Por: Néstor Chávez Gradilla.
Cronista Municipal
Ya con el grado de Teniente Coronel, estando
en el poblado de la antigua Hacienda de La Bayona y Niebla, Ramón Corona
organizó su pequeño ejército como sigue: Primera Compañía de Granaderos
al mando del Teniente Pablo Márquez; la Segunda Compañía al mando del
Teniente Bibiano Dávalos López, y la tercera al mando del Capitán Francisco
Lora Orozco. En ese lugar, Corona contaba ya con 600 elementos de
infantería y 100 de a caballo. Quizá por haberles gustado el ambiente
aventurero de las armas, 50 indígenas tepehuanos flecheros de Huajicori,
se regresaron y le pidieron a Corona que los volviera a admitir en sus
filas.
El día 12 de mayo de 1859, estando aún en el poblado de La Bayona y Niebla, Corona fue informado de el general conservador Pérez Gómez había enviado al comandante lozadista Eduviges Ramírez a reforzar la región norte del Cantón de Tepic con 200 infantes y 100 de a caballo. El día 13 por la madrugada, Corona atacó a Ramírez por sorpresa en Acaponeta, por lo que sus hombres entraron en pánico huyendo en desbandada abandonando sus pertrechos de guerra. En ese breve encuentro armado, los lozadistas dejaron 28 muertos, 15 heridos y 50 prisioneros.
Con la recuperación de Acaponeta y la derrota de Eduviges Ramírez, aumentó mucho el prestigio de Corona, incrementándose también en mucho, la dotación de armas y parque que los lozadeños dejaron a merced del Cuerpo Expedicionario de Jalisco llamado ahora “Batallón Degollado”.
En San Luis, en las cercanías de Tepic, al tener Manuel Lozada noticias de esto, se enfureció mucho y ordenó que se formara una numerosa columna bien armada y pertrechada para definitivamente darle una lección a Ramón Corona y acabarlo definitivamente, pues a estas alturas, ya ese joven militar liberal se había convertido para él en un fuerte dolor de cabeza.
Don José María Villanueva, quien se había retirado a la vida pacífica en el Mineral de Motaje, al saber de esto, supo que no le iba a ser posible permanecer ahí, pues de llegar a caer en manos de Lozada, sabía que de inmediato sería fusilado. Incapaz de hacerle frente al Tigre de Álica, reunió a su gente y salió en retirada rumbo a Escuinapa. Al pasar por Acaponeta, supo que el Gobierno Liberal de Jalisco había nombrado al general don Bonifacio Peña Jefe Político de Tepic y Jefe Máximo de la campaña militar contra Lozada, y que ya estaba por llegar. Peña ya había sido Jefe Político del Cantón de Tepic de 1895 a 1896. Al llegar, este militar liberal supo que Lozada lo estaba esperando para atacarlo con fuerzas muy superiores a las suyas, por lo que, temeroso de ser desbaratado, salió lo antes posible rumbo a Sinaloa, a buscar el apoyo de las fuerzas liberales que asediaban al puerto de Mazatlán, encontrándose en Escuinapa a Villanueva y Corona.
En ese lugar, Peña le dio a Corona el grado de Coronel y de su segundo en la campaña contra Lozada. Corona rechazó esa distinción diciéndole a Peña que quien tenía más méritos era don José María Villanueva, y que de ninguna manera aceptaría brincarse su autoridad con un grado mayor. Al escuchar esto, Villanueva nuevamente argumentó a favor de Corona, que ya se sentía viejo y cansado y que su intención era retirarse a la vida pacífica, cosa que nunca pudo lograr. Ante esto, Corona aceptó quedando como Comandante y Jefe Liberal del Batallón Degollado a los 22 años de edad.
Con la gente del general Bonifacio Peña, la de Villanueva, la de Corona y más de cien agregados, en Escuinapa se formó un considerable ejército de más de 800 hombres de a pie y de a caballo bien pertrechados, con suficientes armas, parque y tres cañones que traía Peña.
En vez de continuar rumbo a Mazatlán, ya con ese bien equipado y numeroso ejército, decidieron regresar a Acaponeta para enfrentar a Lozada, pero antes, al igual que en Acaponeta, Corona exigió un préstamo forzoso de quinientos pesos a los comerciantes de Escuinapa, y lo mismo repitió en Acaponeta y en Santiago con el fin de allegarse fondos para pagarle a sus hombres.
En Santiago Ixcuintla, se le unieron alrededor de cien hombres con algunas armas, poniéndolos Corona bajo el mando del capitán don Calixto Peña, primo del general, y reforzando con más gente a este nuevo grupo armado, le dio el nombre de “Primer Batallón Ligero de Tepic”. Ahí en Santiago, Corona encontró a don José Ledón que se les había fugado en el rancho Los Achiotes, fue recapturado y fusilado ese mismo día. Antes de retirarse del lugar, como continuaban llegando voluntarios a unírseles, Corona formó otra Compañía Ligera de Caballería y la puso bajo el mando de don Marcelino Ocampo.
El 11 de junio de 1859, los liberales prosiguieron su marcha a Tepic, pero en un escabroso lugar llamado Las Lomas de Espino, Lozada les tendió una emboscada formándose una gran confusión en las filas liberales. En la balacera, cayó muerto el general don Bonifacio Peña, asumiendo Corona el mando. Después de cinco horas de combate, los lozadistas se retiraron dejando a los liberales muy maltrechos y con muchos muertos y heridos.
Entre los prisioneros lozadistas que lograron capturar, estaba el Segundo Comandante Coronel don Miguel Ledón, a quien enseguida Corona mandó fusilar. Corona perdió más de 200 hombres en este combate, pero esa misma cantidad de hombres se presentaron ante él solicitando se les diera de alta. Ya reorganizados, continuaron su marcha a Tepic.
En la Capital del Cantón, inmediatamente se supo del avance y de las victorias de Corona, y de que de un momento a otro llegaría a Tepic, exagerándose el número de gente que traía. Los Lozadistas que ocupaban Tepic, atemorizados, salieron huyendo a reunirse con Lozada sin presentar batalla. El mismo día 11 de junio, entró el Ejército Liberal a la Capital llevando el cadáver del General Bonifacio Peña para darle sepultura.
Ya en Tepic, Corona se dio cuenta de que ya escaseaba el parque, y para conseguirlo, exigió a los comerciantes un préstamo forzoso de mil pesos, pero antes de que pudiera comprarlo con ese dinero, le informaron que ya se encontraba en las afueras de Tepic el mismo Manuel Lozada con cerca de tres mil hombres armados dispuestos a recuperar la Capital.
Queriéndose valer del elemento sorpresa, en lugar de emprender la retirada y a pesar de tener escaso parque, el día 13 a las 3 de la tarde, Corona atacó a las fuerzas de Lozada entablándose un reñidísimo combate. Después de varias horas sin dar tregua ni unos ni otros, ambos grupos se replegaron al oscurecer, habiendo caído muertos muchos combatientes, entre ellos, don Calixto Peña, perdiéndose también un cañón.
Esa misma noche, el Teniente Pablo Márquez realizó una requisa de armas y parque casa por casa entre los pobladores de Tepic. Al amanecer, ya bien abastecido, Corona lanzó una tremenda carga contra los lozadistas quienes, tomados por sorpresa, abandonaron sus posiciones huyendo en todas direcciones, pero Lozada, furioso, logró reorganizarlos para continuar la lucha.
Los combates entre liberales y lozadistas continuaron en los alrededores de Tepic hasta el 27 de junio de 1859 día en que llegó de Mazatlán una tropa de 700 soldados liberales de infantería comandados por el Coronel don Ignacio Martínez Valenzuela en apoyo de Corona, haciéndose ya un ejército de más de 1500 elementos de tropa que luchaban desesperadamente contra más de tres mil lozadistas comandados por el mismo “Tigre de Álica”. Ese mismo día 27, los liberales supieron que venía por la Barranca de Mochitiltic cerca de 5 mil soldados conservadores enviados por el General Miramón en apoyo de Lozada al mando del General Leonardo Márquez (Héroe conservador de la épica batalla de Tacubaya).
Incapaz de hacerles frente a más de 5 mil conservadores lozadistas, Corona y sus liberales decidieron retirarse, y el día 28 abandonaron Tepic por la noche en una larguísima columna que cargaba todo su armamento, víveres, pertrechos, parque, cañones, heridos y acompañados de muchos civiles que no quisieron quedarse en Tepic por temor a las represalias de Lozada. Así continuaron sin parar hasta llegar a Santiago Ixcuintla al amanecer del día 29.
Márquez y Lozada ocuparon Tepic a las 10 de la mañana de ese mismo día 29, disponiéndose a continuar la persecución para alcanzar a los liberales y darles batalla, pero en ese momento, el General Márquez recibió a un mensajero que le traía la orden de que regresara inmediatamente a Guadalajara, pues estaba siendo atacada por liberales. Márquez se regresó, y Lozada se quedó nuevamente de amo y señor de Tepic.
En Santiago Ixcuintla, a causa de tantos días de mal dormir y mal comer, Corona cayó enfermo de una altísima fiebre que lo tuvo postrado por más de un mes privándose de participar en los siguientes combates que hubo por la posesión de la Capital del Cantón de Tepic.
Podría yo seguir narrando todo lo referente a las actividades militares dentro del Ejército Liberal del General Ramón Corona y de su increíble y rápido ascenso ya que, de ser en 1857 un simple administrador en el Mineral de Motaje, ya para 1860, en menos de 3 años, era ya un brillante, reconocido y admirado General dentro del ya mencionado Ejército Liberal Mexicano, y para continuar su larguísimo historial, tendría que extenderme a por lo menos otros diez artículos más.
La brillante y exitosa carrera militar del General Ramón Corona se desarrolla a través de 19 años de intensa lucha, siempre obsesionado en acabar con su acérrimo enemigo el General Conservador Manuel Lozada “El Tigre de Álica”, hasta lograr capturarlo y llevarlo al pelotón de fusilamiento el 19 de julio de 1873. Corona luchó todos esos años al frente del ejército liberal que después recibió el nombre de “Ejército Liberal de Occidente”, dentro del cual tuvo como compañeros de lucha a históricos personajes como: Porfirio Díaz, Ignacio Zaragoza, Domingo Rubí, Pedro Ogazón, González Ortega y otros.
Manuel Lozada era un indígena (algunos lo consideran mestizo) cora del poblado de San Luís, al oriente de Tepic (hoy, San Luís Lozada) y se levantó en armas cuando, de acuerdo con la nueva ley de Desamortización de Bienes del Clero y de las Tierras Comunales, a su padre y a otros muchos habitantes de esos pueblos, les quitaron sus tierras para dárselas a ricos hacendados. Lozada, ferviente católico, tampoco estuvo de acuerdo con las leyes anticlericales de la Constitución de 1857, ni con los ataques y restricciones contra la Iglesia Católica Mexicana. Por su rebeldía, lo buscaron y, al no encontrarlo, azotaron a su madre en la plaza pública del poblado. Para Lozada, esa fue la gota que derramó el vaso y junto con más de 6 mil indígenas se levantó en armas al grito de ¡Religión y Fueros! En 1857. En 1859, el General Conservador Miguel Miramón le dio el nombramiento de Coronel y Comandante General de la Sierra de Álica. Fue amigo y partidario del Emperador Maximiliano, un gran defensor de la Iglesia Católica y de la propiedad agraria. Por esto último, en Nayarit se le considera como el precursor de la Reforma Agraria en México. Lozada, en su lucha contra los liberales, llegó a reunir bajo su mando a cerca de 30 mil indígenas y mestizos que creyeron en él por su gran inteligencia y sus admirables dotes de mando.
Considerando el Presidente de la República el Lic. Don Benito Juárez al séptimo Cantón de Tepic como altamente conflictivo y como sede de poderosos grupos conservadores, decidió que por Decreto Oficial a partir del 7 de agosto de l867, pasara a ser Distrito Militar de Tepic, cosa que disgustó mucho al Estado de Jalisco al ver que se le seccionaba una gran parte de su territorio.
Después de derrotar y acabar con Lozada, del fusilamiento de Maximiliano y de la capitulación de los Conservadores en 1867, los liberales se encargaron de la reorganización del país. El General y Jefe del Ejército de Occidente don Ramón Corona, considerado héroe, en ese mismo año fue nombrado Jefe Militar del Estado de Jalisco. En 1874 fue enviado por el Gobierno Federal como Embajador Diplomático de México a España y Portugal. Al regresar al País, el General Porfirio Díaz lo apoyó para llegara a ser Gobernador del Estado de Jalisco en 1885. En 1889, se quiso postular como candidato a la Presidencia de la República y un fatídico día, cuando acudía en compañía de su esposa al Teatro Principal, fue agredido a puñaladas por un joven de 22 años llamado Primitivo Ron causándole la muerte. La versión oficial dijo que enseguida el joven Ron se suicidó; pero poca gente la creyó, sabiendo que Porfirio Díaz no admitía competencia, y menos de un hombre con tanta popularidad como era don Ramón Corona, y afirmaban como algo cierto, que los mismos esbirros de Díaz se encargaron de suprimir a Ron para no dejar testigos.
Con el triunfo de las armas liberales, con la retirada de los franceses del territorio mexicano y el fusilamiento de Maximiliano, México entero se proclamó liberal. Todos los grandes militares que lucharon con esa bandera, pasaron a ser considerados héroes y sus nombres, a partir de esa fecha, quedaron escritos con letras de oro en las páginas de la historia.
En Guadalajara, al sur de la Calzada Independencia, existe un monumento al General Ramón Corona proclamándolo héroe, al haber exterminado al tan temido “bandido y asesino” Manuel Lozada “El Tigre de Álica”.
Acaponeta no se quedó atrás. Las autoridades de la Prefectura a partir de esa fecha se declarararon fervientes liberales, ingresando muchos a la masonería que desde el triunfo liberal se puso de moda. Como consecuencia, y por sus antecedentes de haber vivido y haberse formado en esta ciudad, fue también declarado héroe liberal. Por eso, le pusieron su nombre a la calle donde vivió, al puente del Camino Real sobre el Arroyo de la Viejita y al Mercado Municipal que fue inaugurado en 1937.
Si alguien desea saber más acerca del Gral. Ramón Corona, les recomiendo que lo lean en las siguientes obras informativas: Bosquejo Histórico del Ejército de Occidente, por José María Vigil, y México a través de los Siglos, por Vicente Riva Palacio.
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