miércoles, 16 de febrero de 2011

¿TE TOCA?



¿No les ha pasado que hay días en los que se sienten como moscas en una botella? Días en los que pueden ver perfectamente el horizonte, el camino que desean tomar; camino que parece tan claro que confías en él y te echas a andar con tal seguridad que cuando menos piensas la frente ha sido golpeada una y otra vez con el férreo cristal que nos atrapa.
Comienzas de nuevo el arranque, das vuelta al mismo círculo y al final las alas te duelen al grado de pensar que nunca más podrás usarlas de nuevo. Te detienes, ves a tu alrededor y te das cuenta por fin que el camino no era tan claro, y no sólo eso, sino que hay un ruido tal en la botella que ahora no sólo eres miope sino un poco sordo.
Escuchas la armonía melódica de los timbres de teléfono al mismo tiempo y con la variedad de sonidos que de repente te sientes parte de una secuencia de terror dirigida por Hitchcock, o mejor aún, el canto de las sirenas, pero no de aquellas que perdieron a Ulises sino de las ambulancias que lloran más por la incapacidad de explicar y comprender lo que pasa en este extraño e imparable mundo, que por la perdida y el daño de alguna persona.
No te pasa que enciendes la TV y en lugar de encontrar esparcimiento se genera un stress inmanente porque sólo  ves muerte, atentados, suicidios, homicidios;  en el mejor de los casos enciendes la radio y escuchas el narcocorrido de moda, el nuevo CD de Britney, el último escándalo de la farándula consistente en que ahora son los políticos quienes se llevan los reflectores y te conformas con saber el triste y confuso final de la novela “Felipito, pan y vino”.
No hay días en los que dices, ¿por qué vivo esta vida?, ¿por qué me visto de esta manera? ¿por qué como esta comida? ¿por qué vivo en esta casa? ¿por qué soy consciente de que en el fondo de esta mediocridad tan grande se esconde un talento insuperable? ¿Cómo hago para expresar todo lo grande que soy y me siento? ¿Cómo hago para convencerme de que no soy estúpido?
Yo si me he preguntado estas cosas pero han sido tantas las veces que la única solución que encuentro es dejar que pase… sin que me toque.

Shío·López

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