jueves, 26 de febrero de 2009

PERSONAJES DE ACAPONETA

DON MARGARO GUERRA ¡AGUA DE CEBADA!
Tercera entrega
por acá en Acaponeta en ocasiones seescucha decir la expresión "eres más terco que el perro de Don Margaro" la cual se dice cuando se quiere expresar que una persona es muy persistente, esta expresión viene de una historia que contará Don Margaro Guerra, un hombre que vendía agua fresca de cebada en su natal Acaponeta. Se arremolinaban los niños a comprar los diminutos vasos y a escuchar “margarencias”, fantásticas aventuras que con el tiempo se fueron convirtiendo en parte de la cultura popular de Acaponeta. Así contaba Don Margaro la historia de del Perro Terco:
EL PERRO TERCO
Cierto día fui a a hacer leña, iba conmigo mi perro, llevaba mi bule lleno de agua y mi hacha. Cuando caminaba por una vereda, de pronto me salióun tigre, pero antes de queme pudiera hacer nada el tigre, mi perro se le hechó encima haciendolo huir. El perro se fue detras del tigre, sin hacer caso de los gritos que dí llamandolo para que se detuviera. Me esperé por varias horas, esperando ver si regresaba mi perro, no hice nada solo esperar. Ya tarde, casi de noche, me hice a la idea de que el tigre habia matado a mi fiel perro. No tuve más alternativa que emprender el regreso a mi casa.
Pasó mucho tiempo. Más de un año. Cuando sin pensarlo me dí cuenta que iba caminando por el sendero donde mi perro se había ido persiguiendo al tigre por lo que seguí caminando por ese camino para ver que encontraba de mi perro, cualquier resto que quedara de él para enterrarlo. Despues de mucho andar, ví un árbol en el que se encontraba en la parte de arriba un tigre. Sólo que éste tigre éstaba seco, todo el cuero lo tenía untado en los huesos. Pero la actitud del animal era desafiante, como si quisiera seguir gruñiendo. Me arrimé al lugar y fue entonces que ví a mi perro también seco con el cuero untado a los huesos y también con actitud desafiante, viendo hacia arriba del árbol donde estaba el tigre.
Al ver a estos pobres animales así, inmediatamente saqué agua de mi bule y remojé a mi perro y cuando éste quedó bien remojado, comenzó nuevamente a ladrar y gruñirle al tigre a quien igualmente remojé y tambien siguió gruñiendo. Sin que pudiera de mi parte hacer hacer que mi perro me siguiera. ¡Agua de cebada!
continuará...

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