Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Durante los últimos meses, he
elaborada inicuas y espontaneas “encuestas” feisbuqueras sobre el proceso
electoral que estamos padeciendo tal como si fuera plaga bíblica, todo con el “divertido”
fin de hacer chillar la mosca y, de manera muy alejada del proceso científico,
técnico y estadístico, darme una idea del sentir, al menos de la gente que me
sigue en Facebook.
El resultado de las tres encuestas subida a mi perfil fueron
apabullantes a favor de Andrés Manuel López Obrador. La última quedó así de un
total de 84 votos: 71 para AMLO, seis para Meade, tres no saben por quién aún,
Anaya solo dos, la Zavala un voto y una persona alegó que no va a votar (el Bronco
todavía no entraba).
Posteriormente alguien me reclamó en
la calle, argumentando que me he pasado esos meses en preguntar a los demás y
que yo nunca he votado u opinado por alguno aspirante en esas inanes consultas
públicas. Y es verdad, ya que, a pesar de que alguna de las opciones es “no sé
todavía”, me he resistido a opinar, porque como dijo alguien también en las
redes sociales: “esta elección es como elegir entre el dengue, el chikungunya o
el sika”…no hay a quien irle. Dijera aquel sinvergüenza líder “obrero” que hoy
se cuece a fuego manso en el infierno, Don Fidel Velázquez: “la caballada está
flaca”.
José Antonio Meade |
Vamos por partes, quién sí y quién
no.
Primero, no voy a votar por José
Antonio Meade, porque representa más de lo mismo. Aunque el gobierno federal,
los propios priistas y sus seguidores nos lo quieren presentar más virgen y
virtuoso que una doncella de la edad media, sabemos también que aunque la mona
se vista de seda, mona se queda. Meade, seguramente tiene más manchas que las
del vitíligo que ha metido a la campaña. Representa los grandes intereses de
los que actualmente detentan el poder, léase Peña Nieto y toda la runfla de
colaboradores, cómplices, socios –políticos y empresarios—, compadrotes y
familiares que se han enriquecido a la sombra de la silla imperial. El grupo
Atlacomulco que fundara el siniestro Profesor Carlos Hank González, no piensa
dejar ir, así porque sí, el enorme hueso de Los Pinos. Además el Gobierno
Federal, está aplicando todas las mañas de estado para evitar que AMLO llegue
al poder, ante la imposibilidad, hasta este momento palpable, de que Meade
gane, ya no la elección, sino siquiera el segundo lugar. El caso del video de
Anaya en la PGR, así como la aceptación del tramposo “Bronco” en la boleta
electoral lo confirman; se siente la fuerza del estado –Peña Nieto-- en el
proceso, de esta manera amañado. Hay que considerar que aunque el abanderado
del tricolor se dice limpio, hay un escándalo grande de muchos millones a su
paso por la Sedesol, donde quedó otra de los grandes capos del crimen
organizado oficial, Rosario Robles, siempre en medio de la polémica y del
billete grande.
Ricardo Anaya |
Ricardo Anaya, “el joven” de la
elección del 2018. Me suena más falso que un billete de tres pesos con
cincuenta centavos. De todos me parece el más ambicioso y peligroso, y como el
tipo es inteligente –no podemos dudar de ello--, tan vivo que supo descubrir la
propia codicia del PRD –partido que es la vergüenza de la mal llamada “izquierda”
mexicana--, engatusándolos para hacer un champurrado de alianza entre la
reacción y los supuestos liberales, es decir, Juárez y Maximiliano unidos… ¿por
una causa? Sí, la causa de él, del “joven” Anaya, de sus mercenarios y oscuro
intereses que sobrepasaron los de su partido el PAN, sacrificando todo lo que
hubiera sido necesario para lograr ser el candidato, de ahí que la postura de
los dirigentes del partido del sol azteca quedaran como los de una prostituta
que se venden por unos cuantos tlacos, conformándose con las migajas que le
dejarán esta contrahecha coalición. Eso sin contar que no ha quedado claro su
participación y ganancia en el sombrío caso de la venta de unas amplias bodegas
y la caterva enorme de compinches y compadrotes. Al igual que Meade, este cuasi
adolescente, según sus publicistas, está muy embarrado en la corrupción.
Margarita Zavala |
Margarita Zavala, creo que es una
mujer talentosa y notable, que ha vivido en y para el medio político. No es,
aunque lo parezca una dama inexperta e “hija de papi” –léase esposa de un ex
presidente--, es una mujer mexicana moderna, con estudios de posgrado, hábil en
la política por sus propios fueros y también le veo valores, sobre todo
familiares. Pero no voy a votar por ella, porque nunca me ha agradado la idea
de que los puestos, y sobre todo este, ni más ni menos que la presidencia de la
República, de alguna manera se hereden. Alguien dirá que no es el caso, pero
igual no me gusta; toda proporción guardada y de su misma ideología política
–si es que eso todavía existe en estos días—está el ingrato recuerdo de
Martita, la mujer insana, corrupta y ambiciosa del aquel infausto “tercer imperio”,
el de Foximiliano y Martota, quien quiso en esquizofrénica idea gobernar a esta
pobre nación. Pero repito, toda proporción guardada. No voy con la Zavala
porque más me parece que está ahí por el berrinche que le hizo pasar el traidor
Anaya, y el cuento aquel de que es candidata sin partido es una aberración que
no me la creo; Margarita, como el Bronco y el tal Ríos Piter, tienen de
independientes lo que yo de general del pentágono.
Jaime Rodríguez |
De Jaime Rodríguez Calderón, por mal
remoquete “El Bronco”, no hay mucho que decir, tiene todos los ingredientes que
los ciudadanos aborrecemos de la privilegiada y depredadora clase política
nacional que incluye a todos los políticos actuales: tramposo, porque apenas me
explico cómo es que alguien que aspira a la máxima posición en el país, no una
chambita o un “huesillo” para roer un rato; sino la presidencia de un país como
México –ni más, ni menos-- haga trampa de la manera más vil, vergonzosa y
descarada, pretendiendo, aún luego de ser cachado con las manos en la masa,
seguir con el mismo empeño a llegar a ser presidente. Si estará en la boleta
–al igual que Margarita—es tan solo por un legalismo que magistrados
presionados por el Gobierno Federal, expresamente por el presidente Peña Nieto,
y también defendiendo sus propios intereses y pomposos cargos que ostentan, lo
pusieron, no por honrado y capaz, sino por chapucero. El Bronco es tramposo y
la trampa es corrupción. Imaginen a este tipo bribón y fullero gobernando a
México, a puro falsificar facturas y proyectos onerosos. ¡Ufff!
Andrés Manuel López Obrador |
Finalmente, el más polémico de todos
y quien encabeza todas las encuestas: Andrés Manuel López Obrador, quien no
para de hablar sobre corrupción y pocas explicaciones ofrece a la ciudadanía –esa
que no cree ciegamente en él, sino aquella que tiene más dudas que respuestas--,
sobre su estilo de vida, enorme cantidad de viajes porque el señor de Macuspana
presume conocer todos los municipios de México y conste que son 2446 de ellos y
todos los ha pisado no una, sino varios meses a lo largo de por lo menos 15
años.
Con el lema de “amor y paz”, se abre
paso en medio de la polvareda que dejan los valentones tontotes de Anaya y
Meade, que han preferido romperse el hocico entre ellos y no enfocar las
baterías hacia el líder de la carrera. Es como si a la mitad del clásico, la
porra de las Chivas en vez de gritar consignas a los dizque “aguerridos” aguiluchos
del América, le gritaran a los del Cruz Azul…”nombre, unos genios”, Meade
dixit.
Andrés Manuel, el mesías populista
que ofrece el oro y el moro con tal de ganar en esta la tercera, la tan buscada
“vencida”, el mismo que desde siempre viene ofreciendo con engañosa alegría
dinero para todos, cero corrupción con el solo hecho de ganar la elección. Se
me figura el “peje” como aquel flautista de Hammelin, que con su melodiosa
música se llevó a miles de ratas y ratones al barranco. Aquí le melodía es la
que la gente quiere oír: cero pesos a las pensiones de los ex presidentes –lo
aplaudo--, no rotundo y necio al nuevo aeropuerto de la Ciudad de México;
echando por la borda miles de millones ya gastados porque esta terminal aérea,
lleva un avance del 70% --en muchas cosas tiene razón el tabasqueño, pero se
tiene que dialogar y AMLO parece que solo se entiende con el señor del espejo.
Piensa de manera absurda y casi infantil que esos 500 mil millones de pesos que
se pierden o se diluyen en la corrupción, van a aparecer mágicamente en una
cuenta a nombre de la nación en cuanto él se faje la banda presidencial. Todos
dejaremos de ser corruptos en el momento mismo de que López Obrador tome
protesta. No solo es ilógico su pensamiento, sencillamente es idiota. Suprimir
de golpe y porrazo –porque así lo dice él—la reforma educativa y en algunos
casos entregarla a los vándalos de la CNTE o, hasta pareciera que es premisa o
fake news inventada por sus enemigos, hacer tratos vía una amnistía con el
crimen organizado. La mentada consulta ciudadana, con el trillado argumento de
que “el pueblo manda y ellos deciden qué se hace”. Sueños guajiros por votos…nada
más.
Todos los candidatos, los cinco que
son ya, están prometiendo cosas absurdas que caen más en el terreno de lo
fantasioso que en el plano de la maldita y desastrosa realidad nacional.
Ante este panorama, los ciudadanos,
que ya estamos hartos de la clase política nacional que incluye a presidente,
secretarios de Estado, gobernadores, senadores, diputados federales, diputados
locales, presidentes municipales, regidores, embajadores y miles y miles de
subsecretarios, directores, supervisores, coordinadores y más que maman alegre
e irresponsablemente de la chichi presupuestal, demostrando a cada acción de
ellos, que este hermoso país llamado México es gigantesca y apabullantemente
rica, pues esas lacras no se lo han acabado en cientos de años que hemos tenido
que soportarlos…desde los virreyes en la colonia hasta Peña y su gaviota fashion;
los ciudadanos, decía, tenemos que elegir entre el sika, el dengue y el chicongunya.
Me queda la idea de que los
ciudadanos no vamos a votar por el mejor elemento, el más capaz, el honesto, el
que ama a México y tiene compromiso con sus habitantes, no, solo vamos a votar
“por el menos peor”. Y eso es malo, muy malo.
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