Por: Juan J.
Gaspar G.
Un freno a
la inmigración… De la operación guardián, al muro de la vergüenza
--¡Abajo,
abajo, atrás de las piedras, escondanseeé!
Entre
la espesa negrura de la noche, las siluetas se pierden entre enormes rocas,
mientras un ruido ensordecedor rompe ese silencio sepulcral que envuelve en
forma enigmática los montes y el escarpado relieve de la zona fronteriza.
Encima del escamado grupo de mojados, el mosco sobrevuela
la barranca y con sus gigantescas hélices levanta una descomunal tolvanera,
lanzando destellantes luces, descubriéndolo todo...
--
Sombra bendita del Señor San Pedro, escóndenos bajo tu manto sagrado…--. Un
señor de sesenta y tantos años, con profunda fe cierra sus ojos y pronuncia una
oración que todos, paralizados por el miedo, secundamos, con sorprendente y
espontáneo sincretismo espiritual y religioso animismo…
Ya
desde finales de los años ochenta, la situación se ha puesto grave en esa
larguísima franja geográfica que se extiende desde Tijuana a Matamoros. La
Oficina de seguridad interna del gobierno norteamericano comenzó a desarrollar
la tenebrosa “Operación Guardián”, a partir de
la cual se reforzó la vigilancia en la frontera, con sofisticados mecanismos
que emplean radares, censores y rastreo satelital y hasta pequeños aeroplanos
teledirigidos. A casi veinte años de su implementación, este programa
de seguridad y vigilancia, no logró
reducir el flujo migratorio, más bien lo desvió hacia lugares más
inaccesibles y peligrosos.
¡No nos
quieren y, sin embargo, nos necesitan!
Lo
que ahora provoca indignación y rabia son los brotes xenofóbicos y la comisión de delitos y crímenes por odio racial, alentados por grupos
reaccionarios, de marcada inclinación anti-inmigrante; la aplicación de medidas fascistoides como la SB 1070 de Arizona y otras que ya se
aplican en diversos estados de la Unión Americana ha provocado un clima de
protestas entre la comunidad latinoamericana, que manifiesta su abierto repudio
a criminales de la talla del Buitre-Sheriffe Joao
Arpaio, acusado ante la corte federal por incalificables atropellos a la
integridad humana, en contra siempre de la población latina y específicamente
mexicana.
Lo
más indignante de todo, es la construcción de esa descomunal e inamovible barda
conocida, irremisiblemente, como el “muro de la vergüenza”. La falta
de oportunidades reales de empleo, la intensificación de medidas de control en
las fronteras, el acoso antinmigrante y la aplicación del e-verify (sistema de verificación de documentos) ha venido
a inhibir de manera significativa el fenómeno de emigración hacia los EEUU…
Yo, ya no
puedo más… ¡aquí me quedo!
Los
mojados llegamos a ser considerados unos verdaderos héroes (Fox-tepocata-dixit),
pero con las fuerte crisis recesiva en los EEUU y al intensificarse la
violencia en ambos lados de la franja divisoria, se alentó el furor antinmigrante
que incluyó la militarización de la frontera y la intervención de grupos de
caza-inmigrantes, que con rifles de mira telescópica enfocaron sus objetivos de
muerte hacia los indefensos y atemorizados ilegales…
La
migra afiló sus garras, se alentó a la población de las
comunidades fronterizas para que denunciaran la presencia de ilegales o
presuntos inmigrantes indocumentados. Justo es mencionar la labor altruista y
humanitaria desarrollada por grupos como Borders Angels (Ángeles
de la Frontera), numerosos grupos religiosos y organismos defensores de los
derechos de los inmigrantes. Con todo y esto muchos pollos
han decidido quedarse en alguna ciudad o pueblo de la frontera, dejando de lado
su pretendida incursión en territorio norteamericano.
De este lado de la
línea divisoria, el Gobierno mexicano desplegó un operativo de búsqueda, seguridad y rescate, a través del Grupo Beta, que en varias ciudades fronterizas se dejó
infiltrar o corromper por las mafias locales, constituyéndose en serias
amenazas a la seguridad de los eventuales aventureros que deseaban pasar la
frontera, para alcanzar el “american dream”
o sueño americano.
Con
los brotes de violencia, generados por el Crimen organizado y
la presión de grupos ultraconservadores agrupados en el movimiento “Tea Party”, la situación se volvió indescriptiblemente
tensa y peligrosa. Todo se agravó cuando a raíz de la psicosis provocada
por los ataques terroristas de Al Qaeda, acaecidos
en septiembre 11 de 2001, la Casa Blanca aprobó, como parte
del programa frontera segura, la construcción de una
barda de concreto y metal, sellando prácticamente un larguísimo tramo de la
frontera norte, militarizando la zona y brindando impunidad a grupos armados
como el “Minute Man”
-- Pos,
la mera neta yo mejor me rindo. Aquí voy a encontrar un jale y después Dios ya dirá…-- Así expresan su
impotencia y frustración, esa multitud de inmigrantes que se quedaron atrapados
en esa zona, sin dinero, sin trabajo y sin ningún respaldo de familiares o
amigos. Se dedican a vagar sin destino, tirados al vicio y al desorden o
en el mejor de los casos a alquilarse como cargadores, lavacoches o
pepenadores, viviendo en lugares insalubres, como las famosas barracas y malcomiendo en las misiones (lugares de
asistencia y caridad patrocinados por grupos religiosos), haciendo largas filas
para recoger unos mendrugos, un par de zapatos o un cambio de ropa…
--Pobres, así los
puedes ver, mendingando, alcoholizándose y vagando por las calles …-- Así se expresa de
esos modernos parias, Macrina Ortiz, una de las religiosas que sirven de comer
en la Casa del Migrante María Auxiliadora de Tecate, B.C.
Brincando la
cerca
que nos separa del
gabacho…
---
¡Córranle cabrones, córranle hasta alcanzar la cerca!
Sintiendo
que el hígado y el bofe se deshacen y con el corazón alborotado por tremenda
carrera, El Norris nos presiona, para que sin
hacer tanto ruido, le imprimamos a nuestros ilegales
cuerpos mayor velocidad. A veces pienso que al ritmo que nos lleva este coyote
fácilmente romperíamos si no algún record, eso sí, un ligamento, un hueso o un
tendón.
Cada
que llegamos a alguna cerca, nos volteamos a ver unos con otros, como si
estuviéramos viéndonos en un espejo, mirando que de frente todos los pollos son
iguales, sin importar el tamaño de las patas. Una de las chicas a cada rato
pregunta si ya llegamos a la línea. El Norris, quien no
es, para nada caballero o educado, con unos modales de la
chingada, pone su carota y le contesta:
-- ¡Cómo cré, no mame
señito… apenas vamos a la mitad del camino y Ud. ya quiere estar en
Disneylandia, ca..!
La
chica esconde su enojo, poniendo cara de niña regañada… y solamente
le dice:
--
¡Señor, allá en Tecate me dijeron que solo iba a caminar dos horas… no hay que
ser!
El
Norris, quien ha sido caminador desde que tenía 19 años, no puede ocultar las
molestias que le causan tolerar este tipo de jainitas que le
hacen explotar de ira, sobre todo ahora que ya empieza a experimentar los
inocultables síntomas de la andropausia…
--
Mire, señito… Está bien pendejo ese que le dijo que íbamos a llegar en media
hora, o en quince minutos… Y más pendeja si Ud. le hizo caso… Aquí tienen
que jalar pa’ donde yo les diga, calladitos, calladitas, no dejen basura,
aprieten el paso, sin arrastrar las patas y sin estar chingando, ¡sííí?
Nos
miramos unos a otros, como diciendo:
---
¡Así, pos sí… con estos güevotes, no hay más
que aventar confetti!
En
el grupo, de quince pollos correlones, va
un viejano de sesenta y tantos años, muy
bueno pa’ caminar, un hombre gordote que, según los chismes que escuchamos era
un “deportado de por vida”; también van un
chamaco de ocho o nueve años y una mujer embarazada… El hecho de tener a
estos cuatro casos especiales hace que la presión aumente para El Norris, ya que aumenta su responsabilidad, debido a que
se les cobra una cantidad más elevada (hasta tres mil quinientos dólares per cápita). Para nosotros, el resto del grupo nos permite
descansar un poco más, comidiéndonos a
apoyar a los más débiles o que caminan con dificultad y pidiéndole al coyote que le baje de güevos…
---
Aguanta, pinche Norris, ¿pos qué no ves que la señora esta
embarazada?
Se
trataba de una señora de veintitantos años, con un abultado vientre de cinco o
seis meses, en apariencia… A lo largo del camino tenemos que
pararnos, pues a cada rato, no se queja pero se para y se lleva las manos
a su zona ventral, con la frente perlada de sudor, jadeante y con sus ojos a
punto de desfallecer…El Norris se da
cuenta, pero con tremendas palabrotas nos exige que guardemos silencio:
---Iren, ya estuvo bueno, a la señora yo la vengo cuidando, estoy en todo, ¿okey? ¡Así que se me callan el hocico y ya dejan de estar
chingando!
Paso del Norte, ¡qué lejos te vas quedando!
Resulta
indescriptible el estado anímico de aquellos hombres o mujeres que algún día
tuvimos que dejar nuestro país, dejando atrás la tierra que nos vio
nacer. Cuanta tristeza se anida en nuestros corazones, cuántos
recuerdos navegan en la mente y qué pesada carga de preocupaciones y temores,
nos empujan para adelante, pero también nos paralizan, sabiendo que no podemos,
por ningún motivo volver la vista atrás y mucho menos regresarnos o
retroceder…
Cada
uno de los inmigrantes indocumentados tiene un cúmulo de historias que contar…
Haber pasado días encerrado en cuartuchos malolientes, prácticamente
secuestrados y expuestos a graves riesgos, en manos de bandas de traficantes
que, siendo un mal necesario, han llegado a ser infiltradas por elementos del
crimen organizado…
Nunca
podré olvidar mi estado de angustia, de ansiedad, tristeza y frustración,
cuando fallando en un primer o en un segundo intento por cruzar la línea
fronteriza, ya no sabía que tan certero era el dicho aquél, “la tercera es la vencida”. Con la ropa algo madreada y los tenis a punto de agujerearse,
me gasté los últimos billullos que
cargaba. Ya todo me lo había gastado en llamadas telefónicas, en pagar
sanitarios, regaderazos y por esa canija costumbre de
comer tres veces al día…
Todos
trashijados por el hambre, agotábamos los últimos tragos de
agua y compartíamos unas rodajas de pan blanco… Así continuamos subiendo
empinadas colinas y descendiendo por pedregosas y accidentadas pendientes
caminando en fila india y avanzando sobre todo de
noche, nomás mirando entre los breñales unos puntitos brillosos, que no sabíamos si eran
los ojos de algún zorrillo, coyote, un animal de uña o una pavorosa ¡víbora
de cascabel!
Esa
última vez que crucé la frontera, por el lado de Tecate, la caminata se
prolongó por casi tres días, debido a las extremadas medidas de vigilancia
implementadas por la Border Patrol, esa
odiosa y tan temida Migra norteamericana…Los
ilegales, al traspasar los límites fronterizos, se exponen a múltiples
peligros.Ya no tan solo tienen que librarla
al enfrentarse a los rigores naturales, caminando en zonas prácticamente
impenetrables y cuidándose del ataque de animales peligrosos.
Pero
no solamente se trata de esos riesgos físicos, del clima, de la naturaleza. Quienes
han cruzado recientemente la línea saben muy bien que la inseguridad y la
violencia se han incrementado de manera escandalosa. Se sabe que las
mujeres, sobre todo las jovencitas se exponen al abuso verbal, psicológico y al
ultraje sexual, por parte de sujetos sin escrúpulos que muchas veces forman
parte de las mismas bandas de polleros. Además
de esto, se han vuelto frecuentes los asaltos con navaja en
mano, perpetrados por gavillas de rateros a los que vulgarmente se les conoce con el mote de
“bajadores”.
Con
la ola de criminalidad, que se ha desbocado
en esa franja fronteriza, los cárteles de la droga han hecho acto de presencia,
alentando el surgimiento de bandas delictivas, fuertemente armadas que
prácticamente se roban esa carga humana, poniendo bajo confinamiento y
llevando secuestrados a hombres y mujeres, en un país en donde, las
autoridades judiciales no reconocen las figuras delictivas del secuestro y
extorsión. Infiltradas y dirigidas por grupos de sicarios, las bandas de coyotes no solamente se dedican al
tráfico de personas, sino que ahora practican el secuestro, tortura, violación
o asesinato de indocumentados, además del contrabando de armas y el
tráfico de estupefacientes.
Luego
de haber cruzado un desvencijado alambrado y escuchando el ruido de los
automotores pasando por el Freeway 8, El Norris nos dijo,
con insoportable sorna:
---
Ai ta’, Mexican Pipol, ya casi la hicimos…¡Bienvenidos
al Gabacho, Paisanos!
Un
frío que calaba hasta los huesos se dejó sentir en esa oscura noche. Era
febrero, estábamos pisando suelo yanqui, en los montes de El Cajón, CA.,
allá en esas tierras tan extrañas y lejanas…
(No se pierda los siguientes episodios de las aventuras de un mojado)
1 comentarios:
El que escribio este articulo es un ignorante.Los mexicanos van hacia los Estados Unidos de America porque no han sabido luchar por sus propios derechos en su propio pais (Mexico) donde son tratados peor que en el vecino pais.Cada pueblo o nacion tiene el gobierno que se merece.
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