Casa de la Cultura "Alí Chumacero" |
Entre los archivos que su servidor
tiene sobre temas del pasado de nuestro Acaponeta me encontré un artículo
publicado en El Eco de Nayarit, con fecha del 17 de marzo de 1968, hace la
friolera de 49 años. Es la opinión del Lic. Carlos Espinosa del cual no tuve el
gusto de conocer y que ahora me dicen que hace algunos años falleció.
Consultando con el Cronista Municipal Don Néstor Chávez Gradilla, me informa al
respecto que este acaponetense de su generación era hijo del siempre bien
recordado Don Roberto Espinosa, de quien me precio haber sido amigo y con quien
pasé momentos deliciosos con sus recuerdos y amena charla. Carlos su hijo, me
dice Néstor, hizo sus estudios básicos en Acaponeta y los superiores en la
capital jalisciense, donde se graduó –no está claro—si en economía o
administración y fue uno de los fundadores de aquella asociación de estudiantes
acaponetense radicados en la perla tapatía.
El caso es que en la fecha mencionada
publicó en el entonces bisemanario un artículo intitulado como este que tengo
la fortuna que me estés siguiendo amable lector: “¿Somos enemigos de la Cultura?” y del cual me voy a permitir
reproducir y al mismo tiempo hacer algunos comentarios. Decía Carlos Espinosa:
Acabo de participar de una amena reunión en la que celebramos el éxito de
la “Amada Inmóvil” del gran bardo nayarita Amado Nervo, que fue interpretado
por Gabriel Martínez Navarro en el Teatro Experimental de Jalisco.
En dicho agasajo estaban presentes conocidos jóvenes del mundo artístico
y cultural de Guadalajara, quienes en sus diferentes ramas han logrado arrancar
los aplausos del público tapatío y el merecido reconocimiento de la prensa
local.
En el transcurso de la charla en la que los comentarios agudos algunos,
discretos otros, pero siempre con fondo científico y tratados permanentemente
desde un punto de vista netamente cultural, se llegó al tema de la
incomprensión por parte del público.
Se quejan estos jóvenes intelectuales, que Guadalajara no tiene la
suficiente cultura como lo señala la crítica. Agregan que pasarán muchos años
antes para que el público occidental alcance a justipreciar y valorizar lo que
realmente es bueno y lo que simplemente debe rechazarse.
Personalmente y entre paréntesis debo decir que siempre, con frecuencia,
donde me desenvuelvo he tenido muy marcado eso que los capitalinos llaman “el
prejuicio regionalista”, “aire provinciano” y esas cosas. Es posible que sea
cierto, pues quienes me conocen en Guadalajara pueden afirmar que conocen a
Acaponeta. No por mí, ni porque yo sea Acaponeta, sino por mis pláticas
nostálgicas y apasionadas que siempre hago de mi terruño.
Algunos me han confesado que tienen la impresión de que Acaponeta es
culta, y conste que jamás la he descrito como “un país de las maravillas”, sino
como lo que simplemente es.
A raíz de las quejas de estos artistas y de lo que piensan de Acaponeta,
reflexioné un poco y caí en la cuenta de que si estos señores nos visitaran,
probablemente nuestro ambiente, últimamente frío e indiferente en cuestiones de
eventos, iba a ser un revés a sus imaginaciones.
Recuerdo que en algunas ocasiones, platicando con acaponetenses de
bastantes inquietudes, se quejaban, por extraña coincidencia, de lo mismo: la incomprensión.
Y los entiendo porque sé que en todas partes del mundo, el artista, el
poeta, el pintor, el escritor se quejará siempre. Nunca estará conforme y hace
bien, porque el verdadero reconocimiento y no la adulación, más que un triunfo
son su alimento. Conozco personas de Acaponeta que tal vez me den la razón sin
yo buscarla. Sé por ejemplo que un Guillermo Llanos Jr. (El Marco Polo
acaponetense, como lo llaman algunos) que ocasionalmente me hace confidente de
sus planes, siempre en beneficio de Acaponeta; sobre él debo decir que he sido
testigo de serios descalabros que ha sufrido, que no hacen desmayar y todo…
porque se diga algo de la cultura acaponetense.
Sé también de una Profesora Luz Alarcón de Chumacero, quien además de ser
una brillante comentarista, poseedora de una vasta cultura e impulsora del
teatro acaponetense, quien últimamente en el terreno de las letras se perfila
como toda una señora promesa, aunque el terreno de las bambalinas,
probablemente a su cansancio de forjar juventudes o desengañada tal vez del
medio, no se le ha visto, a nuestro pesar, nada.
En el terreno de las letras, conozco a una Chayito Prado, quien con un
poco de técnica y objetividad también puede, en el futuro, darnos la sorpresa.
He comentado con un Braulio Altamirano, quien tiene posibilidades para
lograr muchos triunfos, pero desafortunadamente no encuentra apoyo a sus
planes.
Conozco también a una Profa. Castañeda Espinosa que en cuestiones de
danzas y bailes regionales también puede dar mucho de sí.
Sé de impulsores del teatro como las señoritas Guerrero, Lupita Osuna,
Ricardo Gutiérrez y otros que aman el canto como Chelita Medina, Aurorita Gómez
Lara y alguno que se me escapan ya, no nos ofrecen sus aptitudes.
En el terreno periodístico ha surgido un Rigo Alberto López Guzmán, que
con algo de madurez, preparación y una buena orientación, puede ofrecernos, con
el correr de unos pocos años, un periódico más tecnificado, con más
profesionalismo y sobre todo sensatez.
En el ámbito de la pintura, lamentablemente mucha gente desconoce
nuestros valores como los Yáñez, Betancourt; y otros posiblemente sigan en el
más espantoso anonimato.
Solo en cuestión musical es en lo que más o menos andamos bien y algo
surtidos…pero debido al hermetismo a que se les exhibe, eventualmente logramos
algo.
Entiendo que después de Tepic, Acaponeta va a la cabeza en sociabilidad,
ya que en el Estado es el único municipio que cuenta con más clubes quienes
hacen lo más que pueden por ofrecernos eventos de calidad.
¿Qué pasa Acaponeta? Tienes valores y no los aprovechas. ¿Por qué
permanecer resignados a ver “caravanas” de artistas segundones? ¿Leer artículos
de gentes que de buena fe y pretendiendo agradarnos tratan nuestros problemas
no sin ojo de aves de paso cuando bien nos va, y en el peor de los casos sin el
amor suficiente a nuestro terruño? ¿Por qué permitir que quienes pueden
ofrecernos espectáculos de categoría emigren a otras partes donde sí los
entiendan? ¿Por qué permitir que nuestros modestos valores en la pintura sigan
en el anonimato, cuando no en busca de nuevos horizontes donde sí los
comprendan?
Reflexionemos. Volvamos a reflexionar. ¿Es justa la postura ante quienes
pueden darle prestigio a nuestro pueblo? ¿Es justo que permanezcamos
indiferentes ante nuestros valores que algún día pueden enorgullecernos?
Tengo el dato a confirmar que Amado Nervo, de nuestro pueblo dijo una
vez: “Acaponeta es, ha sido y será siempre, baluarte de la cultura nayarita”
¿Será cierto pueblo?...tienes la palabra.
Este artículo escrito hace ya casi medio siglo por
Carlos Espinosa, nos recuerda a personajes que hoy tiene todo el reconocimiento
de la sociedad acaponetense que ama a la cultura y, fueron artífices de lo que
hoy llamamos “La Atenas de Nayarit”, incluso dos de los mencionados: Guillermo
“Memo” Llanos Delgado y Doña Luz Alarcón de Chumacero” son miembros permanentes
de la Galería de Personajes Ilustres ubicada en la Casa de la Cultura, lo que
habla del reconocimiento social de los pobladores de este municipio, o al menos
de los que gustan y no dejan que muera ese espíritu que hace de Acaponeta un
espacio cultural.
Guillermo Llanos Delgado |
Sin duda, que en muchas ocasiones,
como sociedad, no es que despreciemos a los artistas, todos los valoramos y
como cualquier cosa subjetiva, el arte puede o no gustar al público; sino que
ellos, los artistas encuentran que en un pueblo pequeño como Acaponeta, el
crecimiento profesional es nulo y así seguirá siendo; prueba fehaciente de ello
es Vladimir Cora, quien tuvo que salir para brillar con luz propia en las
grandes galerías y centros culturales del país y el extranjero. Si se hubiera
quedado no habría pasado de, como se dice coloquialmente, “de perico perro”.
Otro gran artista de la pintura es el Prof. Nicolás Contreras Sánchez, quien ha
divido su profesión de docente, al grado de ser considerado uno de los mejores
maestros del país lo que le mereció haber aparecido en un billete de la Lotería
Nacional, “hazaña” que solo logró otra gloria cultural del lugar junto al río
donde el frijol se enreda en la caña de carrizo, Alí Chumacero. Nicolás tuvo
que salir de los límites municipales para brillar con luz propia y poner su
nombre y el de su natal en lo más alto de la nómina de la Plástica Nayarit.
Músicos como Inocente Díaz Rincón y otros descendientes de Don Inocente Díaz
Herrera, aquí andarían o hubiera andado en la “güipa” buscando el pan nuestro
de cada día, allá, lejos, tocaron e hicieron lucir a grandes orquestas y sus
directores como la de Dámaso Pérez Prado, Pablo Beltrán Ruiz “El Milloneta”, o bien
el recordado Gustavo “El Zopilote” Pimentel, entre otros famosos.
Dámaso Pérez Prado |
Muchos más del ayer e incluso del
ahora, nuestros propios hijos o compañeros de juventud, brillan desde sus
respectivas trincheras, porque lamentablemente en el terruño –como dice Carlos
Espinosa—las oportunidades escasean.
Hay que reconocer y lo aplaudo, que
tanto Vladimir como Nicolás, siguen haciendo sus vidas aquí y participando
culturalmente hablando, proponiendo y “haciendo la talacha” para que los que
hoy son solo novatos, puedan en el futuro destacar como muchos lo han hecho:
Héctor Gamboa Quintero, Abigaíl Villalobos Quintero, Genaro y Cecilio Morán, Felipe
Espinosa “Tanaka” y otros muchos.
No sé, porque yo ni viví aquí en los
años 60, cómo era la actividad cultural y el interés que la gente tenía por las
mismas; pero medio siglo después puedo decir que gracias a personajes como Memo
Llanos, Juan de Haro y los fundadores del famoso Ateneo Cultural, propiciaron
con los festivales culturales un giro enorme en el interés de la población por
la actividad artística e intelectual y pongo como muestra un botón.
En 1997, la Junta Vecinal de
Acaponeta A.C. trajo a Acaponeta la Antropóloga Marina Anguiano, para presentar
un libro extraordinario, que fue su tesis de titulación, mismo que lleva el
nombre de “Nayarit, costa y altiplanicie en el momento del contacto”. Dos años
más tarde, con motivo de la inauguración de la casa-museo Vladimir Cora, estuvo
como invitado especial el reconocido artista plástico Raúl Anguiano,
precisamente padre de Marina; y por si fuera poco, unos años después, se
presentó en la explanada de la Casa de la Cultura “Alí Chumacero” un grupo de
jazz que mezclaba ese estilo de música con algunos instrumentos indígenas; ese
grupo se llamaba “Astillero” y su director era un hijo de Raúl Anguiano y
hermano de Marina, de nombre Pablo. Lo cual es sorprendente por varias razones,
primero que tres miembros de una sola familia, en diferentes tiempos hubieran
visitado esta tierra por tres motivos distintos, una presentación de libro, la
inauguración de un museo y exposición pictórica y una concierto de jazz; tres
talentos: en la pintura, en la investigación histórica y la música. Debo decir,
como corolario, que el jazzista Pablo Anguiano, estaba gratamente sorprendido
porque en la explanada lo estaban esperando cerca de 400 personas para escuchar
el concierto. Él me comentó que un día antes se habían presentado en Tepic y
solo se lograron reunir una treintena de personas. No lo creía…
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