Por: Juan Manuel
Estarrón
Derivado
de la mediocridad, opacidad y entreguismo de esta y las anteriores legislaturas
es que surge la necesidad de iniciar un verdadero cambio en uno de los poderes
más importantes; por encima –creo yo- del Ejecutivo debería estar el congreso
estatal, porque su denominación es muy clara: ejecutivo se deriva del verbo ejecutar todo lo que acuerde, disponga,
ordene y mande el poder legislativo,
o sea la voz del pueblo.
Pero ¿con qué nos hemos topado, Sancho? Con
que el Ejecutivo siempre está encaramado sobre el resto de poderes imponiendo
sus caprichos, legislando y ejecutando a la misma vez ejerciendo el poder
absoluto en detrimento de la soberanía y del equilibrio de poderes como mandato
supremo de nuestras leyes.
La intromisión del Ejecutivo hasta en la
vida de las organizaciones políticas ha sido tan destacada como desvergonzada
que líderes de su mismo partido lo manifiestan públicamente; lo que antes era
para consumo interno y hermético ahora circula en frases como “que el Gobernador saque las manos del
proceso electoral” “que el Gobernador viola el principio fundamental de la
democracia: imparcialidad”.
Y así por el estilo, su política de
imposiciones llevó al borde de la irritación hasta aquellos furibundos
defensores del “Yo sí soy del Cómo sí”, por cierto una frase hecha para el incondicional apoyo el abusivo
emplacamiento del 2010, un slogan para decir sí a todo lo que su majestad el
Virrey ordenara.
Si ya sus acólitos incondicionales no
soportan sus abusos, qué decir de la inmensa mayoría de la población que está
harta de sus atropellos donde sea que este reyezuelo ponga sus extremidades o
deje de ponerlas como chivo en cristalería; qué le espera a la oposición en los
días por venir con un proceso electoral preparado, supervisado y ejecutado por
su “ola roja” cuando el autócrata exige a quien sea el abanderado del PRI una
cuota personal del 75 % del pastel.
Dentro de ese porcentaje reclama la mayoría
de diputados de mayoría y plurinominales porque sabe que aún perdiendo la
gubernatura quedaría un verdadero fortín donde se estrellaría cualquier intento
de un gobernador(a) que osara llamarlo al bramadero a rendir cuentas de los
evidentes actos de corrupción que indican malos manejos en todas las áreas de
su administración.
Al cerrarle una ruta de escape, la XXIX
Legislatura cuando negó la reforma a la Constitución Política del Estado para
facultarlo en el nombramiento de un nuevo procurador general de justicia para
los siguientes cinco años, a nuestro Góber le queda la única facultad del dedazo para ordenarle a su candidato
–si triunfa el 03 de julio- quién deba ser el procurador; pero en caso de que
se haga bolas el engrudo, desde ya anda palomeando no los mejores sino los más
leales y serviciales candidatos a diputados.
A fines del año anterior advertíamos de
esta gran falla de los partidos políticos: la escasa importancia que conceden a
los futuros legisladores, ofreciendo esos puestos casi como premios de
consolación sin fijarse en el perfil; lo resultados desastrosos los estamos
viendo no muy lejos en esta XXIX legislatura con más de la mitad de
diputados(as) sin oficio político siquiera, cuantimás dominando alguna materia
para legislar y en esas condiciones de supina ignorancia fueron pasto de un
autócrata que a su primer $ombrerazo
se les arrugó todo el cuero.
Esa mayoría sin perfil de y para nada
aceptó los actos de corrupción porque consideraban normales aquellas prácticas
parlamentarias de los llamados consensos
institucionales por venir vía Ejecutivo y a cambio aceptar algunas
compensaciones en almoneda por el supuesto buen desempeño en comisiones y en el
pleno al aprobar sin chistar las más absurdas leyes y decretos.
Pero así los ocupa el monarca, de bajo
perfil para suplirlos a la hora de legislar; lo que no se justifica es que la
coalición “Nayarit, Paz y Trabajo” –en este caso- caiga en el mismo juego; con
la negra experiencia del 2008 con los diputados representativos de Huajicori,
Tecuala y Acaponeta, debieran de poner mayor cuidado al escoger los mejores perfiles
para que nos representen en el Congreso local, con la misma importancia al
seleccionar los candidatos a presidente municipales.
Valor nos sobra a todos los ciudadanos para
buscar una candidatura de diputado porque nos resuelve el problema económico
durante algunos años si somos capaces de administrar bien lo que lícita o
ilícitamente pudiéramos obtener durante los tres años de “legislar”; pero no se
trata de ir a hacer algunas gestiones particulares y con eso justificar el pase
de lista.
Estamos hablando de un perfil que no
cualquier licenciado en esto o en aquello, y menos en quien apenas cursó una
preparatoria ya los anima a “sacrificarse” por el pueblo y aunque juren hacerlo
con un valor suicida sencillamente no podrán cumplirnos porque jamás lograrán
producir manzanas siendo chayotes.
Por eso la XXX Legislatura local tendrá qué
superar las debilidades de la actual si se aspira a construir un verdadero equilibrio de poderes y esa tarea corresponde a la coalición
“Nayarit, Paz y Trabajo” porque los otros ya no tienen lucha; para esto se
ocuparía olvidarse de compromisos políticos y las perjudiciales cuotas de poder. ¿Se podría, diputado
Acosta Naranjo?
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