Por: Juan J. Gaspar G.
Yo ya no puedo más... ¡arráncame
la vida!
Después de tres larguísimas
horas, Susanita Ley de pronto se desencajó la diadema auditiva que ya le
empezaba a provocar un agudo dolor en sus oídos, tensó todo su cuerpo y en su arranque de
histeria tiró fuertemente su pelo y se dejó caer sobre el teclado. Unos minutos
antes había regresado del sanitario, caminando torpemente, con su mirada
perdida y su rostro bañado en llanto. Ahí quedó inmóvil... Su cuerpo estaba
inerte.
El Black Jack Zone
era uno de los Cibernets más concurridos en el pueblo de Valparaíso, muy
cercano a Medellín, Colombia. Su propietario, un joven por demás amistoso,
estudiante de informática, muy querido en el pueblo, conocía muy bien a Suley,
como daban en llamarla sus amigos. A ese lugar llegaba todo tipo de personas, jóvenes
bachilleres, hombres y mujeres maduros que se apuntaban desde antes para
reservar alguna de las máquinas, dada la gran demanda de servicio que a diario existía
y Suley era una de las clientas más asiduas del lugar, por eso se le daba un
trato preferente.
Pero esa mañana algo muy raro ocurría en la vida de
Suley. Hacía varias semanas que no se veía a Benjamín, su novio, a quien se le conocía
mejor con el mote de "El Chato", se advertía que era un sujeto que
siempre andaba en malos pasos y ante la falta de amigos, pasaba las tardes y
las noches flirteando con la ingenua Suley...
Desde que comenzó la relación
con Benjamín, la vida de Susanita Ley sufrió serias alteraciones. Se le veía
deambular por las calles con su mirada perdida y vidriosa. Muchos miraban su
delgada y diminuta silueta perdiéndose entre la oscuridad de tenebrosos
callejones, casi siempre acompañada por los amigos de "El chato".....
Pero ¿cómo se dio esa
extraña relación si "El Chato" no era de ese pueblo?, es más, nadie sabía
de dónde había venido.... Susanita sí estaba al corriente de todo acerca de la
subrepticia aparición de ese sujeto que presumía de ser su novio. Recordaría
Susana que en una de tantas tardes de navegación en la red, pudo contactar a un
chico que aducía una excelente reputación, como miembro de una de las familias más
pudientes de Medellín..... Susana lo aceptó como amigo y a partir de esa tarde,
se estableció una indisoluble relación codependiente.
Para Suley no existía un
motivo superior para ingresar a la Red... La imagen de Benjamín aparecía por
todos lados. El malviviente aquel se fue colando como la humedad, minando las
escasas defensas emotivas de esa chica, que descendiente de chinos, sufría
mucho por la terrible discriminación que suele darse a estos grupos
minoritarios... En el Centro de bachillerato, Suley tenía que sobreponerse al
bullyng que siempre ejecutaban sus compañeros en contra de su triste humanidad.
El drama que la chica vivía se torno más grave y delicado tras la reciente separación
de sus progenitores. Pasaba horas enteras reclamándole a Benjamín un poco de atención,
aun así solo se diera a través de esa brillante pantalla interactiva.
Era común mirar a Suley reír
y llorar frente al computador, todos los que se encontraban a su alrededor podían
advertir del fuerte impacto emocional que la chica recibía del otro lado de la
red. Seguramente "El Chato" era uno de esos tipejos superficiales y
habilidosos que con gran facilidad enredan a las chicas con el más
insignificante comentario. Pero las cosas no quedaron ahí....
Sorpresivamente Susana abandonó
la escuela y se tiró a vagabundear por los barrios más peligrosos y de mala
nota de Valparaíso. Era una chica bella, de una abundante cabellera negra y
lacia, que rodeaba con delicadeza los hermosos rasgos orientales que la
caracterizaban. Unos bellísimos ojos negros y rasgados sobresalían de su
hermosa fisonomía y su pequeña boca por lo general denotaba, o una chispeante alegría
muy propia de su edad, o una abismal tristeza, fatídica expresión de tendencias
autodestructivas que intentaba ocultar, refugiándose en ese mundo virtual en el
que finalmente tendría que fenecer....
El añorado encuentro entre
la infortunada jovencita y su galán tuvo lugar una lluviosa tarde de julio, en
medio de una fuerte borrasca, de rayos y centellas... No era necesario que se
buscaran afanosos entre la multitud que se guarecía de la lluvia en los
portales del jardín principal. Apenas se lograron ver, se abalanzaron el uno
sobre el otro, fundiéndose en un fortísimo abrazo, dejando que sus labios
sellaran con alegre pasión esa primera cita, alejados de aquel muro virtual
sobre el que escribieron tantos mensajes de ensueño y de delirio supremo....
Comenzó de esta forma una relación
carnal de escarceos clandestinos y de una manipulación directa y salvaje de
emociones y sentimientos que llevaron a Suley a tocar fondo, en el fatídico
mundo del alcohol, del sexo y de las drogas.
En casa de la chica todo
era ruindad y desastre. Su padre llevando una doble vida, finalmente
había decidido separarse de su madre, una mujer talentosa y de notable proyección
social, muy respetada en Medellín... Era imposible admitir que Susana encontrara
un poco de tranquilidad conviviendo con un padre colérico y una madre
depresiva, un verdadero infierno del cual huía para irse a refugiar a otro
peor.
Esa mañana, Suley llegó al
Black Jack Zone y como una autómata se encaminó al sitio de siempre, el que
estaba más cercano a los sanitarios y al amplio ventanal desde el cual podía
admirarse la plenitud del mar, cuyo oleaje salvaje se estrellaba
furioso sobre los enormes peñascos de Valparaíso.
Se sentó, más bien se dejó
caer sobre el asiento, encendió el componente electrónico y se quedó absorta,
mirando la vertiginosa sucesión de imágenes sobre la brillosa ventana, en donde
apareció la foto de perfil del despreciable sujeto que, indolente, le estaba destruyendo
su existencia.
Seguramente comenzaron a
discutir, porque ella inició lanzando una larga cadena de exclamaciones impúdicas
y obscenas, insultando al hipócrita y manipulador sujeto que le había
generado una terrible histeria.
Suley se levantó de su
lugar y se dirigió al sanitario... De un bolsillo de su sudadera
sustrajo una pequeña bolsita, conteniendo un polvito de color blanco; también sacó
un diminuto frasquito con unas pastillas de color rosita... Primero se inclinó
sobre el lavabo y extendió una generosa ración de cocaína y quitándose el
prendedor que difícilmente aprisionaba su gruesísima mata de pelo, le hizo
varios cortes antes de aspirarlo con fuerza por los tiernos orificios de su cavidad
nasal. No satisfecha con esto, engulló dos pastillas rosas y como
aniquilada por un rayo se dejó caer pesadamente sobre el inodoro.
Ahí estuvo por largos
minutos y pudo notar que no solamente brotaban lágrimas de sus ojos y saliva de
su boca... Un delgadísimo hilo de color rojo escarlata comenzó a brotar de su
nariz, manchando su ropaje.
Como pudo se levantó trastabillante
y se dirigió a su lugar preferido, pero sus pasos torpes evidenciaban un
estado físico y mental bastante lamentable... Luego de sentarse, leyó los últimos
mensajes que se habían acumulado en ese breve lapso y comenzó a
llorar. Sus pupilas dilatadas miraban la Foto de Benjamín
Chateau abrazando a otra chica, en una forma algo más que amistosa... Sus dedos
se encresparon y después golpearon la pantalla, como queriendo rasgar esa plana
superficie con sus afiladas uñas... Tecleó furibunda un brevísimo mensaje, arrancó
sus audífonos y jalándose los pelos, lanzó una maldición:
--¡Hijo de perra!
Y el corazón que tantos
sentimientos nobles guardó desde sus tiempos de niña, no pudo soportar la carga
de dolor que a diario la oprimía. En un profundo suspiro de agónica
melancolía, dejó de latir y para siempre...
Cuando llegaron al lugar
los peritos de la policía ministerial, el cuerpo de la chica estaba rígido y
sus bellos ojos quedaron abiertos, bordeados por oscuras ojeras... los frescos
labios que antes lucían carnosos y rojos, ahora estaban amoratados, blanquecinos,
dibujados entre ellos un rictus macabro de odio, destrucción y
muerte.
Así terminó la atormentada
existencia de esta bella, pero infortunada criatura... El computador seguía
encendido y, sobre su luminosa superficie, podía leerse el último mensaje
enviado por Suley:
-- "Ya no puedo más...
¡mejor arráncame la vida!
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