viernes, 30 de noviembre de 2012

DUBAI, PALACIOS Y POCILGAS ASOMANDO AL GOLFO PÉRSICO



Por: Juan J. Gaspar G.

"Think big". Los aforismos del jeque Al Maktum dan la bienvenida al Manhattan del siglo XXI. Hagamos un vertiginoso recorrido por Dubai, ese oasis que se asoma al Golfo Pérsico, con fastuosos edificios, con arquitectura del siglo XXI, pero con polos de pobreza de verdad indescriptibles... Hace 40 años no era más que un pedazo de desierto habitado por nómadas y pescadores. Hoy se ha convertido en uno de los destinos turísticos de mayor exclusividad en el planeta.


Este Emirato árabe parece el remedo modernista de las Mil y una noches. Una especie de Blade Runner ordenado, pulcro y rebosante de luz, con grandes autopistas, como la Sheikh Zayed, que serpentea entre majestuosos edificios. Por la majestuosidad de sus enormes y suntuosos edificios, a Dubai se le ha dado en llamar la puerta de oro entre Oriente y Occidente.

Hay quienes aseguran que el jeque Mo Al Maktum tiene poderes sobrenaturales. Dicen que primero te hipnotiza como una cobra del desierto, para después avasallarte en su loca carrera hacia los centros bursátiles de ese país... Dubai pretende ser el eterno paraíso de las finanzas internacionales y para ello ha comenzado a superar innumerables récords Guiness, incluyendo el de pobreza extrema y de mortalidad infantil... Empezando por Burj Dubai, la torre más alta del mundo (en construcción, con más de 800 metros), siguiendo con la Dubai World Cup (carrera de caballos multimillonaria), Dubailandia (el mayor parque temático) o la pista de esquí interior (en el Emirates Mall) más grande del mundo), el gobierno de estos magnates petroleros han puesto en marcha el mayor centro comercial y el hotel submarino más grande del mundo...  Y la euforia de los archimillonarios no tiene fin, siguen y siguen sumando proyectos, cuatro son para construir islas artificiales... 

A Dubai llegan a diario, multimillonarios de diversos puntos del planeta, atraídos por ese que pretende ser el país de las mil y una noches de nuestros tiempo--- El Shopping Festival, que se realiza del 15 de enero al 15 de febrero es el evento cumbre de esta exótica nación...

En Dubai se prohibe informar sobre la crisis...

Entre los poderes del jeque también figura el equilibrismo. El cuenta con reservas suficientes para lograr un balance perfecto entre sus incalculables tasas de ganancia y la insultante pobreza de las mayorías... Claro que en el mundo globalizado, el estado que guardan las finanzas públicas le esta robando el sueño; sus grupos de asesores seguido salen de sus lujosas oficinas furibundos y con sus rostros desencajados, pero está prohibido informar sobre la crisis espantosa que comienza a asomarse en ese emirato... Muchos dicen que en el estacionamiento del aeropuerto hay una inmensa cantidad de lujosos coches abandonados por turistas, visitantes e inversionistas extranjeros, quienes se han visto obligados a huir, al no poder pagar sus estratosféricas cuentas... Al fin de cuentas, ese complejo arquitectónico tiene enormes accesos y también ¡una grandísima puerta trasera!

Sonapur, el Dubai de los parias...

En Sonapur vive el otro Dubai. Un campamento a pocos kilómetros de la capital que parece un campo de concentración para 150,000 trabajadores. No hay ni ostentosos centros comerciales (zocos) ni mansiones de lujo. Ahí el hedor aplasta más que el calor. Algunos moradores de esas insalubres viviendas se protegen con pañuelos, pero la mayoría se ha acostumbrado a respirar olor tan nauseabundo.

Aquí viven los nuevos parias, los desarrapados, los descendientes de aquellos esclavos que construyeron las pirámides en las inmediaciones del Nilo, los que edificaron con sudor y sangre las míticas fortificaciones de Luxor y los jardines colgantes de Babilonia... La mayoría son indios de Kerala. También hay pakistaníes y bengalíes. Estos modernos esclavos son los que construyen esas mastodónticas torres. Los parias de Sonapur son los que llenan de arena las islas artificiales.

Para ellos, la reencarnación de la pobreza es un mandato divino, para los turistas extranjeros un insulto a la dignidad de los hombres, ¡un crimen de lesa humanidad!

Tomándose de la mano, observan con nerviosismo e incredulidad a una periodista española que desde hace semanas se empeña, sin conseguirlo, tomarles unas cuantas fotografías... En sus momentos de reflexión ella no alcanza a comprender porqué está ahí, con ellos y no disfrutando de las reconfortantes instalaciones del Burj Al Arab, el hotel que en forma de vela, bien podría ser galardonado como el edificio más hermoso sobre la faz de la tierra...

Salarios de miseria, en un territorio donde la riqueza brota desde las entrañas de la tierra... 

Estos hombres trabajan maratónicas jornadas, a cambio de un salario miserable (150 dólares al mes). Y cuidado con quejarse. El que lo haga, será expulsado del país. Cientos de ellos están trabajando en la Palmera Jebel Alí, que reproducirá con su forma un poema del jeque Mo: "Tomad la sabiduría de los sabios. Se necesita un hombre con visión para escribir en el agua". Ellos no entienden tan sofisticada poesía. En Dubai, la sabiduría es exclusiva del jeque de los espejismos...

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