lunes, 22 de octubre de 2012

¿PUREROS O TALABARTEROS?




POR: Juan José Rodríguez Tejeda

Es curiosa la polémica desatada sobre si el equipo de béisbol, integrado por jóvenes fuereños, que representarán a Compostela, deben portar el nombre tradicional de “Pureros” u otro más actualizado, el de “Talabarteros” (aunque ambos oficios puedan presentar acta de nacimiento de similar fecha).
Tal vez los primeros hayan iniciado con mayor suerte en cuanto a la fama y trascendencia, pero que se han venido a menos, quedando únicamente la prestigiada manufactura del Señor Bejarano, quien tiene que importar tabaco de otros estados, porque el nuestro ya no reúne las condiciones necesarias para mantener la calidad que celosamente ha cuidado, tan respetable señor, en la elaboración de los puros, mientras que los otros (el oficio de talabartero) pausadamente se ha mantenido y sobrevivido a los embates de los programas económicos surgido de los tecnócratas que últimamente nos han gobernado y que dicho sea de paso le ha dado al traste a la pequeña y mediana empresa nacional (que a lo mejor sería más conveniente analizar y reclamar a los políticos que esta divergencia surgida del impulso emocional).


Los que defienden el nombre de “PUREROS”, se aferran a una tradición y a los campeonatos y hazañas que el equipo envuelto en este nombre ha conquistado, esto último es subjetivo pues no creo que el nombre haga más bueno o más malo al equipo, pero en cuanto a lo de la tradición será cuestión de análisis y yo preguntaría ¿estará bien que la tradición se sustente en algo inexistente? Tal vez esto sea válido cuando la tradición juega el papel de catalizador social, cuando la tradición se empeña en recordar algo para infundir valores éticos, patrios o religiosos a una sociedad, ejemplo nuestra tradicional fiesta patria o nuestra fiesta jurada al Señor de la Misericordia.
   
En fin podemos definir a la tradición como el conjunto de patrones culturales, venidas y transmitidas de varias generaciones atrás que sirven para cohesionar una sociedad. Pero esto no quiere decir que deban de mantenerse siempre igual. Una cultura estancada se pudre, se hiede, esta debe ser evolutiva, cambiante a las nuevas exigencias aunque sin perder la esencia de la tradición. 

El tener una visión muy conservadora de la tradición, el mantener y acatar acríticamente los mismos elementos de la tradición es sentenciarla al ostracismo a enterrarla junto con una generación. Pongo un ejemplo nuestra tradicional fiesta del Señor de la Misericordia, no comenzó como la conocemos, fue evolucionando, tal vez (esto lo podrá corroborar un historiador) comenzó como una actividad exclusivamente religiosa y que viendo la necesidad de alimento y servicio que demandaba la alta afluencia de peregrinos se fueron estableciendo comercios en torno a una celebración religiosa, posteriormente se anexaron los juegos mecánicos, los ponches, los grupos musicales (otrora mariachis, ahora bandas). En el año de 1999 un comité encabezado por el Lic. José María Bautista (en donde un servidor, junto con muchos más, formamos parte) se integraron a esta fiesta los eventos culturales que hoy prevalecen. ¿Vemos las actualizaciones que ha tenido este festejo? Ahora, recordando el tiempo que pasé en las aulas de la licenciatura de Desarrollo Cultural, se me viene a la mente (previa revisión de mis apuntes, pues no puedo presumir de tener tan buena memoria) las participaciones de un eminente maestro; el antropólogo José Antonio Mac Gregor que decía:   
        “…En los años setenta era común  la confrontación de tradición contra modernidad  de la que surgieron grandes lecciones que aún hoy debemos revisar  para entender los nuevos desafíos  que en materia de cultura enfrentamos. Debemos entender que la modernidad sin  tradición es tan vacía como la tradición sin innovación (…) Debemos evitar entendernos como cultura inmóvil, estática y dormida en sus laureles de tradición virtuosa con olor a naftalina, sin capacidad de cambio, de asombro y de imaginación…”
Ahora, viendo el lado conveniente como sociedad, la antigua actividad de la talabartería, ha ido desapareciendo en otras partes del Estado a tal grado que por lo menos en otros municipios de Nayarit, no existen ya estos talleres y que es únicamente en nuestra ciudad Compostela, antigua capital de la Nueva Galicia donde no ha desaparecido esta actividad, sino que al contrario, ha proliferado, donde muchas familias se mantienen en torno a este oficio, que es una actividad que se ha ganado a pulso la fama, primeramente por ser el lugar que más novedades de estos productos ofrece, así cómo sus precios competitivos y segundo que ya no existen en otras partes que antaño competían con nuestros productos de cuero. Que ya se surte a los estados de Zacatecas, Jalisco, Sinaloa, Colima y que siempre se han exportado artículos de cuero a los EUA.
Cuando visitamos algún pueblo o ciudad por primera vez, lo primero que preguntamos es ¿A que se dedican aquí? Si el cuestionado es del lugar; orgullosamente contestará “pues aquí somos los mejores para… (y pudiera decir: hacer  zarapes, o las mejores prendas de vestir, o el mejor mole, o artesanías de plata, trabajamos lana, hacemos la mejor birria, alfarería, muebles, equipales, chiquihuites, zapatos, rebozos, etc.) y generalmente en torno a un oficio que da identidad al pueblo se desarrollan otras actividades comerciales, es decir que la economía de los pueblos se desarrolla en torno a una actividad identataria, y pongo el ejemplo de Talpa que en torno al turismo religioso se mueve toda la economía del lugar. ¿Qué pasa si en otro municipio donde compita nuestro equipo de béisbol alguien que escuche Pureros de Compostela, se decida a dar una vuelta por estos lugares con la intención de comprar puros? ¿Los encontrará en el mercado? ¡NO! los tendrá que mandar hacer en el único lugar que se fabrican que es con el Señor Bejarano y esperar turno, ya que el prestigio que se ha ganado este Señor no requiere de promoción y que él le dará prioridad a sus antiguos clientes, a sus clientes privilegiados.  

Es cierto que se hieren susceptibilidades, añoranzas románticas, emociones y pasiones al  hacer cambios a lo establecido y al cual ya nos habíamos acostumbrado, pero creo que vale la pena, darle oportunidad a esta otra visión, que sin intentar entrar en esta polémica, el gremio de la talabartería se vio involucrado y metido en el ojo del huracán, pero que sin aferrarnos a una u otra visión, le debemos dar cabida a la reflexión y dejando de lado las pasiones nos pongamos a pensar lo que es mejor para nosotros como sociedad.

¡YA, PLAY BOL!

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