Por: César Delgado
Martínez
El mundo de los políticos es el reino de la simulación. Lo cotidiano se transforma en extracotidiano. Las personas en personajes. Los discursos se repiten como los (viejos) discos rayados. Las palabras se gastan y pierden su significado. Los ideales (si es que existen) se pierden. Las ideologías (si alguna vez las hubo) se borran. Un día se es tricolor y al siguiente amarillo o azul. O al revés volteado.
En el terreno de la
cultura en Nayarit, se le desliga de los procesos educativos. Los candidatos a
gobernador, diputados y presidentes de los 20 municipios se olvidan de esta
manifestación del ser humano. Para algunos sencillamente no existe.
Piensan que el desarrollo de los educandos no necesita de
alicientes que despierten en los niños y los jóvenes el gusto por los libros,
las culturas, las artes, las ciencias y las tecnologías.
Ningún candidato ha
convocado a una reunión temática sobre el desarrollo cultural (incluyendo, por
supuesto, a lo artístico). Abierta. Plural. Que tome en cuenta a los hacedores
de la cultura de los municipios. A los indígenas. A los moradores de las
comunidades rurales. De la costa. De la sierra. Que no sea sólo un grupo
reducido, como el que trabaja en el proyecto de Martha Elena García.
Centralismo. “Los iluminados” en la capital del estado deciden en cuestiones
que no conocen.
No me explico cómo sin
conocer la realidad se elaboran proyectos para los indígenas. Ellos son los que
deben decidir sobre el desarrollo cultural. Afortunadamente los hechos
culturales florecen alejados de las políticas que se implementan, porque
es algo fundamental en sus vidas. No es un adorno. Algo pintoresco. Una
mercancía turística que se vende al mejor postor. Como de repente se les
considera.
Antes de realizar
cualquier proyecto cultural para el candidato que sea. Azul. Tricolor.
Amarillo. Debería empezarse por el levantamiento de un censo de trabajadores de
la cultura. De todos los municipios. Sin exclusiones. Sin posiciones
etnocentristas. Ni discriminatorias. El mismo apoyo merece un artista
capitalino que un músico de la Sierra del Nayar. No está por demás decir. Que
generalmente los presupuestos que se ejercen se quedan en Tepic.
El centralismo no acarrea
nada positivo. Fomenta la desigualdad. Cultiva el menosprecio de las culturas
alejadas de los círculos de poder. De los “cultos”. De los que se ostentan en
conocedores de la vida social nayarita.
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