Por Juan Manuel Estarrón.
En vista del autismo del Gobernador de Nayarit ¿Qué espera el Poder Legislativo para invitarlo comedidamente para que explique a esa soberanía y al pueblo TODO lo que verdaderamente está pasando con la INSEGURIDAD PÚBLICA? En el mismo tenor es el llamado urgente a los partidos y organizaciones políticas y sociales para que, haciendo uso de sus derechos ciudadanos, exijan por todos los medios al ciudadano Gobernador dé la cara y enfrente su RESPONSABILIDAD DIRECTA en el delicado asunto del crimen organizado que ya rebasó a las policías locales. La otra invitación no menos importante es para la sociedad directamente agraviada, los grandes núcleos de contribuyentes cautivos que sostenemos a todas las estructuras del poder, tiene la potestad de este gobierno para exigirle que nos responda a todos y no solamente a su partido político el cual NO REPRESENTA LA MAYORÍA.
El Senado de la República ya cumplió con su tarea al enviar un “exhorto comedido” el Gobernador Ney González Sánchez, publicado aquí mismo (25.02.10) para que explicara sobre las ejecuciones, balaceras y todo lo que atañe a la inseguridad, además de invitarlo a coordinar tareas con todos los cuerpos policiacos para hacer frente a ésta; sin embargo desconocemos los términos de su respuesta a esa cámara. Pero los ciudadanos comunes sí sabemos que a casi dos meses de aquel llamado -a misa sería- no hemos visto resultados porque aumentaron las ejecuciones y no aparece por ningún lado una real coordinación de las policías estatales, federales, la Armada y el Ejército; ya suman en total 33 muertos relacionados con esta guerra perdida en sólo 2010 y de los que recordamos, lo peor de todo es que son 27 víctimas después del “exhorto comedido”. Cómo explicar entonces que después de aquella masacre entre las bandas con saldo de cinco acribillados (01.02.10), el asesinato de Karla Esmeralda “La Nena” Flores (20.02.10) y la inmediata condena del Senado; todavía en escasos dos meses la estadística fatal registre tantos hechos violentos y que no merezcan siquiera una explicación para los familiares agraviados, hayan sido delincuentes o inocentes. Sobre todo los últimos, las víctimas fallecidas o heridas, si viviéramos en un estado de derecho tendrían derecho -no es pleonasmo- cuando menos a gastos médicos y funerarios, pero a veces hasta los mismos familiares de policías batallan para sacarle al gobierno un cajón corriente; aunque el punto de discusión no es ese sino saber con qué planes cuentan los de la “lluvia pareja” para regresarnos la tranquilidad en carreteras, caminos, pueblos y ciudades. Los nayaritas no queremos saber nada de parques del futuro, idea de Roberto Sandoval traída quizá de Las Vegas en su último viaje y que apesta a propaganda electoral barata; tampoco una ciudad de las artes planeada en los antiguos estadios y que apesta a lo mismo, cuando todo el resto del estado -a excepción de La Riviera- está para llorar. Pero ya anotábamos anteriormente que cuando un virrey se encapricha a sostener un proyecto político contra viento y marea, más de alguna cosa se descuida y es entonces cuando vienen los rebases por cualquier lado; en este caso es el narcomenudeo -todavía- que superó las pobres expectativas de un gobierno que no encuentra palabras para explicarnos, no el cómo, sino el por qué de ese descontrol criminal. Sí es de utilidad que corra nuestro Ejecutivo a platicarles a la élite de generales lo que ocurre aquí sin omitir detalles, como acostumbraba hacerlo en los primeros meses de aquel neycismo grandilocuente, una habilidad que ya extrañamos en estos días que se ocupa recorrer nuestra geografía no con el pregón político pero sí con la solidaridad moral por tanta devastación. Aunque sabemos de antemano que nos mandará al diablo a las minorías que le exigimos congruencia en el decir y el hacer, el planear y actuar, errar y corregir, mandar y obedecer; sobre todo esto último que está obligado a saber ordenar y mandar pero también aprender a obedecer al PUEBLO porque éste lo eligió y le está pagando como un empleado más. Nos guste o no, cuando los contribuyentes nos sostienen con sus impuestos automáticamente nos convertimos en sus empleados; aunque parezca increíble, un pobre sexagenario que recibe una “cajita feliz” en los hechos es patrón del Gobernador porque pagó o paga impuestos y bajo estos argumentos también podemos juzgar a cualquier funcionario desde el presidente de la República hasta el modesto regidor de cualquier ayuntamiento. Así es que, hechas las aclaraciones y de acuerdo al o los asuntos que nos ocupan, el Gobernador de Nayarit ESTÁ OBLIGADO a rendirnos cuentas de todos sus actos propios de su encargo público, exceptuando todos aquellos de su vida privada, y tendrá derecho a “mojarrearse”, hasta enojarse como cualquier ser humano pero no podrá eludir su responsabilidad que tiene con sus gobernados. Entonces no nos explicamos qué esperan los partidos políticos distintos al PRI para hacer valer sus reclamos si dicen velar por los intereses de la sociedad; su inmovilidad nos lleva a la sospecha de que en realidad son puro parapeto o están maiceados y el Gobernador les sabe otras cosillas y al primer sombrerazo los espanta; si esa actitud “sospechosista” va a campear de aquí a julio del 2011 entonces ya Valentín por la sierra. De nuestros diputados ya no sospechamos nada, ellos ya son así de origen con algunas rarísimas excepciones, y que ni le buigan porque salen regañados; sólo nos queda ir considerando la formación de organizaciones sociales específicas para este problema específico de la inseguridad y aprovechar la fuerza de una sociedad bien organizada que en otros estados está obteniendo buenos resultados. Empecemos por la integración de un OBSERVATORIO CIUDADANO cuya tarea sería la documentación sistemática sobre el desempeño de nuestros principales servidores públicos de todos los niveles de gobierno, sin olvidarnos de nuestros políticos quienes también viven de nuestros impuestos; esta propuesta debe ser enriquecida por los mejores hombres y mujeres que a diario estamos quejándonos del mal gobierno y no hacemos la parte que nos toca para exigirle que cumpla con nuestro mandato.
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