Por: Juan J. Gaspar G.
TEMAS DE CONVERSACIÓN, CON UN PROFE DE RANCHO
QUÉ LEJOS ESTOY DEL SUELO DONDE HE NACIDO... Qué
inmensa nostalgia invade mi pensamiento... y no es propiamente la
lejanía, sino la imposibilidad de acercarse a su terruño. Vaya un
saludo a los que se encuentran más cerca, muy cerca, pero también a los
que están más alejados de mi añorado Tepic.
Cada
que salgo a recorrer estos tramos de arquitectura urbanizable, que han
sido amontonados desde hace siglos, bajo caprichosas edificaciones de
adobe, hormigón, cantera, o adocreto, irregularmente alineadas, por
callejuelas de piedra o embalizadas avenidas de fisonomía postmoderna,
no puedo dejar al olvido al Tepic de hoy, con sus cráteres a media
calle, sus amontonamientos de fetideces, en los arrinconados cruces de
sus más pobres colonias. Amealco, al Sur de Querétaro no es una
ciudad, pero para allá camina. Tepic, ha sido Ciudad desde que era un
pequeño cuadro de avenidas empedradas, en el Mexico afrancesado del
siglo XIX. Amealco lleva apenas cuatrocientos cincuentaytantos años de
promoción jurídico-político-ideológica. Antes era un extenso llano,
plagado de nopaleras y magueyales, soberbiamente irrigado por
innumerables ojillos de agua, terreno de disputa entre pames, otomíes,
náhuatls y chichimecas.
AMEALCO Y TEPIC... CARTOGRAFÍA DE LA OPRESIÓN, EN ESAS CIUDADES DONDE SEGUN SE VIVE MEJOR
Tepic,
ahhh, Tepic... Terreno de viejas disputas extracoloniales. Familias
adineradas que llegaron desde distintas latitudes, con títulos
nobiliarios, con cartas militares y ordenanzas religiosas. Minorías
que llegaron y no pudieron irse. Los Aguirre, los Borbón, los Iriarte,
después los Pantoja, los Carrillo, los Mercado, los Menchaca,
Echeverría, Navarrete, y una interminable oleada migratoria de gente
adinerada, o hambrienta de dinero, que vino a sentar cabeza en el Valle
de Matatipac, sabedores de que el gran futuro para la gente adinerada,
era exprimir hasta la saciedad los recursos de estas ricas tierras y
mantener contento al inagotable venero de los ignorantes, de los
ignorantes pobres. Amealco,
Tepic, demarcaciones urbanas muy
distintas, pero con grandes similitudes. La misma estratificación
social que nos legó un bicentenario de fracasos, atropellos, disputas y
resentimientos oligárquicos; la misma ambientación cultural, de gentes
encachuchadas, que se saludan lacónicamente, con un hola, güey y se despiden con un ¡a´i nos vemos primo!
Amealco,
Tepic... patrullados de día y de noche por uniformados federales, con
retenes de soldados y viejitos que escupen desconfiados al suelo... Los
guachos y los cuicos armados hasta los dientes (sean de Tepic o de
Amealco), te miran con caras de pocos amigos, tal y como si
tuvieran en sus propios himnos, una extraña frase que dijera:
<<Piensa, Oh águila mocha, que el cielo, un sicario en cada hijo
te dio.>>
EN AMEALCO NO HAY TSUNAMIS, PERO DE QUE HAY TEMORES LOS HAY
Y es que el miedo no anda en burro. Desde
hace varias semanas se conjuntan diversas ramas noticiosas, que poco
parecen relacionarse con la catástriofe japonesa o la tejocotiza
recibida por la familia Khadaffi. Se advierte un clima de
incertidumbre por la presencia de grupos delictivos que se hacen llamar
"Nueva Familia Michoacana". La gente vive preocupada, desde aquel que
tiene tierras y bodegas, hasta el cachuchudo o la enrebozada, que mes
tras mes visita los bancos a recoger sus reducidos fondos de
inversión. Hace un par de semanas le cayeron al Director de mi escuela, le hicieron una sorpresiva visita domiciliaria y
encañonándolo sustrajéronle de su caja fuerte, la irrisoria suma de 53
mil devaluados pesos. Ya hubo un par de secuestros, en agravio de un
Doctor y una profesora de primaria... No se miden esos delincuentes
organizados. Hasta yo, que ando de pelagatos, trato de no enseñar la
marmaja, no vaya a ser que me confundan con mis magnates directivos, que
cobran arriba de diez mil pesos quincenales, más sobresueldos, bonos y
demas prestaciones. Ya nadie cree en los profes pobretones...
solamente yo y mi conciencia así que no hay por que temer... ¡de algo te
vas a morir, Gasparín!
¿SERÁ EL CULPABLE VOLTAIRE?
UN CUENTO, ESCRITO IMPROVISADAMENTE, CON AMOR, PARA EL MOJADO QUE AÚN LLEVAMOS DENTRO
Esto
que pasó no fue producto de un delirio, no es la sacudida de un
repentino y tangencial arrebato onírico... aunque les parezca ficción,
es un hilo comunicante con la triste pesadilla que alguna vez tuvimos,
pero que forma parte de la vida real en la cotidiana existencia de
millones, de millones de compatriotas nuestros que sobreviven mas allá
de las fronteras.
Estaba por cerrar esas amarillentas páginas de Los miserables, cuando
un fuerte vendaval, golpeo los dinteles de la puerta y arremetió contra
todo lo que estaba acomodado o tirado adentro de mi cuarto. Si
aquello era el extremo de una tolvanera, hizo su fatal remolino en el
lugar adonde estaba por cerrar mis ojos para dormitar. Imposible, el
libro en cuestión voló por los aires, al igual que un atado de garras
que había tendido para protegerlas del enloquecido sereno primaveral, yo
mismo salí empujado por el furioso torbellino que parecía haber sido
mandado por alguien alevosamente declarado enemigo de mis pacificidades,
arrebatos o enfados.
Salí casi disparado de mi habitación,
dando traspiés hasta la callejuela que atravieza El jacal de la
Piedad. El viento no se quedó encerrado, me siguió empujando,
empujando y yo de plano me dejé llevar por ese ventarrón, al fin que
sueño me faltaba y ganas por desvelarme sobraban... así que continué,
caminando, caminando por esa pedregosa calle, enmedio de feroces y
enfadosos ladridos y alaridos de perros. A un lado del atrio un
pequeño grupo de borrachines discutían acerca de variados temas,
verdaderamente enredados, mas que confundidos o desinformados. Hace
unos días trajeron el cuerpo de un paisano golpeado por la policía
tejana. Más negro que el luto familiar era el silencio y la censura,
convertida en chisme por parte de la gente que exclamaba: "Si era un
vicioso que ya ni trabajaba... ya tenía deportación y aún así quería
seguir allá..."
Luis N. Carmona... Uno de los tantos miles o
millones de paisanos que salieron del pais, que cruzaron la frontera
norte... no para concretizar un sueño, sino para huir de sus horrribles
pesadillas de pobreza y de marginación. Luis, prototipo del muchacho
que emigra, que va y viene cada tres o cuatro años, hasta que los
operativos de la migra, la pérdida de los afectos familiares y los
artificios adictivos de aquella sociedad, los llaman al destierro y al
fatal desarraigo.
--Mira, Primo, que nosotros, aunque sea con
frijol y maíz, con el favor de Dios ahí la vamos pasando... Fele, un
sujeto chaparrón, así lo declaraba, con su tembloroso cuerpo, adormecido
por litros de mezcal y su mente obnubilado por ideas y sentimientos
contrapuestos...
--Ni madre... --Dije yo, entre mis
sonambulismos... La culpa es de este sistema, hacedor de gentes,
cuyas existencias tan burdas, triviales e inútiles, lejos de poblar de
ilusiones y esperanzas las mentalidades de las nuevas generaciones, solo
arrastran viejas deudas y gastos funerarios a sus ya endrogadas
familias.
Al igual que Luis N. Carmona yo me sentí más de alguna vez
excluido por esta sociedad sureña, que ya no cree en la magnificencia
azteca, el sueño libertario de los criollos o las reivindicaciones de
los viejos cacique revolucionarios y sus modernos herederos, los
hipócritas gobernantes que firman con la zurda, enbornando las apeletas
oficiales con su águila mocha.
Ya cuando pasó la tremenda
ventisca, me despedí de aquellos embriagados pro-hombres, desairándoles
sus apestosos pistos de pulque babeante y espumoso, que pasados de mano
en mano, sobre cochambrosa ánfora de plástico, incitaban al desorden y
al enfrentamiento.
De regreso me acordé de los tropiezos del
mojado, que sin hacer caso de la Ley de Morphie, se sacude de sus
negatividades para salir a enfrentarse a su destino. Recordar los
pasajes de segunda, por aire o por tierra... su tormentoso paso por
Tecate, por Laredo o Sonoíta... las interminables horas de angustia, de
hambre, desesperación y de miedo... Su cruce por la accidentada y
peligrosa línea, temiendo más que el ataque de la peligrosa fauna del
desierto, de los ataques de la criminalidad que vive en la frontera y
sus aliados, los uniformados verdes, que no se sabe si son guardias
fronterizos o matones a sueldo. Recordar que así como yo iba caminando
mirando al cielo, sabiendo que este fin de semana estaría con mi
familia, otros pobres estrarían mordiendo el polvo, enmedio de barrancos
y desiertos.
Cómo olvidar a los que andan de un lugar a otro
vendiendo sus esfuerzos, de una comarca a otra huyéndole a la migra o
escondiéndose en fétidas cocinas o bodegas, intercambiando la protección
de sus patrones gringos, por un mísero jornal, siempre viviendo
escondido, en espantoso cautiverio.
Los miserables,
el libro que fue arrebatado por los vientos, casi a punto de caer en el
sueño, me hizo de nuevo despertar y mirar hacia el cielo. La
gigantesca constelacion de Orión apuntando hacia el norte y mis
pensamientos llevándome a mirar el glorioso despertar de la América del
Sur. La luna esplendorosa lanzó sus destellos luminosos, haciéndome
recordar que un 26 de julio, del no tan lejano 1957, el sueño de unos
jóvenes barbudos, cruzaron el Golfo de México, de Veracruz a la Sierra
Maestra de Cuba, sin pensar en naufragios, ya que supo alentar el
corazón de un Continente que se niega a morir... miles o quizas
millones de estelas pude ver, antes de cerrar de nuevo la puerta,
entrando a mi empolvada habitación...
Parafraseando a Victor Hugo,
quise recordar el canto puesto en los labios de Grosvell, que enmedio
de feroz emboscada exclamó... "Si es que estoy por caer, la culpa es de Voltaire... si es que una mala me alcanza, la culpa es de..."
y murió aquel patriota, sin terminar de decir aquella frase... aunque
advertimos que la culpa de todos sus corajes sería, sin lugar a
dudas, Voltaire. Gracias al esfuerzo de millones de inmigrantes este
país aun sobrevive, ya que las migajas repartidas por los magnates que
gobiernan, estan llenándole la boca a los clasemedieros... los pobres
que entregan su vida más allá de las fronteras, saben muy bien a quien
debemos culpar...
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