"BAILES DE ACAPONETA"
Por: Héctor Algarín
“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.”
“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.”
--Gabriel García
Márquez
El año pasado, me aventé varias fiestas de "poca" en Guadalajara... dicen los que saben de estos menesteres: ¡de la gorra no hay quien le corra!... o el clásico: ¡se me perderá el sombrero...pero no la gorra!
El año pasado, me aventé varias fiestas de "poca" en Guadalajara... dicen los que saben de estos menesteres: ¡de la gorra no hay quien le corra!... o el clásico: ¡se me perderá el sombrero...pero no la gorra!
Enormes y excelentes instalaciones, ballet parking, decorados increíbles, cenas de dos y tres tiempos, impecables meseros, copas de cristal, platos de porcelana, cubiertos de plata, servilletas y adornos de mesa de excelente gusto, entradas de exquisito sabor y cremas de sopa de textura inigualable, platos flameados de renombrados chefs... de todo un poco.
Dos de esas fiestas fueron de etiqueta, las
otras tres fueron de traje, pero más informal. Los casinos lucían abarrotados, los diferentes grupos musicales que me tocó en
suerte escuchar son de renombrado prestigio en la localidad, excelentes
coreografías y variedad de canciones de diferente género formaban parte de su
extenso repertorio.
Las ocasiones fueron tan variadas como una quinceañera, una boda, aniversario de bodas, bautizo... en fin, de todo un poco.
Dijera un querido amigo de todos nosotros en Acaponeta... "Que bonito es lo bonito", los seres más importantes en estas reuniones, bailes, eventos o cómo se le quiera nombrar, muchas veces pasan a segundo término (me refiero a los festejados u homenajeados) y toman este lugar unos seres callados pero eficientes, bien vestidos y presentables, expeditos con el servicio, con respeto y sobre todo que los empiezas conociendo con cierto recelo y al paso de las horas (tres más o menos) ya te tuteas, sabes su nombre y hasta donde los encuentras en otras ocasiones que no les toca atender eventos... te dan santo y seña de los bares en donde trabajan el resto de la semana...¡claro! son los impecables meseros que al paso de las horas se vuelven más amigos que con quien vas a estas reuniones, o cuando menos con los que te relacionas más frecuentemente en esas horas de fiesta, risas, comida y bebidas. Después de ello... nada.
Las ocasiones fueron tan variadas como una quinceañera, una boda, aniversario de bodas, bautizo... en fin, de todo un poco.
Dijera un querido amigo de todos nosotros en Acaponeta... "Que bonito es lo bonito", los seres más importantes en estas reuniones, bailes, eventos o cómo se le quiera nombrar, muchas veces pasan a segundo término (me refiero a los festejados u homenajeados) y toman este lugar unos seres callados pero eficientes, bien vestidos y presentables, expeditos con el servicio, con respeto y sobre todo que los empiezas conociendo con cierto recelo y al paso de las horas (tres más o menos) ya te tuteas, sabes su nombre y hasta donde los encuentras en otras ocasiones que no les toca atender eventos... te dan santo y seña de los bares en donde trabajan el resto de la semana...¡claro! son los impecables meseros que al paso de las horas se vuelven más amigos que con quien vas a estas reuniones, o cuando menos con los que te relacionas más frecuentemente en esas horas de fiesta, risas, comida y bebidas. Después de ello... nada.
Lo impersonal de todo esto -antes
y después de cada evento- queda prácticamente en
lo anecdótico entre tú y tu pareja, amistad o el familiar que te acompaña...
¡si vas solo pior!
Cuando vives en la ciudad, el trabajo, las
distancias y el círculo cotidiano en el cual te desarrollas no permite un
comentario posterior de lo acaecido la noche anterior o el evento al cual
asististe. Nos queda como un recuerdo de lo ocurrido y ya.
Cuando estos eventos se daban en
la época en la que vivía en Acaponeta... estos eran
comentados antes y después de él.
Las comparaciones son aberrantes -se dice- pero en estas ocasiones eran temas de conversación y comparación completamente permisibles, eran la "comidilla" en cualquier reunión y uno de los temas preferidos de los que participáramos en ello...habiendo ido o no.
Las comparaciones son aberrantes -se dice- pero en estas ocasiones eran temas de conversación y comparación completamente permisibles, eran la "comidilla" en cualquier reunión y uno de los temas preferidos de los que participáramos en ello...habiendo ido o no.
"Hubieran contratado mejor a Nacho"
(haciendo alusión a la orquesta) o "Mejor cerveza en vez de
vino" de ninguna manera eran impersonales, eran y siguen siendo parte de
un modo de vida de una sociedad integrada bajo o dentro de una geografía muy
chica, vamos, de un pueblo.
"Qué si el traje que llevaba fulanito",
"Que si la corbata de perenganito", ¿Viste con quién andaba? ¡Qué
buena música la de ayer!, ¡Que calorón hacía! ¿Escucharon los disparos
cuando salíamos?, !Que bien se veía manganita!, ¡La
cena no me gustó nada! , ¡Se acabo "tempra" el whisky!, etc. etc. Pero la plática de lo acontecido es tema de conversación posterior...
en la reunión en turno, en el trabajo, en el negocio, en los tacos tanto de
puerco como con “el Tocho”, en la plaza, en el tejuino, en los churros con Min,
en las gorditas, en el mercado y así
sucesivamente... en cualquier parte donde coinciden tanto los que asistieron
como los que no fueron... ¡todos tienen algo que comentar!
En las ciudades grandes, esto es diferente, es más, no existe.
Y todo esto viene a mi recuerdo por haber pasado en estos días de la semana mayor por el Hotel Plaza y el Astoria Club de Acaponeta, lugares en donde tengo los más gratos recuerdos de lo que comento en mi adolescencia... para ser sinceros: me falta eso.
El saborcito del comentario posterior, el intercambiar impresiones, el conocer los diferentes puntos de vista de los que participan en la plática, las críticas... me falta eso.
No vayan a pensar los pocos que me leen (y ya son muchos) que estoy refiriéndome al chisme de Acaponeta, ¡por favor!
En las ciudades grandes, esto es diferente, es más, no existe.
Y todo esto viene a mi recuerdo por haber pasado en estos días de la semana mayor por el Hotel Plaza y el Astoria Club de Acaponeta, lugares en donde tengo los más gratos recuerdos de lo que comento en mi adolescencia... para ser sinceros: me falta eso.
El saborcito del comentario posterior, el intercambiar impresiones, el conocer los diferentes puntos de vista de los que participan en la plática, las críticas... me falta eso.
No vayan a pensar los pocos que me leen (y ya son muchos) que estoy refiriéndome al chisme de Acaponeta, ¡por favor!
¡Me refiero única y exclusivamente a recuerdos imborrables de épocas
memorables en mi querida Acaponeta!
Digo... nomás como comentario
.
1 comentarios:
Son inolvidables esos Recuerdos que más que recuerdos son Huellas que quedarón en nuestros corazones el disfrutar de esos bailes en Acaponeta de fin de año y todo tipo de evento.Su nota me hizo retroceder 34 años, recordano a toda esa gente familia, amigos que disfrute en mi epoca. Hoy solo nos quedan hermosos recuerdos. ahora hay que vivir el presente de las grandes ciudades y sus eventos.Que por más Etiqueta,cuchilleria de plata,vajillas de porcelana,vinos espumosos etc. etc. Se suspira aún por esas fiestas de ese Gran Acaponeta que nacierón mis padres...Que tenga un buen día Sr. Hector Algarín
Publicar un comentario