Héctor Algarín
"El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa" Nietzsche.
Aunque hoy en día existe la autopista...el viaje es agotador (pa´mi edad) pero al fin...¡llegamos a mi tierra! Me venía relamiendo los bigotes, solo de pensar en la camaroniza, la churriza, la gordiza y la madri....que me pondrían si le sigo con esta cacofonía. Temprano salimos....pa´llegar a la botana...nomás un "cartucho" nos echamos...después, me dispusé a descansar toda la tarde (pa´agarrar "juerzas") para saborear unas suculentas gorditas de pollo por la tarde-noche...
Después, pasear un rato por mi añorada plazuela...¡Aahhhh! que placer volver a recordar aquellos ya lejanos años en donde nos encontrábamos miradas de ilusión entre aquellas chamacas hermosas (que circulaban caminando en un sentido y unos ilusionados jovencetes en el otro sentido) por tan siquiera una sonrisa de cada una de ellas que nos dijera (aunque sea de esta manera y de forma fugáz)... ¡qué nos habían visto! Después, sentarnos en los respaldos de las bancas de cemento (señal de que eramos "grandes"...hasta que llegaban los cuicos a quitarnos. Los que fumábamos, a prender un cigarrito (señal inequívoca de que había edad, en la que hacíamos lo que nos venía en gana, ya que estábamos creciendo). Alguno que otro se quedó en el camino (de crecer)....¡pobres! Esa noche, después de muchos años de no hacer este ritual tan familiar que repetí durante muchos años en mi adolescencia, por fín lo pude hacer de nueva cuenta. Por mi escasa memoria pasaron recuerdos e imágenes tan nítidas de aquellas tardes placenteras en compañia de entrañables amigos... ¡ahhhhh! Acaponeta, como me traes recuerdos! Todo era perfecto, todo era como antaño, hasta las voces (y bromas de ellos) creía escuchar...todo era igual que hace...¡¡¡Chínnnnnn!!!! ¡ya me zurró un chanate! ... bueno, no me debo quejar... así nos pasaba entonces también.
Después, pasear un rato por mi añorada plazuela...¡Aahhhh! que placer volver a recordar aquellos ya lejanos años en donde nos encontrábamos miradas de ilusión entre aquellas chamacas hermosas (que circulaban caminando en un sentido y unos ilusionados jovencetes en el otro sentido) por tan siquiera una sonrisa de cada una de ellas que nos dijera (aunque sea de esta manera y de forma fugáz)... ¡qué nos habían visto! Después, sentarnos en los respaldos de las bancas de cemento (señal de que eramos "grandes"...hasta que llegaban los cuicos a quitarnos. Los que fumábamos, a prender un cigarrito (señal inequívoca de que había edad, en la que hacíamos lo que nos venía en gana, ya que estábamos creciendo). Alguno que otro se quedó en el camino (de crecer)....¡pobres! Esa noche, después de muchos años de no hacer este ritual tan familiar que repetí durante muchos años en mi adolescencia, por fín lo pude hacer de nueva cuenta. Por mi escasa memoria pasaron recuerdos e imágenes tan nítidas de aquellas tardes placenteras en compañia de entrañables amigos... ¡ahhhhh! Acaponeta, como me traes recuerdos! Todo era perfecto, todo era como antaño, hasta las voces (y bromas de ellos) creía escuchar...todo era igual que hace...¡¡¡Chínnnnnn!!!! ¡ya me zurró un chanate! ... bueno, no me debo quejar... así nos pasaba entonces también.
Digo... nomás como comentario.
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