* Los resultados de dicho estudio son producto de una
estrecha colaboración académica entre el Centro INAH Nayarit y la Universidad
de Missouri-St. Louis
Por: Arquéologo Mauricio Garduño Ambriz
Ubicado a una distancia de 18 kilómetros
hacia el Oriente de la cuidad de Tepic, en el extremo occidental del Eje
Neovolcánico Transversal Mexicano, el volcán Las Navajas (1680 m.s.n.m.)
constituyó una de las principales fuentes de abastecimiento de obsidiana del
occidente de México durante la época prehispánica. Deriva su nombre de las
enormes concentraciones de desechos de talla -lascas y navajas- que se
encuentran asociados a los numerosos afloramientos que se distribuyen sobre sus
laderas. Esta obsidiana se caracteriza por su excelente calidad de fractura y
por su color verde opaco de aspecto lamoso, con los bordes ligeramente
translúcidos en piezas delgadas.
Los trabajos preliminares de reconocimiento
de superficie (prospección) y muestreo de esta materia prima, realizados en el
2007 por el arqueólogo Mauricio Garduño Ambriz del Centro INAH Nayarit
(INAH-CONACULTA), permitieron recolectar un total de 15 muestras de obsidiana
que fueron enviadas y procesadas en el Laboratorio de Arqueometría de la
Universidad de Missouri -Missouri University Research Reactor (MURR)-, a cargo
del Dr. Michael Glascock, con el objetivo de identificar su composición
elemental. Estas muestras fueron analizadas por medio de las técnicas de
Fluorescencia de Rayos-X (XRF) y de Análisis por Activación Neutrónica (NAA),
con lo que fue posible perfilar la “huella” geológica y mineralógica distintiva
de este yacimiento, comentó el arqueólogo Garduño.
Los afloramientos de obsidiana en el volcán
Las Navajas -también conocido como San Luis de Lozada- son muy extensos y se
distribuyen prácticamente desde su base, ubicada a una altitud promedio de 900
m.s.n.m., hasta la boca del cráter. Existen numerosos depósitos de origen
ignimbrítico caracterizados por densas concentraciones de nódulos de obsidiana
de forma y tamaño variable, desde pequeños cantos de 2 cm. hasta bloques de 30
cm. de longitud, contenidos en una matriz de toba compacta de color café
ligeramente rojizo o amarillento. Por otro lado, durante los reconocimientos
también fue localizado un afloramiento de grandes bloques en el sector sureste
del cráter que podría formar parte de un derrame o flujo de obsidiana de
mayores dimensiones, apenas visible en superficie, precisó el investigador.
Las evidencias arqueológicas vinculadas con
la explotación del yacimiento consisten en acumulaciones de desechos de talla y
núcleos, percutores, lascas de reducción de bifacial y preformas de artefactos
bifaciales, materiales que se distribuyen en sectores específicos dentro de la
mina-taller, lo que sugiere que el trabajo realizado en este lugar era
especializado.
También fueron localizadas depresiones de
contorno circular que probablemente correspondan a bocaminas de pozos de
extracción azolvados, asociadas a concentraciones de materiales residuales
derivados del proceso inicial de talla de la obsidiana, que era realizada in situ. Los tiros localizados sobre la
ladera norte del volcán, de hasta 3 metros de profundidad, sugieren que para
alcanzar los flujos solidificados de obsidiana más profundos se llevaron a cabo
trabajos especializados de minería. Además, todavía es posible observar
nivelaciones artificiales del terreno en forma de terrazas, aledañas a los
afloramientos de obsidiana, donde probablemente se encontraban las viviendas
temporales de los mineros y de los artesanos, apuntó el arqueólogo.
“El control, distribución y aprovechamiento
de diversos recursos estratégicos, como la tierra cultivable de alto
rendimiento, la sal y la obsidiana, le confirió a estas poblaciones la
autosuficiencia necesaria para consolidarse como entidades relativamente
autónomas, aunque de ninguna manera funcionaban como unidades
político-territoriales aisladas, como lo demuestra la compleja red comercial
supra-regional que se consolidó durante la ocupación Aztatlán (850/900-1350 d.C.)
en la región durante el Postclásico”, señaló el especialista.
Es importante mencionar que alrededor del 85%
del volumen total de la obsidiana que fue consumida por la población asentada
en la planicie costera noroccidental de Nayarit -donde no existen formaciones
naturales de vidrio volcánico- en niveles de ocupación pre-Aztatlán procede precisamente
de este yacimiento, lo que sugiere que esta fuente fue explotada intensivamente
durante el periodo Clásico. El volcán Las Navajas constituyó una de las fuentes
de abastecimiento de obsidiana más importantes del Occidente de México y la
cultura Chinesca (100 a.C.-250
d.C.), representativa de la tradición Tumbas de Tiro asentada en los valles
intermontanos del altiplano nayarita, estuvo directamente involucrada en su
explotación y redistribución a nivel regional, desde etapas tempranas.
La caracterización química y mineralógica de
la obsidiana del Volcán Las Navajas, así como la integración de estos
resultados dentro de la base de datos general de los yacimientos de obsidiana
del Occidente de México, proyecto a cargo del Dr. Glascock, permitirá
establecer correlaciones culturalmente significativas entre numerosas colecciones
de artefactos recuperadas en diversos sitios arqueológicos de los estados de
Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Durango, Zacatecas y Colima, con su fuente geológica
de obtención. Con este cúmulo de datos será posible reconstruir los patrones
prehistóricos de producción, distribución y consumo de esta materia prima
dentro de esta extensa región, así como explicar la complejidad de las esferas
comerciales establecidas entre estas poblaciones a través del tiempo.
Finalmente, el arqueólogo comentó que los
resultados de este y otros estudios fueron recientemente publicados (2010) en
el Reino Unido bajo el título de “Crossing the Straits: Prehistoric Obsidian
Source Exploitation in the North Pacific Rim (Yaroslav Kuzmin y Michael
Glascock, eds.), BAR International Series.
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