Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Cuenta la novela de Mary Shelley, "Frankestein", la historia de un hombre que crea a otro "hombre" con partes de seres humanos, y este nuevo ser se convierte en un monstruo que sufre por su fealdad y soledad, al grado de convertirse en asesino.
Así los sucesivos gobiernos en México, prácticamente desde la creación del Partido Nacional Revolucionario (abuelo del actual PRI) por Plutarco Elías Calles en 1929, fueron creando un monstruo difícil de matar, el de la desconfianza del pueblo.
Todo lo anterior viene a colación, por la renuencia de miles de mexicanos a hacer caso a las sugerencias, indicaciones y mandatos de las autoridades, sean estas federales, estatales o municipales, para el combate y prevención contra el coronavirus.
Hay gente que, aún a estas alturas del partido, no creen o dudan seriamente sobre la existencia de ese bicho que a esta hora en el mundo debe estar llegando a los once millones de contagios y a los casi 520 mil decesos, casi 30 mil de ellos mexicanos. Otros simplemente no hacen caso de las indicaciones y a los protocolos que establece la autoridad.
Estoy cierto que esto se debe a que la burra no era arisca, la hicieron de tanto golpe y reatazo. El pueblo de México, prácticamente desde la consumación de su independencia ha sufrido el engaño, las mentiras y los robos que sus gobernantes y políticos le han infringido a la nación.
Desfalcos y robos, mentiras y falsedades al por mayor, discursos falsos y demagógicos, verdades a medias y maquillaje de estadísticas. Los políticos siempre ven un México totalmente ajeno a la realidad donde campean la pobreza, la alta marginación, la más terrible inseguridad y violencia; devastadoras crisis económicas que ellos, los gobiernos federal, estatal o municipal, convierten en fantasías de jauja y bonanza. Discursos eternos y embusteros, recuerden algunos aquellos de Luis Echeverría Álvarez, que eran kilométricos, así como algunos informes de gobierno que duraban medio día en decir nada, nada y solo sandecez grilleras.
Por supuesto la más abyecta corrupción, llena de carreteras a medias, estelas de luz multimillonarias e inútiles, nepotismo disfrazado de "sentimientos paternales", hospitales que no funcionan, plazas y calles de ínfima calidad. Obras pagadas inconclusas o que nunca se hicieron que lo mismo van de un dispensario el lejana comunidad serrana o mega obra como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México o el mentado tren México-Toluca que ha quedado como el monumento a la corrupción más grande del mundo.
No pueden faltar las simulaciones, el hacer como que hacen y no concretan nada. Tráfico de influencias, abusos de poder, compadrazgo, fraude electoral, enriquecimientos "inexplicables", nepotismo, prepotencia, indiferencia, apatía, costosa negligencia, falsedad en las declaraciones patrimoniales, uso indebido de objetos propiedad de la nación, gastos enormes en tonteras frente a una nación de 60 millones de pobres, mansiones dignas de un rajá y mil actitudes negativas más.
Esto ha sido constante gobierno tras gobierno, no importa el color o la ideología, todos defraudan y enardecen a los ciudadanos, por eso ya nadie les cree nada. Ya ni hablar de los partidos políticos, negocios de familias algunos de ellos y que nosotros --los mortales pues-- pagamos religiosa y estoicamente.
De ahí que sean pocos los que hacen caso a las indicaciones de gobierno, piensan que detrás de todo este drama del covid 19 hay trampa o algún trastupije gubernamental. Por eso no usan cubre bocas, no se lavan las más manos, menos se guardan en sus casas, no mantienen la sana distancia y llegan al extremo de creer que es una más de las falsedades oficiales y el mentado coronavirus y su enfermedad covid 19 no existen.
Se entiende. Ahora los gobiernos no saben cómo matar al monstruo creado por ellos... y el pésimo sistema educativo, otro monstruo creado a conveniencia por esos "dilectos" gobiernos.
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