Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Muchas veces lo he dicho, el fútbol nacional, es muy similar al estado que guarda el país, dicho en mexicano del más prosaico: "es un desmadre a toda madre". Digo lo anterior por lo que vi en el partido de la liga de ascenso entre "los panzas verdes" del León y "Los Xoloixcuientles" de Tijuana, donde hubo tremendo zafarrancho en la tribuna, que nadie pudo controlar, del cual hay muchos culpables que seguramente quedarán impunes y que desmuestra la gravedad de cómo está nuestro pobre país.
Para los lectores que no son muy aficionados al fútbol, diremos que estos dos equipos jugaron la semifinal de la mal llamada "Primera División A" o liga de ascenso; porque ha de saber el amable lector, que en los tiempos en que México parecía --pero no era de todos modos-- una nación "normal", el balompié, también lo era, pues había en su organización futbolera primera, segunda y tercera división; y la cosa era clara: si era un equipo bueno y que lo mereciera, estaba en la primera división y el que hacía más puntos era el campeón; por el contrario, si era el peor equipo sencillamente descendía a la división inmediata inferior, sin tocar baranda y sin complicados porcentajes que solo "el genio" que los inventó entiende. Pero México comenzó a desdibujarse como país y su fútbol también: de la noche a la mañana --así como cuando los gobernadores dicen "hágase esto y no importa lo demás"--, apareció la división de ligas: Primera División, Primera División "A" --lo cual es un absurdo--, Segunda y Tercera divisiones, así como las "liguillas", los torneos apertura y clausura, o sea lo que antes era la primera y la segunda vuelta; los porcentajes del descenso y otras babosadas como para no dar crédito.
Pero volviendo al tema del partido entre leoneses y tijuanenses, diremos que todo iba bien hasta que al árbitro le dio un calambre o un tirón en el músculo y tuvo necesidad de parar el partido que en esos momentos estaba a favor de los visitantes fronterizos por apenas un gol --dos en el global--. Atendieron al silbante, lo que provocó una suspensión de dos o tres minutos que al parecer a nadie molestaba, o casi a nadie, porque el entrenador leonés Milton Queiroz "Tita", hizo un escándalo mayúsculo y se puso a gritar como Fernández Noroña en San Lázaro, todo mientras le untaban "bálsamo de fierabrás" al árbitro que ninguna culpa tenía del tirón que le pegó su organismo y el fatal destino. Esa demostración de "machismo y valentía" del técnico de los verdes, sin duda alguna alborotó a los miles de aficionados que abarrotaron el llamado Estadio Nou Camp de León. Finalmente, los bálsamos recompusieron un poco al juez del partido y se reanudó el juego, luego de no más de 4 minutos. Lo malo para todos, especialmente para los aficionados del León, es que casi inmediatamente cayó el segundo gol, que fue como un balde de agua del volcán de Toluca sobre la humanidad de los guanajuatenses que se dieron cuenta que ese tanto era la puntilla a las esperanzas de regresar a la división mayor.
En la cancha hubo reclamos al silbante, dos o tres jugadores se jalaron las greñas, tiraron dos bofetones, ocasionando un expulsado y la rechifla a todo lo que dio de parte del "respetable" que comenzó a jalonar la malla ciclónica que separa cancha de tribuna, desatando con ello los infiernos.
Al árbitro, alguien le tuvo que decir que las cosas no andaban bien en el tendido y que lo mejor era parar el encuentro --lo que me recordó que en las emergencias nacionales, el último en enterarse es la autoridad--. Finalmente se detuvo momentaneamente el juego y los "fanáticos" lograron saltar a la cancha que ya estaba "inundada" de botellas de cervezas y toda clase de objetos-proyectil. Hombres, mujeres y niños, muchos niños, salían como Dios les daba a entender fuera del graderío, donde había un pandemonium en el cual participan, bestias disfrazadas de aficionados y policías municipales que tiraban macanazos con el mismo entusiasmo con que la pegan a las piñatas en las posadas navideñas. Algunos escapan con chichones y magullones por los túneles de acceso y no pocos por la misma malla ciclónica con rumbo a la cancha donde había más protección que arriba en la tribuna. Por supuesto los policías, como todos los cuerpos policiacos del país, demostraron que no tienen capacidad alguna de respuesta, no supieron qué hacer y no se notaba que alguna "superioridad" estuviera encabezando las maniobras de defensa o control. El caos total, como la seguridad nacional.
Para fortuna de todos, aquello no terminó en desgracia con niños muertos o heridos graves, tan solo como ya dije, cráneos con chichones y descalabradas, rodillas raspadas y clavículas doloridas. Miedo y temor, de eso sí mucho, pues las gradas estaban llenos de gorilas y orangutanes que sonaban cornetas y aventaban objetos al terreno de juego.
Luego de algunos detenidos, varios correteados, decenas de garroteados, así como muchos fumigados por los gases policiacos --que en no pocas ocasiones puso a llorar a los mismos cuicos--, aquello medio se controló; y luego de casi 20 minutos de suspensión, el árbitro, al que seguramente también le dio un calambre en el cerebelo ¡reanudó el partido! cuando aún la gente huía aterrada y lo que menos le importaba era ver a tanto mono dándose de patadas, dentro y fuera del campo de juego. ¡Vamos! la incongruencia arbitral fue tal que casi se aventó una hora más de un juego que ya no tenía remedio para los locales y que sí significaba un riesgo --incluso de vida y muerte-- de cientos de aficionados que, sangrando muchos de ellos, silbaban por la conclusión del partido.
Así en ratos parece que está el país, en manos de gente que nos gobierna sin criterio, lo mismo a nivel federal, estatal o municipal; con jueces que no saben en ocasiones ni dónde tienen la cabeza; con autoridades que no son capaces de dar respuestas rápidas a la ciudadanía en riesgo, con cuerpos policiacos deficientes e incapaces y, lo peor, con la impunidad como sello de la casa, pues yo le aseguro amable lector que de los detenidos, a estas horas, nadie está en la cárcel por ese gravísimo incidente y --no digo que se va a volver a repetir, porque esta es la segunda vez que eso sucede en ese estadio-- las autoridades futbolísticas apenas vetaron con un partido al estadio y una multa que no será difícil pagar. Para que las cosas funcionen tiene que haber muertos como en la famosa guardería ABC de Hermosillo, Sonora --donde aún tampoco hay culpables y sí un montón de chivos expiatorios, que esperan la llegada de la justicia nacional--.
El fútbol mexicano es un excelente espejo que nos muestra cómo y en qué dirección vamos los mexicanos, es decir, rumbo al barranco........... Algunos de los amables lectores que gustan de la historia de México, recordarán aquel amargo incidente entre nuestro país y el los siempre prepotentes y mamilones gringos, en el que un territorio de 2.4 kms. cuadrados en la frontera llamado El Chamizal, fue motivo de una disputa entre ambos países que llevó años para su resolución. Resulta que en una mala noche, el Río Bravo que define las fronteras entre ambos países, cambió su curso, dejando a El Chamizal, territorio mexicano, del lado americano y como los gringos siempre han querido implantar la famosa Ley Monroe, que decía "lo tuyo es mío y lo mío es tuyo" (si me lo puedes quitar), simplemente se apodearon de aquella porción de tierra y "hazle cómo puedas". Total la disputa duró 68 largos y enfadosos años. Lo anterior viene a colación por lo que veo actualmente en política. Al respecto del problema de El Chamizal, Eduardo del Río, el genial monero "Rius" de los Supermachos y Los Agachados, comentaba al respecto y a manera de broma que los mexicanos de esa franja de tierra fronteriza, se habían dormido mexicanos y amanecieron gringos cuando el río cambio de curso; pero la verdad no es así, no pueden los mexicanos cambiar historia, familia, ideología, cultura, pensamientos, alimentos, vestimentas, color de piel, lengua e idiosincrasia, solo porque al arroyo le dio por crecer y llevarse unos metros de territorio del lado de los hijos del Tío Sam. Es absurdo. Así de loco me suena cuando algún político se duerme de un partido y amanece de otro. ¿Cómo puede ser posible que un priista acueste la cabeza en la almohada siendo tricolor y se levante con la camiseta amarilla, echando porras al PRD? No es posible y menos creíble. Tan absurdo como pensar en la alianza entre PRD y PAN. Antes, cuando México era más o menos normal, la ideología lo era todo. Simplemente determinaba el rumbo de la vida de una persona. Ya se corriera uno a la izquierda o a la derecha, decidía muchas cosas, el lugar de estudio, las amistades, la carrera profesional y hasta la novia. Históricamente han existido dos posturas antagónicas, o se es liberal (de izquierda) o se era conservador (de derecha), al menos hasta que llegó el PRI --con otras siglas--opinando que también existía el centro, por aquello de "ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre". Aceptado eso, todos vivían felices y con respeto, al menos se sabía que eran las ideas y creencias de los otros y merecían ser oídas y aún disintiendo, respetando la voluntad del otro y su querencia. Hoy eso ya no es igual, el de izquierda cambia a la derecha con la misma facilidad con que se cambia de calzones, pero ¿dónde quedó la ideología? ¿dónde el amor a las instituciones? ¿a los estatutos? ¿a la educación recibida en la familia, la escuela o el trato con nuestros pares? Hoy, como las familias de El Chamizal, unos se duermen de un partido y sin el menor empacho amanecen con otras siglas en la frente y el pecho. Yo no me puedo tragar esas historias. O se es o no se es. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, dijo un sabio. Preferiría que me dijeran: "me voy para allá, porque eso conviene a mis intereses", "me hago perredista o panista o priistas, porque ahí voy a agarrar un hueso". Eso suena más honesto. ¿Cómo diablos voy a creer que Martha Elena García es panista? ¿Cómo diablos voy a creer que Martha Elena García es perredista, si es la más rica del barrio y en alguna ocasión fue priista? ¿Puedo estar tranquilo al pensar que Pablo Montoya de la Rosa se durmió priista y ahora es perredista de cepa? ¿Quién se puede tragar la historia de que Yesenia Espinosa de Lora, es perredista? Peor aún los militantes de un partido que en un momento dado traicionan a su militancia y hasta colaboran en el triunfo del contrario y luego, cariacontencidos, regresan al redil y gritan hipócritas vivas y hurras a los nuevos candidatos. Esos son simples traidores y judas de la peor calaña y ahí están de vuelta, sin ningún rubor y hasta candidatos se presumen ahora, principalmente en el PRI. Nuevos tiempos, evolución dicen los que saben, males de la época. Yo les llamo sinvergüenzadas.
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