En los últimos dos años Nayarit ha perdido a grandes
hombres y a grandes mujeres, a jóvenes y hasta niños con un futuro
prometedor, la violencia y sus balas los arrancaron de sus hijos, sus
esposas, sus madres, sus amigos. Ninguno de ellos recibió nunca del
gobierno anterior la publicación de una esquela en diarios, de un
mensaje directo de consuelo de parte de los hombres de poder. En sus
funerales lloraron solamente sus seres queridos. La angustia sigue ahí.
La triste realidad que vivimos por años, una historia ignorada de su
dimensión humana que no debe continuar.
En los últimos dos años todos hemos sabido de víctimas inocentes de
esta inseguridad que nos sigue asfixiando, para ellos no hubo
celebraciones fúnebres concurridas, con grandes personalidades. Murieron
de camino a su casa, de regreso de un partido de futbol, al término de
su jornada laboral, cuando regresaban de un festejo, de todas las
formas, con balas de alto calibre que se dispararon impunemente, que
siguen disparándose para nuestra desgracia.
Obispo Ricardo Watty Urquidi |
Me dice un familiar, que murió el Obispo Ricardo Watty y no faltaron
las muestras de afecto, de solidaridad, las esquelas en diarios, las
misas concurridas, claro, entiendo el tamaño del personaje. Su vida
acabó por añejos males de salud, lamentable, muy lamentable lo que
ocurrió con este hombre que apenas hace tres años llegó a tierras
nayaritas a tomar las riendas de la Iglesia Católica. Yo creo que tiene
razón.
Los casi 800 muertos que ha habido en Nayarit durante los últimos dos
años son solamente una estadística, por un momento olvidamos que entre
todos ellos hay muchas vidas de inocentes que acabaron pagando lo que no
debían. La cantidad de muertes me sigue sorprendiendo y aún más, la
manera en como a veces nos referimos, con un familiaridad impresionante.
Nos estamos acostumbrando a tratar como estadística la inseguridad que
vivimos y no como un problema grave.
Solamente en una ocasión supe que el ex gobernador acudió a visitar a
una víctima inocente de esta guerra, fue precisamente en la primer gran
balacera que he dicho marcó un antes y un después en este tema en la
entidad. Fue al IMSS a visitar al hijo del empresario Juan Altamirano,
su amigo, recuerdo que más o menos dijo que junto con el muchacho a
todos nos habían herido y tenía razón. Nunca más fue a visitar a un
herido bajo esta circunstancia, nunca más dirigió un mensaje de aliento a
la familia de alguien muerto de manera “colateral”. Después y hasta que
dejó su gobierno morirían más de 700, muchos inocentes.
Pero tampoco estoy diciendo que se caiga en los excesos de hacer
compromisos de justicia con las propias víctimas elevando la mirada al
cielo como ya tuve la oportunidad de presenciar alguna vez, eso suena a
demogogia y más cuando luego sabemos que no hay en un porcentaje elevado
averiguaciones previas abiertas por estos lamentables asuntos. El
anterior gobierno solamente hacía algo así como constancias de hechos,
de las balaceras. No menos que imposible en dar con los responsables de
la muerte de inocentes si no hay siquiera una investigación en curso.
En fin, para mi es inevitable hablar de este tema de la muerte del
Obispo de Tepic a quien justamente le dedican todo tipo de
celebraciones, las merece y es parte de la tradición de la Iglesia
Católica. También por los inocentes caídos que haya palabras de aliento,
no en general sino personalizadas, en su momento. Que nunca más la
soberbia de antaño impida reconocer el problema en su justa dimensión,
que aquellos que sufren por la pérdida de un ser querido reciban también
del gobierno la solidaridad que ha estado ausente.
La violencia ha cobrado la vida de muchos inocentes, ellos también
merecen ser exaltados en sus virtudes, ellos también fueron grandes
hombres y grandes mujeres, darle su exacta dimensión al asunto de la
violencia pasa primero por humanizar el tema, bueno, eso creo yo.
Tus comentarios los recibo en arturo.guerrero@periodicomonitor.com
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1 comentarios:
Estimado Arturo: Mi abuelita decía que todos somos iguales, pero que hay unos más iguales que otros. Esa es la realidad de la vida. Saludos y felicidades por tus interesantes textos.
PEPE MORALES
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