Foto de los antiguos talleres de El Eco de Nayarit luego de la inundación del 68 donde se perdieron los archivos del periódico. En la gráfica Don Martín M. Sáizar y su esposa Romanita |
Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
IV.
EL ORIGEN (1917)
Como ya se ha mencionado, el actualmente trisemanario
aparece por primera vez el 26 de agosto de 1917. Don Rodolfo Antonio Sáizar
Quintero, Director de El Eco de Nayarit de 1970 a 2000, se preguntaba, cómo
había sido posible que el periódico hubiera nacido en una fecha tan mala para
la economía del pueblo, pues agosto es un mes sumamente caluroso y las lluvias
son factor que paraliza o reduce significativamente la actividad comercial y
económica de la cabecera municipal de Acaponeta.
Sin embargo, hoy me queda claro por qué fue en ese año
de 1917, el cual estuvo lleno de hechos que ahora enriquecen la historia y que,
en algunos casos, cambiaron diametralmente la concepción filosófica del hombre,
dividieron la geopolítica mundial y las formas de ver la vida del naciente
siglo XX.
Hay que recordar que en 1917 se libraba la guerra más
cruenta que el hombre había visto en toda su historia, misma que posteriormente
recibiría el nombre de Primera Guerra Mundial, conflicto que puso de cabeza al
mundo, se estuviera en ella o no, y en la cual se movilizaron 65 millones de
tropas, muriendo 47 millones de hombres entre combatientes y civiles, dejando
un costo de 186 mil millones de dólares y en la que participaron 32 naciones.
Había además otros conflictos eternos que sin duda eran noticia, como trances en medio oriente, donde se veían
involucrados además de las naciones de la zona, la siempre colonial Gran
Bretaña en pugna con el imperio otomano y hasta en el lejano oriente China la
gigantesca entraba a la guerra. En ese británico imperio, la corona real decide
romper con su pasado germánico y cambia de nombre, pasando de Casa de Hannover
a la todavía vigente Casa de Windsor.
En 1917, también se dio un hecho que cambiaría la
historia del mundo y lo dividiría en dos con consecuencias que no hace mucho
aún se sentían, me refiero a la Revolución Rusa, donde abdicaría el poderoso
Zar Nicolás II, tomando las riendas del gobierno revolucionario Vladimir Ilich
Ulianov, más conocido como Lenin, quien dejaría temblando a las testas
coronadas de Europa. Asimismo en ese año se determina un hecho de especial
interés y preocupación para Estados Unidos: el Presidente Thomas Woodrow Wilson
y el Congreso determinan participar en la gran guerra. En América Latina
también hay noticias que muy probablemente registró El Eco de Nayarit en sus
páginas: para empezar los estadounidenses otorgaron la ciudadanía a los
portorriqueños y en Nicaragua aparece en escena César Augusto Sandino, al
tiempo que un terremoto devasta Guatemala. En México y Uruguay se promulgan sus
respectivas constituciones. Ese 1917, aunque obviamente no lo va a publicar “El
Eco”, nacen John F. Kennedy e Indira Ghandi, ambos asesinados lo que sí merecieron
la atención del periódico en su momento, y también vio la primera luz en
Mazatlán el futuro cantante y actor Pedro Infante, cuyo padre, Don Delfino
Infante, era oriundo de Acaponeta y por unos días, el futuro ídolo nacional, no
nació en la hoy Atenas de Nayarit. Ese año de 1917, mueren personajes
relevantes como Ferdinand von Zeppelin, quien desarrolló el dirigible que llevó
su nombre; el famoso escultor August Rodin; William Frederick Cody, mejor
conocido como Buffalo Bill, célebre depredador de bisontes en las llanuras
estadounidenses; así como el pintor Edgar Degas y el Barón Rojo” Manfred von
Richtoffen, piloto germano de la guerra mencionada. El Papa en el año que nació
“El Eco” era Benedicto XV, mientras que las mujeres tienen como moda moralista
“la falda hasta el huesito” y en Nueva York se suscita un gran escándalo cuando
un grupo de artistas exhibe un urinario como una forma de arte; y cómo no se
iban a aterrar ante esas cosas, si apenas en Portugal a unos pastorcillos se
les apareció la ahora veneradísima Virgen de Fátima.
Amado Nervo saca a la luz su libro “Elevación”, y los
también poetas Antonio Machado, “Páginas Escogidas” y Juan Ramón Jiménez sus
“Sonetos Espirituales” y “Diario de un poeta recién casado”; además John Reed,
periodista muy conocido en México comienza a escribir su libro más famoso: “Los
diez días que conmovieron al mundo”. En Argentina Carlitos Gardel graba su
primer disco haciendo dúo con su rival tanguero José Razzano; mientras en la
Unión Americana, hace lo propio la orquesta de jazz integrada por músicos
blancos The Original Dixieland Jazz Band, brincando de inmediato a la fama; por
su parte el músico de color Louis Armstrong debuta como trompetista en la banda
de Kid Ory. En Hollywood, el director Cecil B. De Mille filma “Juana de Arco” y
un esmirriado muchacho, enclenque y ágil, llamado Fred Astaire soñando con la
fama forma pareja de baile con su hermana Adele en Broadway.
En lo que respecta a la ciencia, un astrónomo
estadounidense calcula el tamaño de la galaxia de la Vía Láctea, diez décadas
después sabemos que se equivocó “nada más” por “míseros” 250 mil años luz, y en
el Monte Wilson se pone en funcionamiento un poderoso telescopio que viene a
ser una maravilla de la técnica astronómica de ese entonces. Ese año Alejandro
Graham Bell, padre del teléfono continúa inventando aparatos y crea el
“hydrodome”, que no es otra cosa que un aerodeslizador que alcanza la
extraordinaria velocidad de 113 kilómetros por hora. Nuestros vecinos gringos
le agarran el gusto a la compra-venta de armas y lanzan al mercado la
ametralladora Browning; al tiempo que un pacifista Albert Einstein, describe
por primera vez el rayo láser, que será una realidad 30 años más tarde. Henry
Ford, el magnate de los automóviles construye una planta de ensamblado para
carros donde inicia su emporio automotriz.
En México, como ya se hizo mención es el importante
año de la promulgación de la Constitución que aún nos rige y por supuesto “El
Eco” nace con el Estado de Nayarit y el municipio de Acaponeta, siendo
Presidente de la nación Don Venustiano Carranza, que tenía en su gabinete a
Manuel Aguirre Berlanga, ministro de Gobernación; Ernesto Garza Pérez, de
Relaciones Exteriores; a Rafael Nieto en Hacienda; en Guerra y Marina el
ministro era Jesús Agustín Castro; Agricultura y Comercio, Pastor Rouaix; de
Comunicaciones, Manuel Rodríguez Gutiérrez; de Industria, Comercio y Trabajo,
Alberto J. Pani y el procurador de la República, Don Pablo A. de la Garza. En
ese año del diecisiete el país sufre la invasión agresiva e inútil del General
John Joseph Pershing, quien lleva como ayudante de campo al furibundo futuro
General George Patton, los cuales buscan a Francisco Villa por todo el norte
sin lograr atraparlo para que pague por los daños de la invasión que a su vez
él hizo a la población de Columbus, Nuevo México. Los futuros mandamases del
país avanzan en sus carreras políticas y dos próximos presidentes Emilio Portes
Gil, es electo diputado y Pascual Ortiz Rubio es nombrado gobernador de
Michoacán, al tiempo que Álvaro Obregón deja su puesto como secretario de
Guerra.
Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos |
Retomando la crónica de los inicios del periódico y su
inexplicable fundación en el mes de agosto podemos decir que, sin embargo,
Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos, inquieto por naturaleza y con vastos
conocimientos, a pesar de su corta edad, en la imprenta de tipos, de aquellos
tiempos, cuando la impresión era sin duda heroica y de infinita dificultad,
decidió dar a la luz pública el periódico el 26 de agosto.
Esta publicación, comenzó a salir a la calle de manera
semanal con el nombre original de “El Eco del Nayarit” con el cual permaneció
al menos hasta 1922, según consta en los pocos periódicos que aún existen de
esa época, para luego cambiar a su nombre definitivo “El Eco de Nayarit”, ya
con la preposición “de” y no la contracción “del”, y así se desarrolló hasta la
fecha. Existía la posibilidad, y esta es una suposición que originalmente tuvo el
Cronista de Acaponeta Sr. Néstor Chávez Gradilla, de la cual ambos platicamos,
acerca de un personaje de nombre Lamberto Cabañas, ingeniero de profesión, al
parecer muy amigo de Manuel –eso pensamos en un primer momento--, le habría
cuestionado acerca del nombre “El Eco del Nayarit”, haciéndole mención que ya
no era correcto decir “del” Nayarit al territorio, que había pasado a ser, por
la Constitución de 1917, en Estado Libre y Soberano; si acaso, tal vez le dijo,
la referencia debe hacerse a la zona serrana, la Sierra del Nayar o del
Nayarit, como se le conocía o aún así se le llama. Sánchez Hidalgo, quizá
reparó en su error y dio la razón al Ing. Cabañas, pasando a llamarse en el
futuro “El Eco de Nayarit”. Sin embargo esto no fue así y a esa conclusión
llegamos el Cronista de Acaponeta y yo, cuando vemos que en un periódico del
domingo 5 de marzo de 1922, del mismo El Eco de Nayarit –aún con el nombre de
El Eco del Nayarit, de la colección privada de mi primo hermano Sergio
Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García--, me entero que hay una total desavenencia
entre ambos personajes, pues en una nota que Sánchez Hidalgo encabeza como “A Palabras Necias”, da cuenta de que no
precisamente tenía buena amistad con ese Señor Lamberto Cabañas, aquí le
reproduzco:
En
ausencia de nuestro Director y de “EL ECO”, un periódico local dirigido por el
Sr. Lamberto Cabañas, llena la primera plana de su hojita, con un escrito lleno
de falsedades y necedades que no han hecho más que ridiculizar al mismo Sr.
Cabañas, su autor.
Como
la labor de un periódico serio y decente, no es la de estar dime que te diré,
como verduleras del mercado, no nos ocuparemos de ello y sí dar lugar a
nuestras columnas para algo que sea de utilidad y de interés.
Lo
que sí es rigurosamente cierto y altamente censurable por todos, cómo el Sr.
Cabañas abandona su profesión para dedicarse de la noche a la mañana al
periodismo y que su pluma la ha manejado solo para insultar y meterse en vidas
privadas, descargando el encono de su despecho contra toda persona que no le
simpatiza, y con el solo objeto de divertirse (como públicamente lo dice)
estúpidamente de ese modo.
Nosotros
de buena fe, aconsejamos al Sr. Cabañas, que abandone la sucia labor que hasta
hoy ha hecho en su hoja y que cambie completamente de programa, o que se
dedique a estudiar su profesión en la que está muy empolvado. Pero si persiste, nos veremos en la
obligación de combatirlo como un chantajista perverso del periodismo nacional,
que en vez de honrarlo, lo desprestigia, haciendo de la prensa una mercadería y
no el digno puesto que el Cuarto Poder se merece.
¿Estamos?[1]
Incluso una semana más tarde, una nueva nota en “El
Eco”, deja clara la evidente animadversión que existía entre estos dos
personajes y que llegó hasta los extremos judiciales. El 12 de marzo de ese
lejano 1922 se publica:
De
Última Hora.
A
LA SOCIEDAD SENSATA
Para
dejar satisfecha a la sociedad de Acaponeta, refiriéndome a un artículo
publicado en el número de hoy por el Sr. Lamberto Cabañas, por el que me hace
torpes e infundadas acusaciones, sin más motivo que con el objeto de divertirse
y buscar mi desprestigio, he llevado hoy a los tribunales competentes una
acusación en contra del Sr. Cabañas en donde probará su dicho, de lo contrario
se hará acreedor al castigo que impone la Ley.
Suplico
a la sociedad sensata de Acaponeta, suspenda su fallo hasta saberse el
resultado de la acusación.
MANUEL
S. HIDALGO.
N.
DE LA R.- En el próximo número contestaremos lo que respecto a nosotros trata
este calumnioso artículo.[2]
Queda claro que no había empatía entre esos dos, lo
que no supimos esclarecer es cuál fue ese periódico del Sr. Cabañas, ni los
motivos del pleito.
Según el cronista municipal e historiador
acaponetense, Sr. Néstor Chávez Gradilla, existió un periódico llamado “El Eco
de Nayarit”, allá muy a principios de siglo XX y anterior al “Eco” acaponetense,
en el ahora municipio de Ahuacatlán, el cual era editado por el conocido Doctor
Don Luis Aranda Del Toro, quién fuera Diputado Federal por Tepic en la XXXVII
Legislatura y Senador por Nayarit en las XXXVIII y XXXIX Legislaturas. El
Doctor Don Luis Aranda Del Toro, fue además autor del libro “Nayarit. Aportación para algunos capítulos
de la historia”. Especula Chávez Gradilla, sobre la posibilidad que Sánchez
Hidalgo y Aranda del Toro, hayan sido amigos o tenido un contacto cercano,
existiendo la posibilidad de que el nombre del periódico de ahí hubiera
surgido. No existen datos al respecto y prefiero, de manera personal, pensar
que se trata tan solo de una coincidencia.
Paralelamente a
la tarea informativa, Manuel Sánchez Hidalgo, trabaja una papelería, completa,
variada y surtida donde se acumulaban, además de los artículos propios del
ramo, libros que conformaban, más por romanticismo que por éxito comercial, una
muy profusa bibliografía a la que anunciaba en el semanario como “Biblioteca Popular a precios populares”,
pues estos variaban desde colecciones de 12 centavos a ejemplares más caros,
seguramente mejor presentados, de dos pesos.
Los talleres primeros de El Eco, estuvieron situados
en lo que hoy es la esquina de Juárez y México, donde hasta hace unos años
estuvo la Farmacia Corona y hoy ocupa una nevería. Posteriormente, este centro
de trabajo se mudó a la esquina de Allende y Veracruz, frente al Mercado “Ramón
Corona” y donde en la actualidad hay una frutería y en la parte alta un billar.
Así pues, durante un tiempo el periódico y la
papelería funcionaron para “ir dando de
comer” como coloquialmente expresa su propietario. Quiero suponer, que a
pesar de todo, las finanzas personales de Don Manuel, el crecimiento de su
familia y los compromisos normales financieros que todo mundo tiene y más
cuando se es cabeza de un negocio, llegaron a hacer pensar al periodista en
emigrar a la ciudad de México, donde radicaba su hermano Joaquín, para
desarrollar allá actividades en otro negocio, como él mismo lo explica en una
confesión aparecida el 3 de febrero de 1929, mencionando que desafortunadamente
no se logró una negociación de venta, tanto de papelería como la imprenta a los
señores Manuel Sanz, de Guadalajara, Manuel Serafín Muñoz, oriundo en Contraestaca,
Sinaloa, pequeña localidad del municipio de San Ignacio, y el Sr. Federico
Corona, empresario de Acaponeta, quien en 1921 toma posesión como Gobernador
Interino del naciente estado de Nayarit, a la caída de Don José Santos Godínez político de Xalisco quien fuera el primer gobernador
constitucional del estado de Nayarit, durante el periodo 1918-1921 y deja el
cargo en 1919, a consecuencia de un golpe militar alentado por la poderosa Casa
Aguirre en alianza con el Congreso y la Comandancia Militar. Con el apoyo de
los congresistas del Plan de Agua Prieta y numerosos ciudadanos asume de nuevo
el Poder Ejecutivo a partir de junio de 1920, pero al año siguiente las
estructuras adversas a su gobierno siguen generando condiciones poco óptimas
para gobernar, por lo que antes de concluir su periodo constitucional de cuatro
años solicita y le es concedida licencia para dejar la gubernatura y dejarlas
en manos del acaponetense Corona.
Cuando las pláticas de esa compra-venta no
fructificaron, Don Manuel retomó el rumbo del periódico y menciona que adquirió
nuevos tipos y elementos modernos que mejoraron la imagen de las ediciones,
además tuvo la idea de contactar corresponsales en distintos rumbos de la
región para ampliar la información, amén de las que ya recibía por correo
postal o comunicados telegráficos y hacer del semanario, una circulación
bisemanal, para luego pasar a trisemanario y la posibilidad de hacerlo diario
en un futuro. No lo pudo hacer. Comenta en esa misma nota del 3 de febrero, que
pasa a formar parte de la redacción del periódico el joven entusiasta Martín
Sáizar, del cual dice:
“Como
esta tarea de hacer el periódico trisemanal o diario sería para mí bastante
pesada, vendrá a formar parte de la redacción del periódico el Sr. Martín Sáizar,
joven que por su constancia en el trabajo, en el estudio y honradez sin tacha,
ha sabido emanciparse poco a poco. El Sr. Sáizar ha trabajado durante muchos
años en el taller de sombrerería del Sr. Francisco Casillas[3]
y en los ratos libre que le permiten sus labores ha estudiado por medio de
curso en las escuelas interamericanas de New York, la noble carrera de
periodista, practicando conmigo desde hace mucho tiempo, por lo que creo
llenará su cometido a satisfacción. ¡No puede exigirse más a la provincia!”
Además de Martín Sáizar, que hacía la crónica
deportiva, colaboraban con Don Manuel en las ediciones de El Eco de Nayarit, su
hermano Joaquín, también en los comentarios deportivos con el seudónimo de “Quijano
Shogaldi”, anagrama de su nombre Joaquín, la “S” de Sánchez y la palabra
Hidalgo; un señor Ramiro Diéguez, otro joven de apellido Manzo y un pequeñín
llamado Eduardo Vidriales Robles.
V.
LAS DUDAS
Seguramente buscando mejores oportunidades de vida
para él y su familia, finalmente logra vender o traspasar años más tarde, muy probablemente
en el año de 1932, o cuando muy tarde en 1933, el periódico al ya mencionado
Sr. Federico R. Corona, empresario de la localidad, quien además fue candidato
perdedor a la presidencia municipal en 1929 y posteriormente, en 1930
presidente municipal, debido a que, a causa de una sublevación popular por el arresto de un grupo de damas
católicas, el C. Gobernador del Estado, Juventino Espinosa Sánchez, pidió la
renuncia de Don Emiliano Espinosa Bávara, primer edil en ese momento de
Acaponeta, nombrando un nuevo Concejo Municipal para terminar el período en los
71 días que le restaban, nombrando al Sr. Corona como Presidente. Este
ciudadano era corresponsal de importantes bancos y casas comerciales de
Mazatlán, además de ser propietario del Cine Royal --que se ubicaba sobre la
calle México, a la altura de donde está hoy en día la sucursal de Banamex y un
edificio de apartamentos frente a la paletería “La Michoacana”-- y Gobernador interino de Nayarit, por poco tiempo
en 1921, como ya se mencionó.
En pláticas que
sostuve hace algunos años con Don Eduardo Vidriales Robles, impresor que de muy
niño entró a trabajar a El Eco y que llevó una magnífica amistad tanto con
Sánchez Hidalgo como con Don Martín Sáizar, fue testigo de muchas
circunstancias en la vida del periódico, me comentó –y es muy probable que así
fuera, según he podido comprobar y por actitudes y acciones que no tienen
sentido para mí-- que Don Manuel tuvo divergencias serias con el Gobernador
interino de ese entonces Gral. Juventino Espinosa Sánchez (1931-1933) y vio que
sus probabilidades de tener conflictos que afectaran su trabajo y en especial
al periódico, prefirió autoexiliarse en la ciudad de México, como ya había
planeado en 1929 según se vio en la nota ya comentada.
Es menester hacer
mención aquí que Sánchez Hidalgo, apoyó en la medida de sus posibilidades, de
manera personal, sin duda por mucha amistad y a través de las páginas de “El
Eco de Nayarit” en el año de 1929, la candidatura de Don Federico Corona,
contendiente de Don Emiliano Espinosa Bávara, quien luego de cerrada votación,
posterior conflicto y nuevo recuento de sufragios, resultara ganador. Además
las páginas del periódico fueron constante acicate e índice flamígero a las obras
y acciones del gobierno espinosista, lo que debió causar la molestia y enojo
del Sr. Espinosa Bávara, hermano del Constituyente del 17, Juan de los mismos
apellidos y, posteriormente a su primo el Gobernador Juventino Espinosa
Sánchez, quien subió al poder, por primera vez –recuérdese que en dos ocasiones
fue Gobernador de Nayarit, primero en el período 1931 a 1933, como interino y
posteriormente en el periodo 1938 a 1941 como Gobernador Constitucional—en el
año de 1931, muy cerca de las fechas en que Don Manuel deja El Eco de Nayarit.
Como haya sido,
los talleres de El Eco de Nayarit, por tercera ocasión cambian de residencia y
pasaron a laborar a donde eran las oficinas del Sr. Corona por la calle Oaxaca
a unos pasos de lo que hoy es la terminal de camiones de Autotransportes
Victoria, manteniendo como auxiliar de redacción a Martín M. Sáizar.
Ignoro el tiempo
que Don Federico R. Corona, sostuvo el periódico, pero calculo que no fue más
allá de un par de años, pues en charlas que sostuve con Don Rodolfo Antonio
Sáizar Quintero, estuvimos de acuerdo en que su señor padre, Don Martín M.
Sáizar, tomó las riendas de la publicación entre los años de 1934 y 1935[4],
cuando Don Federico, decide, dado su exceso de trabajo, dejar la dirección al
Sr. Sáizar.
Por los documentos
existentes, queda claro que en 1932, el mazatleco, funda, al parecer en la
Ciudad de México un periódico que se llamó “La Voz del Noroeste”, el cual traía
información de los Estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit, a donde enviaba
suscripciones, a lo que supongo eran fieles lectores y amigos que apoyaban los
afanes periodísticos de Sánchez Hidalgo, por ello es probable que, reafirmando
la idea del siempre bien recordado Don Eduardo Vidriales, el “abuelo Manuel”
hubiera tenido algunas desavenencias con el Gobernador Juventino Espinosa, y
prefirió poner tierra de por medio a enfrentar un conflicto con el mandatario
estatal, de otra manera no me explico que editara una publicación en la capital
del país sobre información de las entidades del noroeste del país, teniendo en
Acaponeta una publicación con 12 ó 13 años de edad, perfectamente encarrilada.
Para dilucidar aún
más los años en que el periodista oriundo de Mazatlán, dejó la edición de El
Eco de Nayarit, diremos que, ya de regreso en Nayarit, pero radicando en Tepic,
Sánchez Hidalgo Villalobos, funda de nueva cuenta un nuevo periódico, esta vez
el diario “Nayarit” cuyo primer número salió a la luz el 15 de octubre de 1934,
cuando Juventino Espinosa Sánchez, había dejado ya la silla de la Gubernatura
del Estado. En ese número aparece la siguiente editorial, que por su muy
particular estilo, publico completo, se intitula “Nuestro Periódico”:
“NAYARIT”, que involucra en su
existir métodos de publicidad hasta aquí con excepción acostumbrados en
provincia; orientación e ideología precisas; actuación, por sobre cualesquiera
otras consideraciones, honesta; convicciones de antiguo y firme arraigo,
constituye para sus redactores la cristalización de un ideal largo tiempo
soñado, y habrá de ser, para esta Entidad por muchos títulos merecedora de
preferente lugar en el concierto de los demás Estados de la Unión Mexicana,
digno exponente de su civilización, de su hidalguía y hospitalidad
proverbiales; vocero veraz de sus necesidades y de sus derechos; defensor
incansable de sus intereses y vigilante auxiliar de su progreso agrícola,
comercial e industrial.
En síntesis “NAYARIT”, ha sido
creado para llenar, con la mayor eficacia posible, las funciones de un moderno
órgano de servicio social.
La época que vivimos, la estructura de nuestras
instituciones y nuestra idiosincrasia misma, reclaman la propagación de hojas
periodísticas del tipo que ansiamos caracterizar en “NAYARIT”; divulgadoras de
cultura, heraldos del adelanto mundial, tribuna para la libre discusión de
asuntos obreristas, económicos, políticos, etc., sin más limitaciones que las
que imponen la moral y la decencia. Consecuentes con este criterio nos
proponemos dar liberal cabida en las columnas de este diario a los escritos de
interés colectivo que se nos remitan, preferentemente si se trata de asuntos
relacionados con la vida de Nayarit.
Desde sus notas editoriales hasta sus más pequeñas
gacetillas y entrefiletas – ¡y ojala que hagamos prosélitos entre los colegas
de la prensa provincial!—nuestra publicación irá despojada del concepto
virulento, de la frase insultante, del giro tendenciosamente procaz; y de una
vez por todas hacemos la solemne declaración de que consideramos intocable todo
lo que se relacione con la vida privada, aun cuando se trate de nuestros bien
declarados enemigos.
Ni libertinaje, ni amarillismo, ni chantaje. Tratamos de
hacer un periódico que arraigue en el cariño de las masas populares y llegue a
tener influencia decisiva en la opinión regional, ya que su sostenimiento, en
todo caso, se deberá al apoyo que esta le brinde.
Glosaremos en nuestros
artículos de fondo los problemas del día que más lo ameriten; propugnaremos por
proporcionar el más completo servicio de noticias extranjeras y del país, e
insertaremos secciones de conocimientos útiles y lecturas amenas.
Esta es nuestra presentación y tales nuestros propósitos;
solo nos resta, luego de nuestro cordial saludo al público lector, esperar la
sanción a nuestras tareas que, repetimos, serán de orientación exclusivamente
pro-Nayarit y pro-Patria.
Leer esta
editorial a 83 años de distancia y ya en pleno siglo XXI, donde la tecnología
para la elaboración de un periódico, diario o no, no se parece en nada a la
ardua labor de acomodar tipos, o letras de imprenta, pieza por pieza, en una
cajita llamada “componedor”, me hace pensar que, en el fondo, todos los
mexicanos, deseáramos una publicación con las características y metas como las
que se menciona en la referida editorial. Era la tipografía el arte
de componer e imprimir con tipos movibles, o planchas de diversos materiales, fundidos
o grabados en relieve. Se llamaba compositor tipográfico o tipógrafo al
operario que juntaba y ordenaba las letras, caracteres o tipos formando
palabras, líneas y páginas para imprimir, mediante la aplicación de las reglas
tipográficas y ortográficas. La Tipografía está dividida en dos secciones distintas
que mutuamente se completan: la sección de cajas para componer y la sección de
máquinas para imprimir. Era este en verdad un trabajo minucioso y complicado,
que a los ojos de la tecnología moderna y las facilidades que otorga, nos hace
pensar que esa labor, de componer todo un periódico con anuncios y mensajes de
todo tipo, era en verdad heroica.
[1]
Sánchez Hidalgo, Manuel (no se menciona el autor en el original) (1922. 5 de
marzo). A Palabras Necias. El Eco de
Nayarit. pp.1. De la colección privada de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo
García.
[2]
Sánchez Hidalgo, Manuel (1922. 12 de marzo). El Eco de Nayarit. pp.1. De la
colección privada de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García.
[3]
El Sr. Francisco Casillas, tenía su próspero taller en una finca, donde además
vivía, en el lugar que hoy ocupa el Hotel Plaza, frente a la plaza principal y
en la esquina de Morelos y México.
[4]
Estos datos no fue posible precisarlo con exactitud, ya que los archivos de El
Eco de Nayarit, se perdieron para siempre en la desastrosa inundación del 13 de
septiembre de 1968, como ya se narró.
(Parte 2 de 3...Continuará)
(Parte 2 de 3...Continuará)
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