Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
SEÑORES RICARDO ANAYA CORTÉS, ANDRÉS
MANUEL LÓPEZ OBRADOR Y JOSÉ ANTONIO MEADE KURIBREÑA (Estricto orden alfábetico)
CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DE LA
REPÚBLICA MEXICANA
PRESENTES
Estimados candidatos: (lo de
estimados es demagogia para estar a tono)
Soy
un ciudadano común que con honda preocupación veo que uno de ustedes habrá de
ser quien gobierne nuestro –Mi—país, por los siguientes seis largos años; y
digo preocupación porque veo más de lo mismo, y que se viene repitiendo en la
nación desde que esta se declaró estado independiente en 1821: aspirar al poder,
cómo se pueda y en la forma que se pueda, sin que los ciudadanos veamos un
beneficio colectivo y la llegada del ansiado progreso como Estado miembro del
orbe y como individuos.
Para que mejor se me
entienda voy a reproducir lo que escribió en 1851 el político conservador Luis
Gonzaga Cuevas, testigo de la conformación de los primeros gobiernos mexicanos
a partir de la consumación de la independencia, la ascensión de Guadalupe
Victoria, el primer presidente de México, y quien fuera –Gonzaga Cuevas--
cuatro veces Ministro de Relaciones Exteriores, el cual en su excelente libro “Porvenir de México” dice en su breve
epílogo, mismo que reproduzco:
“Está concluido el juicio que me propuse escribir sin otro
fin que el de presentar en su conjunto y en un solo cuadro lo que ha sido en
nuestro país la política, la guerra interior y las pasiones de nuestros
gobiernos y nuestros partidos. Si este trabajo, que como he indicado más de una
vez no se ha contraído a las personas, tiene la imparcialidad y moderación que
tanto he deseado, toca calificarlo a los que lo lean con razón más fría y más
sensible que los autores de esta clase de escritos en que es preciso condensar
sucesos dolorosos, recuerdos amargos y esperanzas lisonjeras que hemos perdido
y no volverán jamás. Yo no puedo creerme libre de afecciones, que parecen, y
que son en efecto, inherentes a nuestra naturaleza. Sin embargo, no me queda la
menor duda de que cualquiera que sea la opinión que se forme sobre este libro,
no habrá una sola que lo condene como inspirado por el odio, o como hijo de los
resentimientos que engendra en los corazones la guerra civil. Yo no conservo
ninguno, ni era tampoco natural que viniese a turbar los pocos días que me
quedan de vida cuando todos somos náufragos y víctimas de una desgracia común.
México, esta región envidiada del mundo, ofrece en su
historia tanta grandeza y tanta abyección, tantos dones de la naturaleza y
tanto abuso de ellos, tantos cuidados de la providencia y tanta ingratitud, que
nada se exagera cuando se dice que es el pueblo que más ha contrariado su
propia felicidad.
La independencia ha venido a mostrar al mundo lo que fue
México, lo que ha podido ser, y la verdad que nunca deben olvidar los pueblos,
que nada es menos digno de su fama, ni más contrario tampoco a los planes de la
providencia, que despreciar los dones de su propia grandeza”.
Lo cual, como pueden ver señores
candidatos, el tono de Luis Gonzaga, es pesaroso y de muy poco ánimo, tal como
millones de mexicanos en la actualidad vemos el presente y, aun peor, futuro de
México, negros y funestos, no importando quién sea el ganador de la próxima
contienda de julio del 2018. Aquí lo que es digno de hacer notar es que este
cierre del libro “Porvenir de México”
se escribió hace 167 años y la sensación de un país fallido la seguimos
teniendo como nos muestra este funcionario y pensador del siglo XIX.
El escritor habla de las “pasiones de nuestros gobiernos y nuestros
partidos” y conste que en aquellos años solo había dos, el liberal y el
conservador, contra la sarta de partidos y partiduchos que hoy pueblan de
manera vergonzante el panorama político nacional y que maman afrentosamente de
la ubre presupuestal que de manera tan dispensiosa la clase política, a la que
ustedes representan, se auto asignan, valiéndoles madre las prioridades más
sentidas del país, porque ninguno de ustedes candidatos –perdón,
precandidatos—podrá decir, sin sentirse mal, que los topes de campaña aprobados
son una burla y una grosería a una nación que vive en eterna crisis económica y
se le hace nudos la tripa, al ver como con alegría y sin ningún rubor o empacho
dilapidan los recursos nacionales que tanta faltan hacen en decenas o centenas
de sitios e instituciones del país, como hospitales, universidades, escuelas,
espacios deportivos, casas de cultura, comunidades indígenas, etc. Sin contar
las inexplicables “alianzas” donde violando incluso las leyes de la química y
la física mezclan agua y aceite o unen a Maximiliano con Juárez.
Es una indecencia que hablen de
“precampaña” –sobre todo ustedes tres-- y se gasten cantidades de billetes
cuyas cifras no nos caben en las neuronas a nosotros simples y corrientes
mortales, porque a ninguno de ustedes, ni a Anaya, ni a Meade, ni a López,
habrá quien les quite el lugar del que ahora gozan; el primero porque en los
últimos años ha minado la estructura panista, a la cual ya dejó bastante
debilitada para llegar a la “precandidatura” por sobre todos sus integrantes y
no hay quien se atreva de esos militantes panistas hacerle sombra; el segundo
porque nadie, nunca, en ningún gobierno del PRI le ha discutido al presidente
en turno quien será su candidato, “el nuevo PRI” sigue con el viejo y eficaz
sistema del dedazo, así que nadie, ni en sueños, le cuestionará a Peña Nieto,
la elección que hizo de Meade –“se
escribe M-E-A-D-E, pero se pronuncia Mid”, dicen los carísimos promocionales--;
y el tercero, “el que tú ya sabes” –siguen
los promocionales--, buscando su tercera elección presidencial –ni más ni
menos--, no admitirá jamás que en su partido AMLO, perdón, Morena, sea otro el
candidato, solo él y háganle como quieran. ¿O me equivoco Señores aspirantes?
Así que esa jalada de precampaña es afrentosa e insultante, además de dispendiosa.
Volviendo al texto de Don Luis
Gonzaga, este dice: que es preciso
condensar sucesos dolorosos, recuerdos amargos y esperanzas lisonjeras… En
ese sentido los mexicanos estamos ya hartos de sucesos dolorosos que nos han
dejado los sistemas que nos han gobernados, desde guerras civiles, hasta
invasiones de potencias extranjeras, pleitos religiosos, pérdidas de
territorios y de dignidad, acuerdos ignominiosos con potencias extranjeras; el privilegio
de la gente en el poder de cambiar o modificar la historia a placer y a
conveniencia; además de las consabidas crisis económicas que parecen ser un mal
eterno y perverso donde solo dos clases la viven y de muy diferentes maneras:
la clase política en turno y sus cómplices los poderosos ricachones que se
aprovechan de la voracidad “oficial”, y el resto de la población que en verdad
la padece, sufre y en la mayoría de los casos acaba pagándola, todo lo anterior
sin contar la guerra contra el narco que hoy padecemos y que tiene mil aristas.
Por supuesto los recuerdos amargos de
personajes nefastos de la historia nacional primera y contemporánea, desde la inexperiencia
de los primeros gobernantes, pasando por la voracidad de los sátrapas Antonio
López de Santa Anna y Valentín Gómez Farías, pasando por la Guerra de Reforma,
los desaciertos juaristas, el imperio de Maximiliano y sus fatales
consecuencias, hasta los presidentes de la dictadura priista que va desde
Plutarco Elías Calles hasta Peña Nieto, pasando por esos de la “docena
trágica”: Foximiliano y Martota y Calderón.
Ustedes saben los cientos, quizá
miles de nombres de verdaderos delincuentes y traidores a la patria que en
forma de presidentes, gobernadores, ministros, caciques y líderes sindicales
han hecho de nuestra nación un coto personal de infame caza de recursos
públicos y naturales, que han hecho suyos ante una impunidad que lastima y
ofende, entre otras pequeñas e infinitas minucias perniciosas.
Les pregunto: ¿cuántos traidores y
corruptos personajes se necesitan para calificar a la clase política nacional
como crimen organizado? Para muestra un botón y solo voy a mencionar virreyes,
perdón, gobernadores y de ellos todos muy contemporáneos, faltaría una larguísima
lista de antiguos sinvergüenzas: Rodrigo Medina, Andrés Granier, Javier Duarte,
César Duarte, Roberto Borge, Fausto Vallejo, los hermanitos macana Humberto y
Rubén Moreira, Mario Anguiano, Egidio Torre, Tomás Yarrington, Jesús Reyna,
Eugenio Hernández, Fidel Herrera, Arturo Montiel, Ulises Ruiz, Natividad
González Parás, Jorge Herrera Calderón, Mario Marín, Guillermo Padrés, Ángel
Aguirre, Gabino Cué y nuestro inefable virrey nayarita Roberto Sandoval
Castañeda…¡uffff! Hasta la computadora marcó virus…
Continúa
diciendo el escritor que “todos somos
náufragos y víctimas de una desgracia común” y en ese sentido me parecería
a su servidor que ustedes aspirantes a la “Silla del Águila”, que deberían se
sentir vergüenza, porque toda una nación de más de 120 millones de habitantes
se sienten así: náufragos, sin timón y a la deriva, sin que se mire la costa
del reposo y el ansiado salvamento. En esos 120 millones de mexicanos van
incluidas todas las posiciones sociales, pues los grandes empresarios también
desprecian a esos seres envilecidos que todos llamamos “la clase política
nacional” de donde Ustedes tres emanan.
La verdad es que ustedes, y eso es
una desgracia, no han entendido lo que el pueblo anhela, siguen pensando para
comenzar que seguimos siendo los mismos idiotas de siempre, esos agachones que
se tragan los cuentos chinos con que llenan sus aburridos discursos, esos que
nos tienen hastiados, por simples e irrealizables, no señores, queremos un
mexicano ¡M-E-X-I-C-A-N-O! que ame a su patria más, mucho más, que a su maldito
partido; que desee en verdad y con la mano en el corazón el bienestar de los
habitantes de esta noble nación, más, mucho más que el confort de sus
familiares, sus amigotes, sus socios, sus amantes, sus compadres, sus
allegados, sus compañeros de partido y camaradas de escuela. Queremos un
Presidente con mayúscula y no un presidente con minúscula. Un mandatario que
tenga colaboradores y asesores, todos subalternos que lo aconsejen, muestren la
verdad y hagan la chamba que les toca hacer, con capacidades y perfiles
adecuados, nada de todólogos que lo mismo son Secretarios de Turismo que
Secretario de Hacienda y Crédito Público; eso queremos en su gabinete y no
cómplices de trastupijes y corruptelas que roen el erario público. Que a partir
de esos consejos y la muestra del panorama nacional, sea el Presidente quien
tome las decisiones finales, por más grandes que sean y dé la cara cuando sea
menester.
Candidatos, deseamos un Presidente
que vibre y se enorgullezca en verdad cuando piense que tiene la posición más
alta en el país, ni más ni menos que el Presidente de México, y no que vea en
esa circunstancia la oportunidad histórica de hacerse inmensamente rico. Que
sea el factor que nos empuje a todos en la vereda del progreso y no como ha
sido hasta hoy y no la persona que recibe el odio de todos y provoca en
consecuencia el retroceso para los mexicanos y escalada permanente para la
clase política nacional, la cual incluye a secretarios de estado, gobernadores,
senadores, diputados federales, diputados locales, presidentes municipales y
una cauda gigantesca y gravosa de “funcionarios públicos”.
Javier, Andrés Manuel, Pepe, los
mexicanos anhelamos un Presidente que sepa a dónde va, que sea el receptáculo
de los sueños de todo un país, que acepte como cualquier ser humano sus yerros
y tenga tamaños para solucionarlos y asuma las consecuencias. Queremos un
Presidente que sea agradecido, sí, con los que lo ayudaron a llegar a la Silla,
con su partido, con los que votaron por él, pero también, ya sentado en ese tan
deseado mueble, agradezca a todos los mexicanos por igual, por el solo hecho de
estar ahí, siendo su tarea primera sumar a todos los que no están de acuerdo
con su llegada y a los que no emitieron su voto también.
Aspiramos a presumir un Presidente
que haga reformas pero que actué en consecuencia y no con la doble moral que
hoy sentimos que nos engañan, si hablan de reforma educativa, comiencen a
mandar a sus hijos a las escuelas y universidades públicas del país y no al extranjero;
si tienen algún malestar, saquen cita en el IMSS, el ISSSTE o el Seguro Popular
y no corran a atenderse a Houston o al hospital ABC (Inglés). No hablen de que
la seguridad ha mejorado mientras a su alrededor pululen decenas de guaruras,
los queremos caminar en las calles oscura de cualquier ciudad.
Soñamos con un Presidente con buen
humor sin caer en las estupideces como hizo el payaso de Fox, pero al mismo
tiempo que tenga la energía y el valor de meter a la cárcel aun a sus más
cercanos colaboradores, simplemente porque como dijera Vicente Guerrero: “La
Patria es Primero”.
Eso queremos Señores Precandidatos y
no las tonteras que vemos en los millones de spots de radio y televisión que
aborrecemos y nos hacen detestarlos más de lo que hoy los detestamos.
En verdad les digo que si hoy fueran
las elecciones, no sabría por quién emitir mi sufragio, ni para ustedes ni para
los dizque aspirantes “ciudadanos”. Pero, eso sí, deseo dar mi voto y no
tirarlo a la basura, y sí en cambio pensar como Robespierre que dijo: “Se puede abandonar a una patria dichosa y
triunfante. Pero amenazada, destrozada y oprimida no se le deja nunca; se le
salva o se muere por ella”.
Reciban un cordial saludo.
JOSÉ RICARDO MORALES Y SÁNCHEZ
HIDALGO
CIUDADANO
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