Por: Néstor Chávez Gradilla. Cronista Municipal
En diciembre de 1998, causó gran asombro en la
ciudad de Mazatlán la noticia de que, al estar realizando unos trabajos de la
obra pública en una de sus calles, se descubrieron varios túneles subterráneos
de los cuales se ignoraba su existencia. La prensa local publicó que esos
túneles estaban bien hechos con paredes de ladrillo sin enjarrar y techos
redondeados en forma de arco. Los túneles tenían alrededor de 2 metros de ancho
por dos de altura, y que, a causa del reblandecimiento por la excesiva humedad
ya presentaban hundimientos, por lo que era difícil y peligroso arriesgarse a
explorarlos.
Las Autoridades y los investigadores de la historia
regional, dijeron que hasta ese día supieron de su existencia, antes totalmente
ignorada, y que nada se sabía de quién o quiénes los habían hecho; en que época
y cuál había sido la causa y objeto de su construcción, pues aún no se había
encontrado nada ni ningún escrito en los archivos históricos, que mencionaran
su existencia.
Lo que me llamó la atención de esa noticia, es que también aquí en Acaponeta existen túneles subterráneos y, como es el caso de los de Mazatlán, aún no se han podido encontrar escritos antiguos que nos hablen de ellos.
Lo que me llamó la atención de esa noticia, es que también aquí en Acaponeta existen túneles subterráneos y, como es el caso de los de Mazatlán, aún no se han podido encontrar escritos antiguos que nos hablen de ellos.
Desgraciadamente, una gran cantidad de páginas
de los llamados Libros de Gobierno del Archivo Parroquial de Acaponeta, se
dañaron y quedaron totalmente ilegibles por causas de la humedad, el comején y
las inclemencias del tiempo, y quizás en alguna de ellas podría haber habido
referencias de ello.
Allá por los años setenta del pasado siglo, por razones de mi trabajo yo radicaba en Los Mochis, Sinaloa y en una ocasión que vine de vacaciones, platiqué con el hoy ya fallecido Sr. Elías Chan Flores y me contó que en el medio del patio trasero de Astoria Club, unos albañiles habían descubierto un pozo que daba a un extraño túnel, y se descubrió por casualidad, ya que en un descuido, uno de ellos cayó a ese agujero y gritaba desesperado que lo sacaran.
Allá por los años setenta del pasado siglo, por razones de mi trabajo yo radicaba en Los Mochis, Sinaloa y en una ocasión que vine de vacaciones, platiqué con el hoy ya fallecido Sr. Elías Chan Flores y me contó que en el medio del patio trasero de Astoria Club, unos albañiles habían descubierto un pozo que daba a un extraño túnel, y se descubrió por casualidad, ya que en un descuido, uno de ellos cayó a ese agujero y gritaba desesperado que lo sacaran.
En ese tiempo, ese lugar estaba totalmente enmontado. Muchos de los niños del barrio del centro, allá por los años cincuenta, íbamos a jugar a ese lugar. Ahí existían las ruinas de una antigua construcción de madera que, según nos decían, en un tiempo fue un hotel. Había mucha vegetación, aves, lagartijas, iguanas, cachoras y otros bichos. Ya sabíamos que en el centro del lugar había un pozo a ras de tierra de unos 60 cm. de diámetro, y al tirar piedras dentro, se escuchaba que había agua, y nos cuidábamos mucho de no caer en él.
Llegó el día en que los propietarios decidieron limpiar y encementar el lugar para aumentar el espacio utilizable del Centro Social llamado “Astoria Club”, que ya desde ese tiempo era usado como salón de fiestas.
Fue durante la realización de esos trabajos,
que se cayó el albañil al pozo mencionado, quien gritaba desesperado que lo
ayudaran a salir. Los trabajadores consiguieron una escalera por la cual por
fin pudo emerger, diciendo que adentro hacía mucho calor, olía mal y había agua
muy fría que le llegaba a la cintura.
Pronto se corrió la voz, y en cosa de un cuarto de hora, ya estaban ahí Don Elías Chan Flores, el Dr. Juan Chumacero Lora, Héctor Algarín González, Don Miguel Herrera, Héctor Gamboa Quintero y otros. Héctor Algarín auxiliado con una linterna, bajó un tramo de la escalera, y vio con sorpresa que se trataba de un túnel con paredes de ladrillo sin enjarrar, que corría por un lado en dirección del Templo Parroquial y por el otro en dirección opuesta. El citado pozo se trataba de un derrumbe como podía haber otros muchos. Las mohosas y húmedas paredes, según dijo, estaban infestadas de alimañas y sabandijas como cucarachas, izas, vinagrillos, ciempiés, arañas y otros bichos. Algunos manifestaron su curiosidad por saber a dónde iban y de dónde venían esos túneles, quién los hizo, porqué y para qué; pero ninguno se atrevió a meterse al agua fría y adentrarse en ellos.
Como nadie se animó a explorar el misterioso túnel, los propietarios decidieron continuar con la obra y ocuparon varias góndolas de grava para lograr aterrarlo, y ahí acabó todo.
Ya radicando nuevamente en mi tierra natal a partir del año de 1976, estando establecido ya con un comercio, alguien me platicó que en la esquina de las calles Allende y Puebla, los albañiles que estaban haciendo algunas mejoras en el edificio, vieron que se hundió una parte del piso quedando un hueco como de 80 cm. de diámetro, y al bajar una escalera para ver qué había en el interior, descubrieron que también se trataba de un túnel con paredes enladrilladas, similar al antes mencionado, y me informaron de ello cuando ya el propietario lo había mandado rellenar con grava.
Jardín Casa de la Cultura, se cree que debajo de ese adoquín estén los túneles |
Cuando se corrió la voz de estos descubrimientos, el Sr. Cura Valencia me dijo que, años atrás, cuando el edificio de la Casa de la Cultura era ocupado por la Escuela Zaragoza, se hicieron unos trabajos en la parte de atrás, donde hoy está el llamado Jardín Cultural, y ahí también descubrieron un túnel similar a los anteriores, que corría de oriente a poniente, ya muy derruido por la humedad, y también decidieron taparlo. El Sr. Cura me dijo que le habían contado que en varias casas también los habían encontrado, y que al igual que los demás, fueron también rellenados con grava, como sucedió en la residencia del Sr. Pascual Rodríguez, allá por los años ochenta.
Foto tomada de la red, que nos da una idea de cómo pueden ser esos túneles |
En sí, la existencia de estos viejos túneles en
el subsuelo de Acaponeta, ha sido y sigue siendo un misterio. Es posible que,
si alguna persona se hubiera atrevido a explorarlos, por lo menos hubiéramos
sabido de donde vienen y a donde van, o mejor dicho, donde están sus entradas y
sus salidas.
Años atrás, el Sr. Fidencio Espinosa Ávalos me
platicaba que a principios del siglo XX, Acaponeta se empezó a llenar de chinos
que muy pronto acapararon casi el 80% del comercio local. Entre las muchas
cosas que se sabían de ellos, era que tenían subterráneos para convertirlos en
ocultos fumaderos de opio. Agregó que su padre Don Melesio Espinosa Camarena,
adquirió un negocio de abarrotes que era de chinos, ubicado en la esquina de
las calles Hidalgo y Veracruz. Agregó que en ese lugar descubrieron un oculto
subterráneo al que se llegaba bajando por una escalinata, cuyo fondo estaba
anegado por unos 30 cm. de agua. Era muy amplio y en el agua flotaban algunos
objetos de latón que los chinos usaban para fumar opio. Sus paredes eran
también de ladrillo sin enjarrar, y en el interior se respiraba un mal olor
nauseabundo. Al preguntarle yo si aún estaba ahí ese subterráneo, me dijo que,
al igual que los mencionados casos, su padre lo mandó rellenar con grava y
selló la entrada.
Chinos fumando opio |
Acerca de esto, me dijo Don Fidencio que desde hacía ya varios años, él también había estado buscando información acerca de esos túneles, y agregó que era asimismo una clandestina actividad de los chinos, traer a escondidas a muchos de sus compatriotas a nuestro país, a quienes por muchos meses mantenían ocultos en sótanos y túneles, hasta que aprendían a hablar español y enseguida ayudarlos a establecerse en una ciudad o pueblo con algún negocio. Me decía que ellos se comunicaban con varias casas por medio de esos túneles para no salir al exterior y ser vistos con extrañeza y curiosidad por la gente. Según decía Don Fidencio, esa era la explicación más apropiada a la misteriosa existencia de esos túneles que los chinos utilizaban como pasadizos subterráneos.
Migración china a México que se vio cómo una gran amenaza |
Durante dos años, como ya antes se vio, con la
anuencia del Sr. Cura Valencia, examiné cuidadosamente los llamados Libros de
Gobierno del Archivo Parroquial que datan desde el año de 1706 a ver si
encontraba algún escrito que hablara de la existencia de los túneles de
Acaponeta, pero no encontré nada, aunque debo decir también que cientos de
hojas de los dichos libros, son totalmente ilegibles, por haberse dañado por la
acción de la humedad, el comején y el paso del tiempo.
No podemos ubicarlos en el siglo XVIII, porque en esos años la Nueva Galicia era gobernada por españoles, y Acaponeta aún no tenía muchas construcciones de material, pues era predominante la existencia de chozas y jacales de adobe con techos de palma, y una predominante población indígena, por lo que los citados túneles no tendrían razón de ser, pues no había aún guerras ni persecuciones que justificaran su construcción.
En el siglo XIX, la guerra de independencia, y posteriormente la Guerra de Reforma y los intensos combates entre liberales y conservadores con la tan importante participación de sus líderes regionales el Conservador Manuel Lozada “El Tigre de Álica” y el General Liberal Ramón Corona, posiblemente hubiera habido una remota posibilidad de construir esos túneles en Acaponeta, pero en lo personal, yo lo dudo, pues esos esporádicos encuentros no creo que ameritaran la titánica labor de construirlos, obra que debió de requerir mucha gente, mucho trabajo y muchos meses o años para hacerlos con ese excelente acabado de paredes enladrilladas con techos en arco.
Si nos trasladamos al siglo XX, tenemos la Revolución Mexicana, en la que se pudo dar el caso de que alguno de los grupos revolucionarios contendientes hubieran tenido que construirlos, pero por los escasos encuentros bélicos habidos en este lugar, no creo probable que se tomaran la molestia de realizar tan extenuante labor, y menos durante los años de la Guerra Cristera y las hazañas del llamado “Pillaco”, pues su actividad bélica en este lugar fue muy poca, desarrollándose por lo general con más intensidad en la región serrana de Huajicori y Durango.
Hasta ahora, la explicación que me dio hace alrededor de 20 años don Fidencio, es la única que he podido recabar y que de alguna manera se antoja creíble, pues fueron casi 50 años en los que fue muy considerable la llegada de chinos a este lugar, y muy importante su actividad comercial, hasta la primera mitad del siglo XX, en que fueron violentamente sacados de sus establecimientos comerciales y expulsados del país, por la intensa campaña anti chinos, que comenzó en Sonora con familiares del Gral. Plutarco Elías Calles.
Estoy aún en espera de que alguna persona me dé otra información que nos ofrezca otros datos aceptables acerca de la existencia de los misteriosos y extraños túneles de Acaponeta.
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