Por: José B. Algarín G.
TESTIGO DE ULTRATUMBA.
Estando en mi consultorio una mañana, serian como a la 11 A.M. En la
puerta entreabierta de mi consultorio, vi que se estacionaba un carro
obviamente de marca americana, y bajaba un joven bien vestido de
aproximadamente 25 ó 30 años, quien le pidió a mi secretaria “pasar un momentito”
a hablar con el Doctor, y mi ayudante me lo comunicó, diciéndole quien esto narra, que lo hiciera
pasar. Se apersonó conmigo.
Presentándose y diciéndome algo así:
Mire Doctor acabo de llegar de Estados Unidos, después de una ausencia de
más de 5 años, y traigo una orden del Ministerio Público para la exhumación de
los restos de mi padre, quien falleció hace mas de 4 años, así que Usted dirá a
qué horas la va a hacer. Me dirijo a Usted pues es el médico legista. Añadió, ya tengo
preparadas unas personas que le ayudaran.
Dígame pues la hora en que se hará esta exhumación.
Me quedé sin saber qué contestar, pues era la primera vez que realizaría
un trabajo de este tipo.
Pensándolo bien le
dije que cuando terminara mi consulta lo
haría.
Termine mi trabajo de consultorio como a las 2.30 p.m.
Y ahí estaba, cómodamente sentado en una banca de la plaza, frente a mi consultorio, en cuanto me vió salir se me acercó y me propuso ir en su carro,
aceptando de primera intención su invitación. Le comenté que necesitaba una
bata y unos guantes, así como un cubreboca. Me regresé, y tomé lo necesario.
Ya en su carro le comenté que no esperara mucho de encontrar el motivo
de la muerte de su papá, pues ya habían pasado mas de 4 años, él de inmediato
se sinceró conmigo, diciéndome que según el Certificado de defunción él había
muerto de “paro cardiaco” estando en su parcela, y el creía y así me lo
externo, que estaba seguro que lo habían asesinado.
Llegamos al Panteón Municipal, donde nos estaban esperando dos personas
que trabajaban en el servicio de recolección de basura y el camposantero.
Localizaron el sepulcro y de inmediato se abocaron a destruir la tumba,
hasta llegar a lo que era la caja mortuoria que estaba en buenas condiciones.
Fue sacada con mucho cuidado y se procedió a separar la tapa, cosa que
no ofreció ningún problema.
Quedaron pues al descubierto los restos del cadáver, que cosa curiosa,
estaba en buen estado de conservación, noté de inmediato el crecimiento del
pelo de la cabeza y de las uñas.
Me coloqué la bata, y el cubre boca, así como los guantes, y procedí a
sacar con cuidado la calavera, que estaba desprendida del cuerpo, y al moverla
se oyó un sonido que lógicamente correspondía a un objeto dentro de la calota,
y al moverla de un lado a otro salió un pequeño proyectil calibre .22 y nos
quedamos examinando la bala, que efectivamente era una bala integra, sin
achataduras, que se encontró dentro de la cavidad craneana y salió por el
agujero occipital.
Con ésta prueba no insistió mas el joven en proseguir la “autopsia”.
Y así lo reporte en mi peritaje.
Platicando después con el joven,
éste me comentó que su padre tenía problemas con los vecinos de su predio y que
el terreno era un declive de una loma, y
como pensamos que el proyectil entró o por una fosa nasal, o por un
oído, por eso no se encontró ninguna huella de sangre cuando se localizó ya
muerto a su papá. Proyectil que lógicamente le produjo una muerte instantánea.
Y suponemos que la trayectoria fue de abajo hacia arriba, o en todo caso había
sido disparada de lado.
No sé qué pasaría después, el caso es que yo esperaba una “vendetta” y
que aparecerían por ahí algunos “muertitos”, y no, no me di cuenta de ello.
Así pues este TESTIGO DE ULTRATUMBA...Sacó de dudas a su hijo... Él que
estaba ausente...
PASA EL TIEMPO...
Al paso de los meses, mi clientela va en aumento, y casi permanezco todo
el día en mi consultorio, pues acuden de varias partes del municipio a
“curarse” con el Dr. Algarín, familias que en aquel tiempo emigraron a Puerto
Vallarta, Jalisco, que empezó a ser
famoso a nivel mundial con la filmación de la película “La noche de la iguana”
en la cual los protagonistas eran Richard Burton y Elizabeth Taylor, acudían
desde ese bello puerto a atenderse conmigo.
Al terminar mi consulta, ya tenía tres a cuatro citas para ir a
domicilio de las personas que por algún motivo no podían acudir a mi consultorio. Así que llegaba a comer ya
tarde. Y lo que es la juventud, de ahí nos íbamos al cine hasta Tepic, y cenar
allá.
Los casos que no podía atender en el Hospital de Compostela, los llevaba
a Tepic, y llamaba al especialista que más creía yo conveniente para la
resolución de sus problemas. De tal manera que mi círculo de amigos médicos se
amplió de tal forma, que periódicamente nos reuníamos en la Capital del estado
para cenar o tener intercambio de opiniones.
Generalmente eran casos quirúrgicos, en los cuales yo entraba al
quirófano como ayudante, los operábamos, y al darlo de alta el cirujano yo me
encargaba de su control postoperatorio en Compostela.
Llegó a tanto mi rutina de trabajo, que seleccionaba los casos de
hernias, vesículas, y el sábado en mi carro, llevaba de a dos o tres pacientes
que operábamos en la tarde.
Siempre mis amigos cirujanos cooperaban para cobrar un precio accesible
a mis pacientes (y en ocasiones, muy frecuentes por cierto, no se les cobraba,
únicamente pagaban el Sanatorio). Lo mismo pasaba con los anestesiólogos, y
siempre les di preferencia a los egresados de mi querida Universidad de
Guadalajara.
Después de varios años de trabajar a un ritmo realmente muy intenso, me
daba el lujo de salir a vacacionar con mi familia, e invitar a mis padres con
nosotros, así se hicieron frecuentes los viajes tanto a Estados Unidos, como a
varias partes de la Republica.
Por supuesto que me compré autos nuevos, y me daba el lujo de frecuentar
los mejores Restaurantes de Tepic, y mis viajes eran frecuentes tanto a
Guadalajara, donde vivían los papas de Betty, como a Acaponeta, donde vivían
los míos.
En estas salidas contrataba a un médico que me supliera, el cual se
hacía cargo de atender a los derechohabientes del ISSSTE, así como de las
Instituciones Bancarias.
Varios años me desconecte de mis compañeros de mi generación, hasta que
en una ocasión recibí una llamada de mi querido amigo el Dr. Alfredo Álvarez Organista, invitándome a
un aniversario de nuestra Gloriosa Generación. Y por supuesto que fuimos, y
desde entonces hemos celebrado con mucho ánimo nuestras reuniones cada año,
gracias a nuestro estimable “Tolín” quien se convirtió en el “alma” de éste tan
compacto y sui generis grupo.
Desde hace unos tres años, ya no se hizo cargo de andarnos invitando (y
cobrando) y cosa curiosa, coincidió con la feliz terminación de su residencia,
en la cual todos tenemos parte en su alegría de haberla por fin concluido. (¿?)
En cada ocasión que nos reuníamos, y dada la importancia del evento,
presentaba yo un pequeño “show” de actos de magia con el beneplácito de mis
compañeros y sus familias, hasta que, en una ocasión fui brutalmente
descubierto por mi perspicaz compañero el Dr. Jesús Delgadillo López, quien me
espeto públicamente y en alta voz, que no era magia que eran “puros trucos”.
Ese descubrimiento me bajó la moral, y me he abstenido de deleitarlos como
antes lo hacia. (¿?)
(Continuará...)
(Continuará...)
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