Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Muchos no van a creer si les digo que a mí me da cierto “corajillo” cuando atacan a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador. “Hipócrita”, me dirán, ya que constantemente estoy sobre él y no ha faltado quien me ha acusado de “conservador”, “fifí”, “neoliberal” y hasta “chayotero” (¡Vaya pues!), por no estar de acuerdo con el jefe de la nación.
Nada de eso, incluso he dicho ya muchas veces que su servidor votó por AMLO porque creí que sin duda era ya la última oportunidad de dejarnos de los gobiernos corruptos y desvergonzados del PRI, especialmente el último encabezado por el ladrón copetudo Enrique Peña Nieto, o bien los no menos cacos Foximiliano y Martota, y el que los siguió Felipe “Borolas” Calderón. No me arrepiento haber votado por el tabasqueño, porque nunca hubiera votado por Meade, quien daría continuidad a las abyectas corruptelas de los que detentaban el poder, ni mucho menos por esa lacra panista, hipócrita y falsaria que es Ricardo Anaya, mucho menos por la mujer de Borolas o por esa comedia que tenía el remoquete de “Bronco”.
Sin embargo, ya como gobernante, López Obrador cayó, como todos los presidentes que lo precedieron, en el embrujo de la maldita silla del águila y, loco de poder ha venido desvariando y caído en la pavorosa idea de convertirse en un “reyecito” que solo le hace caso al espejo hechizado, como el de la madrasta de Blanca Nieves. Mil y un ejemplos se pueden dar aquí que llenaríamos una biblioteca. Solo daré un ejemplo de su ruin mezquindad.
AMLO se ha declarado enemigo jurado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y sobre todo de su titular la ministra Norma Lucía Piña Hernández, cuyo pecado ha sido defender a la Constitución, es decir, hacer su chamba. La Señora Piña recientemente recibió una importante distinción de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, esto por su labor a favor de los derechos humanos, y el presidente López Obrador, nuevamente en su papel de soberbio soberano y su altanera forma mezquina de conducirse, comentó que esos reconocimientos se podían conseguir en la plaza de Santo Domingo, lugar en la ciudad de México, famosa porque ahí se pueden elaborar en un par de horas, lo mismo un título universitario, que una cédula profesional o casi cualquier documento. Lo que no dijo el macuspano, es que su ministra favorita Yasmín “La Corsaria” Esquivel, sí, sin lugar a dudas, se fusiló dos tesis, una de licenciatura y la otra de posgrado y continúa impune dando sus servicios pirata en la SCJN; no solo eso, una bola de ignorantes y arrastrados de Morena, se han plantado frente a la sede del poder judicial, para mentarle la madre todo el día a la jueza Piña. Lo dicho, entre los muchos males del primer ciudadano de la nación está el de la mezquindad. Nunca se había visto algo así…y eso, señor López Obrador, no es ninguna manera una muestra de una transformación.
DE DULCE: Acabo de escuchar por el infaltable Youtube, una canción con mariachi y recordé cuando hace algunos años, el cronista municipal Don Néstor Chávez Gradilla y su servidor comentamos el libro “El Mariachi” del maestro investigador y Antropólogo Jesús Jáuregui. Yo siempre creí, era la teoría más aceptada era que la palabra “mariachi”, venía del francés “mariage” que significa matrimonio y, que dicho vocablo había llegado a esta santa tierra del nopal y la tuna con el arribo de las fuerzas francesas de Napoleón III.
Pero no, el antropólogo nos relató en su muy bien documentado texto que la voz “mariachi”, nada tiene que ver con lo anterior y lo relaciona con documentos en los que hurgó aquí y allá, que “mariachi” concierne a un tablado donde la gente bailaba al son de la música que emitía un grupo conformado por filarmónicos que tocaban instrumentos de cuerda en fiestas populares llamadas “fandangos” donde estaba esa tarima, rítmica, sonora, profunda de “mariachi”. Y en el capítulo sobre el origen del mariachi pregunta sobre el tema que dice de que el género musical es de Cocula y expresa:
“Entonces que se originó en Cocula…precisamente en Cocula? ¿Los mariachis fandangos que son bailes públicos con música rústica al aire libre? ¿El mariachi-tarima, para bailar sones y jarabes? ¿El mariachi-música sencilla, sones, jarabes y minuetes? ¿El mariachi-grupo de músicos de cuerdas, líricos que no proceden por notación musical, sino de “oído”? ¿La palabra mariachi? ¿La conjunción del baile, los músicos, la música y la tarima? Hasta ahora no se han presentado argumentos demostrativos para responder con certeza ninguna de estas interrogantes”.
Lo que ahora sabemos es que en la región de lo que ahora es el municipio de Santiago Ixcuintla, había una ranchería llamada “Mariachi” y que estaba ahí en lo que muy probablemente ahora sea la comunidad de La Presa, antes de la llegada de los franceses. Fuera de cualquier disquisición científica o análisis antropológico, hemos de recomendar la lectura del libro “El Mariachi” del antropólogo Jesús Jáuregui, pues el mariachi no es solo la borrachera con los amigotes en Garibaldi en la CDMX, en el Parián de San Pedro Tlaquepaque o en la plaza de los mariachis en San Juan de Dios; ni empujar el codo en “El Tenampa” como hacían Pedro Infante o Jorge Negrete en sus películas. Ni siquiera, aunque esto llene de orgullo al mariachi, el canto de “El Cascabel” viajando por el universo en el Voyager listo a que mentalidades superiores del universo, lo recojan y sepan, que allá en el infinito, en la tercera esfera girando alrededor del sol, existe un paraíso llamado México. El mariachi es la magia que ofrece el pretexto perfecto para la francachela que celebra cualquier cosa, desde la fiesta de cumpleaños o la fiesta patronal del pueblo; o bien la serenata a la luz de la luna: “Canto al pie de tu ventana/ Pa´que sepas que te quiero/ Tú a mí no me quieras nada/ Y yo por ti me muero.”
DE MANTECA: El gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador, ha dedicado cada año de su gobierno a algún personaje destacado de la historia patria, por ejemplo, el 2019 lo dedicaron a Emiliano Zapata; el 2020 a Leona Vicario; el 21 a la Independencia de México que cumplió 200 años de consumada; el año pasado fue el año dedicado a Ricardo Flores Magón y este de 2023 es el de Francisco Villa. Sin duda, es esta iniciativa uno de los pocos —poquísimos aciertos del presidente—, y hacerle homenaje a Pancho Villa, es algo muy merecido.
Villa sin duda un personaje polémico, odiado por muchos, amado por el resto. Catalogado por algunos como un asesino bandolero y por otros como un genio militar. Estoy cierto que fue las dos cosas. Si reunimos todos esos elementos nos dan a un hombre extraordinario que pasó a la historia como una de las enormes figuras de la crónica nacional. Sobre su vida se han escrito cientos de libros y biografías, algunos muy reales y otros exagerados, yo recomiendo el texto del historiador Paco Ignacio Taibo II, quien escribió “Pancho Villa, una biografía narrativa” y que tiene una bibliografía extensísima.
Luz Corral de Villa
De Doroteo Arango, que fue su nombre verdadero
recuerdo algunas de sus anécdotas más bizarras: Panchito, como le llamaban se
casó 32 veces —casado casado, no robaditas que nadie cree— con una de esas
mujeres se casó dos veces, porque había olvidado que ya era su esposa. En un
viaje que de joven hice con mi padre a Chihuahua, de donde él es originario,
visitamos una casa donde vivía la Señora Luz Corral, que fue algo así como la
“esposa principal”. Ella, en esa casa-museo, narraba sus recuerdos por algunas
monedas y vivía, si no en la miseria, sí en una abyecta pobreza. No le hizo
justicia la revolución.
Una de las primeras imágenes que nos llegan de Villa cuando oímos algo de su vida y su lucha, imaginamos a un hombre rudo, mujeriego y por supuesto borracho, es decir, el típico Juan Charrasqueado; sin embargo, Francisco era total y decididamente abstemio y a más de un borracho por solo estar beodo lo mandó fusilar. Suena raro, pero lo que Villa más apreciaba eran las malteadas de fresa y seguido cruzaba la frontera entre Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, y El Paso, Texas donde iba a saborear esas golosinas.
Expedición punitiva al mando de John Pershing
Una faceta
que nos habla bien del guerrillero del norte, es que, siendo gobernador de
Chihuahua, o cuando se retiró a la hacienda de Canutillo, daba gran prioridad a
las escuelas para los niños, aun cuando Villa nunca fue a la escuela, no sabía
al inicio de la revolución leer ni escribir; le pidió a alguien que le “inventara”
una firma y se acostumbró a escribirla, o mejor dicho “dibujarla” porque no
sabía decodificar las letras. Con el tiempo aprende a leer y escribir y prueba
de ello, son las decenas de cartas de amor a sus mujeres. La única invasión que
los gringos han sufrido en su territorio fue cuando el duranguense atacó el
pueblo de Columbus, Nuevo México, donde hizo y deshizo, provocando la ira del
gobierno yanqui quien envió al matalote general John J. Pershing, quien al
frente de 10 mil soldados güeros se lanzaron a México en busca de Villa, quien
por cierto estaba seriamente herido de bala en una pierna, buscando refugio en
una cueva de la sierra chihuahuense, que por cierto, conocía al dedillo y ahí
se ocultó por meses, aun a riesgo de perder esa extremidad inferior. Nunca lo
hallaron y los “primos” se quedaron con las ganas. Existen miles de anécdotas
sobre este genial revolucionario, cabeza de la poderosa y temida División del
Norte. Espero sus comentarios, sugerencias los invito a acceder al portal PUERTA NORTE ACAPONETA
https://elblogpuertanorte.blogspot.com/
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