Por: Óscar Luna
Cronista Municipal de Amatlán de Cañas
Para Irene Prado, mi madre.
Oscar Luna Prado |
Después
de comer unos ricos y deliciosos platillos amatlecos, nos llega el
gusanito de algo dulce como postre, y nos dirigimos a la tienda “Ma
Lola”, la que se encuentra en la “Calzada”. Lo primero que vemos es una
caja muy grande de madera sobre el mostrador en la cual se encuentran
acomodados unas dos centenas de panes de todo tipo, colores y sabores,
todos ellos fabricados en la panadería de al lado, llamada la
“Victoria”.
Degustamos unas
ricas y vaporositas conchitas y novias, mientras la propietaria del
abarrote, la señora Irene Prado nos acomoda en una bolsa, el ojo de buey, el torcante, los jotos, las costras y los picones con pasas y nueces, que por muchos años saben hacer en ese lugar.
Comenzamos pues, con este postre a platicar de lo que fue y es el oficio de la repostería en Amatlán.
No
me remontaré a datos que no alcance mi memoria, pero si remarcare
algunos de los cuales surte efecto y ya es tradición sobre este tema tan
dulce.
Por los años del señor,
los famosos veintes del siglo pasado, uno de los panaderos de renombre,
que se curtió en la leña y la harina, fue el señor José Prado Valdez,
mejor conocido en su tiempo como el “Puro”, él junto con su esposa, la
señora Dolores Quintero Toscano, forjaron dos de los negocios más
tradicionales de Amatlán: el Pan y el Chocolate de mesa.
La panadería del “Puro”, primero estaba ubicada en la calle Hidalgo y luego se instaló en su domicilio particular, por la Matamoros
esquina Hidalgo. Ahí, rústicamente fue fabricado un gran horno de
material con barro, y era calentado con la leña que sabían vender
antaño, luego acondicionaron un espacio bastante amplio para la
elaboración de todo tipo de pan, en él trabajaron todos sus hijos y
varias generaciones de empleados que aprendieron bien este arte. Cabe
destacar que esta panadería luego se le llamó la “Victoria” y
de ella salieron grandes maestros del birote y la concha, que luego se
regaron por el municipio, las ciudades de Ameca, Guadalajara y hasta
Tijuana.
Muy de
madrugada, el horno era preparado, los panaderos alistaban la masa
batiendo, en una mesa de madera amplia la harina con el agua y los demás
ingredientes para preparar todo tipo de pan. Salía calientito, humeante
y con un olor inigualable, ya que los productos que se utilizaban eran
de origen natural y de primera.
Vicente,
José, Francisco y Salvador hijos del “Puro”, junto con Oscar Meza y
Galencho, acomodaban los birotes en la ruedas de carrizo, para luego
repartirlas en los abarrotes de este caluroso pueblo.
Mas tarde cuando la jornada había terminado, los niños iban para que les regalaran los recortes que salían del pan.
Mientras
tanto, el chocolate de mesa ya tradicional elaborado por doña Lola,
esposa de José Prado, era preparado con delicadeza y ritualmente molidos
los granos de cacao, esto se viene haciendo desde 1927.
Hoy
las cosas han cambiado, la tecnología ha entrado al quite, para
alivianar el trabajo tan duro, que era antes, pero el sabor se conserva
con recelo.
Además, del Pan del
“Puro”, que fue uno de los pioneros y grandes maestros en el arte de la
harina procesada, se encontraban las de don José “el Viejito”; del
“Diablo”, del “Chorruco”, que todavía se trabaja; la de Honorio; y la de Eduardo Luna, nieto del “Puro” es quien tiene la “Victoria”.
No
se nos olvide, que en estos tiempos de la dieta y la moda de estar
delgados, comiendo menos calorías, los panaderos y galleteros ingresaron
al mercado, varios productos elaborados aquí. El “Babi”, que fue unos
de los pioneros en la fabricación de galletas de salvado y avena; qué me
dicen de los que fabrica la señora Olga Lidia García, como las galletas
de cacahuate, avena, nuez, de horno y varias más.
Pero,
enseguida del pan, están también los dulces de leche comúnmente
llamados por aquí “huesitos”; me acuerdo que la señora Chuy Peña, los
fabricaba; las hermanas Pinzón, que una de ellas tiene la industria en
grande, junto con la elaboración de tamales colados, ella es Zenaida.
La
apicultura, es dada también en grandes cantidades. Lucio Tovar y
después sus hijos; hoy el ingeniero Raúl Parra, vende una de las mieles
de abeja mejores de la región sur del Estado.
Con
tanto sabor, recordé que por los años setentas, con el programa del
INPI, y el DIF, se repartían en todo el país productos alimenticios de
calidad, Amatlán no salió de este esquema y a toda la niñez, que se
formaba para comprarla adquiría por unos centavos, los deliciosos
mazapanes de leche, los hubo de chocolate y vainilla, ese olor de la leche en polvo fue muy característico en mi infancia.
Se nos olvidaban las empanadas que cada mañana, elabora y reparte Arminda Aguayo,
sin dejar pasar también que ella es una de las reposteras por
excelencia, junto con “Meli” la de “Murío” y Meredith Álvarez, quienes
fabrican los pasteles y roscas más buenos de valle amatlense.
Ya
para terminarnos la coca cola, le pedimos a doña Irene Prado, que nos
muestre las fotografías colocadas sobre la pared, de las panorámicas del
pueblo y de paso comprarle unos libros y folletos de Amatlán que además
vende ahí.
2 comentarios:
Saludos a Oscar y a su Hermano Juan Carlos Luna Prado.
E. Gonzalez
Hola que tal, me da mucho gusto haber dado con este blog!!
Estoy realizando mi tesis acerca del rediseño de empaque de productos nayaritas, y di con esta fabrica de chocolate, la cual probé y me quede encantada, me agradaría mucho que me dieran mas información para mi investigación, soy de la Univesidad del Valle. Situada en Tepic Nay.
Muchas gracias y excelente nota. un saludo
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