ciudadano, Morena, dizque verde y dizque ecologista,
Encuentro Social y demás lacras que mantenemos a base de sangre y viseras, que
se llevan enormes rebanadas de un pastel presupuestal que el pueblo ni siquiera
huele; mal llamados “institutos políticos” que arrastran carretadas de billetes
dejando con tan solo “curitas” a los hospitales, sin pupitres a las escuelas y
sin fondos a la cultura.
Putos son Andrés Manuel López Obrador y su partido
AMLO; Beltrones y sus mañas para encumbrarse; Ricardo Anaya el del PAN con su
carita hipócrita de “niño pachiche”, la tal Barrales del PRD y Enrique Ochoa
Meza del PRI, los doctores simis y sus hijos los niños verdes, presidentes
todos de partidos políticos que no tienen vergüenza para quitar y remover vidas
a su antojo, ganando aun cuando pierden. Putos son los Bejaranos, Margarita
Zavala, la Chepina Vázquez Mota, Mancera, Del Mazo y los copetudos del poderoso
grupo Atlacomulco, Bronco de Nuevo León, que resultó un bravucón de barriada
solamente. Puto es el Secretario de Educación que no sabe ni “ler”. Putos son
Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego y Carlos Slim y otros magnates que
viven de la ignorancia de la gente, les arrojan basura televisiva las 24 horas
del día y se convierten en cómplices de gobiernos arrastrados y voraces. Putos
son el Chapo, los Azules, los Beltrán Leyva y todos los capos que dejan un
reguero de muertos, aun peor que en Siria o los jodidos países africanos. Puto
es Edgar Veytia y todos aquellos que vivían a su alrededor y no “nada sabían”
de su actividad delictiva –mira tú, que pendejos nos creen--.
Putos son los
gobernadores de los estados que son ambiciosos y depredadores virreyes
intocables, que nadan en la más abyecta podredumbre y gozan de malsana impunidad.
Putos son los que integran las obscuras comisiones de los derechos humanos que
parecen creadas para defender a los malditos en impertinente burla para las
víctimas. Putos son Luis Echeverría Álvarez, Miguel de la Madrid Hurtado,
Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo,
Putos son los contratistas que ganan
licitaciones a base de compadrazgos o la aportación de un diezmo cada día menos
barato y usan materiales detestables. Putos son los de la PGR, los del CISEN,
AFI, SEIDO, PGJ, los tribunales superiores de justicia, las contralorías de los
estados, los órganos de fiscalización superior y las oficinas de transparencia
que sirven para 73 cosas: para nada, para nada, para nada y para setenta
chingadas. Putos son los noticieros de la televisión que nos hablan todas las
noches --para dormir a gusto—de malversación de fondos, desvió de recursos,
latrocinios de gobernadores por cifras que no caben en las neuronas, tráfico de
influencias, fraudes descarados, robo de terrenos protegidos, enriquecimiento ilícito,
lavado de dinero, abuso en el diezmo de las obras públicas, fuga de presos
peligrosos, libertad a criminales consuetudinarios, nepotismo, adjudicaciones
ilegales, complicidad comprobada, sobreprecios en las obra de gobierno,
compadrazgo, corrupción extrema, dolorosa impunidad, narcopolítica, y otras
lindezas que nos hacen soñar con seres perversos como los Duarte, el
chihuahueño –así como perro—y el jarocho; Borge de Quintana Roo, Rodrigo
Medina, de Nuevo León y otros virreyes, no tan lejanos.
Putos son Elba Esther
Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, Carlos Romero Dechamps y hasta el “amigo”
Juanito López Salazar que destazó a la UAN junto con los dirigentes de los tres
sectores. Putos son todos los que andan en estos momentos en campaña aventando
al viento cantidades ingentes de billetes al unísono de sus mentiras. Putos son
las limosnas de los “programas sociales de apoyo” como Prospera, 65 y más, Procampo,
Liconsa, Seguro de Vida para Jefas de Familia y otros muchos, que han
acostumbrado a la gente a solo estirar la mano y que son condicionados a los
afiliados a los partidos del gobierno en turno, porque además le dieron los
pescados a la gente, pero no le enseñaron a pescar y estos también se hicieron
huevones. Putos son los dirigentes de PEMEX y la C.F.E. Putos son aquellos que
sin ninguna preparación o perfil, tienen pomposos puestos de dirigencia solo
por ser hijos de papi, o ahijados de un caca grande, la querida de un potentado
o el mayuyo de algún gobernante encumbrado.
Finalmente putos son los dirigentes de la FIFA que están
embarrados hasta el cuello de corrupción, podredumbre y desprestigio, que es lo
que en verdad debiera preocuparles y no estas mamadas de prohibir los gritos de
la tribuna…por ello desde aquí a todos ellos, a los marranos Gianni Infantino,
Josep Blatters, Michel Platini y demás robots de pacotilla les grito con muchas
ganas: ¡¡Eeeeeeee PUTOOOOOS!!!
0 comentarios:
Publicar un comentario