Carlos Enrique Parra Ron |
El amigo cronista municipal de Etzatlán, Jal. el dilecto compañero Carlos Enrique Parra Ron (Como él dice: Parra por parte de padre y Ron por la madre), nos envía estos versos muy a su particular y agradable estilo...
Recuerdos de mi madre…
Recuerdo
bien las palabras
que
me decía mi mamá,
a
veces un poco trágicas
y
otras simples nada más.
Pero
le ponía el sabor
de
gran actriz de novela,
y pá
que entendiera mejor
luego
me daba una pela.
Cuando
no quería comer
se
mostraba muy altiva:
“Te
lo acabas o vas a ver
te
lo pongo de lavativa”.
Cuando
a la casa entraba
y la
puerta no cerraba:
“Parece
que traes cola…
¿piensas
que se cierra sola?
A veces me sentía servil
y ella
me ponía al tanto:
“¡Te
dije que perejil!
¡Y
me trajiste cilantro!
Cuando
se me hacía noche
me
empezaba a regañar:
¿Ya
viste que hora es?
¡Bonita
hora de llegar!
Cuando
empezaba a lavar
me
gritaba maldiciones:
“límpiate
bien al ca… obrar
ve
como dejas los calzones”.
Luego
me ganaban las ganas
y no
me podía aguantar:
“te
miaste otra vez en la cama
ahora
tú vas a lavar”
Recuerdo
que me pegaba
con
una soga muy corta:
“¡aaah!
¡No aguantas nada!
¡cállate,
si no te doy otra!”
Si
por mala suerte me toca
hacer
un gesto al mirarla:
¡Nomás
tuérceme la boca
pá
de un golpe enderezarla!
Cuando
me quería defender
jurando
en nombre de Dios:
“no
jures en vano otra vez
y no
me levantes la voz”.
Si
me atrevía a preguntar
por
qué me pegaba tan recio:
Soy
tu madre… ¿Quieres más?
¡Nomás
te pego por eso!
Y
haciendo muy feos gestos
me
decía este mensaje:
“¡muchacho
un día de estos
me
matarás de un coraje!”
Si
no le pedía permiso
ya
cuando regresaba:
“¡muy
bonito, muy bonito!
¡Crees
que estoy pintada!
De
grande siguió pregonando
cuando
llegaba embriagado:
“¡Ándale
tu sigue tomando!
¡Acábate
pronto el hígado!”
Cuando
uno va madurando
y
algún vicio le provoca:
¡Nada
más te veo fumando
y te
romperé la boca!
Tengo
novia mami… ¡entiende!
¡Ella
y yo nos amamos!:
“pero
ella no te conviene,
se
ve de cascos livianos”
Ya
casado la fui a visitar
en
una bonita tarde:
“Hasta
hoy te has de acordar
Mal
hijo…¡que tienes madre!”
Cuando
llegaba afligido
buenos
consejos me dio:
“¡Deberías
estar agradecido
de
una madre como yo!”
“Ve
y devuélvelo a su dueño,
nunca
digas mentiras,
estudia
con más empeño
y
feliz serás mientras vivas”.
Y sí,
ahora que no está
cómo
extraño esas palabras
que
expresaba mamá
cuando
andaba de malas.
Quisiera
una reprimenda,
también un
buen cintarazo,
para
que después viniera…
¡el
perdón en un abrazo!
Quisiera
escuchar de nuevo
esos
nutridos regaños,
esos
que con tanto celo
me
sirvieron de peldaños.
Quisiera
verla otra vez
así,
bien encorajinada,
para
verla después
como
si nada pasara.
Quisiera
en este día
poder
decirle mil cosas,
decir
cuánto la quería
decirle
cosas hermosas.
Quisiera
pero ya no puedo
porque
ella nos dijo adiós,
y
está allá en el cielo
a un
ladito de Dios.
Cuando
en mi camino hago
una
que otra patraña,
al
instante oigo algo…
¡es
mi madre que me regaña!
Luego
volteo hacía el cielo
y muy fuerte le rezongo,
esperando
oír de nuevo
las frases
que aquí expongo.
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