Por: Juan J. Gaspar G.
"Think big". Los aforismos del jeque Al
Maktum dan la bienvenida al Manhattan del siglo XXI. Hagamos un vertiginoso
recorrido por Dubai, ese oasis que se asoma al Golfo Pérsico, con
fastuosos edificios, con arquitectura del siglo XXI, pero con polos de pobreza
de verdad indescriptibles... Hace 40 años no era más que un pedazo de desierto
habitado por nómadas y pescadores. Hoy se ha convertido en uno de los destinos
turísticos de mayor exclusividad en el planeta.
Este Emirato árabe parece el
remedo modernista de las Mil y una noches. Una
especie de Blade Runner ordenado, pulcro y rebosante de
luz, con grandes autopistas, como la Sheikh Zayed, que serpentea entre
majestuosos edificios. Por la majestuosidad de sus enormes y suntuosos
edificios, a Dubai se le ha dado en llamar la puerta de oro entre
Oriente y Occidente.
Hay quienes aseguran que el
jeque Mo Al Maktum tiene poderes sobrenaturales. Dicen que
primero te hipnotiza como una cobra del desierto, para después avasallarte en
su loca carrera hacia los centros bursátiles de ese país... Dubai pretende ser
el eterno paraíso de las finanzas internacionales y para ello ha comenzado a
superar innumerables récords Guiness, incluyendo el de pobreza extrema y de
mortalidad infantil... Empezando por Burj Dubai, la torre más alta del mundo
(en construcción, con más de 800 metros), siguiendo con la Dubai
World Cup (carrera de caballos multimillonaria), Dubailandia (el mayor parque
temático) o la pista de esquí interior (en el Emirates Mall) más grande del
mundo), el gobierno de estos magnates petroleros han puesto en marcha el mayor
centro comercial y el hotel submarino más grande del mundo... Y la
euforia de los archimillonarios no tiene fin, siguen y siguen sumando
proyectos, cuatro son para construir islas artificiales...
A Dubai llegan a
diario, multimillonarios de diversos puntos del planeta, atraídos por ese que
pretende ser el país de las mil y una noches de nuestros tiempo--- El Shopping
Festival, que se realiza del 15 de enero al 15 de febrero es el evento cumbre de
esta exótica nación...
En
Dubai se prohibe informar sobre la crisis...
Entre los poderes del jeque
también figura el equilibrismo. El cuenta con reservas suficientes para lograr
un balance perfecto entre sus incalculables tasas de ganancia y la insultante
pobreza de las mayorías... Claro que en el mundo globalizado, el estado que
guardan las finanzas públicas le esta robando el sueño; sus grupos de asesores seguido
salen de sus lujosas oficinas furibundos y con sus rostros desencajados, pero está prohibido informar sobre la crisis espantosa que
comienza a asomarse en ese emirato... Muchos dicen que en el
estacionamiento del aeropuerto hay una inmensa cantidad de lujosos
coches abandonados por turistas, visitantes e inversionistas extranjeros, quienes
se han visto obligados a huir, al no poder pagar sus estratosféricas cuentas...
Al fin de cuentas, ese complejo arquitectónico tiene enormes accesos y también ¡una grandísima puerta trasera!
Sonapur,
el Dubai de los parias...
En Sonapur vive el otro Dubai.
Un campamento a pocos kilómetros de la capital que parece un campo de
concentración para 150,000 trabajadores. No hay ni ostentosos centros
comerciales (zocos) ni mansiones de lujo. Ahí el hedor aplasta más
que el calor. Algunos moradores de esas insalubres viviendas se protegen con
pañuelos, pero la mayoría se ha acostumbrado a respirar olor tan nauseabundo.
Aquí viven los nuevos
parias, los desarrapados, los descendientes de aquellos esclavos que
construyeron las pirámides en las inmediaciones del Nilo, los que
edificaron con sudor y sangre las míticas fortificaciones de Luxor y los
jardines colgantes de Babilonia... La mayoría son indios de Kerala.
También hay pakistaníes y bengalíes. Estos modernos esclavos son los que
construyen esas mastodónticas torres. Los parias de Sonapur
son los que llenan de arena las islas artificiales.
Para ellos, la reencarnación
de la pobreza es un mandato divino, para los turistas extranjeros un insulto a
la dignidad de los hombres, ¡un crimen de lesa humanidad!
Tomándose de la mano,
observan con nerviosismo e incredulidad a una periodista española que desde
hace semanas se empeña, sin conseguirlo, tomarles unas cuantas fotografías...
En sus momentos de reflexión ella no alcanza a comprender porqué está ahí, con
ellos y no disfrutando de las reconfortantes instalaciones del Burj Al Arab, el
hotel que en forma de vela, bien podría ser galardonado como el edificio más
hermoso sobre la faz de la tierra...
Salarios
de miseria, en un territorio donde la riqueza brota desde las entrañas de la
tierra...
Estos hombres trabajan
maratónicas jornadas, a cambio de un salario miserable (150 dólares al
mes). Y cuidado con quejarse. El que lo haga, será expulsado del país. Cientos de ellos están trabajando en la Palmera Jebel Alí, que reproducirá con
su forma un poema del jeque Mo: "Tomad la sabiduría de los sabios. Se
necesita un hombre con visión para escribir en el agua". Ellos no
entienden tan sofisticada poesía. En Dubai, la sabiduría es exclusiva del jeque
de los espejismos...
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