En la zona norte, y prácticamente en todo el Estado de Nayarit, hay una voz que crece e inconformidad que se manifiesta en cada esquina, las plazas públicas, los centros laborales o los locales comerciales, lo mismo se oye en los mercados, que en los pasillos de la presidencia, las aulas escolares y los talleres. Todos coinciden y están de acuerdo en gritar un rotundo ¡NO! al reemplacamiento
y desaparición total y para siempre de la odiada y maldita tenencia, injustos pagos que en medio de la más espantosa crisis, nos quieren ensartar entre pecho y espalda. No son pocos las personas que se han unido a redes sociales o a los comentarios callejeros, donde la constante es no al reemplacamiento y, si fuera posible, la eliminación de la tenencia, tal como han hecho en el estado de Querétaro.
Las molestias por el impuesto vehicular son muchas, desde la más trillada, que habla de que este es un gravamen que se originó para financiar la Olimpiada de 1968 en la ciudad de México, y que ya no se justifica ahora, hasta el tema de la falta de recursos de las clases media y baja. También el disgusto del pueblo es por la gran cantidad de impuestos que venimos pagando los propietarios de autos. Desde antes de salir de la agencia, como un monstruo voraz, los tributos al gobierno por concepto de un automóvil se abalanzan sobre el pobre consumidor hasta ahogarlo. Hagamos un brevísimo recuento: por supuesto el IVA que se aplica al comprar el auto en la agencia, pero también el que se ajusta al servicio de traslado en camiones madrinas o nodrizas de las plantas armadoras a las agencias concesionarias. El ISAN, que es el Impuesto Sobre Autos Nuevos; el que paga el amable lector cuando saca la licencia de conducir; el IVA aplicado a la póliza de seguro contra robo y accidentes y próximamente para los nayaritas el impuesto que habrán de ensartarnos por la verificación de emisiones contaminantes. Dirán que se me olvida la gasolina, y no es así, lo tengo fresco en la mente, porque en la mañana de hoy me desayuné con las declaraciones del Secretario de Hacienda, quien amenazó con que de ninguna manera desaparecerán los aumentos al combustible que ya venimos padeciendo, precio que de por sí, ya lleva en su seno, un poco medio oculto el impuesto especial sobre producción y servicios, que según me dicen es del 40% del precio total del litro de gasolina.Si Usted compra refacciones, llantas, radios, alarmas, baterías y accesorios adicionales le aplican el consabido IVA, que sí, tiene Usted razón amigo, efectivamente ya subió del 15 al 16%.
Hay impuestos en las casetas de cobro de las autopistas, como la carísima de Tepic-Acaponeta; el IVA sobre mantenimiento y servicio del auto: cambio de aceite, afinación, frenos, revisión de niveles, descomposturas, etc.
También tenemos que pagar la "baja" del auto después de venderlo al cambiarlo de propietario. Total, para no amargarle más la vida hemos de decir solamente, que es una cascada inmisericorde de impuestos, recargos y derechos que nos dejan viendo estrellitas y deseando que la tierra se abra y se trague el automóvil.
Lo que no entienden los gobiernos, es que, no es que los ciudadanos no queramos pagar impuestos, lo hacemos diariamente y a todas horas. Con puntualidad religiosa, el ciudadano consiente, que somos la gran mayoría, hacemos nuestras aportaciones, ya que sabemos que la obra pública y los servicios comunitarios, solo podrán hacerse y funcionar con el dinero de los contribuyentes. No nos oponemos a eso, los que deseamos nuestra calle alumbrada, agua potable en las llaves, avenidas limpias, parques y jardines florecientes y mil cosas más.
Lo que verdaderamente nos duele, es ver como los impuestos se elevan, los salarios se estancan y los ajustes de cinturón solo los hace el pueblo, pues los gobiernos y sus funcionarios, cualquiera que estos sean, siguen viajando en primera clase y pagando elevadísimas cuentas en bares y restaurantes, usando vehículos lujosos que compran con recursos del erario, no pagan casetas y hasta les llevan a sus curules o pomposas oficinas viandas y bebidas que, a precio de oro, pagamos Usted y yo estimado lector. O, quizá lo peor, viendo como los políticos promocionan su imagen a costa de los impuestos, derrochando cantidades enormes de billetes en el culto a la personalidad en la prensa, radio, televisión o espectaculares callejeros. Por ello nadie en su sano juicio puede soportar que haya, a costa de su bolsillo, dos o más reemplacamientos en un sexenio. Si no estamos en bonanza dijeran los abuelitos.
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