sábado, 5 de febrero de 2011

NADA PERSONAL


Maestros en el arte de la pirotecnia verbal.

Por: Juan Fregoso.
Los aspirantes de la alianza PAN-PRD a la gubernatura de Nayarit, Guadalupe Acosta Naranjo y Martha Elena García Gómez, andan trenzados en una feroz batalla, con tal de ganar la candidatura y posteriormente Palacio de Gobierno,—y  no Palacio Nacional—,como lo dijo en un exabrupto públicamente, el propio Naranjo, el pasado 15 de enero en la ciudad de Acaponeta. Y esto no es nuevo, ya lo hemos consignado en esta columna con datos que revelan la mutua antipatía de ambos contendientes, porque tanto el uno como la otra se atacan irracionalmente, lo que implica una falta de respeto al pueblo que pretenden gobernar.


  En aquella asamblea del 15 de enero, Naranjo presumió que nadie, ni nada los dividiría, que si Martha resultaba ser la candidata por la santa alianza él se sumaría a su campaña, sin embargo, finalmente les ganó la soberbia, no pudieron reprimir sus verdaderas emociones y esto los ha llevado a entablar una batalla campal que los exhibe como lo que realmente son: maestros en la pirotecnia verbal, capaces de incendiar con su verba demagógica a la propia militancia perredista, y en un momento dado, hasta al propio estado al que pretenden dirigir. Al fin y al cabo, dirán, el fin justifica los medios.

  Empero, lo sorprendente de este sainete es que Naranjo siendo un político “fogueado” haya empezado a lloriquear, pues no pudiendo contenerse ha filtrado a los medios de comunicación que está siendo objeto de ataques por el equipo marthista. Incluso, les pone nombres y apellidos a sus detractores, afirma que el cerebro de la andanada de golpes en su contra es Carlos Hernández Ibarría, el tenebroso Talibán, y del ex procurador general de justicia, Jorge Armando Bañuelos Ahumada, entre otros. Es posible que dichos personajes tengan que ver en esta campaña antinaranjista, pero es evidente que los antecedentes de Acosta Naranjo, son los medios de que se están valiendo sus adversarios para denostarlo y menoscabar su sacrosanta imagen de político traidor.

  La biografía política de Guadalupe Acosta lo exhibe de cuerpo entero. Baste recordar que el sinaloense le arrebató a Alejandro Encinas la presidencia nacional del PRD, luego, al reconocer la legitimidad de Felipe Calderón traicionó a Andrés Manuel López Obrador. Como cabeza del chuchismo, en ese entonces, negoció con el extinto Juan Camilo Mouriño Terrazo, la reforma petrolera con miras a su privatización, esto le valió construir un acuerdo con el malogrado funcionario, quien a cambio de la genuflexión de Naranjo, según trascendió, le prometió desde entonces la gubernatura de Nayarit, pero Mouriño Terrazo murió en un trágico accidente aéreo y en circunstancias hartamente sospechosas. En esta lógica cabe preguntarse si el acuerdo firmado con el otrora poderoso jefe de la Oficina de la Presidencia sigue vigente a través de su sucesor, mas lo cierto es que tras la muerte de Juan Camilo Mouriño, Naranjo perdió fuerzas, fuerzas que ahora trata de recuperar a base de mentiras bien hilvanadas para continuar en el poder y seguir engañando al pueblo.

  En 1993, Guadalupe Acosta vendió el movimiento del acaponetense Juan Ramón López Tirado, a la sazón candidato a gobernador por el PRD en aquellos años; sumiso como es, se le hincó al ex gobernador Rigoberto Ochoa Zaragoza, para que éste no lo encarcelara, ya que tenía en su contra una denuncia por la comisión de delitos federales, al parecer, Ochoa Zaragoza fue indulgente con el hoy aspirante a gobernador. Sin embargo, al dejar la gubernatura Rigoberto Ochoa, llegaron los “vientos del cambio” con Antonio Echevarría, y pese a ser parte del gabinete toñista, esos mismos vientos lo arrojaron al Cereso y posteriormente fue destituido del gabinete del echevarrismo.
   
  En sus apasionadas giras de trabajo, Naranjo nunca ha mencionado la estrecha amistad que sostenía con el ex alcalde de Quintana Roo, Gregorio Greg Sánchez, quien actualmente se encuentra preso en el CEFERESO número 4 de la ciudad de Tepic. Greg Sánchez enfrenta los cargos relacionados con la delincuencia organizada y narcotráfico. Por otra parte, Guadalupe Acosta se olvida que gracias a él tomó protesta como diputado federal Godoy Toscano, al  introducirlo subrepticiamente en su camioneta al Palacio de San Lázaro. No le importó en lo más mínimo que sobre Godoy pesara una orden de aprehensión por delitos contra la salud y delincuencia organizada. Tampoco se acuerda que uno de sus empleados—de Naranjo—se enfrentó a tiros contra militares y policías de Tepic. La prensa nacional dio cuenta que este empleado trabajaba como distribuidor de volantes en la Fundación Gana.

  Y en el colmo del cinismo, Acosta Naranjo en su calidad de presidente interino del PRD, hizo diputada federal, nada más y nada menos, que a su esposa, Sonia Noelia Ibarra, la cual ulteriormente fue acusada por sus propios correligionarios de haberse robado, algo así, como 33 millones de pesos, ilícito que cometió durante su ejercicio como legisladora plurinominal. Y ese dinero jamás apareció, se esfumó por arte de magia, quizá ahora que su ínclito marido trabaja para ser gobernador esos millones de pesos sean aplicados en la campaña política de resultar ser el candidato de la santa alianza integrada por el PRD y la ultraderecha más recalcitrante, la misma que ha bañado de sangre a todo el país.

  Así pues, Naranjo no tiene porqué quejarse ante los embates de Martha Elena García, quien no hace más que defender el suculento pastel que representa la gubernatura de Nayarit. Es su propio pasado el que refleja en toda su dimensión la verdadera personalidad del sinaloense, quien hoy nos quiere hacer creer que es un político honrado, con buenas intenciones de sacar adelante al pueblo nayarita. En realidad, Naranjo no tiene solvencia moral para refutar a su ex patrona ni a sus achichincles, que no son más que mandaderos de ésta. Por tanto, si Guadalupe Acosta quiere de veras ayudar a los nayaritas, debería hablar con la verdad por delante, porque es muy fácil ver los errores de los demás y muy difícil ver o reconocer los propios. Entonces, ¿por qué llora Naranjo? 


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