sábado, 19 de agosto de 2023

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA


 



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

DE CHILE: Uno de los grandes males o circunstancias negativas que tienen los gobiernos de Acaponeta —que en realidad es algo que sucede a nivel nacional— es que no hay continuidad de un gobierno a otro. Me explico: cuando el gobierno “X” hace una buena o incluso magnífica obra, el que lo sucede, ya no le da seguimiento. Simplemente lo olvida. 


Más claro con un ejemplo conciso. Durante el gobierno municipal de Malaquías Aguiar Flores, aquí en Acaponeta, se tuvo la buena idea de sanear al arroyo de “La Viejita”, que en verdad estaba contaminado y sufría del embate de la ciudad como padecen todos los ríos o arroyos que atraviesan una zona urbana. Los problemas eran muchos: cárcamos de bombeo que no funcionaban, descargas de aguas negras directas al arroyo, limpieza del talud del arroyo, acordar con los botaneros mayor sanidad, fugas del drenaje, mantenimiento a la laguna de oxidación del rastro, etc. 


Al principio de los trabajos se detectaron unos siete u ocho puntos críticos que poco a poco se fueron solucionando. Al final del trienio, ya se había relacionado y en la gran mayoría de los casos solucionado más de 40, y el resultado fue un arroyo saneado con posibilidades de convertir —si se le daba seguimiento a esta labor— en un bonito paseo y un arroyo sano. Sin embargo, entró el nuevo ayuntamiento encabezado por el finado “Beyto” Arellano y a esa tarea nadie la peló y transcurrieron cuatro años en los que nada se hizo al respecto y el arroyuelo volvió a decaer. 


Ahora, la actual administración municipal vuelve a retomar esa idea, pero lamentablemente es volver a comenzar. Es como si de nuevo se escribiera el Génesis, surgieran otra vez Adán y Eva, así la vida se renueva de cero. ¡Qué lástima y qué tontería! Porque se duplican las erogaciones para esos quehaceres; el esfuerzo hecho, se arroja impunemente a la basura. Todos los candidatos o aspirantes les gritan a los votantes, que México es primero, que tienen a Nayarit como prioridad, que Acaponeta bla, bla, bla. Pero cuando se trata de sumar, se fijan en el color del “adversario”, vienen los malos recuerdos de agravios pasados, lo toman como una oportunidad de revancha y al final, queda como prioridad el partido o los pleitos personales y de un plumazo, echan a la basura lo que hizo el que sale, aunque sea algo muy bueno o trascendental y se olvidan de sus promesas y “buenos deseos”, retrasando el avance y dilapidando recursos. 


Cuando, los que siguen, le dan continuidad a las obras o acciones de gobierno, estas se notan y cobran importancia, así el país, el estado o el municipio avanzan. Recuerdo cuando en Acaponeta, siendo presidente municipal Don José Chávez Rodríguez, el estimado “Joselillo” adoquinó todo alrededor de la plaza “Miguel Hidalgo”, así como la callecita “Gral. Ramón Corona”, obra que todos aplaudimos; los presidentes que siguieron: Enrique Jiménez, Santos Díaz, Efraín Arellano, Saulo Lora, Malaquías Aguiar, creo que también Beyto Arellano y ahora Manuel Salcedo, han ido adoquinando otras calles o avenidas y el rostro de la ciudad cambió. 


Todos dieron seguimiento a una obra de beneficio común. De acuerdo con esto, se me ocurre, que viendo la actual situación en que se encuentra el palacio municipal de Acaponeta, si no en ruinas, sí con un franco deterioro, creo que sería bueno que este gobierno o el que viene, decidieran meterle mano a la vieja casona de la calle Morelos, inmueble que comenzó a construirse en 1903 para ser inaugurada en 1910 con motivo del primer centenario del inicio de la independencia de México. Es decir, ese edificio tiene ya 113 años desde su apertura, y salvo algunas reparaciones menores, no se ha hecho gran labor a su favor. Sabemos que el magro presupuesto que llega al municipio es muy pobre y casi todo se va en sueldos y salarios, por lo que se hace necesario gestionar recursos de otros lados e iniciar un proceso de rehabilitación total y profundo, que requerirá que los futuros ayuntamientos le den seguimiento y se sumen a tan necesaria labor. Dirían en el teatro: ¡primera llamada!


DE DULCE: Marcelo Ebrard Casaubón de un plumazo le quitó lo aburrido y terriblemente tedioso a la campaña que por cierto no es campaña de los candidatos a la presidencia de la república, que no son candidatos y que despectivamente AMLO les llama “corcholatas”. 


El “carnal” Marcelo, saliéndose un poco —o un mucho— del huacal del presidente acusa a la Sheinbaum de acarrear gente, utilizar recursos públicos para su lambiscona campaña y otros actos ilegales que no respetan el acuerdo que les entregó el propio presidente. Esto por supuesto no le va a gustar al dueño de palacio nacional y Ebrard, en estos momentos está en la cuerda floja por meterse abiertamente contra la “delfín” de Andrés Manuel, porque, además, les echó a perder el rollo de la selección de las encuestadoras, lo que puso a Morena de cabeza en tan solo 48 horas. 


Se puede producir un cisma de proporciones catastróficas para el partido del ojitos de sapo pisado, Mario Delgado, lo que vendría a cambiar totalmente el panorama político que hoy se tiene. De hecho, esta semana se presentaron hechos interesantes, como, “la liguilla” del Frente Amplio por México, integrado por esa triada imposible del PRI, PAN y PRD, que dejó tendido en el camino a Enrique de la Madrid. Siento que el pase de Beatriz Paredes, priista connotada de toda la vida, afecta sobre manera a Xóchitl Gálvez, pues eso ocasionará que el tricolor le meta todas las ganas a su finalista, porque finalmente la presidencia es la presidencia y si hay que llevarse entre las patas de los caballos a los demás, ¡venga! y más teniendo un presidente del partido impresentable como es al transa Alito Moreno, quien para salvar un pellejo ya muy comprometido es capaz de sacrificar a la hidalguense y entregar en bandeja de plata a Andrés Manuel, la cabeza de Xóchitl.

 


Ya Paredes Rangel, está mandando mensajes subliminales que son un dardo directo a Xóchitl. El PAN, no sé si en verdad considera a la Gálvez como verdadera panista y se vaya con todo a favor de Santiago Creel, lo que dejaría a la senadora indígena chiflando en la loma. Se puso bueno este reality show, mejor que el bodrio ese de la Casa de los Famosos.



DE MANTECA:  La verdad, me confundieron, me engañaron como al pueblo sabio y bueno. Lo que voy a expresar aquí, lo hago con reservas, porque en realidad no sé si efectivamente es como me lo contaron, sin embargo, por el resultado que se dio, sí es la neta. 


Resulta que, en el sexenio desafortunado y corrupto de Enrique Peña Nieto, se hizo el anuncio, como sucede cada seis años, de que regresaría el tren de pasajeros, lo cual nos alegró bastante, como sucede cada seis años. Paralelo a esto, en la vieja estación del ferrocarril de Acaponeta comenzaron trabajos de rehabilitación del bello edificio que se encontraba en ruinas. Pensé, inocentemente, por lo que había oído en las noticias: “¡Mira, qué bien, arrancaron por Acaponeta!”. 


Foto de Sonia Galindo

Hay que recordar que este hermoso y funcional inmueble, fue construido en 1903 por la compañía norteamericana Western Pacific, Co.; que posteriormente pasó a ser el muy mencionado Ferrocarril Sud Pacífico. Sin embargo, en 1937 un fuerte incendio dejó en las puras cenizas a la estación, misma que volvieron a levantar, y con el paso de los muchos años, tuvo un deterioro tal, que daba lástima ver aquello que se convirtió en refugio de miles y miles de murciélagos o “chinacates” como les llaman por acá. 


Así que cuando comenzaron a restaurar la vieja estación, muchos nos alegramos. Hay que decirlo como fue, dejaron la edificación en magníficas condiciones. Hay una foto muy buena, de la artista de la lente Sonia Galindo, que hizo de la estación ferroviaria por la noche, profusamente iluminada y que da buena idea de cómo terminaron las reparaciones. Sin embargo, la alegría se fue directito al carajo como dice YSQ. 


Extraordinaria foto de Sonia Galindo

Pues el ferrocarril de pasajeros nunca regresó, la estación no se ocupó en nada y, una vez más, el tiempo transcurrió y como es el gran destructor, la construcción volvió a decaer y, para colmo, el trinche huracán “Roslyn” del año pasado, acabó de darle en la maraca. Al ver tal desaguisado, tardíamente me pregunté: ¿por qué y para qué hicieron esta rehabilitación? 


El huracán "Roslyn" se llevó el techo de lámina en 2022

Preguntando aquí, preguntando allá, me enteré, y, como dije al principio, sin la seguridad de que así haya sido, me explicaron que personas preocupadas por el estado de la vieja estación recurrieron a una reconocida dama acaponetense, casada con poderoso personajes de la vida nacional, y le pidieron que solicitara a su esposo, para que moviera sus influencias y se hiciera la renovación del inmueble, cosa, que, me informan, así se hizo y se logró. ¡Qué bueno! Exclamé yo, pero ¡Qué malo! 

¿Por qué no nos avisaron? ¿No hubiera sido bueno que nos informaran a los grupos organizados como la Junta Vecinal u otros, para decirnos: ahí está el edificio nuevo, hagan con él lo que mejor puedan y decidan de manera comunitaria? Un centro cultural, una escuela de artes y oficios, un museo del ferrocarril, una galería de arte…tantas cosas que se pudieron hacer con tan solo avisar. Hoy, nuevamente el edificio se cae y todo eso, con el enorme gasto que representó, quedó en un trinche capricho de unos cuantos. ¡Las oportunidades nunca vuelven! 

Me despido amigos, recomendándoles tengan mucho cuidado allá afuera, ya que la inflación está galopante, no nos lleve entre las patas.

 

1 comentarios:

Héctor Algarín E. dijo...

Las "políticas públicas" son la visión personal del mandatario en turno, de lo que para él le gusta -ya no tanto lo que requiere Acaponeta-si no lo que él cree que sería lo mejor para la ciudad.
Por cierto, los planes municipales de desarrollo que tan pomposamente se presentan, son una vacilada porque nadie se apega a ellos. Aquí mi estimado Pepe creo sinceramente que el culpable no es solo uno, los ayuntamientos no son de un solo hombre, nos olvidamos de que gran parte de esa falta de continuidad es por la complicidad, omisión o desconocimiento de cada uno de los integrantes del cabildo.