Ayer un buen amigo me decía que el hombre que más
influía en las decisiones del gobernador en turno era su secretario
general, otro conocido terció en la plática y consideró que las
confianzas pudieran estar en el encargado de las finanzas, incluso en su
secretario privado o particular. Yo les dije a ambos, que si algo tenía
muy claro desde hace ya algunos años, era de que la más alta influencia
provenía de su esposa. Los dos soltaron una carcajada.
Entonces me dispuse a explicar sobre lo que he tenido oportunidad de
saber cuando menos en los últimos doce años. Les dije que a veces
exagerada al grado de mito, la influencia de una esposa es real. Algunas
importantes decisiones de gobierno no pocas veces son “cabildeadas”
primero en el seno familiar. Nombramientos de funcionarios, remoción de
éstos, realizar o no determinado evento, hacer determinada compra y a
veces hasta las políticas públicas encuentran en la consorte aprobación o
rechazo.
La esposa del gobernador en turno es sin duda el personaje más
influyente, con la que todos los funcionarios del gabinete quieren
quedar bien, es el medio eficaz para acercar ideas, aclarar intrigas
palaciegas y hasta alentar rumores. Yo no digo que la esposa del
gobernador decida sobre el rumbo de un gobierno, pero de que influye, sí
que lo hace.
Nadie puede negarle a Martha Elena su gran influencia en el sexenio
de Antonio Echevarría, nadie puede regatearle a Charo Mejía su poder en
el mandato de su marido Ney González. En otros estados la historia de
mujeres esposas de mandatarios con alta influencia es evidente, casos
como el de Tlaxcala con Alfonso Sánchez Anaya, cuya esposa emprendió
carrera política propia o la mismísima Marta Sahagún en el gobierno de
Vicente Fox, estos casos, pocos, dibujan muy bien de lo que hablo. A
veces para bien y a veces controvertidas, las esposas de los gobernantes
son hoy en día una realidad innegable en materia de alta influencia en
los gobiernos.
Pasaron de ser simples administradoras de programas asistenciales,
sólo el rostro amable o bonito de un gobierno, están convertidas en
personajes que hacen política, que le ayudan al marido a llevar mensajes
de aliento, a mantener estrecho contacto con las más necesitados y no
pocas veces, esto les ha permitido emprender carreras políticas por su
cuenta. Martha Elena es ahora diputada federal, Charo Mejía estuvo a
punto de ser legisladora local y se dijo incluso, que podría presidir el
Congreso del Estado. Las esposas tienen capital político, lo hacen en
su gestión al frente de DIF que les da para mucho en estos terrenos
electorales, por encima incluso del político tradicional.
Yo supongo entonces, se los dije ayer, que en este nuevo gobierno, el
papel de Ana Lilia López no puede ser diferente al que han jugado
quienes le han antecedido a este rol de ser la esposa del gobernador, lo
quiera o no, su trabajo en el DIF Nayarit le dará posicionamiento entre
los ciudadanos, contribuirá para que el gobierno de su esposo sea bien
percibido y es algo más que inevitable que se convierta en un activo
importante que pudiera tener un destino en la política electoral. El
tiempo dirá, por lo pronto, yo no dudo que muchos funcionarios busquen
quedar bien con ella para mantenerse en el puesto.
Si yo fuera gobernador, sí creo que mi esposa tendría una alta
influencia conmigo, aceptaría sus sugerencias de perfiles para ocupar
algunos cargos, creo que mis funcionarios buscarían darle todo tipo de
atenciones para que luego ella me hablara de lo bien que trabaja uno u
otro y estuvieran en mi ánimo. El DIF sería una dependencia a la que
jamás ni por equivocación le faltaría presupuesto, tal vez, lo
confieso, cometería el exceso de comprar adornos si a ella se le
ocurriera que podrían verse bonitos en la ciudad. Correría a más de uno
por sugerencia suya y luego tal vez, la apoyaría para ser candidata, la
nombraría incluso jefa de alguna corriente política con intenciones de
conservar el poder por muchos años.
Si yo fuera gobernador, estoy seguro que no escaparía de esta
realidad, no podría, como no concederle ese grado de influencia a
alguien como mi esposa, sería inevitable, así es el mundo ahora. Las
mujeres, nuestras mujeres claro que influyen, quien diga lo contrario
miente.
0 comentarios:
Publicar un comentario