Compartido por: Antrop. Raúl Andrés Méndez Lugo
¿Representantes de nuestra cultura musical?
No podría
imaginarme ni por un vago momento a Los Tigres del Norte como
representantes de la cultura musical del noroeste de este país. Ni
mucho menos atreverme a pensar, como asegura el escritor español Arturo
Pérez Reverte, ahora docto en cultura cantinera “culichi”, que son unos
genios musicales capaces de transmitir en sus canciones la gran
problemática del cordón fronterizo y sus alrededores.
Yo,
como humilde intérprete y aprendiz de músico, he conocido la música que
recorre nuestro continente, desde el candombe uruguayo, pasando por la
milonga y el tango, el vals peruano y el vallenato, la cumbia y el
son, el bolero y la salsa, el merengue, el blues y el jazz, por
enumerar a algunos géneros, y no logro ubicar en la producción musical
de los famosos Tigres tan siquiera algunos simples destellos de esa
genialidad que el español afirma.
Muy por el contrario, el
repertorio felino me parece muy elemental y, por desgracia, más o menos
dirigido a un público que cuenta con un arsenal gramatical no mayor de
cincuenta palabras. Sus narraciones son triviales y casi desde el
principio se revela el desenlace de sus historias sin mayores
complicaciones. Las alegorías a los señores del narco son sus logros
mas delicados, en donde inyectan un mayor número de recursos
“creativos” invitando a pensar que se trata más de encargos específicos
que de inspiraciones espontáneas. Como por ejemplo, el Jefe de jefes,
una canción de contenido abominable donde el propósito y grupo social
receptor (si se le puede llamar así) es el narco o el aspirante a tal,
con el triste resultado de desembocar irresponsablemente en los
jóvenes, fomentando en ellos una especie de narcoparafernalia
embrutecedora.
La riqueza musical de sus canciones no va más allá
de unos cuantos acordes que se repiten de manera monótona y que gracias
a la intervención oportuna del acordeón logran contener las piezas. No
encuentro en sus ejecuciones formas de virtuosismo y si analizamos,
instrumento por instrumento, nos podemos dar cuenta, a juzgar por la
habilidad de sus ejecutores, que ninguno de ellos los domina con
singular prodigio. Y si nos referimos al cantante principal, pues no, no
se puede hablar de una voz privilegiada o poseedora de un timbre
especial: más bien se trata de una voz nasal, aguda y tirando a
chillona, con una gran tendencia a desarmonizar. El tipo de voz que a
muchos haría correr o enrollarse la cabeza en cobijas para ya no
escucharla. ¿Donde están Los Beatles de la música norteña?
Entonces:
¿qué es lo que hace que miles de personas acudan a sus conciertos y
disfruten de sus canciones? ¿Algo nos esta indicando que estamos tan
jodidos como para identificamos tan bien con este género musical y sus
mensajes?
Cantores y cantautores diversos han hablado de bandidos,
en su mayoría del tipo generoso, a través del corrido mexicano, de
desgracias y romances o romances desgraciados, como en los trágicos
casos de Rosita Alvires, La Martina y otras muchas damas que, para no
ensangrentar esta página con sus historias dejaré de nombrarlas, fueron
víctimas irresistibles del machismo. Otros nos han narrado leyendas e
historias de héroes y de batallas, de la belleza del campo y del
campesino. En fin, nos han brindado un enorme temario que difícil sería
ahora elegir a alguno, dentro de esta lista virtual, como el punto más
favorito. Ahora, si habláramos sobre el temario de Los Tigres: ¿no
sería el tema del narco el favorito en su larga lista? ¿No sería este
tema el que más les ha dado realce? ¿No sería que gracias a este tema
son Los Tigres del Norte?
No quisiera hablar de otros grupos,
como los que han deformado la música sinaloense de banda,
transformándola en un show grotesco de gordos, finamente rasurados,
vestidos de “texanos de rodeo”, cuyos atuendos, en algunos casos, bien
podrían ser la envidia de muchos payasos. Mejor quedémonos solamente
con Los Tigres, que también hay que decir que la carrera de músico no
es cosa fácil; que hay que trabajar muy duro y enfrentar enormes
sacrificios. Que casi siempre se procede de orígenes muy humildes y que
es un suceso extraordinario estar en los primeros lugares de
popularidad y ventas, teniendo que lidiar con las mafias disqueras a
todo momento. Debe existir cierto talento para sobrevivir y hacerse de
un asiento sólido entre tanta competencia.
Tal es el caso del
“tigre mayor”, Jorge Hernández, que empezó a cantar en las cantinas
desde los ocho años y sería mucho tiempo después, en San José,
California, ya como grupo con sus otros dos hermanos y un primo, donde
son “descubiertos” por Art Walker, quien los invita a grabar a su sello
de discos Fama Records, cuando realmente empiezan su carrera. Muy
pronto vendría el éxito de “Contrabando y traición”, adaptado de una
canción de mariachi, que los dará a conocer ampliamente. Estamos
hablando de principios de los años setenta.
De su densa producción
disquera quisiera recoger algún par de canciones sobre los emigrantes,
otras sobre la corrupción gubernamental y párale de contar. El resto,
para mí, se derrama en marcadas alegorías al narco (por desgracia,
siendo estas las de mayor éxito) y en lecciones morales caducas y
bastante atrasadas. Sin embargo, tengo que aceptar que el trabajo de
mensajería lo hacen muy bien: la labor de transmitir y recordar a
cientos de miles de semejantes las condiciones de una realidad
espantosa de la cual no escaparán, es un tremendo éxito también.
Sigo
pensando que hay un elemento faltante en la producción “tigresa”: el
elemento llamado poesía. Sin este ingrediente la canción queda como una
hoja de diario en proceso de amarillearse ante la acometida del
tiempo. Y, si cientos de miles se conforman con tal fórmula, pues
entonces habría que concluir, entendiendo que el nivel intelectual de
nuestro pueblo no da para más y que Los Tigres del Norte no ayudan
mucho a corregir esta desgracia. Yo espero que lo mismo no suceda con
la literatura.
Y hablando de esto ultimo, no me queda duda alguna
de que esta enorme maldición que pesa sobre nuestro pueblo, casi como
la octava plaga moisesiana, llamada el narco, se las ha ingeniado, no
solamente para penetrar instituciones y funcionarios, sino que sus
tentáculos abrazan ya a las artes y a las letras. Hablemos de
narcomúsica, de narcoliteratura, de narcoensayo, narcopintura y hasta
de narcomonos que al cabo, según se demuestra en el oficio de algunos,
todo se lo debemos a ellos. Yo no deseo ver las nuevas generaciones
embotadas, presumiendo cintos piteados, camisas de seda y tejanas de
fieltro, armados y con varios gramos de “caspa del diablo” para
decirnos: aquí estamos, somos los continuadores del proceso social que
ustedes nos han legado.
Si algo de lo anterior tuviera algún
sentido, quisiera sugerir a Élmer Mendoza (premio de la editorial
española Tusquets 2007, por su novela Quién quiere vivir para siempre
–‘Balas de plata’–) que piense dos veces antes de proponer a Los Tigres
del Norte, que además no es muy claro con qué autoridad lo hace, como
los representantes de la cultura musical norteña ante la Feria
Internacional del Libro 2008 de Guadalajara.
3 comentarios:
p.inche filosofo mamon de mier..da, ya quisieras ser una particula de loque son estos señorones, envidioso jijuela ch.ingada veras.
y si no aprueban lo que mencione anteriormente, pos igual pienso que eres la pelusa de mi ombligo comparado con los tigres, que te pongan una fecha en un palenque, a ver si llenas como ellos, jejeje, chinga.do literario loco.
Por tus palabras percibo un poco de frustración y envidia por ellos. Soy un profesional de Universidad y no creo que el sentir gusto por la música de un grupo deba de marcar mi nivel intelectual. Te quiero recordar que sí el pueblo está jodido, no es por la narcomúsica, si no por la clase política que es una mierda. Por otra parte te invito a que antes de publicar la falta de letra en las canciones, investigues otras producciones como "así naciste", "campesino soy", "el último adiós", "aún hay esperanza" y otras muchas más, que no terminaría de enumerarlas. Además hablas de virtuosismo en la ejecución de instrumentos, y te recuerdo que no todos tenemos la oportunidad de estudiar en un conservatorio de música, pues bien, a pesar de eso el Bajista Hernán Hernández es considerado el mejor en su instrumento y eso le da más mérito en mi muy particular punto de vista. Eduardo Hernández si tuvo esa oportunidad y domina 11 instrumentos además de tocar cualquier genero musical.
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