Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Acaponeta, conocida como la Atenas de Nayarit, tiene entre sus artistas reconocidos talentos también en las artes plásticas, Vladimir Cora, con renombre internacional; Nicolás Contreras Sánchez, destacado integrante de la plástica nayarita y otros más que vienen siendo conocidos en el Estado de Nayarit y tratan de abrirse paso en el difícil mercado del arte. Uno de sus más jóvenes exponentes es Néstor Chávez Pérez, mejor conocido como Tito, quien nace en el año de 1974 en Los Mochis, Sinaloa y es hijo del Cronista Municipal de Acaponeta, Néstor Chávez Gradilla y de la Sra. Pili Pérez de Chávez. Tito pasa su niñez y su adolescencia en Acaponeta, donde el plácido y relajante ambiente provinciano lo penetra e influye en su sensibilidad. Muy joven se entrega a dibujar y a pintar por su afán de satisfacer la urgencia de comunicación, además de que su padre y algunos otros familiares también han practicado la pintura y, considera que, de alguna forma influyeron en él.
En 1992 viaja a la ciudad de México y toma cursos en la famosa y reconocida Academia de San Carlos. Tiempo después, regresa a la ciudad de Guadalajara, Jal. y en 1993 se resuelve a realizar intensamente sus estudios a nivel profesional de Diseño Gáfico en la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA).
En el transcurso de su carrera profesional, Tito Chávez participa en diferentes actividades culturales, comenzando con una exposición en al conocido restaurante “El Corral” de Acaponeta, propiedad del Arq. Sergio Tirado, quien promovía la pintura de artistas locales, logrando Tito vender una der sus obras, lo que le fue motivante e incentivó aún más el deseo de continuar pintando. Esto provocó que Chávez Pérez, expusiera fuera de su lugar de residencia, exponiendo en diferentes universidades de manera formal.
Su continua búsqueda de temas, ideas, técnicas y formas en las escuelas y corrientes pictóricas, algunas de ellas en plena efervescencia artística, lo llevaron a fincarse en lo que él llama, el hiperrealismo fantástico, explicando, que son temas mucho más allá de lo real, donde combina el surrealismo con la fantasía pura, todo con acabados de gran fidelidad.
Ahora, Néstor Chávez, buscando mejores oportunidades y calidad de vida, emigra a la Unión Americana, concretamente en California, el área de la Ciudad de Los Ángeles, donde hace murales decorativos en espacios residenciales, donde hayn un decorador de interiores que sirve de intermediario entre él como artista y el propietario de la mansión y, dependiendo del estilo arquitectónico de la finca, es el tema y los murales que se realizan, destacando los estilos francés, inglés, italiano, art nouveau o bien réplicas de artistas y obras famosas como Miguel Ángel y otros muchos ornamentos decorativos para estas mansiones en lugares residenciales de esa parte de los Estados Unidos. Son murales muy parecidos a los que se ven en distintos inmuebles de Las Vegas. Para este trabajo Tito Chávez utiliza diferentes pinturas especiales con pigmentos a base agua, que antiguamente eran conocidos como “frescos”, pero ahora con materiales modernos y más sofisticados sobre superficies con un recubrimiento preprado previamente. Explica Tito, que la palabra fresco, ha quedado solo como vocablo de uso, ya que hay que recordar que un “fresco” era una pintura realizada sobre una superficie cubierta con una delgada capa de yeso, en la cual se iba aplicando cal apagada y cuando la última capa está todavía húmeda, se trabajaba sobre ella, de ahí su nombre, pero esas técnicas han quedado en desuso gracias a las nuevas pinturas que profusamente se encuentran en el mercado.
Su incursión en este mercado artístico-laboral fue de manera accidental, ya que a unos conocidos de su familia, les mostró fotos de sus trabajos de él en California, propietarios de restaurantes mexicanos, donde pintó a varios parroquianos en vivo, en una prueba que le hicieron, lo que le gustó a varios de estos comensales americanos, que al ver la calidad de sus trabajos, le comenzaron a pedir sus datos, reconoce que él no iba a eso a la Unión Americana, pero que hizo un mural a un médico y de ahí se le vinieron pedidos en cascada y como económicamente es bien pagado, a pesar de la crisis que se dio en el medio de la construcción y de los bienes raíces en Estados Unidos que ocasionó una baja en demanda, aunque, explica, este tipo de trabajos se dan en ciudades caras como Beverly Hills, Santa Mónica o Malibú, donde se concentra la gente adinerada y que, con crisis o sin ella, siempre están dispuestos a pagar por estos murales decorativos. Reconoce que durante cuatro años estuvo bregando contra corriente para entrar en este medio en los lugares mencionados, no por competencia, sino por las propias personas que solicitan sus servicios, gente de mucho dinero que exige un máximo de calidad. “Afortunadamente, dice, casi todos ellos tienen lazos familiares y lo fueron recomendando, porque además, si ellos no lo conocen a uno, no te permiten la entrada y menos pintar una sola raya en sus muros”.
A la pregunta de si en México existe un mercado para su labor, Chávez Pérez, comenta que sí existe principalmente en lugares portuarios, gente influyente del Distrito Federal, o bien personas de alto nivel económico como empresarios que quieren ver decoradas sus viviendas. Explica que como finalmente su propuesta artística es el muralismo, bien se puede realizar su tarea en edificios públicos, casas de cultura, palacios, etc. Menciona que en cualquier espacio puede pintar murales y que en Estados Unidos ha hecho trabajos en habitaciones donde una señora va a tener bebés, hasta gigantescas mansiones de Beverly Hills.
Respecto a la pintura de caballete que venía realizando, Tito Chávez manifiesta que su labor de muralista lo alejó por siete años del caballete, pero ahora que descansa y se ha tomado unas vacaciones en su querida Acaponeta ha retomado los pinceles y lienzos, que además lo relajan del stress que le ha provocado la pintura mural a lo largo de los años. Agrega que en actualidad y gozando su estancia en la Ciudad de las Gardenias, ha sufrido una “incontinencia creativa” y ha planeado hacer algo que nunca ha hecho, propuesta parecida a su anterior obra, pero con otro trato respecto a color, con más fuerza y creatividad. Adelanta que ya el Ayuntamiento de Tecuala lo ha invitado a exponer, pero quisiera antes hacer algo en su Acaponeta.
Al opinar sobre actividad cultural de México explica: “Veo que a las artes plásticas en nuestro país, se les da más empuje; pienso que hay gente mucho más creativa en México, con muchísimo potencial que en Estados Unidos, allá, continúa, los artistas se abocan principalmente al graffiti, al cual magnifican y hay, en contraparte, muy pocos artistas plásticos reconocidos a nivel internacional; en México, desde mi punto de vista, las artes pláticas son mejor tratadas”.
Admira, por otra parte, el trabajo realizado por artistas de Acaponeta como Vladimir Cora y Nicolás Contreras. Respecto al primero, le aplaude sus tendencias artísticas.
Luego de siete años fuera de Acaponeta, encuentra el ambiente cultural desunido, explica: “Veo el ambiente frío, desplazado en sus diferentes partes, no hay unión en la cuestión artística y cultural, veo como una actividad en pedazos, sin control, ni unión”.
Respecto a su futuro, comenta que radicará en México y hará viajes a Estados Unidos para cumplir con los pedidos de murales que le encarguen, teniendo como base su país natal, donde ha resultado no ser profeta en su tierra, porque, no lo dice él, Néstor “Tito” Chávez Pérez, no ha tenido nunca un reconocimiento en su país natal.
Así es como los artistas nayaritas –y en ocasiones profesionistas en otros medios y ámbitos culturales o académicos-- se han abierto paso en otras latitudes, con gran éxito, que a veces pasa desapercibido en nuestra tierra. Deseamos que Tito siga poniendo en alto los nombre de Acaponeta y Nayarit.
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