Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Iba a comenzar diciendo que la guerra entre Israel y Palestina es una verdadera idiotez, pero estoy regando el tepache, primero, todas las guerras, la que me pongan son idiotas; pasan los años, los siglos y los milenios, y el hombre continúa siendo el lobo del hombre. Aquella historia donde David de una pedrada se cargó al filisteo Goliat, es la misma guerra de hoy, solo que cinco mil años después. Lo dicho, es una idiotez, por no decir esa palabra que comienza con “P” y termina con “endejada”. Heródoto, el llamado padre de la historia decía: “Ningún hombre es tan tonto para desear la guerra y no la paz; pues en la paz, los hijos llevan a sus padres a la tumba, y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba.”
Siempre he considerado una tragedia lo que
ha sucedido en Estados Unidos y a su juventud, ya que desde que nace como
nación independiente, la lanzado a sus hijos a innumerables guerras de las que
regresan, o en una cajón de metal cubierto por una bandera, o locos paranoicos
y afectados mentalmente. Sucesivamente: guerra de independencia, guerra contra
los cherokees; al menos cuatro guerritas internas entre 1776 y 1800; guerra de
Trípoli contra Marruecos, guerra contra esclavos rebeldes en Haití, guerra indio-tejanas
que incluye la invasión a México entre 1846-47; varias guerras contra indios
estadounidenses en el siglo XIX (cherokees, seminolas, winnebagos, sioux,
comanches, apaches, cayuces, arikaras, dakotas, etc.), guerra civil o de
secesión, guerra contra España. A la entrada al siglo XX, un sinnúmero de
conflictos en América Latina, Filipinas; contra sus propios indios hasta llegar
a la fatídica primera guerra mundial, para enseguida entrar a la segunda guerra
mundial donde murieron 55 millones de seres humanos. Vinieron la guerra de
–Corea, la guerra de Vietnam, la guerra del Golfo y una cantidad impresionante
de conflictos por todo el mundo enviando a jóvenes soldados gringos al
sacrificio. Apenas en este siglo ya intervinieron en Irak, Afganistán, Siria,
Libia, Uganda y Mozambique. ¡Una locura para las madres!
El actual conflicto entre israelíes y terroristas de Hamás, es solo eso, no es contra palestinos, pueblo harto de la guerra y que, como usted o como yo amigo lector, solo desean salir de su casa por la mañana, ir a trabajar y regresar con la familia por la noche. Los palestinos también son víctimas de estos malditos terroristas ya que se los llevan “entre las patas”.
Es, por
supuesto, muy inusual, pero es una guerra no entre dos países, sino entre una
nación, Israel, y una banda bien organizada, muy armada y poderosa de asesinos
sin conciencia. Pero, aunque no lo parezca, a pesar de que las guerras del
siglo XX sean las más mortales de la historia y ahora estamos en un siglo XXI
con cada vez más “puntos calientes” como
si se tratará de la guerra fría otra vez, el siglo XX y el XXI son las épocas
más pacíficas de la historia, donde menos guerras se han producido y menos
guerras de larga duración. Esto se debe a la situación mundial actual, donde la
guerra no es tan rentable o aceptable como antes, aunque la ONU y otros
organismos no valgan nada, si las guerras siguieran como antes eran, Estados
Unidos habría invadido y conquistado a otros países de América; China y Rusia
habrían hecho lo mismo en Eurasia, y África estaría peor de lo que está ahora
incluso. Lo dicho, la guerra es una idiotez y no aprendemos nada.
DE DULCE: El presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador desde que llegó al poder nos mostró que tiene doble cara o para decirlo con más claridad, una doble moral: la suya y la de sus amigos, y, por supuesto, la otra cara, el pensamiento del resto del mundo. Él, AMLO actúa solo por instinto, no reflexiona, ni se detiene a pensar sobre lo que va a escupir —más que decir— en las cada vez más surrealistas e incoherentes mañaneras.
Como mi
tía Chimoltrufia, así como dice una
cosa dice otra y suelta barbaridades como eso de la farmacia con todos los
medicamentos del mundo. Miente por sistema y, cómo hacían los de antes, piensa
que el pueblo —para él sabio y bueno— es tan tonto que todo se lo cree, todo se
lo traga. Claro que el pueblo sabio y bueno, es el que no piensa, el que
prefiere que le den en la boca ya digerido el mensaje que no importa su tamaño,
si lo dijo el tlatoani de Tabasco, basta y sobra y hasta porra le avientan al
macuspano personaje: “¡Es un honor, estar
con Obrador!” le gritan a su paso y hasta hay quien le besa la mano. La
ignorancia no es algo vergonzoso; lo que es vergonzoso es imponer ignorancia.
Por ello, soltó la pulla que caló hondo en el pueblo israelí al expresar: “…nosotros (o sea él y solo él) no queremos tomar partido…queremos (o sea, él quiere) ser factor para la búsqueda de una solución pacífica…” No se detuvo a pensar el jefe del ejecutivo que no se trata de una guerra de un país contra otra nación, fue aquello una espantosa masacre de civiles inocentes, que incluyeron alegres jóvenes que se divertían en una gran fiesta, murieron acribillados o degollados niños, ancianos, adolescentes y mujeres; esa terrible acción no puede ser justificada de ninguna manera y por supuesto que debe tomar partido el presidente.
Aunque sus acciones anteriores lo pintan hoy de cuerpo
entero. En México, no en Israel, en México y no en Siria o Ucrania mueren
asesinados diariamente, un promedio de 80 ciudadanos de todas las edades. Simplemente,
desde que inició el actual sexenio, es decir, en cinco años han sido masacrados
168 mil seres humanos y, para el presidente, que busca la paz para todos, que
se erige como el adalid de la paz y la moral cristiana, solo ofrece dar abrazos
y no balazos a criminales igual o peor que los terroristas de Hamás… ¿qué más
le da el tabasqueño que unos trinches terroristas vayan y maten a un puñado de
inocentes civiles, allá tan lejos?
DE
MANTECA: Luego
de 32 años, volvimos a ver un espectáculo celeste como fue el eclipse anular
del sábado, aunque aquí en Nayarit solo se apreció la sombra de la luna sobre
el fondo solar en un 62% y sí, se apreció un leve cambio en la intensidad de la luz, sin llegar a
serlo totalmente como en aquel 1991 cuando disfrutamos de un espectáculo de la
naturaleza inolvidable. En aquella ocasión me “agarró” el eclipse total en los
patios de trabajo en los almacenes Sierra donde laboraba. Recuerdo que el DIF o
la presidencia —no me queda claro— repartieron lentes especiales para poder
apreciar sin riesgo el fenómeno astronómico.
Cuando llegó al 100%, el
oscurecimiento era total, incluso de las bodegas de la planta y de la vieja
estación del ferrocarril a unos pasos, comenzaron a salir cientos o miles de
“chinacates” como acá le llaman a los murciélagos, y las gallinas se treparon a
sus palos a dormir. Fue sorprendente y al mismo tiempo intimidante que te hacen
pensar babosadas sobre el fin del mundo o males terribles para la humanidad;
pero como no somos diputados seguidores de Jaime Maussán, pues no hicimos caso.
Ya lo dijo un pensador: “No hay mal en el
universo que no sea el resultado de la ignorancia y necesitamos aceptar nuestra
ignorancia y decir "No lo sé"
con más frecuencia”. Les envío un saludo y ojalá hayan disfrutado el
eclipse con o sin calzones rojos.
0 comentarios:
Publicar un comentario