Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
No me queda duda de que gobernar, así se trate de un
municipio pobretón como el de Acaponeta, es una tarea difícil, y si no fuera
porque no es un secreto que muchos de los que ahí llegan, salen con las manos
ricas en joyas y dineros, me preguntaría ingenuamente ¿por qué se pelean tanto
por un Ayuntamiento que recibe tan pocos ingresos, casi siempre recortados?
¿Por qué ese afán de gobernar un lugar donde el 99.99% de los que acuden van a
pedir y solo unos poquísimos llevan algo para dejar?
Ante este panorama y entorno, se ha “reconstruido” la
fuente de la plaza de Acaponeta, y la verdad es que a muchos no ha agradado,
pero hay que decir que a otros sí, los cuales dicen: “peor estaba”, lo que no
es de ninguna manera un consuelo para un ayuntamiento que ya no sabe como
agradar a la ciudadanía.
Mi opinión, muy personal por cierto, es que no es, desde
luego, la mejor fuente del mundo –cómo iba a serlo--, pero tampoco es la más
espantosa del planeta –cómo iba a serlo--. Es sabido que en gustos se rompen
géneros y cada uno tendrá su muy particular punto de vista u opinión. El caso
es que la fuente se llenó de ranas, que aunque son de piedra, rana se quedan,
lo cual tampoco es una novedad, ya que tengo entendido que allá por los años
veinte, en los albores del siglo XX, existían unas piletas –más que llamarles
fuentes—las cuales fueron retiradas por peligrosas, pues no eran más que unos
fosos rodeados de un pequeño pretil donde la gente se sentaba; se contaba con
dos, una en la parte norte de la plaza y otra en la porción sur, ambas a un
costado del kiosco, aproximadamente donde hoy están la estatuas de Juan
Espinosa Bávara y de Miguel Hidalgo. La gente de entonces las llamaba “las fuentes
de ranas”, ignoro, porque en la foto no se aprecia, si efectivamente había
algunas ranas ornando las fuentes, como hoy tenemos en la actual plaza, pero
así las nombraban.
Debo decir, y ya comenté en anterior escrito, que la
fuente anterior no tenía ningún chiste o belleza, como algunos quieren hacernos
creer, no era más que una especie de hongo invertido en medio de la pila que
aventaba con vigor el chorro de agua, siete u ocho tubos que lanzaban agua al
hongo, los muretes con una bonita –esa sí—loseta tipo piedra volcánica y un
declive empedrado. Es todo, nada del otro mundo.
Por supuesto el actual ayuntamiento, desde mi
perspectiva, cayó en varios errores: primero, no ha recibido –al menos eso han
pregonado siempre—la plaza municipal construida o terminada como debe de ser, y
el error no es ese –hasta creo que han hecho bien--, pero tampoco nunca se ha
visto que peleen con los contratistas o el gobierno del Estado, por la
porquería que hicieron. La gran mayoría de la población culpa a Efraín “El Gallo”
Arellano de la destrucción de la plaza y su posterior “reconstrucción”, nada
más erróneo, el verdadero culpable es el Gobierno del Estado de Nayarit, que
prácticamente obligó al anterior presidente a hacer esa obra y que terminó en
una desgracia que no tiene mucha forma. El error que veo con el gobierno del
Dr. Saulo Lora, fue el de la indecisión, pues primero anunció –en una rueda de
prensa incluso—el proyecto de una fuente monumental, muy atractiva, con luces y
música que harían bailar los chorros de agua –muy al estilo de las fuentes de
Las Vegas--, cosa que no se hizo, así como otros anuncios que ahí se vertieron
(el mesón de los deportes, convertir el auditorio en un teatro, etc.). A partir
de ahí, se hicieron muy desafortunados intentos de reconstrucción de la fuente,
que lo único que ocasionaron fue desperdiciar el dinero, pues nunca concluyeron
en nada. Luego vino un grupo ciudadano, que intentó sumar esfuerzos con el
gobierno municipal y que preveía la construcción de la ya muy mentada fuente, se
hicieron dos o tres reuniones, sin mayores logros, pues al parecer una de las
damas que comandaba el grupo, quería hacer su voluntad y todo terminó en
fracaso y más denostaciones contra la administración saulista. Aquí la
enseñanza fue, no anuncies nada hasta que tengas los billetes en la mano, pues
“del plato a la boca se cae la sopa”, y otra, no pidas la opinión del pueblo,
pues 38 mil ideas van a convertirse en 37 mil 999 desacuerdos cuando tomes la
decisión final. Haz y que Dios te coja confesado. Recuérdese la pintura del
templo de Nuestra Señora de la Asunción, que a nadie gustó, pero cuando el Sr.
Cura José de Jesús Enríquez citó a la feligresía y al público en general a dar
su opinión, solo 10 ó 12 interesados se presentaron.
Lo subjetivo del tema es lo que causa polémica, pues
podemos decir, como ya opinan muchos: “Acaponeta se merece otra fuente”, es
cierto y si colocamos ahí la mismísima fuente de Trevi o la de la Cibeles o
hasta la del Hotel Belaggio, siempre habrá quien diga que se exageró y que solo
se gastó un dinero que hace más falta a los pobres. Si se pone algo modesto
como lo que hay, acorde a los presupuestos del municipio de las gardenias, las
mayorías dirán: “se puedo haber hecho más, trinche gobierno rascuache”. Es
igualito que la historia del hombre, el niño y el burro que ya todos saben.
Lo peor es que los procesos sociales y de identidad se
mueven a veces en direcciones tan disímiles que luego no se entienden, es
decir, no dude Usted que dentro de 50 ó 100 años, esa fuente de las ranas, sea
uno de los símbolos del pueblo. Así es esto de la cultura y sus significados.
Lo que sí, no debemos aceptar, es que luego nos salgan
con que la fuente costó 10 millones de pesos, cuando sabemos que no sale más
que en una bicoca –por decir algo--.
Veámoslo por el lado amable, y digamos que ya tenemos
fuente, incluso la fea piña que la corona, es motivo para que en el futuro sea
cambiada por algo más atractivo, no sé, quizá alguna atractiva estatua de
bronce de una “diosa del agua” como la de Tepic o algo semejante, tal vez una
hermosa gardenia de metal y que no se les ocurra hacer el monumento a Alí
Chumacero, no porque no lo merezca, sino porque ya se le ha honrado muchas
veces, en vida y ahora fallecido.
Por ahora hay que esperar a que que de vez en cuando la
enciendan y el chorro suba alto, las ranas escupan recio y el sonido del agua
brincando sea un paliativo contra las preocupaciones diarias o nos refresque un
poco cuando de veras la canícula pesada nos alcance.
4 comentarios:
Lo que necesita Acaponeta no es una fuente, es cultura.
La cultura de aceptar las cosas como son, la cultura de la tolerancia ( que ahora aparece como valor), la cultura del aprecio por los demás sea del color y partido que fuere.
Un saludo para todos.
Señores efectivamente, acaponeta, necesita de gente unida que promueva el conocimiento mutuo como ocasion de servir, de gente valiosa que se preocupe y combata con valor civil la mediocridad, desfachatez y la corrupcion de politicos anclados en el pasado. Ya es hora de despertar, y de no permitir jamas las practicas oscuras de dizque politicos que tanto daño hicieron a nuestro municipio. Vamos por buen camino. Lo mejor esta por venir.
A que las ranas, Dr. Saulo no supiste ni donde te metiste con tanto Alacrán.
DE QUÉ ME HABLA SEÑOR MINISTRO? DE QUÉ ME HABLA? DOBLE.........MORAL
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