Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Cuenta una fabulilla que a una
familia de campesinos se le escapó el caballo que usaban a diario en las faenas
del campo. El hijo del dueño de la finca amargamente se lamentaba por tan
grande pérdida, y el padre solo atinaba a decir: "Ya veremos".
Esa actitud extrañaba sobremanera al
joven, pero a los pocos días, regresó el caballo y lo mejor era que venía
acompañado de una bella y fuerte yegua salvaje. El hijo, con alegría y
excitación fue a comunicarle la buena nueva a su progenitor, quien solo dijo: "Ya
veremos".
El muchacho no sabía a qué atenerse,
pero se tragó su desconcierto. Posteriormente quiso domar a la yegua, con tan
mala suerte que esta le derribó y de resultas de la caída se fracturó una
pierna. Desolado le dijo al papá: “Padre, ahora sí que estamos perdidos. La
desgracia se ha cebado con nosotros, no podré ayudarte en las labores del campo
y seremos aún más pobres. Esto sí que es una desgracia.
Y como de costumbre el viejo solo le
dijo: "Ya veremos".
A los días, arribaron al lugar, los
enviados del señor feudal de aquellas tierras, reclutando a los jóvenes para la
guerra en un lugar lejano y el muchacho no pudo ser llamado a filas debido a la
lesión de su caída.
Finalmente el menudo campesino
entendió las palabras de su patriarca, diciéndole: Ahora te entiendo, porque mi
pierna sanará en unas semanas y en la guerra podría haber perdido la vida. Aun
así no sabemos si mañana este hecho se volverá en bien o en mal... ¡Ya veremos!
Este lene cuentecillo deja como
moraleja un conocido refrán: no hay mal que por bien no venga. Así es como yo
veo el pesado problema económico de la Universidad Autónoma de Nayarit, tendrá
que venir el bien ante tanto mal que hoy sufrimos los que ahí laboramos. ¡Ya
veremos!
Por principio de cuentas, si alguien
piensa que es el fin de la UAN, anda bien faroleado, porque la Universidad no
habrá de morir en este milenio –en el otro no lo sé, ni me importa--. Otros,
igual de desubicados piensan que las 15 preparatorias de la UAN son las que
están destinadas a desaparecer, pero eso tampoco habrá de suceder, de hecho, la
Universidad es producto de estas escuelas de educación media superior, aunque
la federación no las reconozca, con esa actitud tan absurda y ciega con que se
maneja la educación en el país y los presupuestos. A propósito la Prepa 3 de
Acaponeta es ocho años más grande que la UAN.
Con respecto a la crisis que
atraviesa nuestra Alma Mater, considero que es un error pensar que se debe al
robo o desvío o como le quieran llamar a la desaparición de tanto dinero de las
arcas universitarias. Esa es tan solo la gota que derramó el vaso y no digo que
Don Juanito “Pillín” López Salazar, no robó. El rollizo caballero es redomado
ladrón y no se le puede nombrar de otra manera al que se lleva a su casa lo que
no es suyo: el ex rector –hoy un patético raptor—es un vulgar caco. Lo sé yo,
lo sabe el amable lector y lo sabe él, por eso se tiró a huir, volviéndose ojo
de hormiga.
No soy yo, y nunca lo seré, un
experto en finanzas, Diosito no me llamó por ese espinoso camino, mucho menos
me acercaré a los conocimientos que al respecto tuvo y tiene Don Juan “El
Fantomas” López Salazar, quien además de ser rector, fue por 12 largos años
Secretario de Finanzas de la UAN. Ningún novato. Por lo que fácilmente podría
explicar el quebranto de la universidad.
Sí sé, para empezar, que las
universidades públicas de la nación están peor, igual o en vías de empatarnos.
Todas al borde del barranco y sin que nadie nos aviente un lazo. No sé de
finanzas, pero si puedo dar algunos ejemplos del dispendio tan terrible que a
veces se hace en la UAN, que me deja perplejo y me abre los ojos a la realidad
que hoy se nos vino como tsunami.
Recuérdese la campaña del propio
López Salazar, cuando quería ser rector, tiró dinero como si fuera acceder a la
mismísima presidencia de la República. Tan solo a Acaponeta llegó en medio de
un gran escándalo: una larga caravana de vehículos, la gran mayoría
camionetonas de esas que maman gasolina con tan solo encender las direccionales,
todas ellas llenas de barberos, acarreados, lacayos y bufones, que iban
prácticamente arrojando flores y tendiendo alfombras rojas a su paso, y por
supuesto tragando y libando en las posteriores comilonas que se organizaban. Ni
Jesús vio eso a su entrada a Jerusalén. Por supuesto antes llegó una avanzada
que traía en una camioneta de redilas, todo un escenario precioso de madera,
sillas, mesas, podio, equipos de sonido, manteles y todo lo necesario para este
moderno César diera su augusto y trascendente mensaje. Todo acarreado por otro
contingente de trabajadores que también tragaron y mamaron. Por supuesto no
faltaron los sectores quienes llegaron escoltando a su majestad el elegido,
asimismo llevados en camionetas (de suburban para abajo) que denotan la
opulencia de los sindicatos y sus líderes, todas ellas repletas de
“colaboradores” y “personal de apoyo” (eufemismo por vaquetones que dejaron sus
chambas botadas para que los viera el preciso y “tumbar” a la UAN en los
susodichos ágapes), los cuales traían mantas, folletos, trípticos y fotografías
con la corpulenta figura de Juan “El Manilargo”. La Feuan, faltaba más faltaba
menos, llenó varios camiones de “estudiantes” que no estaban estudiando y
todos, en esos felices momentos exhalaban alegría y entusiasmo por todos los
poros. No recuerdo el mensaje de López Salazar pero debió haber hablado de la
universidad que todos queremos, de las broncas financieras que “habremos de
superar”, de la unidad de los universitarios, del mejoramiento de la
infraestructura, de los cambios de paradigmas, de los vicios y personajes del
ayer y del hoy que son un lastre y bla
bla bla. Hoy, ese mismo personaje es tan solo un delincuente fugitivo y
los conflictos financieros no se superaron, por el contrario, el globo reventó.
La unidad universitaria no sé si existe, cada quien jala por su lado y los
momentos electorales son como esas lunas llenas que convierten en lobos a las
ovejas. La infraestructura deja mucho que desear y lo veo en mi preparatoria
que literalmente se está cayendo, ahí lo único que han construido desde hace
más de una década son promesas que a la primera brisa se caen y nos vuelven a
dejar chiflando en la loma. Ojala se cambiaran o al menos se les diera una
manita de gato a los paradigmas o modelos ya caducos que privan en la UAN.
Palabras y más palabras para llenar la agenda de una onerosa campaña electoral,
donde Don Juanito “el cuatrero” competía contra su enorme ego con la
complacencia de los llamados “sectores”. En contraparte, la Dra. Lourdes
Pacheco, candidata también, no llegó a la prepa porque su automóvil se averió
en el camino. Surrealismo puro.
Seguramente Juan “El Cleptómano”
también habló de la calidad en la educación, de la excelencia en la
investigación y de la promoción de ese valioso recurso humano del cual goza la
Universidad Autónoma de Nayarit y que es la garantía de que la UAN no habrá de
desaparecer, --esto lo digo yo, no lo dijo él--. Nuestra institución tiene
personajes de una valía –ahora sí—de calidad mundial. Investigadores,
académicos, intelectuales, artistas, eruditos, pensadores, profesionistas del
más alto nivel y un cúmulo de seres humanos de excepción. Lamentablemente
Johnny “El Rufián” también malversó ese recurso, pues en muchos casos les
impidió crecer y hacer aún más grande a la Universidad.
¿Otro ejemplo de despilfarro?: los
malditos checadores que sirven para 73 cosas: para nada, para nada, para nada y
para setenta chingadas. Gasto muy oneroso que a diario nos obliga a todos a
imprimir la huella digital en un mecanismo, del que todos sabemos es tan inútil
como una galleta salada en el desierto de Arizona. Como nos han vuelto muy
desconfiados porque nunca hay explicaciones y la transparencia es como una
brumosa mañana de invierno, diré con mala leche, que fue “el negocito” de
alguien. Pero su inutilidad es manifiesta y ahí están, haciendo que todos los
días juguemos al Tío Lolo.
Rector Jorge Ignacio Peña González |
En fin…”ya veremos” le decía el
campesino del cuento a su hijo. Y en ese ya veremos habría que pedirle al nuevo
Rector Nacho Peña, que de este mal salga un bien. Que si se perdió un caballo,
pronto tengamos caballo y yegua. Que si nos quebramos una pata sirva la
experiencia para que no nos recluten a la guerra. No hay daño que no tenga
apaño, dijeran los más viejos y estamos ciertos que para todo hay remedio,
menos para la muerte, ¿acaso no lo decimos a diario? Por uno que se
pierde, diez aparecen.
Eso sí, yo le pediría al Rector que
ese “ya veremos” no se convierta en un fulminante e impune “borrón y cuenta
nueva”, todos, todos, spauanos, setuanos, feuanos y otros uanos, queremos ver a
Juan “El Malandro” dando explicaciones y devolviendo lo que no es suyo, y ¿por
qué no? tras las rejas. Sin embargo, sí un borrón y cuenta nueva en la actitud
de todos. Tiene razón Ignacio Peña González al pedirnos a todos el apoyo y la
corresponsabilidad de sacar a la Universidad adelante. Comprometernos todos a
cumplir con la parte que nos toca y por la que nos pagan, ni más de eso, pero
tampoco menos que eso. Que le demos el Rector todo el poder de ejercer mano
dura donde debe haberla. Que no se tiente el corazón para sacar, si no a patadas,
al menos sí echar de manera responsable a quien no cumpla o a los vividores que
sabemos son muchos. Que tenga nuestro Rector, mi Rector los tamaños suficientes
para poner orden en los tres sectores y que estos acepten que hay muchas cosas
y personajes que están mal. Que los sindicatos asuman su verdadera vocación de
defender los derechos de los trabajadores y se dejen de ese muy mal entendido
sindicalismo de proteger huevones, vaquetones y malandrines, al mismo tiempo
que hacen grilla de la forma más rupestre.
Yo tuve el orgullo de ser spauanista,
tristemente escribí la palabra “tuve” (primera persona del singular, pretérito
indicativo), cuando el mío era un sindicato fuerte, con presencia, audaz,
valiente, protagonista del diario quehacer universitario, garantía de la
defensa laboral; hoy es un triste remedo de lo anterior, y el Spauan se ha
convertido en la tercera presencia después del Setuan, este sí, con un fuerte
liderazgo y unidad. Incluso, mi sindicato se ve rebajado por de la propia
Feuan, quedando los catedráticos por debajo de los estudiantes.
Carlitos Muñoz --y el diminutivo no
es mío, ni lo digo de manera despectiva, así le llaman todos--, no ha sabido
imprimirle a su puesto el calor, pasión y poder necesarios para llevar avante,
sujetando con firmeza las riendas de un sindicato que debiera ser estandarte en
la UAN. Muy por el contrario, bajo su gestión se ha venido a abajo de manera
preocupante y buena parte de los docentes universitarios ven en él, a un
personaje deslucido, sin sustancia, amorfo y soporífero a la hora de los discursos.
Su verbo no levanta, más por el contrario aburre, prueba de ello es la rechifla
que le endilgaron hace unos días. Hace dos años cuando por primera vez no se
pagaron los aguinaldos en diciembre, siendo Juan “Uñas Largas” rector, su
actuación fue decepcionante y sin rumbo. El futuro y destino del Spauan, se ve
gris como su dirigente, pero esa, dijera la viejita, es otra historia.
Creo que debe hoy Nacho Peña, sentar
a los tres sectores y leerles la cartilla. La etapa electoral ya terminó “haiga
sido como haiga sido”. Los compromisos que se hicieron, hagamos de cuenta que
se signaron sobre una barra de hielo, que ya se deshizo. Por principio de
cuentas, reducirles drásticamente los 90 millones que se llevan entre los tres,
o al menos que expliquen –peso sobre peso—en que los gastan. Eso lleva al tema
de la transparencia, que hoy por hoy no es muy clara en la UAN.
Es la hora de tirar las caretas a la
basura e iniciar –aquí sí-- un borrón y cuenta nueva; de implementar reformas,
pero no como las de Peña Nieto que son absolutamente verticales y que solo
benefician a la detestable clase política, sino aquellas en las que
participemos todos y por TODOS, entiendo no a esos “todos” que vienen incluidos
en los discursos cuando hay problemas: “todos haremos avanzar a la UAN”, “el
problema es de todos”, “todos somos la solución”, premisas que me recuerdan
aquella de José López Portillo o Miguel de la Madrid, que decían casi con dedo
flamígero: “la corrupción somos todos (¿somos kemosabee?); me refiero a un
TODOS que verdaderamente nos incluya, aunque no estemos en la cúspide de la
pirámide de las decisiones. Nacho Peña González, nos debe escuchar a la
totalidad de los que conformamos esta gran institución que es la Universidad
Autónoma de Nayarit; tirios y troyanos, los cercanos y los lejanos, los devotos
y los contras; porque en cada Unidad Académica hay cerebros que pueden aportar
buenas ideas o algo de luz en este túnel que hoy se ve como boca de lobo.
Que comience por sanear la nómina, en
la que sabemos están enquistados aviadores relumbrantes, vaquetones conocidos,
amigotes, amiguitas, familiares de gallones y uno que otro sinvergüenza que
asiste a las aulas para dar clases de 15 minutos y cobrar tiempos completos que
muy lejanos están de ser devengados. Todo en la inteligencia de que esa no es,
de ninguna manera, la solución al problema de la UAN. Ojala lo fuera.
Cada quien en su área que aporte lo
que tiene que aportar. Por ejemplo, nosotros los docentes del nivel medio
superior, certificarnos para conseguir entrar al Sistema Nacional de
Bachilleratos, de donde se pueden sacar recursos. Cumplir con nuestro horario
y, ¿por qué no? Dar un poco más con asesorías, tutorías o tareas extraclase.
Que si faltamos, o llegamos tarde –para eso son los malditos checadores—nos
descuenten y el sindicato apoye al patrón cuando sea menester.
Señor Rector, ¡Ya veremos! Y para
ello cuanta con nuestro apoyo. No a la impunidad que es verdadero cáncer de
este país. Que volvamos a decir con orgullo: “Universidad Autónoma de Nayarit:
Por lo Nuestro a lo Universal”.
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