Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
El amor, "esa cosa" que han intentado definir filósofos, poetas, artistas y hasta científicos, se manifiesta en todos lados y de miles de formas diferentes. Al respecto recuerdo una frase del Zaratustra de Nietzsche que dice: "...la verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella, sino porque estamos acostumbrados al amor..." Por ello, en este artículo me voy a referir a la solidaridad que es una forma bien lograda de amor, que pesa más que las ideologías, que trata de emociones y que se relaciona mucho con la inteligencia...todo en el marco de una huelga.
Como muchos ya saben desde el día 20 de noviembre, la Universidad Autónoma de Nayarit ha entrado en una huelga que nadie desea y menos que se alargue más de lo conveniente, y si el amable lector ha estado afectado por un movimiento de esos, sabrá de lo que hablo al decir que en las guardias que, en este caso, docentes del SPAUAN y trabajadores del SETUAN, organizan todos los días, se suceden un conjunto o tipos de sentimientos que luego se convertirán en anécdotas para el recuerdo, ese que difumina a la realidad y la convierte en memoria.
En las mesas improvisadamente dispuestas para recibir a "los veladores", se dan toda clase de debates: políticos, existencialistas, sociales, académicos y hasta románticos. Se reviven los recuerdos, brotan las anécdotas que logran --a pesar de haberse escuchado mil veces-- sacar de nueva cuenta una sonrisa y hasta una carcajada. Anoche hablamos de duendes que tiran piedras a los que pasan; de la crisis universitaria, de recetas de cocina, de vivencias personales, dolores que se fueron y que luego vuelven a abrir la herida y hasta remedios para la migraña.
No solo no faltan los chismes, sino que son indispensables para aguantar el paso de las tediosas horas que el Dios Cronos dilata al máximo en un acto de muy mala leche y nos hace pensar que el tiempo es un magnífico maestro pero mata a sus discípulos.
Como algunos docentes y trabajadores llevan a sus hijos con el doble propósito de cuidarlos y crear en ellos la conciencia de la importancia de defender los derechos de los que comen el pan con el sudor de su frente, se amplían los temas de enfermedades, dietas, vagancias, escuelas, guarderías, niñeras, todo con el cafecito en la mano y una galleta de esas que en el tema de la dieta causa rubor o de plano empacho.
Viene a la mente, en esas horas de estar "cuidando" la huelga, los amigos que ya se fueron, lo que nos dejaron y lo que se llevaron; no falta quien dice que la muerte es el principio de una vida, y tampoco el que le refuta que ahí acaba todo y que no somos más que cascarones y que lo único que vale es lo que hacemos antes de que llega la parca y se acalora la disputa.
Los temas son inagotables en el lapso de una huelga, y tan interesantes, que por un momento nos olvidamos que estamos ahí porque no nos han pagado nuestras quincenas, que de alguna manera esa bronca que no está en nuestras manos solucionar, al menos nos hermana y nos une a todos en el mismo penar...y pienso --al menos yo, no sé mis compañeros-- maldita huelga está llena de amor, aunque por dentro la odie.
Esta idea se refuerza cuando comienzan a caer apoyos de la sociedad. Eso, créame amable amigo que me sigue, nos fortalece, porque en ratos, la espera que nos debilita, tanto al que promete o da esperanzas como al que está ahí, atisbando en el horizonte la llegada de esa certidumbre, porque ya lo dijo alguien, la esperanza es el sueño de los que están despiertos, y vaya que estamos despiertos bajo la lona que nos cubre y nos abriga.
Esos apoyos del pueblo vienen en forma de posteos en las redes sociales animándonos, empujándonos, inyectándonos vitalidad y todo eso mis amigos, es amor y del más puro, vitaminante y sanador. Otros, que no son pocos, llegan con los cartones de pan recién salidos del horno, bules de agua, frascos de café, bebida que nos reúne en otro comentario nuevo o alargando el mismo que nos trae de la cola hace horas y vuelvo a pensar que el amor es el único medio de traer un universo lejano a este pequeñísimo punto que es nuestra "base huelguista" a un lado del boulevard de un pequeño y amoroso, solidario, fiel y fraternal pueblo de Acaponeta, y que nunca nos faltaron, gracias a tantos y tan excelentes amigos, las galletas, los pollos, los vasos, un adios al pasar frente a nosotros, el grito de ¡No se rindan! o aquel que sin más expresó a voz de cuello volando en una moto: ¡pónganse a trabajar huevones! y que nos alegró el momento y a chiflarle las cinco consabidas tonadas...
Llovieron refrescos, empanadas, azúcar y sobre todo el sentimiento de que no estamos equivocados, que es una causa justa y que representamos una parte importante de la sociedad; que tenemos la plena conciencia de que la educación es la salvación de este país que en ratos parece que se cae a pedazos; que si pedimos recursos a un gobierno federal ciego y en ratos necios, es porque estamos ciertos de que en ella, en la educación, se invierte y no se gasta. Por eso estamos ahí, aguantando lo que haya que aguantar, sufriendo desveladas que ya sabemos que nunca se recuperan; alegando inicuas discusiones sobre los horarios a cumplir, que unos al dedillo formalizan y otros --nunca faltan-- miran a otro lado. Por eso abrimos ese espacio y se tomaron las instalaciones, porque es ya la última elección que nos quedaba, tirarnos a la huelga con todas sus repercusiones y desventajas o meter la cabeza debajo de la tierra como dicen que hacen las avestruces y ahí estamos esperando con una paciencia que poco a poco se va minando --porque por más fuertes que nos sintamos, somos humanos y no máquinas-- las noticias de la autoridad universitaria, que a veces llega en forma de perverso rumor que algunos hijos de la chingada sueltan al aire.
Sea como sea, o como está de moda decir: "haiga sido como haiga sido", con rumores o sin ellos, sin noticias o sin ellas, con la voluntad flaca o el orgullo gordo, con la baraja en la mano o la polémica en la boca, volvemos todos al café que mantiene el cuerpo despierto y a la pesadumbre dormida y su servidor, necio, pensando que todo lo anterior es un signo evidente de amor, de los que estamos dentro y de los que nos apoyan por fuera.
Desde esta tribuna quiero agradecer a todos los que se han acercado a nosotros, tanto con algunos artículos, bebidas o comida, como con palabras de aliento e inyecciones de amistad. A los jóvenes estudiantes que con su juventud nos arriman cariño y admiración. No creo abusar si hablo a nombre de todos mis compañeros universitarios: ¡Gracias por su apoyo y solidaridad!
¡Seguiremos luchando por una universidad pública y por nuestra querida Universidad Autónoma de Nayarit, que bien dicen es el corazón de la entidad!
¡Pugnaremos por un cambio real que beneficie a la educación en Nayarit y la apertura de oportunidades a los jóvenes acaponetenses!
¡Gracias pueblo de Acaponeta, no habremos de fallarles, estamos comprometidos!
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