Por: José B. Algarín G.
DE VUELTA A GUADALAJARA...
Después de durar casi 10 meses de vivir y hacer “nuestro” Servicio
Social en ese Ejido-poblado llamado Quimichis, me reporté con el Dr. Antonio
González Guevara, como ya había dicho
Jefe de los Servicios de Salubridad y Asistencia en el Estado de Nayarit, y al
condonarme dos meses que cronológicamente me faltaban para el año, no tuvo
ningún inconveniente en darme la tan anhelada carta de haber cumplido cabal y
eficazmente mi constancia de haber servido a dicha comunidad (Y haber salvado
muchas vidas ¿?).
Creo que en gran medida a una dieta rica en mariscos (Moluscos acéfalos
lamelibranquios marinos, monomiarios, con conchas de valvas desiguales,
ásperas, de color pardo verdoso por fuera, lisas, blanco y algo anacaradas por
dentro, de las cuales la mayor es más convexa que la otra y está adherida a las
rocas. Y crustáceos decapodos macruros de varios tamaños) llamados vulgarmente
Ostiones y Camarones, mi querida Betty estaba ya “un poquito embarazadita”
sospecha que comprobé al practicarle un examen ya en la bella Ciudad de Guadalajara.
La familia de Betty nos recibió con beneplácito, y yo, aumentando un
“poquito” mi caparazón (haciendo concha, pues) acepté quedarnos ahí en casa
de mi querida suegra y de Don Juan, papás de Betty, para continuar el
siguiente paso: hacer mi año de Servicio Hospitalario Complementario (¿así se
le llamaba?). Hice mi solicitud y fui
aceptado en el Hospital Ayala, ya perteneciente al IMSS. Como la Clínica No. 45.
Tenia también el engorroso paso de hacer mi tesis, de tal manera que de
común acuerdo con la Dirección de mi Escuela y de mi Maestro, un
gineco-obstreta el Dr. Carlos Ramírez Esparza, Jefe de Departamento, y de su
adjunto el Maestro Orozco Sahagún, nos
pusimos de acuerdo para el título de mi tesis.
Escogiendo yo el rimbombante titulo de: “EMPLEO DE LA N-BUTIL BROMURO DE
HIOSCINA FENIL-DIMETIL PIRAZOLON AMINOMETAN SULFONATO SÓDICO, MAS OCITOCICO
SINTÉTICO EN EL PRIMER PERIODO DEL TRABAJO DEL PARTO”. Apantallador, ¿verdad?
El trabajo fue localizar a los representantes médicos de los
Laboratorios que producían estos medicamentos, para que me los regalaran, pues
se les iba a promocionar sus productos, quizá con mi Tesis a nivel Mundial.
(¿?)
El mejor campo para el desarrollo de mi trabajo era una Maternidad
cercana al Hospital Civil, donde de día y de noche era prácticamente una
“fabrica” en serie y en serio de
producción de bebés, llamada Campos Kunarth.
Ahí se atendían únicamente partos eutocicos, es decir, sin
complicaciones.
Así que trabajaba por las mañanas en
la Clínica No. 45 del IMSS, y en las tardes acudía a la maternidad, donde
pasaba las noches aplicando tan innovadora teoría de tratamiento (¿?).
En ocasiones coincidíamos un compañero, que me reservo su nombre, el
cual también hizo su tesis sobre trabajo de parto, con un nuevo medicamento. Llegaba,
me saludaba efusivamente, escogía a dos o tres parturientas, las inyectaba por
vía intramuscular y me decía: Algarín,
ahí te encargo, las pacientes son fulana, zutana y mengana de las camas tantos
y tantos, por favor apunta a que horas se “alivian” ¡ y se iba!
El medicamento que él empleaba era un nuevo ataráxico, que las ponía “en
onda”, y se andaban “aliviando” de sus
partos en el suelo, en el baño, en el escusado, y “muertas de risa”. ¿Cómo la ven?
Para mi la Tesis, no era mas que cumplir con un requisito, así que la
mía, fue una Tesis, “al vapor”, únicamente para cumplir, y la terminé en poco
mas de tres semanas. Mis tutores, no pusieron ninguna objeción.
Y aquí entra de nuevo mí querido amigo y compañero el Dr. Adalberto, que
como Médico, era un gran Político.
Supe que le tocó hacer ahí, en esa misma maternidad su Servicio
Complementario. Y como quedó aclarado en ese lugar solo se atendían partos
normales, siendo las dos o tres enfermeras que ahí laboraban de planta, según
Adalberto unas “chuchas cuereras” en cuanto a partos se trataba (palabras
textuales de el). “Que una vez se
presento una señora Con un parto difícil, y las enfermeras para “calar” al nuevo
Doctorcito, le hablaron para que la atendiera; él intuyó de inmediato que las
“cosas” no venían bien, y muy serio les indicó que la pasaran a la sala de
expulsión, se lavó perfectamente sus manos, se puso su bata, su gorro, y un
cubreboca “especial” que él siempre traía, pues no había de su medida.
Pidió guantes, campos, etc, y luego de
examinar a la paciente, y poner los ojos en blanco, mirando hacia el cielo en
varias ocasiones, y murmurando...mmm...mmm. Pidió de inmediato que
trajeran el TRIFELOQUETOR DE KNIFE, las
enfermeras se voltearon a ver mutuamente, extrañadas de esa petición, y decirle
una de ellas, que, pues no contaban con ese instrumento...Adalberto,
malhumorado, se quita los guantes, los avienta al suelo, arroja también el
gorro,y tarda un poco más en retirarse el cubreboca (un cubreboca grande,
grande), diciendo...¡Cómo quieren que uno trabaje si no hay los instrumentos
adecuados! ¡Pásenla al Hospital Civil!”
Nunca más lo volvieron a “calar”.
Antes de recibirme como médico hice varios intentos de instalar un consultorio, el primero fue en la Colonia Atlas, con regulares resultados, me
hice amigo de un matrimonio ya mayor, los cuales me permitieron instalarme en
lo que era la salita de su casa para iniciar mi consulta, iba a diario, en los
días en que podía, generalmente en la tarde, y me “caían” uno que otro
despistado paciente, cuando menos me servía para pagar la gasolina de un carro
de modelo antiguo que mi papá me regaló.
Después, mi amigo y compañero, Javier Ramos Haro, me recomendó, que me
fuera a Pegueros, pueblo chico en los altos de Jalisco, pues él dejaría de ir
por motivos de estar en otro trabajo. Lo hice, y hasta allá iba con un cartón
de muestras medicas a “salvar vidas”. Mi traslado era en camión, y realmente no
me fue muy bien, a pesar de que Javier me había recomendado con la familia
donde él llegaba. Así que dejé de ir.
Se acercaba la fecha de nuestra recepción, y todavía nos quedaba por
presentar una prueba de Hematología, si mal no recuerdo, con un Maestro muy
estricto, el Dr. Bátiz y Güereca, quien por fin logró sus anhelos, reprobar a
la mayoría de tan selecto grupo que formábamos la generación 1954-1960.
Inconformes fuimos a plantear nuestro problema con el aquel entonces
Secretario de la Escuela de Medicina, el Dr. Carlos Palomera (q.e.p.d.) quien
se comprometió a hablar con el Maestro Titular, y así lo hizo. Esperamos afuera
de la Dirección mientras él trataba de convencer al Catedrático. Como pasaba el
tiempo y no salían, el grupo, que esperábamos una respuesta afirmativa, vimos
salir al Dr. Palomera sonriente, y nos dijo: ¡Muchachos, su asunto ya se
arreglo!
¡No se pudo! (¿?)
Optamos que nos cambiaran de Maestro, y afortunadamente en esos días acababa de
llegar de Chicago, Illinois USA. El Dr. Mario Paredes Espinosa, quien nos
impartió un curso de “inmersión” de varias semanas de duración, y después de un
examen , pues casi todos pasamos. ¡Otro escollo mas salvado!
NACE EL PRODUCTO DE NUESTRA ESTANCIA EN QUIMICHIS, MI
ADORADA Y “PRIETITA” HIJA BETTY...
Para ese tiempo, yo estaba en la Clínica del IMSS (Hospital Ayala),
haciendo mi Servicio Hospitalario Complementario como interno, siendo
Director de ésa en aquel tiempo
importante Institución, el Dr. Novoa Niz, quien había sido mi Maestro en el
Hospital Civil, y ahí llevé a mi esposa Betty, al término de su embarazo, siendo
atendida por un médico de nombre Oscar Flores Carrera, con familiares en la Ciudad de Tepic, Nayarit.
El llamar a mi pequeña hija “prietita”, no era, ni es un eufemismo, pues
su color moreno, firme hasta hoy en día, le dio
una belleza que aun perdura.
Ahí conocí y me hice de buenos amigos, de los que recuerdo son: Luís
Avalos, Marta Romo, después esposa del hermano de Luís Partida Labra, Alfonso
Gafford, quien se recibió con nosotros, Luís Valdivia, Jorge Romo Leaño hermano
de Marta, Cuauhtémoc Gutiérrez, compañero de estudios nuestro, un Dr. Navarro
Cirujano Pediatra, un Dr. Barba, también Pediatra, compañero mío; también a
Leonel Hernández, y otros más que debido
a mi amigo, el alemán Alzheimer no recuerdo.
Un detalle molesto para mí, fue que el Administrador cuyo nombre,
afortunadamente se me olvidó, al dar de alta a mi esposa Betty, se presentó
conmigo y de una manera poco comedida y prepotente me exigía el pago por la
atención del parto de mi esposa. Me dirigí a la Dirección y le comenté al Dr.
Novoa Niz la situación económica en que
me encontraba y él llamando de inmediato a dicho Administrador lo conminó a
“que no me anduviera molestando”.
Al terminar mi Servicio en dicho Hospital, se me vino encima la
Presentación de mi Tesis, y el examen Profesional.
Esto tenia lugar en un salón especial, dentro de la Escuela de Medicina,
salón que queda enfrente del Aula Magna. Y en presencia del Director,
Secretario, y mis Maestros Sinodales, encabezados por mi siempre querido y
admirado Maestro Carlos Ramírez Esparza, el Maestro Orozco y Sahagun y otros
más.
Estando ya reunidos, y en sesión solemne, se me llamó, y fue imponente
el entrar a ese salón, pues únicamente se usa para actos académicos relevantes,
entré, dejando mi Tesis, frente al Presidente del presidium en un largo
escritorio y me invitaron a que me saliera, cosa que hice de inmediato.
Al poco rato, oí desde afuera, unas sonoras carcajadas, pensando para
mis adentros...¿Dios mío!.. ¿De qué se ríen, de mi “trabajo”?, ¿de mi Tesis? ¿Qué hice?...
Cesaron las risas después de unos minutos de angustia, y un “ujier” me
dijo llamándome por mi nombre, puede Usted pasar...Así lo hice, y sentándome
enfrente de aquel insigne jurado, pensando lo peor, pues me imaginaba que
tendría que defender mi Tesis. El presidente del jurado me preguntó...¿Usted hizo
esta Tesis?...Balbuceando, contesté, Si, yo ...la hice, con la supervisión de
mis Maestros, Carlos Ramírez y Orozco y Sahagun.
¡Pues muy bien! ¡Permítame felicitarlo DOCTOR!
Acto seguido, se levantaron todos, rodearon el gran escritorio, y me
entregó el Director mi constancia aprobada de mi Tesis, y dándome un fuerte abrazo me saludo
de mano. Cada uno de los miembros del jurado hicieron lo mismo.
¡DOCTOR...DOCTOR...! ¡Lo había logrado! ¡El sueño por mi acariciado
desde mi infancia se había convertido en una realidad!
Como una película en rápido movimiento, me cruzó por mi mente el
recuerdo de mis Padres, de mi Nina, de mi esposa Betty, de mis hijos y de mis
Maestros.
Me despedí de cada uno de ellos con una reverencia y un segundo apretón
de manos... y una lágrima reprimida.
Al salir pegué de gritos y de brincos blandiendo en mi mano el acta de
aprobación, pues todos mis compañeros
estaban a la expectativa de cómo me había ido, pues fui el primero que se
presentó al Examen Profesional. Recibí cariñosas felicitaciones y efusivos
abrazos de todos los que estaban ahí.
Como un homenaje a un querido Maestro le impusimos a nuestra Gloriosa
Generación el Nombre de Dr. SALVADOR DIAZ SOLIS.
A los pocos días, fue el acto Académico en el Paraninfo de la Rectoría
de la Universidad de Guadalajara, donde se nos entregó el titulo de Médico
Cirujano y Partero, así como el grado Académico. Con la presencia claro está
del Rector y las máximas autoridades de
dicha Universidad.
Siguieron las fotos del recuerdo, las felicitaciones de nuestros
familiares, amigos, y entre nosotros mismos.
Al día siguiente llevé mi grado Académico a la Dirección de mi Escuela
de Medicina, para que estamparan su firma mis Maestros a los que tanto
debíamos.
Por supuesto que se ofició una Misa Solemne en Catedral, misma que la
ofrecimos como Acción de Gracias, por haber terminado con éxito nuestra carrera. El oficiante fue
en el que en aquel entonces era el Arzobispo José Garibi Rivera. Con sus
respectivas fotos, que de momento no pude recoger por falta de “circulante”.
(Continuará...)
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