miércoles, 2 de noviembre de 2011

LA INFLUENCIA DE LA CONSORTE, MITO O REALIDAD

Ayer un buen amigo me decía que el hombre que más influía en las decisiones del gobernador en turno era su secretario general, otro conocido terció en la plática y consideró que las confianzas pudieran estar en el encargado de las finanzas, incluso en su secretario privado o particular. Yo les dije a ambos, que si algo tenía muy claro desde hace ya algunos años, era de que la más alta influencia provenía de su esposa. Los dos soltaron una carcajada.

Entonces me dispuse a explicar sobre lo que he tenido oportunidad de saber cuando menos en los últimos doce años. Les dije que a veces exagerada al grado de mito, la influencia de una esposa es real. Algunas importantes decisiones de gobierno no pocas veces son “cabildeadas” primero en el seno familiar. Nombramientos de funcionarios, remoción de éstos, realizar o no determinado evento, hacer determinada compra y a veces hasta las políticas públicas encuentran en la consorte aprobación o rechazo.
La esposa del gobernador en turno es sin duda el personaje más influyente, con la que todos los funcionarios del gabinete quieren quedar bien, es el medio eficaz para acercar ideas, aclarar intrigas palaciegas y hasta alentar rumores. Yo no digo que la esposa del gobernador decida sobre el rumbo de un gobierno, pero de que influye, sí que lo hace.


Nadie puede negarle a Martha Elena su gran influencia en el sexenio de Antonio Echevarría, nadie puede regatearle a Charo Mejía su poder en el mandato de su marido Ney González. En otros estados la historia de mujeres esposas de mandatarios con alta influencia es evidente, casos como el de Tlaxcala con Alfonso Sánchez Anaya, cuya esposa emprendió carrera política propia o la mismísima Marta Sahagún en el gobierno de Vicente Fox, estos casos, pocos, dibujan muy bien de lo que hablo. A veces para bien y a veces controvertidas, las esposas de los gobernantes son hoy en día una realidad innegable en materia de alta influencia en los gobiernos.
Pasaron de ser simples administradoras de programas asistenciales, sólo el rostro amable o bonito de un gobierno, están convertidas en personajes que hacen política, que le ayudan al marido a llevar mensajes de aliento, a mantener estrecho contacto con las más necesitados y no pocas veces, esto les ha permitido emprender carreras políticas por su cuenta. Martha Elena es ahora diputada federal, Charo Mejía estuvo a punto de ser legisladora local y se dijo incluso, que podría presidir el Congreso del Estado. Las esposas tienen capital político, lo hacen en su gestión al frente de DIF que les da para mucho en estos terrenos electorales, por encima incluso del político tradicional.

Yo supongo entonces, se los dije ayer, que en este nuevo gobierno, el papel de Ana Lilia López no puede ser diferente al que han jugado quienes le han antecedido a este rol de ser la esposa del gobernador, lo quiera o no, su trabajo en el DIF Nayarit le dará posicionamiento entre los ciudadanos, contribuirá para que el gobierno de su esposo sea bien percibido y  es algo más que inevitable que se convierta en un activo importante que pudiera tener un destino en la política electoral. El tiempo dirá, por lo pronto, yo no dudo que  muchos funcionarios busquen quedar bien con ella para mantenerse en el puesto.
Si yo fuera gobernador, sí creo que mi esposa tendría una alta influencia conmigo, aceptaría sus sugerencias de perfiles para ocupar algunos cargos, creo que mis funcionarios buscarían darle todo tipo de atenciones para que luego ella me hablara de lo bien que trabaja uno u otro y estuvieran en mi ánimo. El DIF sería una dependencia a la que jamás ni por equivocación le faltaría presupuesto, tal vez, lo confieso,  cometería el exceso de comprar adornos si a ella se le ocurriera que podrían verse bonitos en la ciudad. Correría a más de uno por sugerencia suya y luego tal vez, la apoyaría para ser candidata, la nombraría incluso jefa de alguna corriente política con intenciones de conservar el poder por muchos años.
Si yo fuera gobernador, estoy seguro que no escaparía de esta realidad, no podría, como no concederle ese grado de influencia a alguien como mi esposa, sería inevitable, así es el mundo ahora. Las mujeres, nuestras mujeres claro que influyen, quien diga lo contrario miente.

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