lunes, 15 de enero de 2018

HISTORIA DE EL ECO DE NAYARIT A CIEN AÑOS DE SU FUNDACIÓN (2a. PARTE)

Foto de los antiguos talleres de El Eco de Nayarit luego de la inundación del 68 donde se perdieron los archivos del periódico. En la gráfica Don Martín M. Sáizar y su esposa Romanita


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

IV. EL ORIGEN (1917)

Como ya se ha mencionado, el actualmente trisemanario aparece por primera vez el 26 de agosto de 1917. Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, Director de El Eco de Nayarit de 1970 a 2000, se preguntaba, cómo había sido posible que el periódico hubiera nacido en una fecha tan mala para la economía del pueblo, pues agosto es un mes sumamente caluroso y las lluvias son factor que paraliza o reduce significativamente la actividad comercial y económica de la cabecera municipal de Acaponeta.


Sin embargo, hoy me queda claro por qué fue en ese año de 1917, el cual estuvo lleno de hechos que ahora enriquecen la historia y que, en algunos casos, cambiaron diametralmente la concepción filosófica del hombre, dividieron la geopolítica mundial y las formas de ver la vida del naciente siglo XX.

Hay que recordar que en 1917 se libraba la guerra más cruenta que el hombre había visto en toda su historia, misma que posteriormente recibiría el nombre de Primera Guerra Mundial, conflicto que puso de cabeza al mundo, se estuviera en ella o no, y en la cual se movilizaron 65 millones de tropas, muriendo 47 millones de hombres entre combatientes y civiles, dejando un costo de 186 mil millones de dólares y en la que participaron 32 naciones. Había además otros conflictos eternos que sin duda eran noticia, como  trances en medio oriente, donde se veían involucrados además de las naciones de la zona, la siempre colonial Gran Bretaña en pugna con el imperio otomano y hasta en el lejano oriente China la gigantesca entraba a la guerra. En ese británico imperio, la corona real decide romper con su pasado germánico y cambia de nombre, pasando de Casa de Hannover a la todavía vigente Casa de Windsor.

En 1917, también se dio un hecho que cambiaría la historia del mundo y lo dividiría en dos con consecuencias que no hace mucho aún se sentían, me refiero a la Revolución Rusa, donde abdicaría el poderoso Zar Nicolás II, tomando las riendas del gobierno revolucionario Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin, quien dejaría temblando a las testas coronadas de Europa. Asimismo en ese año se determina un hecho de especial interés y preocupación para Estados Unidos: el Presidente Thomas Woodrow Wilson y el Congreso determinan participar en la gran guerra. En América Latina también hay noticias que muy probablemente registró El Eco de Nayarit en sus páginas: para empezar los estadounidenses otorgaron la ciudadanía a los portorriqueños y en Nicaragua aparece en escena César Augusto Sandino, al tiempo que un terremoto devasta Guatemala. En México y Uruguay se promulgan sus respectivas constituciones. Ese 1917, aunque obviamente no lo va a publicar “El Eco”, nacen John F. Kennedy e Indira Ghandi, ambos asesinados lo que sí merecieron la atención del periódico en su momento, y también vio la primera luz en Mazatlán el futuro cantante y actor Pedro Infante, cuyo padre, Don Delfino Infante, era oriundo de Acaponeta y por unos días, el futuro ídolo nacional, no nació en la hoy Atenas de Nayarit. Ese año de 1917, mueren personajes relevantes como Ferdinand von Zeppelin, quien desarrolló el dirigible que llevó su nombre; el famoso escultor August Rodin; William Frederick Cody, mejor conocido como Buffalo Bill, célebre depredador de bisontes en las llanuras estadounidenses; así como el pintor Edgar Degas y el Barón Rojo” Manfred von Richtoffen, piloto germano de la guerra mencionada. El Papa en el año que nació “El Eco” era Benedicto XV, mientras que las mujeres tienen como moda moralista “la falda hasta el huesito” y en Nueva York se suscita un gran escándalo cuando un grupo de artistas exhibe un urinario como una forma de arte; y cómo no se iban a aterrar ante esas cosas, si apenas en Portugal a unos pastorcillos se les apareció la ahora veneradísima Virgen de Fátima.

Amado Nervo saca a la luz su libro “Elevación”, y los también poetas Antonio Machado, “Páginas Escogidas” y Juan Ramón Jiménez sus “Sonetos Espirituales” y “Diario de un poeta recién casado”; además John Reed, periodista muy conocido en México comienza a escribir su libro más famoso: “Los diez días que conmovieron al mundo”. En Argentina Carlitos Gardel graba su primer disco haciendo dúo con su rival tanguero José Razzano; mientras en la Unión Americana, hace lo propio la orquesta de jazz integrada por músicos blancos The Original Dixieland Jazz Band, brincando de inmediato a la fama; por su parte el músico de color Louis Armstrong debuta como trompetista en la banda de Kid Ory. En Hollywood, el director Cecil B. De Mille filma “Juana de Arco” y un esmirriado muchacho, enclenque y ágil, llamado Fred Astaire soñando con la fama forma pareja de baile con su hermana Adele en Broadway.

En lo que respecta a la ciencia, un astrónomo estadounidense calcula el tamaño de la galaxia de la Vía Láctea, diez décadas después sabemos que se equivocó “nada más” por “míseros” 250 mil años luz, y en el Monte Wilson se pone en funcionamiento un poderoso telescopio que viene a ser una maravilla de la técnica astronómica de ese entonces. Ese año Alejandro Graham Bell, padre del teléfono continúa inventando aparatos y crea el “hydrodome”, que no es otra cosa que un aerodeslizador que alcanza la extraordinaria velocidad de 113 kilómetros por hora. Nuestros vecinos gringos le agarran el gusto a la compra-venta de armas y lanzan al mercado la ametralladora Browning; al tiempo que un pacifista Albert Einstein, describe por primera vez el rayo láser, que será una realidad 30 años más tarde. Henry Ford, el magnate de los automóviles construye una planta de ensamblado para carros donde inicia su emporio automotriz.

En México, como ya se hizo mención es el importante año de la promulgación de la Constitución que aún nos rige y por supuesto “El Eco” nace con el Estado de Nayarit y el municipio de Acaponeta, siendo Presidente de la nación Don Venustiano Carranza, que tenía en su gabinete a Manuel Aguirre Berlanga, ministro de Gobernación; Ernesto Garza Pérez, de Relaciones Exteriores; a Rafael Nieto en Hacienda; en Guerra y Marina el ministro era Jesús Agustín Castro; Agricultura y Comercio, Pastor Rouaix; de Comunicaciones, Manuel Rodríguez Gutiérrez; de Industria, Comercio y Trabajo, Alberto J. Pani y el procurador de la República, Don Pablo A. de la Garza. En ese año del diecisiete el país sufre la invasión agresiva e inútil del General John Joseph Pershing, quien lleva como ayudante de campo al furibundo futuro General George Patton, los cuales buscan a Francisco Villa por todo el norte sin lograr atraparlo para que pague por los daños de la invasión que a su vez él hizo a la población de Columbus, Nuevo México. Los futuros mandamases del país avanzan en sus carreras políticas y dos próximos presidentes Emilio Portes Gil, es electo diputado y Pascual Ortiz Rubio es nombrado gobernador de Michoacán, al tiempo que Álvaro Obregón deja su puesto como secretario de Guerra.

Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos

Retomando la crónica de los inicios del periódico y su inexplicable fundación en el mes de agosto podemos decir que, sin embargo, Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos, inquieto por naturaleza y con vastos conocimientos, a pesar de su corta edad, en la imprenta de tipos, de aquellos tiempos, cuando la impresión era sin duda heroica y de infinita dificultad, decidió dar a la luz pública el periódico el 26 de agosto.

Esta publicación, comenzó a salir a la calle de manera semanal con el nombre original de “El Eco del Nayarit” con el cual permaneció al menos hasta 1922, según consta en los pocos periódicos que aún existen de esa época, para luego cambiar a su nombre definitivo “El Eco de Nayarit”, ya con la preposición “de” y no la contracción “del”, y así se desarrolló hasta la fecha. Existía la posibilidad, y esta es una suposición que originalmente tuvo el Cronista de Acaponeta Sr. Néstor Chávez Gradilla, de la cual ambos platicamos, acerca de un personaje de nombre Lamberto Cabañas, ingeniero de profesión, al parecer muy amigo de Manuel –eso pensamos en un primer momento--, le habría cuestionado acerca del nombre “El Eco del Nayarit”, haciéndole mención que ya no era correcto decir “del” Nayarit al territorio, que había pasado a ser, por la Constitución de 1917, en Estado Libre y Soberano; si acaso, tal vez le dijo, la referencia debe hacerse a la zona serrana, la Sierra del Nayar o del Nayarit, como se le conocía o aún así se le llama. Sánchez Hidalgo, quizá reparó en su error y dio la razón al Ing. Cabañas, pasando a llamarse en el futuro “El Eco de Nayarit”. Sin embargo esto no fue así y a esa conclusión llegamos el Cronista de Acaponeta y yo, cuando vemos que en un periódico del domingo 5 de marzo de 1922, del mismo El Eco de Nayarit –aún con el nombre de El Eco del Nayarit, de la colección privada de mi primo hermano Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García--, me entero que hay una total desavenencia entre ambos personajes, pues en una nota que Sánchez Hidalgo encabeza como “A Palabras Necias”, da cuenta de que no precisamente tenía buena amistad con ese Señor Lamberto Cabañas, aquí le reproduzco:

En ausencia de nuestro Director y de “EL ECO”, un periódico local dirigido por el Sr. Lamberto Cabañas, llena la primera plana de su hojita, con un escrito lleno de falsedades y necedades que no han hecho más que ridiculizar al mismo Sr. Cabañas, su autor.

Como la labor de un periódico serio y decente, no es la de estar dime que te diré, como verduleras del mercado, no nos ocuparemos de ello y sí dar lugar a nuestras columnas para algo que sea de utilidad y de interés.
Lo que sí es rigurosamente cierto y altamente censurable por todos, cómo el Sr. Cabañas abandona su profesión para dedicarse de la noche a la mañana al periodismo y que su pluma la ha manejado solo para insultar y meterse en vidas privadas, descargando el encono de su despecho contra toda persona que no le simpatiza, y con el solo objeto de divertirse (como públicamente lo dice) estúpidamente de ese modo.

Nosotros de buena fe, aconsejamos al Sr. Cabañas, que abandone la sucia labor que hasta hoy ha hecho en su hoja y que cambie completamente de programa, o que se dedique a estudiar su profesión en la que está muy empolvado. Pero si persiste, nos veremos en la obligación de combatirlo como un chantajista perverso del periodismo nacional, que en vez de honrarlo, lo desprestigia, haciendo de la prensa una mercadería y no el digno puesto que el Cuarto Poder se merece.

¿Estamos?[1]

Incluso una semana más tarde, una nueva nota en “El Eco”, deja clara la evidente animadversión que existía entre estos dos personajes y que llegó hasta los extremos judiciales. El 12 de marzo de ese lejano 1922 se publica:

De Última Hora.

A LA SOCIEDAD SENSATA
Para dejar satisfecha a la sociedad de Acaponeta, refiriéndome a un artículo publicado en el número de hoy por el Sr. Lamberto Cabañas, por el que me hace torpes e infundadas acusaciones, sin más motivo que con el objeto de divertirse y buscar mi desprestigio, he llevado hoy a los tribunales competentes una acusación en contra del Sr. Cabañas en donde probará su dicho, de lo contrario se hará acreedor al castigo que impone la Ley.

Suplico a la sociedad sensata de Acaponeta, suspenda su fallo hasta saberse el resultado de la acusación.
MANUEL S. HIDALGO.

N. DE LA R.- En el próximo número contestaremos lo que respecto a nosotros trata este calumnioso artículo.[2]

Queda claro que no había empatía entre esos dos, lo que no supimos esclarecer es cuál fue ese periódico del Sr. Cabañas, ni los motivos del pleito.

Según el cronista municipal e historiador acaponetense, Sr. Néstor Chávez Gradilla, existió un periódico llamado “El Eco de Nayarit”, allá muy a principios de siglo XX y anterior al “Eco” acaponetense, en el ahora municipio de Ahuacatlán, el cual era editado por el conocido Doctor Don Luis Aranda Del Toro, quién fuera Diputado Federal por Tepic en la XXXVII Legislatura y Senador por Nayarit en las XXXVIII y XXXIX Legislaturas. El Doctor Don Luis Aranda Del Toro, fue además autor del libro “Nayarit. Aportación para algunos capítulos de la historia”. Especula Chávez Gradilla, sobre la posibilidad que Sánchez Hidalgo y Aranda del Toro, hayan sido amigos o tenido un contacto cercano, existiendo la posibilidad de que el nombre del periódico de ahí hubiera surgido. No existen datos al respecto y prefiero, de manera personal, pensar que se trata tan solo de una coincidencia.

 Paralelamente a la tarea informativa, Manuel Sánchez Hidalgo, trabaja una papelería, completa, variada y surtida donde se acumulaban, además de los artículos propios del ramo, libros que conformaban, más por romanticismo que por éxito comercial, una muy profusa bibliografía a la que anunciaba en el semanario como “Biblioteca Popular a precios populares”, pues estos variaban desde colecciones de 12 centavos a ejemplares más caros, seguramente mejor presentados, de dos pesos.

Los talleres primeros de El Eco, estuvieron situados en lo que hoy es la esquina de Juárez y México, donde hasta hace unos años estuvo la Farmacia Corona y hoy ocupa una nevería. Posteriormente, este centro de trabajo se mudó a la esquina de Allende y Veracruz, frente al Mercado “Ramón Corona” y donde en la actualidad hay una frutería y en la parte alta un billar.

Así pues, durante un tiempo el periódico y la papelería funcionaron para “ir dando de comer” como coloquialmente expresa su propietario. Quiero suponer, que a pesar de todo, las finanzas personales de Don Manuel, el crecimiento de su familia y los compromisos normales financieros que todo mundo tiene y más cuando se es cabeza de un negocio, llegaron a hacer pensar al periodista en emigrar a la ciudad de México, donde radicaba su hermano Joaquín, para desarrollar allá actividades en otro negocio, como él mismo lo explica en una confesión aparecida el 3 de febrero de 1929, mencionando que desafortunadamente no se logró una negociación de venta, tanto de papelería como la imprenta a los señores Manuel Sanz, de Guadalajara, Manuel Serafín Muñoz, oriundo en Contraestaca, Sinaloa, pequeña localidad del municipio de San Ignacio, y el Sr. Federico Corona, empresario de Acaponeta, quien en 1921 toma posesión como Gobernador Interino del naciente estado de Nayarit, a la caída de Don José Santos Godínez político de Xalisco quien fuera el primer gobernador constitucional del estado de Nayarit, durante el periodo 1918-1921 y deja el cargo en 1919, a consecuencia de un golpe militar alentado por la poderosa Casa Aguirre en alianza con el Congreso y la Comandancia Militar. Con el apoyo de los congresistas del Plan de Agua Prieta y numerosos ciudadanos asume de nuevo el Poder Ejecutivo a partir de junio de 1920, pero al año siguiente las estructuras adversas a su gobierno siguen generando condiciones poco óptimas para gobernar, por lo que antes de concluir su periodo constitucional de cuatro años solicita y le es concedida licencia para dejar la gubernatura y dejarlas en manos del acaponetense Corona.

Cuando las pláticas de esa compra-venta no fructificaron, Don Manuel retomó el rumbo del periódico y menciona que adquirió nuevos tipos y elementos modernos que mejoraron la imagen de las ediciones, además tuvo la idea de contactar corresponsales en distintos rumbos de la región para ampliar la información, amén de las que ya recibía por correo postal o comunicados telegráficos y hacer del semanario, una circulación bisemanal, para luego pasar a trisemanario y la posibilidad de hacerlo diario en un futuro. No lo pudo hacer. Comenta en esa misma nota del 3 de febrero, que pasa a formar parte de la redacción del periódico el joven entusiasta Martín Sáizar, del cual dice:

“Como esta tarea de hacer el periódico trisemanal o diario sería para mí bastante pesada, vendrá a formar parte de la redacción del periódico el Sr. Martín Sáizar, joven que por su constancia en el trabajo, en el estudio y honradez sin tacha, ha sabido emanciparse poco a poco. El Sr. Sáizar ha trabajado durante muchos años en el taller de sombrerería del Sr. Francisco Casillas[3] y en los ratos libre que le permiten sus labores ha estudiado por medio de curso en las escuelas interamericanas de New York, la noble carrera de periodista, practicando conmigo desde hace mucho tiempo, por lo que creo llenará su cometido a satisfacción. ¡No puede exigirse más a la provincia!”

Además de Martín Sáizar, que hacía la crónica deportiva, colaboraban con Don Manuel en las ediciones de El Eco de Nayarit, su hermano Joaquín, también en los comentarios deportivos con el seudónimo de “Quijano Shogaldi”, anagrama de su nombre Joaquín, la “S” de Sánchez y la palabra Hidalgo; un señor Ramiro Diéguez, otro joven de apellido Manzo y un pequeñín llamado Eduardo Vidriales Robles.


V. LAS DUDAS

Seguramente buscando mejores oportunidades de vida para él y su familia, finalmente logra vender o traspasar años más tarde, muy probablemente en el año de 1932, o cuando muy tarde en 1933, el periódico al ya mencionado Sr. Federico R. Corona, empresario de la localidad, quien además fue candidato perdedor a la presidencia municipal en 1929 y posteriormente, en 1930 presidente municipal, debido a que, a causa de una sublevación popular por el arresto de un grupo de damas católicas, el C. Gobernador del Estado, Juventino Espinosa Sánchez, pidió la renuncia de Don Emiliano Espinosa Bávara, primer edil en ese momento de Acaponeta, nombrando un nuevo Concejo Municipal para terminar el período en los 71 días que le restaban, nombrando al Sr. Corona como Presidente. Este ciudadano era corresponsal de importantes bancos y casas comerciales de Mazatlán, además de ser propietario del Cine Royal --que se ubicaba sobre la calle México, a la altura de donde está hoy en día la sucursal de Banamex y un edificio de apartamentos frente a la paletería “La Michoacana”-- y Gobernador interino de Nayarit, por poco tiempo en 1921, como ya se mencionó.

En pláticas que sostuve hace algunos años con Don Eduardo Vidriales Robles, impresor que de muy niño entró a trabajar a El Eco y que llevó una magnífica amistad tanto con Sánchez Hidalgo como con Don Martín Sáizar, fue testigo de muchas circunstancias en la vida del periódico, me comentó –y es muy probable que así fuera, según he podido comprobar y por actitudes y acciones que no tienen sentido para mí-- que Don Manuel tuvo divergencias serias con el Gobernador interino de ese entonces Gral. Juventino Espinosa Sánchez (1931-1933) y vio que sus probabilidades de tener conflictos que afectaran su trabajo y en especial al periódico, prefirió autoexiliarse en la ciudad de México, como ya había planeado en 1929 según se vio en la nota ya comentada.

Es menester hacer mención aquí que Sánchez Hidalgo, apoyó en la medida de sus posibilidades, de manera personal, sin duda por mucha amistad y a través de las páginas de “El Eco de Nayarit” en el año de 1929, la candidatura de Don Federico Corona, contendiente de Don Emiliano Espinosa Bávara, quien luego de cerrada votación, posterior conflicto y nuevo recuento de sufragios, resultara ganador. Además las páginas del periódico fueron constante acicate e índice flamígero a las obras y acciones del gobierno espinosista, lo que debió causar la molestia y enojo del Sr. Espinosa Bávara, hermano del Constituyente del 17, Juan de los mismos apellidos y, posteriormente a su primo el Gobernador Juventino Espinosa Sánchez, quien subió al poder, por primera vez –recuérdese que en dos ocasiones fue Gobernador de Nayarit, primero en el período 1931 a 1933, como interino y posteriormente en el periodo 1938 a 1941 como Gobernador Constitucional—en el año de 1931, muy cerca de las fechas en que Don Manuel deja El Eco de Nayarit.

Como haya sido, los talleres de El Eco de Nayarit, por tercera ocasión cambian de residencia y pasaron a laborar a donde eran las oficinas del Sr. Corona por la calle Oaxaca a unos pasos de lo que hoy es la terminal de camiones de Autotransportes Victoria, manteniendo como auxiliar de redacción a Martín M. Sáizar.

Ignoro el tiempo que Don Federico R. Corona, sostuvo el periódico, pero calculo que no fue más allá de un par de años, pues en charlas que sostuve con Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, estuvimos de acuerdo en que su señor padre, Don Martín M. Sáizar, tomó las riendas de la publicación entre los años de 1934 y 1935[4], cuando Don Federico, decide, dado su exceso de trabajo, dejar la dirección al Sr. Sáizar.

Por los documentos existentes, queda claro que en 1932, el mazatleco, funda, al parecer en la Ciudad de México un periódico que se llamó “La Voz del Noroeste”, el cual traía información de los Estados de Sonora, Sinaloa y Nayarit, a donde enviaba suscripciones, a lo que supongo eran fieles lectores y amigos que apoyaban los afanes periodísticos de Sánchez Hidalgo, por ello es probable que, reafirmando la idea del siempre bien recordado Don Eduardo Vidriales, el “abuelo Manuel” hubiera tenido algunas desavenencias con el Gobernador Juventino Espinosa, y prefirió poner tierra de por medio a enfrentar un conflicto con el mandatario estatal, de otra manera no me explico que editara una publicación en la capital del país sobre información de las entidades del noroeste del país, teniendo en Acaponeta una publicación con 12 ó 13 años de edad, perfectamente encarrilada.

Para dilucidar aún más los años en que el periodista oriundo de Mazatlán, dejó la edición de El Eco de Nayarit, diremos que, ya de regreso en Nayarit, pero radicando en Tepic, Sánchez Hidalgo Villalobos, funda de nueva cuenta un nuevo periódico, esta vez el diario “Nayarit” cuyo primer número salió a la luz el 15 de octubre de 1934, cuando Juventino Espinosa Sánchez, había dejado ya la silla de la Gubernatura del Estado. En ese número aparece la siguiente editorial, que por su muy particular estilo, publico completo, se intitula “Nuestro Periódico”:

“NAYARIT”, que involucra en su existir métodos de publicidad hasta aquí con excepción acostumbrados en provincia; orientación e ideología precisas; actuación, por sobre cualesquiera otras consideraciones, honesta; convicciones de antiguo y firme arraigo, constituye para sus redactores la cristalización de un ideal largo tiempo soñado, y habrá de ser, para esta Entidad por muchos títulos merecedora de preferente lugar en el concierto de los demás Estados de la Unión Mexicana, digno exponente de su civilización, de su hidalguía y hospitalidad proverbiales; vocero veraz de sus necesidades y de sus derechos; defensor incansable de sus intereses y vigilante auxiliar de su progreso agrícola, comercial e industrial.

En síntesis “NAYARIT”, ha sido creado para llenar, con la mayor eficacia posible, las funciones de un moderno órgano de servicio social.

            La época que vivimos, la estructura de nuestras instituciones y nuestra idiosincrasia misma, reclaman la propagación de hojas periodísticas del tipo que ansiamos caracterizar en “NAYARIT”; divulgadoras de cultura, heraldos del adelanto mundial, tribuna para la libre discusión de asuntos obreristas, económicos, políticos, etc., sin más limitaciones que las que imponen la moral y la decencia. Consecuentes con este criterio nos proponemos dar liberal cabida en las columnas de este diario a los escritos de interés colectivo que se nos remitan, preferentemente si se trata de asuntos relacionados con la vida de Nayarit.

            Desde sus notas editoriales hasta sus más pequeñas gacetillas y entrefiletas – ¡y ojala que hagamos prosélitos entre los colegas de la prensa provincial!—nuestra publicación irá despojada del concepto virulento, de la frase insultante, del giro tendenciosamente procaz; y de una vez por todas hacemos la solemne declaración de que consideramos intocable todo lo que se relacione con la vida privada, aun cuando se trate de nuestros bien declarados enemigos.

            Ni libertinaje, ni amarillismo, ni chantaje. Tratamos de hacer un periódico que arraigue en el cariño de las masas populares y llegue a tener influencia decisiva en la opinión regional, ya que su sostenimiento, en todo caso, se deberá al apoyo que esta le brinde.
Glosaremos en nuestros artículos de fondo los problemas del día que más lo ameriten; propugnaremos por proporcionar el más completo servicio de noticias extranjeras y del país, e insertaremos secciones de conocimientos útiles y lecturas amenas.

            Esta es nuestra presentación y tales nuestros propósitos; solo nos resta, luego de nuestro cordial saludo al público lector, esperar la sanción a nuestras tareas que, repetimos, serán de orientación exclusivamente pro-Nayarit y pro-Patria.

Leer esta editorial a 83 años de distancia y ya en pleno siglo XXI, donde la tecnología para la elaboración de un periódico, diario o no, no se parece en nada a la ardua labor de acomodar tipos, o letras de imprenta, pieza por pieza, en una cajita llamada “componedor”, me hace pensar que, en el fondo, todos los mexicanos, deseáramos una publicación con las características y metas como las que se menciona en la referida editorial. Era la tipografía el arte de componer e imprimir con tipos movibles, o planchas de diversos materiales, fundidos o grabados en relieve. Se llamaba compositor tipográfico o tipógrafo al operario que juntaba y ordenaba las letras, caracteres o tipos formando palabras, líneas y páginas para imprimir, mediante la aplicación de las reglas tipográficas y ortográficas. La Tipografía está dividida en dos secciones distintas que mutuamente se completan: la sección de cajas para componer y la sección de máquinas para imprimir. Era este en verdad un trabajo minucioso y complicado, que a los ojos de la tecnología moderna y las facilidades que otorga, nos hace pensar que esa labor, de componer todo un periódico con anuncios y mensajes de todo tipo, era en verdad heroica.





[1] Sánchez Hidalgo, Manuel (no se menciona el autor en el original) (1922. 5 de marzo). A Palabras Necias. El Eco de Nayarit. pp.1. De la colección privada de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García.
[2] Sánchez Hidalgo, Manuel (1922. 12 de marzo). El Eco de Nayarit. pp.1. De la colección privada de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García.

[3] El Sr. Francisco Casillas, tenía su próspero taller en una finca, donde además vivía, en el lugar que hoy ocupa el Hotel Plaza, frente a la plaza principal y en la esquina de Morelos y México.
[4] Estos datos no fue posible precisarlo con exactitud, ya que los archivos de El Eco de Nayarit, se perdieron para siempre en la desastrosa inundación del 13 de septiembre de 1968, como ya se narró.

(Parte 2 de 3...Continuará)

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