miércoles, 11 de marzo de 2009

Columna: ASÍ LO VEO DESDE ACAPONETA

Por: JUAN MANUEL ESTARRÓN
Tema de hoy: "DESORDEN EN SALARIOS MAXIMOS"
Por fin el tumor de la corrupción en materia de salarios máximos reventó en el Instituto Federal Electoral con tal violencia que hasta la Cámara de Senadores alcanzó a salpicar la putrefacción. Todo se originó por el anuncio en el IFE de que sus consejeros habían aumentado su raquítico salario de 170 mil pesos mensuales hasta más de 300 mil, en casi el 100 %. Sin embargo, al sopesar la magnitud del escándalo y las reacciones en cadena dentro y fuera de la clase política, los hombres y mujeres que prometen en bellos spot televisivos unas elecciones confiables y transparentes recularon de inmediato; pero el efecto bumerang los zarandeó y de rebote golpeó también las “blancas conciencias” de nuestros legisladores quienes sacudiéndose las pachorras se aprestaron al salvamento de la patria. Allí en la casona de Xicoténcatl comenzaba una guerra contra el desorden nacional que existe en los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal) en materia de “salarios máximos”. Como cámara de origen los senadores aprobaron una minuta que reforma el 123 Constitucional para establecer que ningún funcionario de cualquier nivel pueda ganar más que el Presidente de la República; argumentando que existen presidentes municipales que se inventan salarios muy por encima del más alto ejecutivo, no sólo de México sino de países ricos. El caso más ilustrativo es el de un ex presidente municipal panista de Ecatepec quien se autorizó más de 400 mil pesos por mes. El ponente Ricardo García Cervantes, senador blanquiazul, exigió al Presidente de la mesa directiva que sometiera la propuesta a votación como asunto “de urgente y obvia resolución”, misma que fue aceptada por unanimidad y enviada a la Cámara de diputados para su revisión y, en su caso, aprobación; como también puede ocurrir una vez más que le hagan algunas correcciones y sea regresada con los senadores o pueda terminar en la congeladora tal como acabó un proyecto de ley entregado en 2006 por el senador Tomás Torres Mercado del PRD. El proyecto en comento del perredista establecía reducciones en los salarios a partir de los 50 mil pesos, que van del 10 % hasta los 80 mil; del 20 % para quienes ganan hasta 150 mil y el 25 % a los pobrecitos que perciben el tope de 250 mil pesos mensuales. Otro senador amarillo, Pablo Gómez Álvarez, fue más a fondo del asunto proponiendo que, antes de establecer montos y topes, primero habría qué establecer criterios y orden convocando a las legislaturas locales que aprobaran cualquier proyecto; en todo momento defendió la igualdad ante la ley sin estados de excepción, incluidos ellos mismos, ministros de la Corte, ejecutivos de empresas privadas quienes por asignarse sueldos y bonos millonarios llevan a la quiebra las empresas despidiendo a muchos trabajadores. Como puede apreciarse, jamás en la historia se había intentado tocar a la clase dorada que tenía un siglo disfrutando en el paraíso de sueldos discrecionales, sólo los de abajo bajo el yugo del salario mínimo están sujetos a los “aumentos” según la inflación calculada por el Banco de México que invariablemente resulta muy inferior a la carestía de la vida, por lo que cada año se pierde poder adquisitivo; sin embargo la clase patronal inventó una crisis aprovechándose todavía más de los trabajadores y obligarlos a aceptar paros técnicos para conservar el empleo con los consiguientes recortes a sueldos y prestaciones. ¿Pero de verdad el poder legislativo quiera someter de una vez por todas a una clase política voraz e insaciable? Para ser sinceros no creemos puesto que ellos forman parte del elenco y se tapan con la misma cobija, sin menospreciar la buena fe que manifiestan las bancadas del PRD, PT y Convergencia, además de otros diputados y senadores panistas y prisitas de ir hasta el fondo. Pero la verdad es que los ánimos se ven divididos por una sencilla razón: ningún político tiene vocación de suicida para aprobar leyes que les perjudique, y menos en sus bolsillos. El pecado del senador zacatecano Tomás Torres Mercado, fue ése precisamente. Primero presentó su propuesta para reducir sueldos recién estrenada la LX Legislatura y todos los legisladores se encuentran en el tercer rango de sueldos ganando más de 150 mil pesos, de tal suerte que un descontón del 25 % les mermaba algo durante casi todo su ejercicio; talvez si la hubiese presentado en el último periodo de sesiones, otro sería su destino y no la congeladora. De todas formas poco se avanza aprobando una ley si quedan agujeros por donde sigue transitando la corrupción. Imaginemos por un momento que, para compensar un descontón de esos los marrulleros políticos se inventan una nueva prestación económica o se aumentan las famosas “compensaciones” que son verdaderas fugas subterráneas del presupuesto. Entonces aquélla ley se volvió obsoleta porque no cumplió el objetivo buscado y tan sólo busca un impacto político en una coyuntura política como ésta que también revivió otra muerte de la Tenencia o Uso de Automóviles, frustrada inmediatamente cuando ciertos gobernadores empezaron a gimotear porque ya estaban comprometidas para el presente presupuesto; ahora, según prometieron nuestros legisladores, sería hasta el 2010 que desaparezcan las inconstitucionales tenencias. El asunto de los salarios máximos dá para más, pero dejaremos espacio de aquí hasta que salga humo del Senado a ver con qué novela salen.

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