Por: Juan Manuel Estarrón
Para
cualquier político(a) que aventure por los caminos sinuosos electorales deberá
primero mirar hacia el amplio abanico que forman los trabajadores y
trabajadoras, sector que sigue siendo la columna vertebral de la economía y
–curiosamente- el más influyente en las decisiones finales para definir una
candidatura de cualquier nivel de gobierno.
Esto porque el trabajador o trabajadora es
el mejor informado por su calidad de agremiado a un sindicato u
organización social, quien permanece en
contacto directo y permanente con sus compañeros, pero también está ejerciendo
cotidianamente sus derechos laborales y políticos sometidos a acuerdos y consensos
por medio del voto.
Luego de que también el trabajador reúne en
su derredor al grupo familiar que depende económicamente de él y esta
circunstancia lo convierte en líder indiscutible en las buenas y en las malas;
si ese ciudadano se equivoca al escoger un candidato también arrastra a los
demás miembros hacia una mala elección.
Pero aquí no estamos hablando únicamente de
los trabajadores organizados en sindicatos o centrales; con frecuencia en el
campo resisten los embates de las políticas predadoras de los gobiernos grandes
núcleos de pequeños y medianos productores que deciden jugársela solos sin la
tutela de los líderes o dirigentes.
Lo mismo que en los núcleos urbanos abundan
servidoras y empleadas domésticas y trabajadores subempleados que escapan a
todos los controles sindicales, la llamada “cantera de la explotación libre”;
se calcula que los trabajadores libres supera con mucho a los organizados y
controlados.
Para este 1º de mayo los multitudinarios
desfiles por todo el país el reclamo central fue para los líderes de
trabajadores, partidos políticos y legisladores del PRIAN la sepultura de la
“nueva” ley federal del trabajo, engendro que inicialmente impulsaban el
gobierno calderonista (Javier Lozano Alarcón) y las bancadas en San Lázaro del PRI-PAN.
Los motivos que movieron al Revolucionario
Institucional a aplazar su aprobación en este periodo de sesiones que terminó
oficialmente el 30 de abril verdaderamente nos importan un comino, sólo
sospechamos que políticamente les afectaba en el corto plazo por las elecciones
en puerta en Edomex.
Y es que la reforma laboral traerá como
consecuencia más pobreza y desempleo, aparte de la atomización de los
sindicatos y centrales de trabajadores y obreros oficializando todo el poder
para los patrones; en este contexto las campañas para la gubernatura,
ayuntamientos y legislatura no podrán deslindarse de este fantasma que recorre
el país.
Una probadita de lo que es capaz el
movimiento obrero organizado la dieron los trabajadores afiliados a los
sindicatos de las secciones 20 y 49 del SNTE, SUTSEM Y CTM, por nombrar los más
fuertes; sector al que paradójicamente se pretende dejar fuera del reparto del
pastel electoral.
Si el partido que históricamente han
pertenecido los trabajadores organizados en esta ocasión les hace un violín prometiendo primero competir a un
dirigente connotado –Gerardo Montenegro- para enseguida cerrarle las puertas y
en el colmo de la irresponsabilidad el señor Humberto Moreira le ofrece la
candidatura a la presidencia municipal de Tepic y al otro día el Goberney
ordena registrar a su esposa Rosario Mejía para la misma, todo esto quiere
decir que el gobierno del Estado y el PRI desprecian a los trabajadores.
Por lo tanto, el candidato del trabuco PRI-Ney-Ola
Roja, Roberto Sandoval no ocupará a los trabajadores para los planes
transexenales de gobierno; aún cuando RSC ya recibió adhesiones políticas de
algunos dirigentes y líderes de trabajadores, éstos –los trabajadores- no han
dicho la última palabra porque acordémonos que ahora las adhesiones no son
masivas como endenantes.
Si el autócrata piensa que desde su burbuja podrá controlar a los
trabajadores con alguna despensa de 35 pesos cuan desorientado anda, porque las
masas que el domingo se manifestaron y aquellas sin brújula que no pudieron o
les valió lo mismo de siempre, podrán hacer lo que quieran con sus votos; pero
lo más seguro es que muchos vendan su credencial o sencillamente formen parte
del abstencionismo.
Aquel candidato o candidata que trate de
ignorar que los trabajadores son el eje central de una campaña electoral, es
hacerse tonto ante una realidad que nos grita desde cada hogar porque todos
llevamos dentro a un trabajador desde pequeños; aún los y las nini añoran serlo
esperando que alguien les abra una puerta.
En este contexto la candidata Martha Elena
quien encabeza ante todo un movimiento social heterogéneo en que se conjugan
militantes y simpatizantes de todos los partidos políticos, donde también
confluyen grandes sectores sin partido pero sueñan con un verdadero cambio,
tendrá qué obligarse a tratarlos como la fuerza detonante que representan en
una elección porque el 80 % de esos hombres y mujeres son trabajadores
efectivos o potenciales.
Precisamente parte de esa alianza de facto
que se anuncia al haber abortado la llamada verdadera, es con los trabajadores
que desprecian el PRIAN, y la candidata Martha Elena tendrá qué deslindarse del
partido que la postula por ser copartícipe a nivel federal del atentado en
contra de los trabajadores.
El deslinde de MEGG del PAN es un requisito
necesario porque ella no es panista y sólo está prestando su gran capital
político que sin duda logrará posicionar en un buen lugar a ese partido; en
segundo lugar porque la inmensa mayoría de seguidores son librepensadores que
están dejando en segundo término las ideologías.
Por ejemplo, veríamos de pésimo gusto que
en su arranque de campaña estuviera arropada por el panismo “duro”, enemigo de
los trabajadores como Javier Lozano Alarcón, Alonso Lujambio y Molinar Horcasitas
que no abonarían en nada a su campaña sino todo lo contario.
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