EL EFECTO MULTIPLICADOR DEL DINERO.
Por: LEC MF Anuar Abud.
El efecto multiplicador del dinero es un tema tratado por la macroeconomía que puede resultar un poco complejo de explicar, pero intentaremos transmitir una idea general de forma sencilla. En economía, la circulación del dinero mediante el consumo produce un efecto que pareciera multiplicar el dinero realmente existente, permitiendo el crecimiento y dinamismo de la economía. El consumo es un factor muy importante en la economía, tanto que cuando este disminuye consideramos que estamos ante una crisis, y es precisamente el consumo el factor que desencadena la “multiplicación” del dinero.
Cuando un empleado, por ejemplo recibe su salario de $1.000, gastará buena parte en comprar alimentos en la tienda de su barrio [supongamos $600], luego el tendero habrá recibido $600. Ahora, el tendero tomará parte de esos $600, supongamos $500 para surtir o reaprovisionar su tienda, dinero que pagará a las distribuidoras, luego las distribuidoras habrán recibido $500 y utilizarán $400 para comprar mercancías a los fabricantes, de modo que la empresa fabricante recibirá la suma de $400, suma que dedicará para pagar a su empleados, iniciando así nuevamente el ciclo del dinero.
Como se observa, todo inició con los $1.000 pesos que recibió el empleado por su sueldo, pero al final los ingresos totales fueron: Empleado: 1.000, Tendero: 600, Distribuidora: 500, Fabricante: 400 Total: 2.500 Esos $1.000 pesos de ingresos, en este hipotético caso se han convertido en $2.500 pesos, se ha multiplicado el dinero en cuestión de días. Lo mismo sucede con el dinero que circulan los bancos. El dinero que el banco recauda es colocado nuevamente en el público que lo consume y lo circula multiplicándolo indefinidamente. Supongamos ahora que el empleado decidió no gastar ni un peso de su sueldo, y decidió que no le guardaría en el banco sino debajo de su almohada. En este caso, simplemente el dinero no se multiplica, puesto que ni el tendero, ni la distribuidora ni el banco ni nadie más podrá obtener ingresos. La economía se estanca por completo. De allí se concluye que entre más circule el dinero más se multiplica, característica propia de una sociedad productiva, dinámica. Si yo consumo permito que el productor de lo que consumo obtenga ingresos, a la vez que ese productor consume lo que otro produce permitiéndole a ese otro obtener ingresos, así sucesiva e indefinidamente hasta que habremos multiplicado el dinero muchas veces.
la cantidad de dinero existente u oferta monetaria está formada por el efectivo en manos del público y los depósitos que éste mantiene en los bancos. Esa cantidad de dinero crece o disminuye por efecto del crédito bancario y de la preferencia por la liquidez del público, que determinan conjuntamente el valor del multiplicador monetario. La oferta monetaria, es por tanto el resultado de la expansión de la base monetaria, por efecto del multiplicador monetario. El coeficiente de liquidez, depende de los gustos del público pero el coeficiente de reservas, puede ser determinado por la autoridad monetaria. Si el banco central autoriza que los bancos operen con menos reservas, éstos podrán disponer de más dinero para prestar, aumentando el efecto multiplicador. El banco central dispone por tanto de tres instrumentos de control de la oferta monetaria: las operaciones de mercado abierto y los créditos a la banca privada, que modifican la base monetaria, y la manipulación del coeficiente legal de reservas, que modifica el multiplicador monetario. En consecuencia, la oferta de dinero, está determinada por el banco central. Analicemos ahora la forma de la demanda de dinero. El dinero puede ser considerado como una mercancía útil como medio de pago y como forma de conservar valor ahorrado. El precio de esa mercancía es el tipo de interés, es decir, lo que hay que pagar para poder disponer de ella o el coste que tiene no darle un uso fructífero. El tipo de interés, como los precios de todas las mercancías, viene determinado por la conjunción de la oferta y la demanda. Si el tipo de interés es muy alto, los individuos no querrán tener su dinero en huchas o en cuentas corrientes improductivas, sino que procurarán tener sus ahorros en los títulos de mayor rentabilidad aunque ello suponga pérdida de liquidez; además, conseguir dinero para adquirir bienes tendrá un coste elevado por lo que los consumidores retrasarán sus decisiones de compra demandando por tanto menos dinero. Si los tipos de interés son bajos, por el contrario, no habrá estímulos para que los consumidores renuncien a la comodidad de tener sus ahorros en forma líquida, en efectivo o en cuentas corrientes; si el precio del dinero es bajo, los que no tengan suficiente para sus deseos de consumo inmediato encontrarán conveniente pedirlo a otros. Por tanto la función de demanda de dinero, es, como todas las funciones de demanda, decreciente.
Si el banco central desea elevar los tipos de interés, podrá disminuir la cantidad de dinero que periódicamente presta a la banca privada por lo que ésta se verá obligada a reducir los préstamos a sus clientes. Otro método, en fin, será aumentar el coeficiente legal de reservas, es decir, obligar a la banca privada a que mantenga una mayor proporción de los recursos ajenos en forma de reservas, forzándola también así a reducir sus préstamos y reduciendo el multiplicador monetario. Cualquiera de esos métodos provocará un desplazamiento hacia la izquierda de la función de Oferta Monetaria que se cruzará con la Demanda Monetaria a un tipo de interés más elevado. En términos intuitivos: la banca privada, al poder prestar menos dinero, podrá ser más selectiva con sus créditos, concediéndolos con menor riesgo y mayor interés; al disponer el público de menos dinero, la institución o empresa que desee vender pagarés u otros títulos de crédito deberá ofrecer un mayor tipo de interés o nadie querrá adquirirlos. El efecto de las variaciones del tipo de interés sobre la economía de un país: si el tipo de interés baja, los empresarios encontrarán rentables más proyectos por lo que demandarán dinero para invertir; el aumento en las inversiones tendrá un fuerte efecto expansivo sobre el producto nacional.
Keynes afirmaba que las decisiones de ahorro y las decisiones de inversión son totalmente independientes y no existe ninguna fuerza que tienda a igualarlas. La idea monetarista es que el tipo de interés es esa fuerza. Si el tipo de interés es bajo los inversores demandarán más dinero; si el tipo de interés es alto, los ahorradores se sentirán estimulados.
Keynes negó el funcionamiento de ese mecanismo, en situaciones de depresión económica argumentando que en esas circunstancias la sociedad caía en la trampa de la liquidez: cuando el tipo de interés es muy bajo, la curva de demanda de dinero se hace muy elástica, casi horizontal. En esa zona, sucesivos desplazamientos hacia la derecha de la oferta monetaria no provocan sensibles variaciones en los tipos de interés. La situación real durante las últimas crisis económicas no ha dado la razón a Keynes; la cantidad de dinero en circulación se ha mantenido baja y los bancos centrales han seguido manteniendo un control absoluto sobre los tipos de interés, más preocupados por la inflación que por el estancamiento económico. Antes de
Keynes, como se consideraba que los presupuestos debían ser equilibrados, el único instrumento de que disponían los gobiernos para influir sobre el sistema económico era la política monetaria, es decir, la manipulación de la oferta de dinero. Pero la argumentación de los economistas de entonces era algo diferente. Entonces se consideraba poco importante la cantidad de dinero que se destinaba a depósito de valor y se suponía que prácticamente en su totalidad se destinaba al pago por adquisición de bienes y servicios. El Efecto Multiplicador fue originalmente introducido por R. F. Kahn, un aumento de la
inversión eleva la
producción y el
empleo; un descenso los reduce, el efecto multiplicador; a un incremento de la inversión, pero en forma multiplicada, el
Producto Nacional Bruto crece en mayor cantidad que la invertida toda se centra. Es un
juego disminución de la inversión y crecimiento de la misma. Bajo el
modelo de una
economía simplificada, el PNB es igual a la Renta Nacional. El multiplicador adquiere particular relevancia al considerar el efecto que puede tener como factor de estímulo a la
demanda agregada en una economía. El modelo de
Keynes alcanza la plena madurez de su
pensamiento en
materia económica en momentos en que el mundo se encontraba sumiso en la gran
depresión de los años 30. En el mundo Keynesiano, la economía puede presentar largos períodos de persistente
desempleo, el profundizar en el tema de los mecanismos e instrumentos. El efecto multiplicador es referido al aumento sobre la economía ya que permitirá un aumento de las rentas de los factores de la
industria de
bienes de inversión. Ciertos factores pueden operar para restringir la amplitud del
proceso de multiplicación, lo que resulta en una reducción del
valor multiplicador en relación con la cifra normal o en una cifra normal comparativamente mas baja. Un crecimiento en lo
gastos del
estado incrementa la producción y lógicamente una reducción en la compra de bienes y
servicios reduciría su nivel de
equilibrio. Es aquí donde el efecto multiplicador juega un papel importante en la economía.
MERCADO DE BIENES Y SERVICIOS
CONSUMO
Es la parte del ingreso que las economías domésticas destinan a la adquisición de bienes y servicios (excepto la adquisición de viviendas). Es el mayor componente del producto nacional y el que presenta un
comportamiento más estable a lo largo del
tiempo. Los gastos en
consumo se pueden dividir en tres categorías: bienes duraderos (televisores, automóviles), bienes perecederos (
alimentos, vestidos) , servicios (
transporte, servicios sanitarios)
AHORRO
Es la parte del Ingreso
Personal Disponible que utilizan las economías domésticas para aumentar su riqueza, o dicho de otra forma es la parte de la renta personal disponible que no se consume.
INVERSIÓN
Parte del ingreso no consumido que se destina a la adquisición o reposición de bienes de
capital y/o al aumento de las existencias.
FUNCIÓN DE CONSUMO
Especifica el nivel de gasto de consumo planeado o deseado correspondiente a cada nivel de renta disponible. En cuanto a la
función de consumo,
Keynes supuso que el consumo aumenta cuando aumenta la renta, pero en una proporción menor a como la hace ésta. Ello se debe a que, conforme aumenta la renta, los individuos destinan una mayor cantidad de la misma al
ahorro.
PROPENSIÓN MARGINAL AL CONSUMO (PMgC):
Es la proporción de un peso en que aumenta el consumo cuando la renta aumenta un peso. Es la pendiente de la función de consumo.
PROPENSIÓN MEDIA AL CONSUMO (PMeC):
Es la relación entre el consumo total y la renta total. Respecto de la PMgC, una
hipótesis keynesiana básica sostiene que un aumento de la renta genera un aumento en el consumo menos, es decir que la PMgC es siempre positiva y menor a la unidad. Keynes sostenía que era decreciente; esto es que, como porcentaje de la renta, la cantidad dedicada al consumo disminuye al aumentar la renta. Luego se demostró que es así sólo en el corto plazo y que, en el largo plazo, la PMeC permanece aproximadamente constante.
DESAHORRO
Cuando hay un nivel de renta igual a cero, pero igualmente existe un consumo autónomo, estamos ante un nivel de ahorro negativo o desahorro.
PROPENSIÓN MARGINAL AL AHORRO (PMgS):
Es la proporción que se ahorra de una unidad adicional de renta.
PROPENSIÓN MEDIA AL AHORRO (PMeS):
Es la razón entre el ahorro total y la renta total
Dado que la renta se consume o sea ahorra, la suma de las propensiones medias a consumir y a ahorrar tiene que ser igual a la unidad, y otro tanto ocurre con las propensiones marginales.
DEMANDA AGREGADA
Suma del gasto planeado de consumo y el gato planeado de inversión.
MULTIPLICADOR DE LA INVERSIÓN
La idea básica asociada con el
concepto de multiplicador es que un aumento en el gasto originará un aumento mayor de la renta de equilibrio.
El multiplicador designa el coeficiente numérico que indica la magnitud del aumento de la renta producido por el aumento de la inversión en una unidad; es decir que es el número que indica cuántas veces ha aumentado la renta en relación con el aumento de la inversión.
En un modelo keynesiano es la inversa de la PMgS lo que refleja el multiplicador es la magnitud del aumento de la renta producido por el aumento de la inversión en una unidad. A mayor PMgC, mayor multiplicador.
LA DEMANDA DE INVERSIÓN Y EL MULTIPLICADOR KEYNESIANO
El segundo componente de la demanda agregada es la demanda de inversión. Las decisiones de inversión las toman los empresarios en función de sus
proyectos, del estado de la
tecnología y, sobre todo, en función de sus expectativas, es decir, de sus previsiones sobre el porvenir de los
negocios y de la situación económica. La demanda de inversión puede considerarse por tanto una cantidad fija, independiente del
volumen de renta que se genere en el país.
El punto en el que la demanda agregada corta a la bisectriz es, lógicamente, el punto en el que la renta se iguala a la demanda agregada y determina por tanto el volumen de producción real, que se generará en el país. No hay nada que indique si esa producción real coincide o no con la producción potencial.
El aumento en la cantidad de inversión provocará el aumento de la producción real. Es más, un incremento en las decisiones de invertir de los empresarios tendrá un efecto multiplicador sobre la economía ya que permitirá un aumento de las rentas de los factores de la industria de bienes de inversión; parte de este aumento se destinará a consumo lo que provocará aumentos en cascada en las rentas de otros factores. Para determinar la cuantía de ese efecto multiplicador veremos un ejemplo sencillo.
Cada aumento en la demanda provoca un aumento igual de la producción y la renta. Parte del aumento en las rentas provocará un nuevo aumento de la demanda en la proporción determinada por la propensión marginal al consumo. Los sucesivos aumentos formarán una progresión geométrica en la que el primer término es el aumento de la inversión decidido por los empresarios y la razón es la PMaC. El efecto total, la suma de los miembros de esa progresión, es igual al producto del primer miembro, la inversión inicial, por el inverso de uno menos la razón. Este número, el inverso de la propensión marginal al ahorro recibe el nombre de multiplicador.
En una economía simple como la que estamos analizando, sin gobierno ni sector exterior, para que la demanda y la
oferta agregadas coincidan es necesario que la inversión complemente la parte de la renta no consumida, es decir, que la inversión y el ahorro sean iguales. Pero no hay ningún mecanismo que garantice que esto pueda suceder. Las decisiones de ahorrar las toman las familias y dependen, como hemos visto, de su nivel de renta y de la PMaC. Por tanto no hay ninguna razón por la que la cantidad de
dinero ahorrado y la cantidad de dinero invertido deban ser iguales: Ambas están determinadas por decisiones tomadas por diferentes personas con diferentes criterios. Si las familias deciden aumentar el volumen de los fondos que mantienen ahorrados, reducirán su consumo, por lo que teniendo en cuenta el efecto multiplicador, las rentas se contraerán en una cuantía muy superior. Este es el fenómeno llamado la paradoja de la frugalidad: la frugalidad puede provocar disminución del ahorro.
Estas Fueron las palabras de Keynes:
“Cuanto más rica sea la
comunidad, más amplia tenderá a ser la brecha entre sus producciones real y potencial y, consiguientemente, más obvios y escandalosos los defectos del
sistema económico. Una comunidad pobre estará dispuesta a consumir la mayor parte del total de su producción, de tal modo que será necesario un volumen muy modesto de inversión para alcanzar el pleno empleo; mientras que una comunidad rica tendrá que descubrir muchas más amplias oportunidades de inversión para que las propensiones a ahorrar de sus miembros más ricos sean compatibles con el empleo de sus miembros más pobres.” (John M. Keynes,
Teoría General de la Ocupación, el Interés y
el Dinero, 1936)
EL MULTIPLICADOR DEL GASTO PÚBLICO
Continuando con el estudio del modelo y las propuestas keynesianos, vamos a analizar ahora el efecto del consumo público, de los gastos y los
ingresos del estado, sobre la demanda agregada.
No hay ningún mecanismo automático que haga que la renta de equilibrio coincida con la producción de pleno empleo. La renta de equilibrio -en otras palabras, el valor de los bienes y servicios que el sistema tiende a producir- está determinada por la demanda agregada. Si ésta estuviese formada exclusivamente por el consumo privado y la inversión de los empresarios, sería mucha casualidad que coincidiesen producción real y producción de pleno empleo; los deseos de ahorro de las familias y las expectativas de los empresarios no tienen por qué conjuntarse en la proporción y cuantía exacta requeridas. Es más, si en algún momento coincidiesen, el resultado sería muy inestable ya que las expectativas de los empresarios cambian continuamente, cíclicamente.
Los economistas neoclásicos consideraban que el sistema económico mostraba una tendencia natural hacia un equilibrio con pleno empleo. Contrariamente a esas previsiones, la Gran Depresión de los años treinta puso en evidencia que era posible contemplar una situación estable de depresión y que el desempleo podía permanecer durante largos períodos.
Pero el pesimismo del
análisis keynesiano vino acompañado de la receta para la corrección de esas situaciones: la
política fiscal del gobierno -la manipulación de los impuestos y los gastos del
sector público- podía reconducir la demanda agregada hasta la altura exacta que permitiera una producción sostenida de pleno empleo.
Los gastos del gobierno están formados por sus
compras de bienes y servicios y por las transferencias: las pensiones de invalidez y jubilación, subsidios de desempleo y subvenciones a las
empresas, entre otras. En general, los gastos del Estado suponen un aumento de la demanda agregada. La determinación de la cuantía de esos gastos es una decisión
política exógena, es decir, independiente de la renta; por tanto puede ser considerada, como de cuantía fija. Pero la cuantía puede ser ajustada para que la producción real coincida con la producción de pleno empleo. La incidencia de los gastos del gobierno sobre la renta real también recibe el efecto multiplicador. Los mismos argumentos que estudiamos en el epígrafe anterior para comprender el efecto multiplicador de las decisiones de inversión sirven también ahora para explicar que un aumento en los gastos del gobierno por valor de 100 puede provocar un aumento en la renta de 500.
Pero no se puede olvidar que existen también ingresos públicos. Los impuestos, al detraer dinero de las rentas de las familias, desplazan la demanda agregada en sentido descendente. La consiguiente disminución en la renta real se verá afectada igualmente por el efecto multiplicador. A pesar de todo, el efecto conjunto de una subida igual en los gastos públicos y en los impuestos será beneficioso. Este efecto es el llamado "multiplicador de
Haavelmo". La explicación es que los impuestos están no sólo haciendo disminuir el consumo sino provocando además una disminución en los ahorros. Si todo lo que detrae el gobierno en forma de impuestos es gastado, el efecto sobre la demanda agregada será ascendente, la cantidad ahorrada en el sistema disminuirá, y la renta real subirá.
Hay que tener en cuenta sin embargo que el efecto de los impuestos puede ser mucho más complejo. Si los impuestos son proporcionales o progresivos, provocarán que la pendiente de la función de demanda agregada varíe y como consecuencia de ello quedarán también afectados la propensión marginal al consumo y el efecto multiplicador.
EL MODELO DEL ACELERADOR
El modelo del acelerador es una explicación de los ciclos económicos basada en la teoría keynesiana del multiplicador. La inversión fluctúa en mayor medida que el consumo debido a que pequeños aumentos en el consumo provocan aumentos en la inversión porcentualmente elevados. Pero para que la inversión continúe siendo positiva no es suficiente con que el consumo permanezca alto: debe continuar creciendo. Si el consumo se estanca, la inversión disminuye.
Imaginemos el comportamiento inversor de
una empresa fabricante de jerséis. Supongamos que
la empresa tiene 10 máquinas de tricotar valoradas en 50 millones de pesetas y que cada una produce jerséis por valor de 10 Millones; si las máquinas tienen una vida media de diez años podemos calcular que cada año se estropeará una.
Mientras las
ventas se mantengan estancadas será suficiente con mantener el número de máquinas suficientes para satisfacer la demanda por lo que la inversión se limitará a reponer las máquinas que se vayan deteriorando: por tanto en el año 2º la inversión neta, IN, será cero, y la inversión bruta, IB, 5 millones.
En el año 3º hay un aumento en la demanda por lo que la empresa aumenta el número de máquinas; la inversión aumenta y si el fenómeno es general en la economía, la inversión agregada tendrá un efecto multiplicador en cadena provocando nuevos aumentos en la demanda. En el año 4º continúa el aumento de la demanda al mismo ritmo por lo que la inversión permanece constante. En el año 5º la demanda aumenta en menor cuantía por lo que la inversión es menor que el año anterior; el efecto multiplicador tiene efectos contractivos sobre la demanda. En el año 6º el estancamiento de la demanda provoca nuevas disminuciones en la inversión. En el año 7º la contracción de la demanda provoca que la inversión llegue incluso a ser negativa. Finalmente, en el año 8º de los considerados es suficiente con que la contracción de la demanda se detenga para que la inversión vuelva a recuperarse iniciando así una nueva fase expansiva.
Las proposiciones del modelo del acelerador pueden resumirse en las siguientes ideas:
La inversión fluctúa más ampliamente que el consumo. Es más volátil.
La inversión alta provoca aumento del consumo.
Pero lo contrario no es cierto, el consumo alto no provoca aumento de la inversión.
Para que haya inversión es necesario que el consumo esté creciendo.
Para que la inversión crezca es necesario que el crecimiento del consumo se esté acelerando.
Como el consumo no puede acelerarse indefinidamente, su estancamiento, aunque sea a un nivel elevado, contraerá las
inversiones provocando el paso a la fase recesiva.
CONCLUSION
Para los economistas clásicos en el sistema económico existen mecanismos auto correctores que eliminan los desajustes, siendo por tanto innecesaria la intervención estabilizadora estatal.
El punto de vista clásico sobre la política presupuestaria puede resumirse en los tres puntos siguientes:
1. Limitar el gasto publico en lo posible.
2. Neutralidad de los impuestos, en cuanto que no deben alterar la situación material relativa de los contribuyentes. Los gastos deben obedecer a los costes de los servicios sin pretender alterar las posiciones de los ciudadanos.
3. El equilibrio presupuestario anual debe ser la norma presupuestaria básica, pues los gastos deben financiarse con los impuestos.
La
revolución keynesiana
La
crisis de 1929 vino a cuestionar la virtualidad del modelo clásico. Como alternativa al mismo surgió el modelo keynesiano, en el que no existe un mecanismo automático que retome la economía al pleno empleo. La rigidez de los precios a la baja es lo que explica las situaciones de equilibrio con desempleo de los
recursos pasando a constituirse la demanda agregada en la variable clave del sistema. Desde una perspectiva keynesiana, si tiene lugar una recesión motivada por un nivel de demanda insuficiente, habrá de ser la actuación del sector publico la que sitúe dicha demanda en el nivel compatible con el pleno empleo de los recursos.
La
política económica de los poskeynesianos: Keynes limito la actuación del sector publico, pues aceptó la norma de equilibrio presupuestario clásico, pero teniendo en cuenta la duración del ciclo económico. Los primeros poskeynesianos, sin embargo, para lograr el pleno empleo, defendieron el recurso de la política
fiscal con más ardor que el propio Keynes.
Consideraron los ingresos, los gastos y la
deuda pública exclusivamente como instrumentos destinados a conseguir el
mantenimiento de un nivel alto y estable de empleo con precios constantes. En este contexto surgió el
presupuesto de estabilización automática que pretendía adecuar los
programas de ingresos y gastos públicos a los movimientos de la renta. Asimismo, se afirmo la posibilidad y necesidad de estabilizar la economía mediante la utilización de
políticas fiscales, considerando como
objetivos tanto la compensación de las fluctuaciones cíclicas como la consecución del producto potencial de plena empleo mediante una política dirigida a estimular la inversión y situar la demanda agregada en su nivel adecuado.
De esta forma, pues, la actuación estabilizadora del sector público paso, de ser considerada como provisional y transitoria, a tener un
objetivo dinámico con validez permanente.
La critica monetarista: Los éxitos de esta actuación se reflejaron en los fuertes ritmos de
crecimiento económico de la mayor parte de los países occidentales, en los que dichas políticas se pusieron en práctica en la década de los sesenta y
principios de los setenta. No obstante, los graves
problemas inflacionistas generados, al menos en parte, por esta actuación del sector publico y derivados en gran medida de su forma de financiación, junto con la aparición de la inflación con estancamiento, posibilitaron el relanzamiento de otros enfoques macroeconómicos que niegan ó matizan la
eficacia de las
acciones fiscales discrecionales. Destaca entre estos últimos la visión monetarista, que concede un papel dominante a los impulsos monetarios en las fluctuaciones económicas, oponiéndose a los desarrollos poskeynesianos al destacar que en toda actuación fiscal existen dos componentes: un efecto fiscal puro y otro que depende de las repercusiones financieras de la
acción practicada, y que generalmente tiene gran importancia. Los monetaristas propugnan el abandono de las políticas discrecionales de estabilización y su sustitución por «
normas» ó «reglas», que se concretan, en cuanto a la política fiscal, en el mantenimiento del equilibrio presupuestario.
En general, los monetaristas argumentan que la política fiscal no es aconsejable, pues toda actuación expansiva, vía aumento del gasto publico, generara en línea con lo anteriormente señalado un desplazamiento de la actividad económica privada.
Solo si los déficit ocasionados por los aumentos del gasto publico se financian por nuevas emisiones de dinero, la política fiscal puede tener un efecto apreciable sobre la actividad económica, pero, en realidad, el efecto es atribuible a la variación de la cantidad de dinero.
Los economistas neoclásicos consideraban que el sistema económico mostraba una tendencia natural hacia un equilibrio con pleno empleo. Contrariamente a esas previsiones y la gran depresión de los años 30 puso en evidencia que era posible contemplar una situación estable de depresión y que el desempleo podía permanecer durante largos períodos.
Pero el análisis Keynesiano vino acompañado con la receta para la corrección de esas situaciones: La política fiscal del gobierno, la manipulación de los impuestos y los gastos del sector público, podían reconducir la demanda agregada hasta la altura exacta que permitiera una producción sostenida de pleno empleo.
Las decisiones de inversión sirven también para explicar por qué un aumento de 1% provoca un aumento de la renta de un 5%, tomando en cuenta que la inversión fluctúa más ampliamente que el consumo, o el contrario un consumo alto no provoca aumento de la inversión. Para que la inversión luzca es necesario que el crecimiento del consumo se esté acelerando y esto es parte del efecto multiplicador.
Ahora bien, la lectura que desde mi punto de vista tengo de la politica macroeconomica que actualmente se sigue en México, es que se esta estableciendo una serie de politicas mixtas, es decir de corte monetarista, controlando la oferta monetaria a través de las intervenciones directas del Banco Central (El Banco de México) en los mercados de dinero, incluido el de divisas, y una de corte Keynesiana que esta representada por la actual expansión del gasto publico a través de inversión en infraestructura anunciada por Calderón. Ambas politicas, bien llevadas, son la receta técnica para salir de la crisis, sin embargo, existen multiples factores que no son controlados por la actual politica macroeconomica, estos van desde la calidad en la producción nacional hasta el desempeño de mercados emmergentes en otras partes del orbe. Sin embargo, me atrevería a decir que es posible salir bien librado de esta crisis, si se siguen algunas recomendaciones durante este 2009.
1.- Vendale al gobierno, será el más ávido comprador en este año.
2.- Pague a tiempo sus impuestos, el gobierno esta en franca ampliación de la base gravable.
3.-No consuma a crédito, si lo hace con su tarjeta de crédito, pague todo lo que consuma exactamamenta a los 50 días del último corte.
4.- Consuma ahora. No posponga sus decisiones de consumo, es más valioso compar algo ahora que ahorrar para despues, y procure que lo que consuma, tenga más caracter de inversión que de gasto. Es decir, este es el momento de compar cosas para su negocio.
5.- Invierta, esto es emprenda algo, autoempleese si es necesario, pregunte por los apoyos y asesorías que le brinda el gobierno. No se quede sentado.
6.- No deje de ir un cliente, sea flexible en sus oportunidades de negocio.
7.- Si es empleado, llegue 15 minutos antes de la hora de entrada, y retirese 15 minutos despues de la hora de salida. En las horas de trabajo destaquese por su buena disposición.
8.- Paguese primero a usted. De cada 10 pesos que gane, paguese 1 peso a usted, luego invierta inmediatamente ese peso en algo que sea productivo, un negocio en casa por ejemplo.
9.-Si tiene deudas, hagales frente, es preferible abonar un peso, lo minimo, que no dar la cara.
10.- Tenga presente que sólo lo barato se compra con dinero y que para vivir muchos años, no hay que preocuparse, coma poco y muevase mucho.